martes, 23 de junio de 2009

MySpace despide a dos tercios de su personal


Las empresas siguen haciendo recortes y ahora es la red social de internet MySpace la que planea recortar cerca de dos tercios de su personal internacional y cerrar al menos cuatro de sus oficinas fuera de Estados Unidos. La medida propuesta se produce una semana después de que la red social perteneciente al grupo de medios News Corp, del magnate Rupert Murdoch, anunciara que eliminaría al 30 por ciento de sus empleados.

Aproximadamente la mitad de la base total de usuarios de MySpace proviene de fuera de Estados Unidos. La base de usuarios de su rival Facebook es más del doble que la de MySpace, según la compañía investigadora de mercado comScore.

El plan de reestructuración propuesto se aplicaría a todas las divisiones de MySpace en el exterior, reduciendo su plantilla internacional de 450 empleados a unos 150.
Bajo el plan propuesto, MySpace podría reestructurar todas sus oficinas existentes en Argentina, Brasil, Canadá, Francia, India, Italia, México, Rusia, Suecia y España.

Una vez completado el plan, Londres, Berlín y Sidney se convertirían en los centros neurálgicos de las operaciones internacionales de MySpace. MySpace China, que es una compañía controlada, operada y administrada de manera local, y el emprendimiento conjunto de MySpace en Japón no se verán afectados por el plan propuesto, afirmó la compañía. Con estas medidas, el desempleo sigue aumentando propagando aún más la crisis económica mundial.

Sobre la nueva zambullida de las bolsas mundiales


Habrá que acostumbrarse a la tinta roja por largo tiempo, señalaba en noviembre del año pasado, advirtiendo la larga cabalgata que nos depara esta crisis, aunque para algunos, este es un hecho totalmente insípido cuya solución está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la nueva zambullida global de los mercados demostró que la economía mundial está bastante entrampada. Y no puede ser de otra manera si el país que consumía el 50% de la producción mundial está llegando a un desempleo del 10%, 15 millones de personas, el mayor nivel desde la crisis del petróleo, una de la tres grandes de la historia.

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Edmund Phelps: "Hogares tardarán 15 años en recuperar la riqueza perdida"

Los hogares de Estados Unidos pueden tardar hasta 15 años en recuperar la riqueza perdida, según advierte el profesor de la Universidad de Columbia y ganador del premio Nobel de Economía el año 2006, Edmund Phelps.

La riqueza de los hogares de Estados Unidos se redujo en 1,3 billones de dólares en el primer trimestre de este año, llegando a su nivel más bajo en cinco años, de acuerdo a un informe dado a conocer la semana pasada por la Reserva Federal. La riqueza experimentó una reducción récord de 4,9 billones de dólares el último trimestre del 2008.

Para Phelps la recuperación será larga y se requerirá de un gran esfuerzo de las empresas para reequilibrar los balances. La recuperación sólo llegarà cuando las empresas comiencen a renovar sus inventarios, "lo que significará un suspiro de alivio porque comenzará a moverse el consumo y a recuperarse el nivel de empleo".

Phelps prevé que el desempleo se estabilizará en torno al 7% para los próximos 3 a 5 años. Antes del estallido de la crisis el desempleo era inferior al 4%. En mayo, la tasa de desempleo llegó al 9,4%, su mayor nivel desde 1983. Se estima que para julio, el desempleo superará el 10%, el mayor nivel desde la crisis del petróleo.

Vía Bloomberg

lunes, 22 de junio de 2009

Irán, dividido entre reformistas y conservadores

Robert Fisk. Sin Permiso

Teherán, 21 de junio. Ahora que el líder supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, se ha colocado hombro con hombro con su nuevo presidente oficialmente electo, Mahmud Ahmadinejad, la existencia misma de un régimen islámico podría verse abiertamente cuestionada en una nación que está dividida como nunca antes entre reformistas y quienes insisten en mantener la integridad de la revolución de 1979.

Si Jamenei hubiera elegido mantenerse en un justo medio y hacer pequeñas concesiones a los incontables millones que se opusieron a Ahmadinejad en la elección y quienes sienten que no fueron tomados en cuenta, el ayatola aún sería una figura paterna neutral.

Mirhosein Musavi y sus seguidores se habrían negado religiosamente –en el sentido más literal de la palabra– a criticar tanto al líder supremo como a la república islámica durante las manifestaciones de la semana pasada.

Pero al reaccionar como todos los revolucionarios lo hacen aún décadas después de llegar al poder, porque el espectro de una contrarrevolución los persigue hasta la muerte, Jamenei eligió retratar a los opositores políticos de Ahmadinejad como mercenarios potenciales, espías y agentes de los poderes extranjeros. La traición a la república islámica, desde luego, es castigada con la muerte. Pero la alianza política de Jamenei con este extraño y alucinado presidente pudo haber surgido del miedo y la ira, en partes iguales.

