Este ejercicio se ha transformado en una verdadera trampa para los estudiantes chilenos. Si se sigue la norma de resolver primero lo que está dentro del paréntesis y multiplicarlo por el número directamente asociado, en algo equivalente a 6/2*(1+2), el resultado es 1. Pero si se toma el slash "/" como un signo de división de una fracción, la operación queda (6/2)*(1+2). Y como en este caso se deben resolver primero los paréntesis, el resultado es 9. Una curiosa encrucijada que divide las aguas de los matemáticos más expertos.
Véalo en Las Últimas Noticias
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
viernes, 9 de noviembre de 2012
jueves, 8 de noviembre de 2012
Stiglitz: “Alemania está poniendo en peligro el futuro de España”
“Estamos peor ahora que hace cinco años”, alerta el Nobel de Economía, para quien las políticas de austeridad son las responsables de la actual situación.
Las actuales políticas de austeridad aplicadas en España y en el conjunto de Europa no ofrecen una respuesta a la actual crisis. A pesar de una mayor estabilidad a nivel global, las cosas están peor ahora que hace cinco años. Ese es el diagnóstico de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, quien en una entrevista en la revista Capital advierte de que si no hay cambios “no habrá luz al final del túnel”.
“Todos los túneles tienen un final. Espero que Europa cambie. Pero cualquiera que analice las cosas correctamente diría que hoy estamos peor que hace cinco años. No hay base para decir que estamos más cerca del fin de la crisis”, afirma el reconocido economista, alertando una vez más de los males que acarrea la austeridad a ultranza. “Si las actuales políticas siguen siendo las mismas, y no solo en España sino en Europa en general, creo que no hay luz al final del túnel”, añade el Nobel de Economía de 2001 y uno de los principales críticos de los planes de austeridad recetados a las economías europeas en dificultdes.
Las actuales políticas de austeridad aplicadas en España y en el conjunto de Europa no ofrecen una respuesta a la actual crisis. A pesar de una mayor estabilidad a nivel global, las cosas están peor ahora que hace cinco años. Ese es el diagnóstico de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, quien en una entrevista en la revista Capital advierte de que si no hay cambios “no habrá luz al final del túnel”.
“Todos los túneles tienen un final. Espero que Europa cambie. Pero cualquiera que analice las cosas correctamente diría que hoy estamos peor que hace cinco años. No hay base para decir que estamos más cerca del fin de la crisis”, afirma el reconocido economista, alertando una vez más de los males que acarrea la austeridad a ultranza. “Si las actuales políticas siguen siendo las mismas, y no solo en España sino en Europa en general, creo que no hay luz al final del túnel”, añade el Nobel de Economía de 2001 y uno de los principales críticos de los planes de austeridad recetados a las economías europeas en dificultdes.
Autodestrucción sistémica global, insurgencias y utopías
El fatalismo global abandona su máscara optimista neoliberal de otros tiempos y va asumiendo un pesimismo no menos avasallador. En el pasado los medios de comunicación nos explicaban que nada era posible hacer ante un planeta capitalista cada día más próspero (aunque plagado de crueldades), solo nos quedaba la posibilidad de adaptarnos, una ruidosa masa de expertos avalaban las grandes consignas con argumentos científicos irrefutables. A eso se le llamó discurso único, aparecía como un formidable instrumento ideológico y prometía acompañarnos durante varios siglos aunque duro unas pocas décadas y se esfumó en menos de un lustro.
Ahora la reproducción ideológica del sistema mundial de poder empieza a acudir a un nuevo fatalismo profundamente pesimista basado en la afirmación de que la degradación social (desplegada como resultado de “la crisis”) es inevitable y se prolongará durante mucho tiempo.
Como en el caso anterior los medios de comunicación y su corte de expertos nos explican que nada es posible hacer más que adaptarnos ante fenómenos universales inevitables. Como cualquier otra civilización, la actual en última instancia controla a sus súbditos persuadiéndolos acerca de la presencia de fuerzas inmensamente superiores a sus pequeñas existencias imponiendo el orden (y el caos) ante las cuales deben inclinarse respetuosamente. El “mercado global”, “Dios” u otra potencia de dimensión oceánica cumplen dicha función y sus sacerdotes, tecnócratas, generales, empresarios o dirigentes políticos no son otra cosa que ejecutores o intérpretes del destino lo que de paso legitima sus lujos y abusos.
Así es como en septiembre de 2012 Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional anunciaba que “la economía mundial necesitará por lo menos diez años para salir de la crisis financiera que comenzó en 2008”. Según Blanchard el enfriamiento durable de los cuatro motores de la economía global (Estados Unidos, Japón, China y la Unión Europea) nos obliga a descartar cualquier esperanza en una recuperación general a corto plazo. Aún más duro en agosto del mismo año el Banco Natixis integrante de un grupo que asegura el financiamiento de aproximadamente el 20% de la economía francesa publicaba un informe titulado “La crisis de la zona euro puede durar veinte años”.
