Lo que se avecina es una alianza estructural entre los restos de las fuerzas armadas ultraderechizadas ucranianas y el belicismo de los dirigentes europeos
Andrea Zhok, La Haine
Se ha hecho oficial la noticia de la toma de Pokrovsk por parte del ejército ruso y, simultáneamente, la conquista de Volchansk.
En el último mes, el ejército ruso ha conquistado 505 km² de territorio, lo que para un país tan grande como Ucrania sigue siendo poco, pero que supone un claro avance con respecto al periodo anterior.
La omnipresencia de los drones hace imposible el rápido avance con tanques y vehículos blindados, pero también hace que las conquistas realizadas sean más resistentes a posibles contraataques.
Las señales de un declive de la capacidad operativa ucraniana en el frente son evidentes, pero los indicios de un rápido final del conflicto son controvertidos.
Desde el frente, algunos comandantes ultranacionalistas ucranianos han enviado a Zelenski un comunicado en el que le informan que, en caso de que firme un acuerdo que implique la retirada del Donbás, no le obedecerán.