Durante el rezo de los viernes en la Universidad de Teherán, el líder supremo mencionó los peligros de una revolución de terciopelo. Está claro que el régimen tiene profunda preocupación ante el derrocamiento de gobiernos en el este europeo y el occidente asiático desde la caída de la Unión Soviética. El poder del pueblo, mismo que le dio el triunfo a la revolución de 1979, es un arma devastadora. Podría decirse que la única, en el arsenal de una oposición política seria y sin armamento.

En lo que siguió al triunfo de Ahmadinejad en las urnas, sus simpatizantes conservadores se han dado a la tarea de repartir panfletos en los cuales se condenan las revoluciones laicas de Europa del Este y su contenido habla mucho de los temores del liderazgo clerical iraní.

Uno de esos pasquines se titula “El sistema al intentar derrocar una república islámica con una ‘revolución de terciopelo’”. En éste se describe la manera en que Polonia, Checoslovaquia, Ucrania y otras naciones ganaron su libertad.

“Las ‘revoluciones de terciopelo’ o ‘coloridas’ son métodos de intercambio de poder en tiempos de descontento social. Las revoluciones coloridas siempre han comenzado durante una elección y los métodos que sigue son:

“1. Existe una completa desesperación en la gente cuando tiene la certeza de que perderá la votación.

2. Se elige un color particular, con el único fin de que los medios occidentales identifiquen (para su público o lectores) a los opositores. Musavi usó el verde como color de campaña y sus partidarios aún utilizan este color en sus brazaletes, mascadas y pañoletas.

“3. Se anuncia que con anticipación se arregló la elección y este mensaje se repite sin cesar, lo cual permite que los medios occidentales, sobre todo los estadunidenses, exageren los hechos.

“4. Se escriben cartas a funcionarios del gobierno para denunciar un fraude electoral. Es interesante notar que en estos proyectos ‘coloridos’, por ejemplo en Georgia, Ucrania y Kirguistán, los movimientos apoyados por occidente han advertido del fraude antes de las elecciones en cartas escritas a los gobiernos involucrados. En el Irán islámico estas cartas fueron dirigidas al líder supremo.”

Otro volante cita un estudio –evidentemente hecho por asesores de Jamenei, y muy poco riguroso– que vaticinó que el fraude electoral se denunciaría el mismo día de la elección, que la oposición anunciaría su victoria horas antes de que concluyera el recuento y se difundiera su derrota.

Por ello los resultados electorales tendrán ya desde el principio un contexto de fraude, según el documento.

“En las etapas finales del proceso, los opositores se reúnen frente a las oficinas gubernamentales; llevan banderas coloridas en protesta por el fraude en el conteo. Esta fase de la manifestación –continúa el panfleto– está a cargo de los medios extranjeros, que se alían con el movimiento opositor con el fin de sacar buenas fotografías y engañar a la opinión pública internacional.”

Todo esto demuestra que existe una singular y obsesiva preocupación entre los discípulos del líder supremo ante la popularidad que ha cobrado la campaña poselectoral de Musavi. La suspensión de todas las comunicaciones móviles y satelitales –lo que en una sociedad tan desarrollada como Irán debe haber costado millones de dólares– no impidió que se convocara a marchas que siempre se celebraron a la misma hora y en el mismo lugar.

Lo que ahora vemos es un régimen que está mucho más preocupado de lo que sugirió el líder supremo cuando el viernes amenazó tan descaradamente a la oposición. Tras haber rechazado cualquier diálogo político con Musavi y sus correligionarios –unos cuantos recuentos de votos en algunos distritos no tendrán efecto en los resultados–, lo que tenemos es un régimen iraní encabezado por un líder supremo que está asustado y un presidente que habla como un niño. Esta autoridad está ahora a cargo de controlar las batallas en las calles de Irán.

Se trata de un conflicto que necesitará un milagro para resolverse. Uno de esos milagros con los que Jamenei y Ahmadinejad creen que se podrá evitar la violencia.

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Robert Fisk es el corresponsal del diario británico The Independent en Oriente Medio.
Traducción para la Jornada: Jorge Anaya
Enlace a Sin Permiso. www.sinpermiso.info

La inversión extranjera en los países en desarrollo cae un 70%

Claudi Pérez. El País

No hay liquidez; apenas hay crédito. Las empresas españolas llevan meses quejándose de ese círculo vicioso que ha transformado la peor crisis financiera de los últimos ochenta años en una recesión profunda y dolorosa. Pero siempre hay alguien que está peor: el Banco Mundial advierte del desplome sin precedentes de los flujos de capital a los países en desarrollo: de los 850.000 millones de euros de 2007 se pasó en 2008 a 505.000 millones. Y este año se cerrará con una inversión de 260.000 millones, según las proyecciones de la institución que preside Robert Zoellick.