Nos encontramos ante un problema que difícilmente puedan resolver las élites dominantes: la cultura moderna es hija del mito del progreso, una y otra vez pudo cautivar a los de abajo con la promesa de un futuro mejor en este mundo y al alcance de la mano, eso la diferencia de experiencias históricas anteriores. Las épocas de penuria son siempre descriptas como provisorias preparatorias de un gran salto hacia tiempos mejores. La reconversión de la cultura dominante en un pesimismo de larga duración aceptado por las mayorías no parece viable, por lo menos es de muy difícil realización exitosa no solo en los países ricos sino también en la periferia sobre todo en las llamadas sociedades emergentes. Solo poblaciones radicalmente degradadas podrían aceptar pasivamente un futuro negro sin salida a la vista, las élites imperialistas golpeadas, desestabilizadas por la decadencia económica, sin proyectos de integración social podrían encontrar en la degradación integral de los de abajo (sus pobres internos y los pueblos periféricos) una riesgosa alternativa posible de supervivencia sistémica.
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Ahora la reproducción ideológica del sistema mundial de poder empieza a acudir a un nuevo fatalismo profundamente pesimista basado en la afirmación de que la degradación social (desplegada como resultado de “la crisis”) es inevitable y se prolongará durante mucho tiempo.
Como en el caso anterior los medios de comunicación y su corte de expertos nos explican que nada es posible hacer más que adaptarnos ante fenómenos universales inevitables. Como cualquier otra civilización, la actual en última instancia controla a sus súbditos persuadiéndolos acerca de la presencia de fuerzas inmensamente superiores a sus pequeñas existencias imponiendo el orden (y el caos) ante las cuales deben inclinarse respetuosamente. El “mercado global”, “Dios” u otra potencia de dimensión oceánica cumplen dicha función y sus sacerdotes, tecnócratas, generales, empresarios o dirigentes políticos no son otra cosa que ejecutores o intérpretes del destino lo que de paso legitima sus lujos y abusos.
Así es como en septiembre de 2012 Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional anunciaba que “la economía mundial necesitará por lo menos diez años para salir de la crisis financiera que comenzó en 2008”. Según Blanchard el enfriamiento durable de los cuatro motores de la economía global (Estados Unidos, Japón, China y la Unión Europea) nos obliga a descartar cualquier esperanza en una recuperación general a corto plazo. Aún más duro en agosto del mismo año el Banco Natixis integrante de un grupo que asegura el financiamiento de aproximadamente el 20% de la economía francesa publicaba un informe titulado “La crisis de la zona euro puede durar veinte años”.
Nos encontramos ante un problema que difícilmente puedan resolver las élites dominantes: la cultura moderna es hija del mito del progreso, una y otra vez pudo cautivar a los de abajo con la promesa de un futuro mejor en este mundo y al alcance de la mano, eso la diferencia de experiencias históricas anteriores. Las épocas de penuria son siempre descriptas como provisorias preparatorias de un gran salto hacia tiempos mejores. La reconversión de la cultura dominante en un pesimismo de larga duración aceptado por las mayorías no parece viable, por lo menos es de muy difícil realización exitosa no solo en los países ricos sino también en la periferia sobre todo en las llamadas sociedades emergentes. Solo poblaciones radicalmente degradadas podrían aceptar pasivamente un futuro negro sin salida a la vista, las élites imperialistas golpeadas, desestabilizadas por la decadencia económica, sin proyectos de integración social podrían encontrar en la degradación integral de los de abajo (sus pobres internos y los pueblos periféricos) una riesgosa alternativa posible de supervivencia sistémica.
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miércoles, 7 de noviembre de 2012
La tormenta después de las elecciones
Alejandro Nadal, La Jornada
Un análisis prediciendo la victoria de Obama señalaba que la tormenta Sandy desempeñaría un papel clave en el resultado electoral. Cuando el huracán golpeó en Nueva Jersey el 29 de octubre las encuestas daban a Obama una probabilidad de victoria de 73 por ciento. En los días que siguieron al desastre, sus probabilidades de éxito aumentaron hasta alcanzar 86 por ciento.
Las investigaciones sobre la manera en que la tormenta habría afectado las preferencias electorales es algo desconocido. Quizás los medios habrían dedicado más atención al inquilino de la Casa Blanca, proyectando su imagen de mandatario especialmente conmovido, cobijando a los pobres damnificados por el meteoro. También es cierto que un balde de agua fría del Atlántico pudo haber hecho que entrara en razón una parte del electorado y de pronto pudiera ver a través de la red de mentiras del candidato republicano.
Barack Obama reelegido presidente de Estados Unidos
A las 12.55 AM (hora de New York) Mitt Romney reconoció la derrota. Barack Obama obtuvo una victoria arrolladora con 303 votos electorales, un 12 por ciento más de los 270 necesarios para gobernar.
