Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
jueves, 11 de diciembre de 2025
El optimismo de Zelensky: la negociación según Ucrania
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“Esta semana podría traernos noticias a todos y para poner fin al derramamiento de sangre. Creemos que la paz no tiene alternativa y las preguntas clave son cómo obligar a Rusia a detener las matanzas y qué disuadirá específicamente a Rusia de una tercera invasión”, escribió ayer Volodymyr Zelensky tras un largo mensaje en el que detallaba el resto de la agenda negociadora de la semana. El reto del presidente ucraniano es significativo no tanto por las palabras, sino por lo que significan leyendo su subtexto. La actividad diplomática del líder ucraniano, en su tercera gira de búsqueda de apoyos por la Unión Europea en dos semanas, y su frenética agenda de reuniones de la Coalición de los Dispuestos, que se reunirá hoy por segunda vez esta semana en este formato sin capacidad de decisión, indican que Ucrania no está satisfecha con las negociaciones en Estados Unidos y busca imponer su versión de los hechos en un documento que se parezca más a la reescritura europea de los 28 puntos de Witkoff que al documento original.
El optimismo de Zelensky puede proceder de dos escenarios: una mejora sustancial del documento que está siendo negociado con el equipo negociador de Witkoff o la cercanía de una propuesta que Zelensky es consciente de que Rusia no puede aceptar, lo que volvería a descargar de culpa a Kiev y dirigiría la presión y los reproches contra Moscú. En cualquier caso, el mensaje de Zelensky apunta a dos aspectos. La mención a las matanzas es, sin duda, una referencia al alto el fuego que las capitales europeas exigen a Rusia desde el fallido ultimátum de mayo. La “tercera invasión”, por su parte, se refiere a las garantías de seguridad. Esos dos aspectos son aquellos en los que Ucrania trata de introducir, tanto en su negociación directa con Witkoff como en su diplomacia creativa con los socios europeos, puntos a su favor.
En su mensaje, Zelensky añadía que “el programa de hoy incluye una conversación con la parte estadounidense sobre un documento que detallará el proceso de reconstrucción y desarrollo económico de Ucrania tras la guerra. Paralelamente, estamos finalizando el trabajo sobre los 20 puntos de un documento fundamental que podría definir los parámetros para el fin de la guerra, y esperamos entregar este documento a Estados Unidos próximamente tras nuestro trabajo conjunto con el equipo del presidente Trump y sus socios en Europa”. La ambigüedad de la escritura quiere hacer pensar que la negociación se realiza con la participación directa de las tres partes, Estados Unidos, Kiev y las capitales europeas, pese a que se sabe que estas últimas han sido explícitamente excluidas y son actualmente el saco de los golpes de Donald Trump. Lo más relevante de este pasaje, más allá de la voluntad clara de modificar los términos que se han negociado durante cinco días en Florida, es la inclusión del tercer tema que más preocupa a Kiev, Londres, París y Berlín: la financiación, es decir, cómo lograr que los activos rusos intervenidos en Occidente sean puestos al servicio de Ucrania de la forma que Friedrich Merz describió en su tribuna en Financial Times, para la militarización, en lugar de ser destinados a la reconstrucción, quizá incluso de los territorios a ambos lados del frente. No es casualidad que los tres temas sean aquellos que los países europeos llevan tratando de reescribir desde que se filtró el plan de 28 puntos negociado por Steve Witkoff.
“El programa de mañana incluye una reunión bajo el formato de la Coalición de la Voluntad, y estamos trabajando de forma muy productiva para garantizar la seguridad futura y evitar que se repita la agresión rusa”, añade Zelensky para dejar claro que es con los aliados europeos, para los que es una línea roja cerrar la puerta de la OTAN a Ucrania, con quienes Kiev quiere negociar las garantías de seguridad.
Ayer, un artículo de David Ignatius, que afirma disponer de fuentes estadounidenses, europeas y ucranianas, presenta “una descripción sencilla de cómo debería ser la paz en Ucrania: una nación soberana, con sus fronteras protegidas por garantías de seguridad internacionales, que forma parte de la Unión Europea y está reconstruyendo su economía con grandes inversiones de Estados Unidos y Europa”, es decir, un esbozo del documento que Ucrania negocia por una parte con Witkoff y por otra, con la esperanza de imponer una resolución más favorable -o que sea imposible de aceptar para Rusia-, con sus aliados continentales. El acuerdo, afirma Ignatius contradiciendo a otras fuentes que ven la negociación en un punto muerto, “parece estar acercándose”.