Es una caída del 70% en sólo dos años: ni la crisis latinoamericana de los ochenta del siglo pasado ni la crisis asiática a finales de los noventa golpearon así a las regiones emergentes. El batacazo de la inversión extranjera en los países en desarrollo tendrá "graves consecuencias", según el Banco Mundial. En varios planos: desde el riesgo de quiebra en los países más débiles al impacto sobre los mercados de valores y de renta fija, con los bonos públicos en el disparadero justo cuando los déficit estatales se multiplican.

"Los países en desarrollo podrían convertirse en una fuerza clave en la futura recuperación, pero para ello deben restablecerse las inversiones con el apoyo internacional", aseguró a este diario Mick Riordan, economista del Banco Mundial y uno de los autores del estudio Financiación para el desarrollo 2009: los derroteros de la recuperación.

Los derroteros que cita el informe están aún por definir: el Banco Mundial estima que el PIB global caerá el 2,9% este año, en lo que supone la primera contracción desde la II Guerra Mundial. El comercio mundial descenderá un 10%, una tasa desconocida en décadas. Los países en desarrollo apenas crecerán el 1,2% en 2009, muy lejos de las cifras de los últimos años. Y si no se cuenta a China e India, el mundo en desarrollo no escapa a la recesión, con un retroceso del 1,6% que arrastrará a miles de personas a la pobreza. Con esos mimbres, la crisis social está a la vuelta de la esquina: el desempleo lleva meses aumentando en los países industriales, "y seguirá una trayectoria similar en las economías exportadoras de Asia", advirtió Riordan.

El estudio aporta datos preocupantes para los países pobres. En algunas naciones las multinacionales han empezado a repatriar grandes sumas procedentes de su inversión directa, algo que ya ocurrió en la crisis asiática, cuando algunas empresas norteamericanas repatriaron el 100% de lo que habían invertido. Varias instituciones financieras ya han hecho lo mismo: AIG y Citigroup, por ejemplo, se han deshecho de filiales en Asia y América Latina.

La solución no parece sencilla: "Esos países dependen en gran medida de los flujos de capital privado procedentes del extranjero, y el colapso de las finanzas ha provocado que multinacionales y grandes bancos se encuentren en problemas y no sean capaces de contribuir en la misma medida", explicó Riordan. En el horizonte amenazan nuevas crisis de balanza de pagos, amén de los problemas derivados de la obligada reestructuración de la deuda empresarial en muchos de estos países. La crisis va para largo.

Enlace a artículoa en El País

Roubini dice que el petróleo puede dar al traste con la recuperación


El experto afirma que la carestía del crudo, el alza de los tipos a largo plazo y los déficits presupuestarios llevarán a una recesión con forma de 'W'

La subida de precios del petróleo, en combinación con la incipiente subida que se aprecia en los tipos de interés a largo plazo y los déficit presupuestarios amenazan con frustar la recuperación en ciernes y provocar una recesión con forma de "doble joroba o W" hacia finales del año próximo, según advierte el economista estadounidense Nouriel Roubini.

En declaraciones a la cadena estadounidense CNBC, el profesor de la Escuela de Negocios Stern de Nueva York y presidente de RGE Monitor, conocido popularmente como Doctor Doom (Doctor Fatalidad), advierte que los mercados se enfrentan a una significativa corrección en los próximos meses, ya que los datos macroeconómicos ofrecerán sorpresas negativas.

"El petróleo podría acercarse a los 100 dólares por barril a finales de año, lo que supondría un shock negativo para la economía", señala Roubini, quien advierte de otros peligros para la actividad derivados de los grandes déficit presupuestarios y de los tipos de interés a largo plazo.

"Existe incluso el riesgo de una recesión de doble joroba o con forma de W hacia finales del próximo año", añade el economista, cuya reputación se ha visto impulsada por la crisis, ya que desde hace varios años había advertido de los riesgos para la economía derivados de la burbuja inmobiliaria y de crédito.

En este sentido, Roubini augura que en los próximos meses el desempleo en EEUU podría alcanzar el 11%, desde el 9,4% actual, mientras que en la UE podría llegar al 10%. En el caso del Viejo Continente, el Doctor Doom advierte del riesgo para los bancos de Europa Occidental por su exposición a las economías del Este, aunque afirma que una respuesta proteccionista no sería adecuada a la crisis.

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"Demasiado grandes para quebrar"


A dos años de iniciada la crisis financiera, que ha derivado en crisis global con caída del comercio y del empleo, los bancos siguen siendo el gran problema. Más allá de que se hayan convertido en gigantescos monstruos “demasiado grandes para quebrar”, lo cierto es que son colosos “demasiado grandes para manejar”. De ahí que el mundo tiemble cuando se habla de nuevas fusiones bancarias. No sólo el tema de los despidos complica. La ineficacia de sus acciones y la poca flexibilidad de movimientos los convirtió en entidades totalmente inoperativas y practicamente a la deriva.

El fracaso de estos elefantes blancos desestabilizó a todas las economías del planeta. Cortar los flujos financieros es como dejar a una ciudad sin agua o sin luz. El excesivo apalancamiento bancario y su imbricada y compleja telaraña piramidal de estilo ponzi, significó un corte en el suministro de dinero. Por ello, las inyecciones de los gobiernos y los bancos centrales buscaron restituir los flujos para normalizar la actividad económica. Algo de eso se ha logrado. Pero el daño estructural del colapso permanecerá por más tiempo. Como señala Eric Dash, en The New York Times:

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domingo, 21 de junio de 2009

El socialismo para ricos de Estados Unidos

Joseph Stiglitz, El País

Con todo lo que se está hablando sobre los brotes verdes de la recuperación económica, los bancos de Estados Unidos tratan de repeler los intentos de someterlos a regulación. Aunque los políticos hablen de comprometerse a llevar a cabo una reforma regulatoria para evitar que se repita la crisis, éste es un asunto en el que el diablo realmente se oculta en los detalles, y los bancos harán acopio de toda la fuerza que les quede para asegurarse de que tienen margen de sobra para seguir como antes.

El viejo sistema funcionaba bien para los bancos (aunque no para sus accionistas), así que ¿por qué iban a querer un cambio? De hecho, los esfuerzos por sacarlos a flote han invertido tan poco tiempo en pensar en la clase de sistema financiero que queremos para después de la crisis que vamos a terminar con un sistema bancario que es menos competitivo y en el que los grandes bancos que eran demasiado grandes para hundirse serán aún más grandes.

Desde hace mucho se es consciente de que esos bancos que son demasiado grandes para hundirse son también demasiado grandes para poder controlarlos. Ése es uno de los motivos por los que el rendimiento de varios de ellos ha sido tan desastroso. Cuando se hunden, el Gobierno organiza una reestructuración financiera y les proporciona garantías para los depósitos, con lo que adquiere una participación en su futuro. Las autoridades saben que si esperan demasiado es probable que los bancos zombies o casi zombies -con poco o ningún valor neto, pero a los que se trata como si fueran instituciones viables- "apuesten por la resurrección". Si hacen grandes apuestas y ganan, se largan con la recaudación; si les salen mal, el Gobierno paga la cuenta.

Esto no es simplemente una teoría; es una lección que aprendimos, a un alto precio, durante la crisis de las cajas de ahorro de Estados Unidos en los años ochenta. Cuando el cajero automático dice "fondos insuficientes", el Gobierno no quiere que eso signifique que es el banco, y no la cuenta corriente, el que está sin dinero, así que interviene antes de que la caja esté vacía. En una reestructuración económica, lo habitual es que los accionistas se queden sin un duro, y los propietarios de bonos se conviertan en los nuevos accionistas. A veces, el Gobierno se ve obligado a proporcionar fondos adicionales, o tiene que haber un nuevo inversor que esté dispuesto a hacerse cargo del banco que se ha hundido.

Sin embargo, la Administración de Obama ha introducido un nuevo concepto: demasiado grande para ser sometido a una reestructuración financiera. El Gobierno sostiene que se desataría el caos si con estos grandes bancos intentáramos jugar según las reglas de juego habituales. Los mercados serían presa del pánico. Así que no sólo no podemos tocar a los propietarios de bonos, sino que ni siquiera podemos tocar a los accionistas (aunque la mayor parte del valor real de las acciones sea un mero reflejo de una apuesta basada en una ayuda financiera del Gobierno).

Creo que esa opinión es errónea. Pienso que la Administración de Obama ha sucumbido a la presión política y a los augurios pesimistas de los grandes bancos que explotan el miedo. Como consecuencia, el Gobierno ha confundido rescatar a los banqueros y sus accionistas con rescatar los bancos.

La reestructuración da a los bancos la oportunidad de empezar de cero: los nuevos posibles inversores (ya sean propietarios de capital o de instrumentos de deuda) tendrán más confianza, otros bancos estarán más dispuestos a concederles préstamos y ellos estarán más dispuestos a prestar dinero a otros. Los propietarios de bonos se beneficiarán de una reestructuración ordenada, y si el valor de los activos es verdaderamente más alto de lo que cree el mercado (y los analistas externos), al final cosecharán las ganancias.

Pero lo que está claro es que los costes actuales y futuros de la estrategia de Obama son muy elevados (y, por el momento, no han alcanzado su limitado objetivo de reactivar el préstamo). El contribuyente ha tenido que apoquinar miles de millones, y ha proporcionado miles de millones más en garantías, facturas que es probable que haya que pagar en el futuro.

Reescribir las normas de la economía de mercado (de un modo que ha beneficiado a aquellos que han causado tanto dolor a toda la economía mundial) no sólo es caro desde el punto de vista financiero, sino que es algo peor. La mayoría de los estadounidenses lo consideran terriblemente injusto, especialmente después de haber visto a los bancos desviar los miles de millones destinados a permitirles reactivar el préstamo hacia pagos de primas y dividendos gigantescos. Romper el pacto social es algo que no debería hacerse a la ligera.

Pero esta nueva forma de sucedáneo del capitalismo, según la cual las pérdidas se socializan y los beneficios se privatizan, está condenada al fracaso. Los incentivos están distorsionados. No hay disciplina de mercado. Los bancos "demasiado grandes para ser reestructurados" saben que pueden apostar impunemente (y, con la Reserva Federal proporcionando dinero a unos tipos de interés cercanos a cero, hay fondos de sobra para hacerlo).

Algunos han llamado a este nuevo régimen económico "socialismo con características estadounidenses". Pero el socialismo se preocupa por los individuos corrientes. En cambio, Estados Unidos ha proporcionado poca ayuda a los millones de estadounidenses que están perdiendo sus hogares. Los trabajadores que se quedan en paro sólo se benefician de ayudas limitadas por desempleo durante 39 semanas, y luego son abandonados a su suerte. Y cuando pierden su empleo, la mayoría de ellos también pierden su seguro médico.

Estados Unidos ha ampliado su colchón de seguridad empresarial de una forma que no tiene precedentes, desde los bancos comerciales hasta los de inversión, luego a los seguros y ahora a los automóviles, sin que haya un límite a la vista. En realidad, esto no es socialismo, sino una prolongación de la arraigada asistencia social a las empresas. Los ricos y poderosos acuden al Gobierno para que les ayude siempre que pueden, mientras que los individuos necesitados reciben poca protección social.

Tenemos que terminar con los bancos "demasiado grandes para hundirse"; no hay pruebas de que estos gigantes reporten beneficios sociales que estén en consonancia con los costes que han impuesto a otros. Y si no nos deshacemos de ellos, tenemos que limitar estrictamente lo que hacen. No se les puede permitir que hagan lo mismo que han hecho en el pasado: apostar a costa de otros.

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Joseph Stiglitz, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia, encabeza una comisión de la ONU que estudia reformas del sistema monetario y financiero internacional. (C) Project Syndicate, 2009. Traducción de NewsClips

Peligro en Letonia

El país báltico afronta un riesgo serio de bancarrota, que sería la primera de un miembro de la UE

Fernando Cano, El País

¿Bancarrota, colapso financiero? La Unión Europea siempre ha sido sinónimo de estabilidad económica, y éste fue el principal reclamo para que los países de Europa del Este, deseosos de entrar en la senda del desarrollo, se decidieran a entrar en el club de las economías más poderosas del continente. No obstante, la crisis lo ha puesto todo en duda. Esta semana ha llegado la alarma desde Letonia, miembro de la UE desde 2004 y que ahora está al borde de la bancarrota. Su caída puede contagiar a sus vecinos e incluso amenaza con extenderse a los maltrechos sistemas financieros de la vieja Europa.

La semana pasada, Eurostat hacía oficial que entre enero y marzo el PIB letón cayó un 11,2% en relación con el último trimestre del año pasado, un 18,6% en términos anualizados. Para el total del año, las previsiones de los analistas oscilan entre el 20% de caída en los más optimistas y el 30% para los más pesimistas. El principal problema de Letonia es la sobrevaloración de su moneda. Los expertos -entre los que se encuentran los principales bancos de inversión- señalan que la búsqueda del lat como moneda refugio ante la inestabilidad internacional generó una sobrevaloración de la divisa letona, como mínimo, del 30%.

Hace un año esta situación generó una gran liquidez en el mercado local, aunque paralelamente -junto a la crisis de la economía real- fue mermando la capacidad productiva letona. El alto valor del lat frenó las exportaciones y alentó las importaciones, haciendo a la economía inviable y restándole toda su competitividad ante sus socios europeos. Con la crisis desatada, la liquidez se ha acabado, los inversores en divisas han abandonado el país y el Ejecutivo se ha quedado sin dinero para pagar sus cuentas y su abultada deuda internacional.

Sólo un dato: Fitch Ratings estima que la deuda externa con vencimiento en 2009 es igual al 320% de sus reservas de divisas. Pero no es todo. En una subasta del 3 de junio, el Ejecutivo no logró vender ninguna de sus letras del tesoro por valor conjunto de 100 millones de dólares. La poca credibilidad del Ejecutivo, sus escasos esfuerzos para recortar costes y la sensación generalizada de que la devaluación de su moneda es inminente hicieron fracasar la operación. Sin financiación propia, Letonia ha vuelto la vista hacia las instituciones internacionales.

En estos momentos negocia para impedir la paralización del préstamo que el FMI y la UE le concedieron en diciembre por 7.500 millones de euros. En verano esperaban recibir unos 1.200 millones para estabilizar su balanza de pagos, pero se les han pedido mayores esfuerzos en los recortes presupuestarios. Este año se espera que el déficit alcance el 11,6% del PIB, más del doble de la cifra exigida por el FMI. Por ello, esta semana el Parlamento letón ha aprobado los presupuestos del próximo año, con recortes del 20% en el sueldo de los empleados públicos y del 10% en las pensiones.

En cualquier caso y a pesar de que todos los manuales de economía liberal apuntan a una devaluación urgente similar a la que sufrió Argentina en 2001, el Ejecutivo se niega a reconocer el desplome. Esta estrategia está en parte avalada por los organismos internacionales, que temen una caída de efecto dominó de vecinos como Lituania o Estonia, que también tienen cambio fijo en sus monedas y podrían forzar una devaluación masiva con insospechadas consecuencias en el sistema financiero de Europa occidental. De momento, los más expuestos son los bancos daneses, que tienen comprometidos 75.000 millones de euros en Letonia, pero la exposición de todos los bancos occidentales en la región podría alcanzar los 1,3 billones de euros.

Enlace a El País
En El Blog Salmón: En Letonia se juega el futuro de la Eurozona

Las normas financieras en el vacío


Después de estar en la nada, ahora sobran propuestas para la gran transformación financiera. El cambio para el mundo de las finanzas ha comenzado. Tanto Estados Unidos como Europa han propuesto medidas para regular el sistema financiero y aunque muchos se muestran escépticos, lo cierto es que parece haber acuerdo en lo que respecta al control de las finanzas. En todo caso, las dudas siempre son bienvenidas: ¿será posible?; ¿qué es lo que se requiere para normar ese ambiente caótico que cimentó la crisis actual?

En primer lugar, nadie quiere que vuelvan a permitirse descalabros como los que generaron la crisis que estamos viviendo. A estas alturas, ninguna persona razonable, sea de izquierda o derecha, o de aquello que llaman el centro-centro, desea que se repita una crisis como la actual, una suerte de “revival” de la gran depresión, con la salvedad de que esta vez la podemos seguir en directo, contando uno a uno los bancos que quiebran (van más de 40, sólo en Estados Unidos, este año), contando asimismo las empresas que quiebran, por cientos, mirando atónitos los índices de desempleo, la morosidad de pagos, el hambre..

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Economía Mundial: ¿Un problema potencial?

Rafael Doménech. El País

Una vez acabada la caída libre en la que se encontraban las economías occidentales a finales de 2008 y principios de 2009, ahora el interés se está desplazando a la duración de los efectos de la crisis, sobre la que caben dos escenarios posibles. El primero de ellos es que la crisis no afecta al crecimiento potencial de nuestras economías, por lo que todos sus efectos serían transitorios o cíclicos. De acuerdo con este escenario, la crisis daría lugar a un output gap (la diferencia porcentual entre PIB y su nivel tendencial) negativo muy grande, por lo que el riesgo de deflación a corto plazo podría ser relevante. El segundo escenario posible es que el crecimiento potencial se va a resentir significativamente durante un buen número de años, de manera que la crisis tendría efectos bastante duraderos. Puesto que el nivel tendencial del PIB crecería a una tasa menor, el output gap seguiría siendo negativo, pero mucho menor que en el primer escenario, por lo que el riesgo de deflación también sería más reducido.

¿Cuál de estos dos escenarios es el más verosímil? Una forma bastante rigurosa y didáctica de contestar a esta pregunta es teniendo en cuenta la relación tecnológica entre el PIB y sus factores productivos. De forma muy simplificada, la tasa de crecimiento del PIB depende del crecimiento del capital físico y del trabajo, y del crecimiento de la productividad total de estos dos factores. Aunque el crecimiento potencial de la productividad total de los factores puede incluso aumentar (con las crisis suelen desaparecer las empresas y empleos más ineficientes), seguramente no compensará la caída de la relación capital/producto (como consecuencia del proceso de desapalancamiento de muchas empresas), ni tampoco el aumento del desempleo estructural (como consecuencia de que los reajustes sectoriales en el empleo pueden llevar bastantes años).

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Hay que reequilibrar las relaciones EEUU-China

Kenneth Rogoff, El País

A medida que la economía mundial se estabiliza, existe el riesgo creciente de que EEUU y China regresen a los patrones económicos previos a la crisis, lo que supondría un riesgo para ellos y para el resto del mundo. A pesar de la retórica de los funcionarios chinos sobre la necesidad de una nueva moneda mundial que reemplace al dólar y los coqueteos de los legisladores estadounidenses con las cláusulas Buy American (que atemorizan a todos, no sólo a los chinos), nadie querrá hacer olas en un barco que está por naufragar. Así pues, China sigue teniendo un superávit comercial gigantesco y EE UU sigue gastando y pidiendo préstamos.

No hay duda de que la estabilidad a corto plazo parece muy atractiva en estos momentos. No obstante, si las relaciones comerciales y de deuda entre China y EEUU simplemente se reanudan a partir de donde se quedaron, ¿qué evitará que vuelva a darse la misma dinámica insostenible que acabamos de presenciar? Después de todo, los enormes préstamos solicitados por EE UU en el extranjero fueron claramente un factor clave que contribuyó a crear el reciente caos financiero, mientras que la excesiva dependencia de China del crecimiento impulsado por las exportaciones la ha hecho muy vulnerable a una caída brusca de la demanda global.

Los gigantescos estímulos fiscales en ambos países han servido para evitar temporalmente más daños, pero ¿dónde están los cambios que se necesitan? En estos momentos ¿no sería mejor aceptar más ajustes mediante un crecimiento poscrisis más lento que tendernos una trampa que nos llevaría a una crisis mayor?

Es cierto que tanto la Administración estadounidense como el liderazgo chino han hecho algunas propuestas inteligentes de cambio. Pero ¿son sinceras sus intenciones? El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, ha sugerido un replanteamiento profundo del sistema financiero, y los líderes chinos están empezando a tomar medidas para mejorar la red de seguridad social del país.

Estas medidas deberían contribuir en gran medida a que las balanzas comerciales de EEUU y China se sitúen en niveles más sostenibles. Una mayor reglamentación financiera en EEUU significa que los consumidores no podrán pedir préstamos con tanta facilidad y endeudarse excesivamente con hipotecas y tarjetas de crédito. Por otra parte, los consumidores chinos podrían empezar a gastas más de sus ingresos si pudieran preocuparse un poco menos por tener que ahorrar para la atención de la salud, la educación de sus hijos y sus jubilaciones.

No obstante, hay razones para preocuparse. Ahora que el mundo parece estar saliendo de su horrible crisis financiera, es parte de la naturaleza humana caer en la complacencia, y la política interna sobre las relaciones comerciales y financieras EEUU-China está muy arraigada. Da miedo pensar en las lecciones que el sector financiero estadounidense extraerá si tras el rescate multibillonario sólo hay reformas superficiales e ineficaces. Y ¿prevalecerán acaso los intereses exportadores de la costa china en las decisiones de política de tipos de cambio a expensas de los consumidores pobres del interior del país?

Otro motivo de inquietud es que la recuperación global todavía es frágil. Los líderes estadounidenses y chinos han combatido la crisis no sólo con estímulos fiscales enormes, sino también con una profunda intervención en los mercados crediticios. Esa extraordinaria generosidad fiscal, a costa de los contribuyentes, no puede continuar indefinidamente.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha advertido, con razón, que este enorme estímulo fiscal temporal es una "inyección de azúcar" que a final de cuentas pasará sin que haya reformas profundas. Como he sostenido anteriormente, el resultado final de los rescates financieros y la expansión fiscal será casi seguramente un aumento de los intereses y de los impuestos y, muy posiblemente, inflación.

Para bien o para mal, quizá no sea posible retroceder en el tiempo. Parece que finalmente los consumidores estadounidenses, cuya glotonería contribuyó a alimentar el crecimiento en todo el mundo durante más de una década, se pondrán a dieta. Además de las condiciones más estrictas para los préstamos, la caída de los precios de las casas y las tasas elevadas de desempleo seguirán limitando el gasto de los consumidores estadounidenses.

Francamente, unas tasas más altas de ahorro personal en EE UU no serían algo malo. Seguramente ayudarían a reducir el riesgo de que se repitiera pronto la crisis financiera. Los candidatos obvios para sustituirlos serían los consumidores de China y otros países asiáticos, cuyas economías combinadas son más que iguales a la de EEUU. Pero ¿están dispuestos los Gobiernos asiáticos a abandonar su paradigma mercantilista? Fuera de Japón, los encargados del diseño de políticas en Asia ciertamente no parecen estar dispuestos a apreciar el tipo de cambio.

Desde el principio de esta década, al menos unos cuantos economistas (entre ellos, yo) habían advertido que era necesario controlar los desequilibrios comerciales y de cuenta corriente a nivel mundial para reducir la posibilidad de una crisis financiera grave. EE UU y China no son los únicos responsables de esos desequilibrios, pero su relación ciertamente está en el centro de ellos.

Antes de la crisis hubo mucha palabrería, incluyendo reuniones de alto nivel organizadas por el Fondo Monetario Internacional, pero muy poca acción. Ahora, los riesgos se han desbordado a todo el mundo. Esperemos que esta vez haya más que palabras. Si, por el contrario, los encargados de las políticas en EE UU y China ceden a la tentación de volver a los desequilibrios anteriores a la crisis, las raíces de la próxima crecerán como el bambú. Y ésas no serían buenas noticias para EEUU, para China ni para nadie más.
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Kenneth Rogoff es profesor de la Universidad de Harvard y fue economista en jefe del FMI. © Project Syndicate, 2009. Traducción de Kena Nequiz.

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sábado, 20 de junio de 2009

Japón cede a China su segundo lugar en el crecimiento económico


La caída del comercio mundial se ha convertido en el principal canal de transmisiòn de la crisis económica, situación que afecta a los países-fábrica como Japón y Alemania. La frenada en seco de las exportaciones, con caídas superiores al 50%, ha afectado fuertemente a la economía nipona que, por este hecho, dejará muy pronto de ser la segunda del mundo, para ceder su lugar a la sostenida maquinaria China.

De esta manera, Japón, que ha ocupado durante 41 años el segundo lugar en las cifras del crecimiento mundial, pasará así al tercer puesto. Es algo ya inevitable y que fue admitido por el gobierno nipón en el informe anual del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) publicado ayer. La conclusión es bastante similar a la del Fondo Monetario Internacional que señala que el PIB de China superará al de Japón el próximo año, o este mismo año si China crece más de lo esperado y si la economía nipona continúa su drástico deterioro. La economía japonesa ha sufrido en el segundo trimestre del 2009 una contracción del 14,2%, comparada con el segundo trimestre de 2008. Para el año completo se prevé una caída del 7% en Japón y un crecimiento del 7,5% en China.

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viernes, 19 de junio de 2009

Récord de hambre en el mundo


Por primera vez en la historia de la humanidad, más de mil millones de personas en todo el mundo están desnutridas y pasando hambre. De acuerdo al último informe de la Fao, un total de 1.020 millones de personas están subalimentadas, en una cifra que supera en más de 100 millones las del año pasado y representa casi un sexto de la población mundial. Es una cifra récord, como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

En un comunicado emitido en Roma, donde tiene su sede, la FAO precisó que este año el número de víctimas del hambre aumentará un 11%. En estas previsiones, la FAO se ha basado en los análisis del departamento de Agricultura de Estados Unidos. Este organismo atribuye el aumento a la crisis económica mundial, que ha originado una disminución de los ingresos y un incremento del desempleo, lo que ha conllevado una reducción en el acceso a los alimentos por parte de los más desfavorecidos.

La revolución silenciosa de los países BRIC


Aunque al principio la catalogaron como una teoría pintoresca, la teoría del desacople cada vez cobra más fuerza y es bueno que así sea por el futuro del planeta. Hay desacople. No como un mecanismo automático, sino como un lento proceso de desarrollo que está haciendo cambiar la hegemonía económica global.

Mientras Estados Unidos y Europa luchan por salir del pantano del endeudamiento (ayer se informó que la deuda de los bancos y empresas europeas llega a los 3,9 billones de dolares), los países BRIC se abren paso en una revolución silenciosa que va adquiriendo su propia dinámica de desarrollo. De acuerdo a pronósticos de largo plazo se estima que China puede superar a Estados Unidos el año 2027 y que los países BRIC pueden superar a todo el conjunto del G7 para esa fecha.

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Imagen | artemuestra

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