Ver: El País, New York Times, Washington Post
Ver: El País, New York Times, Washington Post
martes, 6 de noviembre de 2012
La deuda y la pérdida de soberanía
Julio Gambina, ArgenPress
Mucho se habla en estas horas de los “fondos buitres”, a propósito del embargo sobre la Fragata Libertad retenida en el Puerto de Ghana; y es verdad que esos fondos de inversión pueden asimilarse a las aves de carroña, que rondan a la presa en dificultades para alimentarse de la desesperación en la agonía de cuerpos en dificultades.
El interrogante es si la Argentina es una presa agonizante y apetecible para los buitres del sistema capitalista.
No parece la Argentina vivir un tiempo de agonía. Es cierto que el 2012 se desaceleró la economía, pero en un marco de una década de crecimiento importante, y además, si en 2001 declaró la cesación de pagos por 100.000 millones de dólares, con los canjes del 2005 y del 2010, renegoció el 93%, y desde entonces es un país cumplidor de sus compromisos de pagos externos.
Mucho se habla en estas horas de los “fondos buitres”, a propósito del embargo sobre la Fragata Libertad retenida en el Puerto de Ghana; y es verdad que esos fondos de inversión pueden asimilarse a las aves de carroña, que rondan a la presa en dificultades para alimentarse de la desesperación en la agonía de cuerpos en dificultades.
El interrogante es si la Argentina es una presa agonizante y apetecible para los buitres del sistema capitalista.
No parece la Argentina vivir un tiempo de agonía. Es cierto que el 2012 se desaceleró la economía, pero en un marco de una década de crecimiento importante, y además, si en 2001 declaró la cesación de pagos por 100.000 millones de dólares, con los canjes del 2005 y del 2010, renegoció el 93%, y desde entonces es un país cumplidor de sus compromisos de pagos externos.
Así gana dinero Inditex, la empresa del segundo hombre más rico del mundo
Este documental realizado por la televisión francesa muestra la forma en que ha acuñado su fortuna Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del planeta:
Publicado por
mamvas
en
1:15 p.m.
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Inditex
El impacto global de las elecciones en Estados Unidos
Si desde siempre las elecciones de Estados Unidos afectan a todo el mundo, con la globalización y la desregulación financiera estos efectos se han acentuado aún más. En este artículo, Joseph Stiglitz sostiene que el mundo tiene buenas razones para preferir la reelección de Barack Obama por sobre su retador, Mitt Romney, quien no ha sido capaz de reconocer sus cuentas en las Islas Caimán y el flagelo de los paraísos fiscales. Romney acentuará la división dado que es un claro defensor de las guerras de Irak y Afganistán, y ha declarado que aumentará el presupuesto militar, mientras que lo recortará en salud y educación. Como señala Stiglitz, con Romney no sólo Estados unidos sino que en todo el mundo se creará una sociedad aún más desigual de la que ha cundido en estas últimas cuatro décadas.
Joseph Stiglitz, Project Syndicate
La mayoría de los habitantes del mundo no podrán votar en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, aún cuando su resultado pone mucho en juego para ellos. Por abrumadora mayoría, los ciudadanos de otros países prefieren la reelección de Barack Obama a una victoria de su retador, Mitt Romney. Y tienen buenos motivos para ello.
En términos económicos, los efectos de las políticas de Romney, que crearán una sociedad más desigual y dividida, no se sentirán directamente en el extranjero. Pero en el pasado, para bien y para mal, otros a menudo han seguido el ejemplo estadounidense. Muchos gobiernos adoptaron rápidamente el mantra de Ronald Reagan sobre los mercados desregulados –fueron políticas que eventualmente desembocaron en la peor recesión mundial desde la década de 1930. Otros países que siguieron el liderazgo estadounidense han experimentado crecientes desigualdades –más dinero para los ricos, menos para los pobres, y el debilitamiento de la clase media.
Joseph Stiglitz, Project Syndicate
La mayoría de los habitantes del mundo no podrán votar en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, aún cuando su resultado pone mucho en juego para ellos. Por abrumadora mayoría, los ciudadanos de otros países prefieren la reelección de Barack Obama a una victoria de su retador, Mitt Romney. Y tienen buenos motivos para ello.
En términos económicos, los efectos de las políticas de Romney, que crearán una sociedad más desigual y dividida, no se sentirán directamente en el extranjero. Pero en el pasado, para bien y para mal, otros a menudo han seguido el ejemplo estadounidense. Muchos gobiernos adoptaron rápidamente el mantra de Ronald Reagan sobre los mercados desregulados –fueron políticas que eventualmente desembocaron en la peor recesión mundial desde la década de 1930. Otros países que siguieron el liderazgo estadounidense han experimentado crecientes desigualdades –más dinero para los ricos, menos para los pobres, y el debilitamiento de la clase media.
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