La lógica del acuerdo que según Ignatius está negociándose es una división de tres temas principales: territorio, seguridad y reconstrucción. “El paquete de negociación implica tres documentos”, afirma Ignatius, que precisa que su fuente es “un oficial ucraniano”. “Las conversaciones están lejos de estar terminadas, pero Ucrania y sus defensores europeos planean publicar una serie de enmiendas el miércoles”, añade el periodista antes de precisar esos puntos. Las palabras de Ignatius dejan claro que el planteamiento que presenta es el deseado por Ucrania y no necesariamente el apoyado por Estados Unidos o el que está negociando Steve Witkoff. El hecho de que la información haya sido entregada a The Washington Post y no a uno de los medios habituales en los que el trumpismo filtra sus intenciones, Axios o Politico, apoya esa teoría.
El articulista apunta a un escenario coreano entendido como la aceptación de una división del territorio y planes de desmilitarización de la frontera de facto. Sin embargo, hay que recordar que la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas es en realidad uno de los lugares más militarizados del mundo, donde la tensión en escasos momentos ha dejado de ser elevada. En el caso ucraniano, según The Washington Post, esa desmilitarización de la frontera se realizaría a lo largo de todo el frente, cuya delimitación aún no está determinada, al menos según la parte ucraniana, que trata de negociar mejoras a su favor. Una de ellas es la central nuclear de Energodar, que según Ignatius, no permanecería bajo control ruso, sino posiblemente de Estados Unidos, algo difícil de aceptar para la Federación Rusa, que tendría que aceptar un caballo de Troya en un territorio sensible. El documento apunta a la entrada acelerada de Ucrania a la Unión Europea en 2027, un escenario más favorable incluso a la versión más optimista de Kiev, que prevé terminar las negociaciones de adhesión en 2028. “En el fondo”, afirma falsamente Ignatius, “esta guerra iba de si Ucrania se puede convertir en un país europeo. El presidente Putin detesta esta idea, con su mística creencia de la unidad de Rusia y Ucrania”. Ignatius prefiere repetir de forma acrítica la versión ucraniana sin recordar que apoyar la adhesión de Ucrania a la Unión Europea era parte de la oferta rusa a Kiev en Estambul en la primavera de 2022.
“Estados Unidos proporcionaría lo que se describe como garantías de seguridad «similares al artículo 5» para proteger a Ucrania si Rusia viola el pacto. Ucrania quiere que Estados Unidos firme dicho acuerdo y que el Congreso lo ratifique; las naciones europeas firmarían garantías de seguridad por separado. Un grupo de trabajo estadounidense-ucraniano está estudiando cómo funcionarían los detalles y con qué rapidez podrían responder Ucrania y sus aliados a cualquier incumplimiento por parte de Rusia”, escribe Ignatius sobre los aspectos de seguridad, unos términos que garantizan el rechazo ruso, especialmente si se añade el punto en el que se afirma que “la soberanía de Ucrania estaría protegida frente a cualquier veto ruso”, eufemismo con el que Ucrania pretende mantener abierto el camino a la OTAN. Si la zona desmilitarizada y la prohibición de mantener armamento pesado en una zona buffer a uno y otro lado del frente tiene para Rusia demasiadas reminiscencias a Minsk, este uso de la palabra soberanía para no renunciar a la Alianza que, como recordó la semana pasada Donald Tusk, fue creada contra Rusia, es garantía del no del Kremlin.
En este sentido, las intenciones de Ucrania son explícitas. “Estados Unidos todavía no ve a Ucrania en la OTAN”, afirmó Zelensky el martes por la noche, para añadir que “esta es definitivamente una cuestión de futuro”. Con el apoyo de sus aliados europeos, Zelensky insiste en que las líneas rojas no han cambiado. “Se lo dije en nuestra primera reunión. Y posiblemente lo repetiré en mi última reunión con Putin”, añadió el presidente ucraniano en referencia, no solo a la OTAN, sino a Crimea, el territorio más deseado, pero que Ucrania admite que, “en este momento”, no tiene la fuerza necesaria para recuperar. Las ambiciones de Ucrania se mantienen, pero el realismo obliga a preparar el segundo escenario más favorable: si no es posible continuar luchando hasta conseguir por la vía militar todos los objetivos deseados, es preciso imponer una paz en la que no haya renuncias vinculantes. De ahí que Ucrania se haya adaptado progresivamente a la idea de detener la guerra en la línea del frente -otro aspecto que es probable que Rusia rechace-, aceptando a regañadientes la pérdida de territorio, siempre sin ninguna oficialidad ni declaración de renuncia temporal. Pero lo hará solo a cambio de unas condiciones de adhesión de facto a la OTAN y la esperanza de que sea de iure una vez termine el mandato de Donald Trump. Esa esa es la lógica de las declaraciones de Zelensky estos últimos días, de su aparente cambio de postura con un giro hacia la paz de compromiso y también del documento que según David Ignatius está más cerca de producir un acuerdo.
Publicado por
mamvas
en
11:19 a.m.
Tags:
Donbass,
Estados Unidos,
Putin,
Rusia,
Trump,
Ucrania,
Unión Europea,
Zelensky
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario