martes, 17 de diciembre de 2024

Siria: Comprender la rebelión y sus contradicciones


Joseph Daher, Sin Permiso

La rebelión en Siria ha cogido al mundo por sorpresa y ha provocado la caída de la dictadura de la familia Assad, que ha gobernado Siria desde que el padre de Bashar al-Assad, Hafez, tomó el poder en un golpe de Estado hace 54 años. Ni las fuerzas militares del régimen ni su patrocinador imperial, Rusia, ni su respaldo regional, Irán, han podido defenderlo. Se han liberado ciudades bajo control del régimen, se ha liberado a miles de presas y presos políticos de sus tristemente célebres mazmorras y se ha abierto espacio para una nueva lucha por una Siria libre, integradora y democrática por primera vez en décadas.

Al mismo tiempo, la mayoría de la gente sabe, en Siria, que esa lucha se enfrenta a enormes desafíos, empezando por las dos fuerzas rebeldes clave, Hayat Tahrir Al-Sham (HTS) y el Ejército Nacional Sirio (SNA), respaldado por Turquía. Aunque encabezaron la victoria militar, son autoritarias y tienen un historial de sectarismo religioso y étnico. Algunas personas, en la izquierda, han afirmado sin fundamento que su rebelión fue orquestada por Estados Unidos e Israel. Otras han idealizado acríticamente a estas fuerzas rebeldes como si reavivaran la revolución popular original que estuvo a punto de derrocar al régimen de Assad en 2011. Ninguna de ellas capta la compleja dinámica que se desarrolla en la Siria actual.

En esta entrevista, realizada en medio de una situación rápidamente cambiante en Siria, Tempest pregunta al socialista suizo sirio Joseph Daher sobre el proceso que llevó a la caída del régimen de Assad, las perspectivas de las fuerzas progresistas y los desafíos a los que se enfrentan para luchar por un país verdaderamente liberado que sirva a los intereses de todos sus pueblos y clases populares.

* * * *
Tempest: ¿Cómo se siente la gente en Siria tras la caída del régimen?

Joseph Daher: La felicidad es increíble. Es un día histórico. Han desaparecido 54 años de tiranía de la familia de Assad. Hemos visto vídeos de manifestaciones populares en todo el país, desde Damasco, Tartous, Homs, Hama, Alepo, Qamichli, Suwaida, etc. de todas las sectas religiosas y etnias, destruyendo estatuas y símbolos de la familia de Assad.

Y, por supuesto, una gran alegría por la liberación de los presos políticos de las cárceles del régimen, en particular de la cárcel de Sednaya, conocida como el “matadero humano”, que podía contener entre 10.000 y 20.000 personas presas. Algunas de ellas llevaban detenidas desde los años ochenta. Del mismo modo, las personas que habían sido desplazadas, en 2016 o antes, de Alepo y otras ciudades, han podido regresar a sus hogares y barrios, viendo a sus familias por primera vez en años.

Al mismo tiempo, en los primeros días tras la ofensiva militar, las reacciones populares fueron inicialmente variadas y confusas, reflejo de la diversidad de opiniones políticas de la sociedad siria, tanto dentro como fuera del país. Algunos sectores estaban muy contentos con la conquista de estos territorios y el debilitamiento del régimen, y ahora su posible caída. Pero otros sectores de la población también temían, y siguen temiendo, al HTS y al SNA. Les preocupa la naturaleza autoritaria y reaccionaria de estas fuerzas y su proyecto político. Y a algunos les preocupa lo que pueda ocurrir en la nueva situación. En particular, amplios sectores de kurdos, así como otros, aunque se alegran de la caída de la dictadura de Assad, han emitido condenas por los desplazamientos forzosos y los asesinatos de personas por parte del SNA.

Tempest: ¿Puedes relatar la secuencia de los acontecimientos, especialmente el avance rebelde, que derrotó a las fuerzas militares de Assad y condujo a su caída? ¿Qué ha sucedido?

JD: Hayat Tahrir Al-Sham (HTS) y el Ejército Nacional Sirio (SNA), respaldado por Turquía, lanzaron una campaña militar el 27 de noviembre de 2024 contra las fuerzas del régimen sirio, anotándose victorias asombrosas. En menos de una semana, HTS y el SNA se hicieron con el control de la mayor parte de las provincias de Alepo e Idlib. A continuación, la ciudad de Hama, situada a 210 kilómetros al norte de Damasco, cayó en manos del HTS y el SNA tras intensos enfrentamientos militares entre ellos y las fuerzas del régimen apoyadas por la aviación rusa. Tras Hama, HTS se hizo con el control de Homs.

Inicialmente, el régimen sirio envió refuerzos a Hama y Homs, y después, con el apoyo de la fuerza aérea rusa, bombardeó las ciudades de Idlib y Alepo y sus alrededores. Los días 1 y 2 de diciembre, más de 50 ataques aéreos alcanzaron Idlib, donde se vieron afectados al menos cuatro centros sanitarios, cuatro centros escolares, dos campos de desplazados y una estación de suministro de agua. Los ataques aéreos han desplazado a más de 48.000 personas y han interrumpido gravemente los servicios y la prestación de ayuda. El dictador Bashar al-Assad había prometido la derrota a sus enemigos y afirmado que “el terrorismo sólo entiende el discurso de la fuerza”. Pero su régimen ya se desmoronaba por todas partes.

Mientras el régimen perdía ciudad tras ciudad, las gobernaciones meridionales de Suweida y Daraa se liberaron; sus fuerzas de oposición armada populares y locales, separadas y distintas de HTS y del SNA, se hicieron con el control. A continuación, las fuerzas del régimen se retiraron de localidades situadas a unos diez kilómetros de Damasco y abandonaron sus posiciones en la provincia de Quneitra, fronteriza con los Altos del Golán, ocupados por Israel.

A medida que distintas fuerzas armadas de la oposición, no de nuevo HTS ni SNA, se acercaban a la capital, Damasco, las fuerzas del régimen simplemente se desmoronaban y se retiraban, mientras que las manifestaciones y la quema de todos los símbolos de Bashar al-Assad se multiplicaban en los distintos suburbios de la ciudad. En la noche del 7 al 8 de diciembre, se anunció que Damasco había sido liberada. Al principio se desconocía la suerte y el paradero exactos de Bashar al-Assad, pero algunas informaciones indicaban que se encontraba en Rusia bajo la protección de Moscú.

La caída del régimen demostró su debilidad estructural, militar, económica y política. Se derrumbó como un castillo de naipes. No es de extrañar, porque parecía claro que los soldados no iban a luchar por el régimen de Assad, dados sus malos salarios y condiciones. Preferían huir o simplemente no luchar antes que defender a un régimen por el que sienten muy poca simpatía, sobre todo porque muchos de ellos habían sido reclutados a la fuerza.

Junto a estas dinámicas en el sur, se han producido otras en diferentes partes del país desde el comienzo de la ofensiva de los rebeldes. En primer lugar, el SNA dirigió ataques contra territorios controlados por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) lideradas por los kurdos en el norte de Alepo y, luego, anunció el inicio de una nueva ofensiva contra la ciudad septentrional de Manbij, que estaba bajo el dominio de las SDF. El domingo 8 de diciembre, con el apoyo del ejército, la aviación y la artillería turcos, entraron en la ciudad.

En segundo lugar, las Fuerzas de Autodefensa han capturado la mayor parte de la gobernación de Deir-ez-Zor, anteriormente controlada por las fuerzas del régimen sirio y las milicias proiraníes, después de que éstas se hubieran retirado para desplegarse en otras zonas para luchar contra el HTS y el SNA. Las SDF ampliaron entonces su control sobre vastas franjas del noreste que antes estaban bajo dominio del régimen.

Tempest: ¿Quiénes son las fuerzas rebeldes y, en particular, las principales formaciones rebeldes HTS y SNA? ¿Cuál es su política, su programa y su proyecto? ¿Qué piensan de ellos las clases populares?

JD: La exitosa toma de Alepo, Hama, Homs y otros territorios en una campaña militar dirigida por el HTS refleja en muchos sentidos la evolución de este movimiento a lo largo de varios años hacia una organización más disciplinada y estructurada, tanto política como militarmente. Ahora puede producir drones y dirigir una academia militar. HTS ha sido capaz de imponer su hegemonía a un cierto número de grupos militares, tanto mediante la represión como mediante la inclusión en los últimos años. Basándose en estos avances, se ha posicionado para lanzar ese ataque.

Se ha convertido en un actor casi estatal en las zonas que controla. Ha establecido un gobierno, el Gobierno Sirio de Salvación (SSG), que actúa como administración civil de HTS y le presta servicios. En los últimos años, HTS y el SSG han mostrado una clara voluntad de presentarse como una fuerza racional ante las potencias regionales e internacionales para normalizar su dominio. Esto se ha traducido, en particular, en un espacio cada vez mayor para que algunas ONG operen en sectores clave como la educación y la sanidad, en los que el SSG carece de recursos financieros y experiencia.

Esto no significa que no exista corrupción en las zonas bajo su dominio. Ha impuesto su dominio con medidas autoritarias y policiales. HTS ha reprimido o limitado notablemente las actividades que considera contrarias a su ideología. Por ejemplo, detuvo varios proyectos de apoyo a las mujeres, especialmente a las residentes en campamentos, con el pretexto de que fomentaban ideas de igualdad de género hostiles a su dominio. HTS también ha atacado y detenido a opositores políticos, periodistas, activistas y personas a las que consideraba críticas u opositoras.

HTS -que sigue estando catalogada como organización terrorista por muchas potencias, incluido Estados Unidos- también ha tratado de proyectar una imagen más moderada de sí misma, intentando que se reconozca que ahora es un actor racional y responsable. Esta evolución se remonta a la ruptura de sus vínculos con Al Qaeda en 2016 y al replanteamiento de sus objetivos políticos en el marco nacional sirio. También ha reprimido a individuos y grupos vinculados a Al Qaeda y al llamado Estado Islámico.

En febrero de 2021, en su primera entrevista con un periodista estadounidense, su líder Abu Mohammad al-Jolani, o Ahmed al-Sharaa (su verdadero nombre), declaró que la región que controlaba “no representa una amenaza para la seguridad de Europa y América”, afirmando que las zonas bajo su dominio no se convertirían en base de operaciones en el extranjero.

En este intento de definirse como interlocutor legítimo en la escena internacional, hizo hincapié en el papel del grupo en la lucha contra el terrorismo. Como parte de este cambio de imagen, ha permitido el regreso de cristianos y drusos en algunas zonas y ha establecido contactos con algunos dirigentes de estas comunidades.

Tras la toma de Alepo, HTS siguió presentándose como un actor responsable. Los combatientes de HTS, por ejemplo, publicaron inmediatamente vídeos frente a bancos en los que aseguraban que querían proteger la propiedad privada y los bienes. También prometieron proteger a los civiles y a las comunidades religiosas minoritarias, en particular a los cristianos, porque saben que el destino de esta comunidad se examina con lupa en el extranjero.

Del mismo modo, HTS ha hecho numerosas declaraciones prometiendo una protección similar a los kurdos y a minorías islámicas como los ismaelíes y los drusos. También emitió una declaración relativa a los alauíes en la que les pedía que rompieran con el régimen, aunque sin sugerir que HTS los protegería ni decir nada claro sobre su futuro. En esta declaración, HTS describe a la comunidad alauita como un instrumento del régimen contra el pueblo sirio.

Por último, el líder de HTS, Abu Mohammed al-Jolani, ha declarado que la ciudad de Alepo será gestionada por una autoridad local, y que todas las fuerzas militares, incluidas las de HTS, se retirarán totalmente de la ciudad en las próximas semanas. Está claro que Al Jolani quiere colaborar activamente con las potencias locales, regionales e internacionales.

Sin embargo, sigue siendo una incógnita si HTS cumplirá estas declaraciones. La organización ha sido autoritaria y reaccionaria, con una ideología fundamentalista islámica, y aún cuenta con combatientes extranjeros en sus filas. En los últimos años se han producido en Idlib numerosas manifestaciones populares contra su dominio y las violaciones de las libertades políticas y los derechos humanos, incluidos asesinatos y torturas de opositores.

No basta con tolerar a las minorías religiosas o étnicas o permitirles rezar. La cuestión clave es reconocer sus derechos como ciudadanos iguales que participan en la decisión sobre el futuro del país. En términos más generales, declaraciones del jefe del HTS, Al Jolani, como que “la gente que teme la gobernanza islámica o bien ha visto implementaciones incorrectas de la misma o no la entiende bien”, no son en absoluto tranquilizadoras, sino todo lo contrario.

En cuanto al SNA, respaldado por Turquía, se trata de una coalición de grupos armados en su mayoría con una política islámica conservadora. Tiene muy mala reputación y es culpable de numerosas violaciones de los derechos humanos, especialmente contra las poblaciones kurdas de las zonas bajo su control. Han participado notablemente en la campaña militar dirigida por Turquía para ocupar Afrín en 2018, lo que provocó el desplazamiento forzoso de unos 150.000 civiles, la gran mayoría kurdos.

En la actual campaña militar, una vez más el SNA sirve principalmente a los objetivos turcos al atacar zonas controladas por las Fuerzas Demoráticas Sirias (SDF) dirigidas por kurdos y con grandes poblaciones kurdas. Por ejemplo, el SNA ha capturado la ciudad de Tal Rifaat y la zona de Shahba, en el norte de Alepo, anteriormente bajo el gobierno de las SDF, lo que ha provocado el desplazamiento forzoso de más de 150.000 civiles y numerosas violaciones de los derechos humanos contra personas kurdas, incluidos asesinatos y secuestros. A continuación, el SNA anunció una ofensiva militar, apoyada por el ejército turco, contra la ciudad de Manbij, donde viven 100.000 civiles y que está controlada por las SDF.

Existen, por tanto, diferencias entre el HTS y el SNA. El HTS tiene una autonomía relativa respecto a Turquía, en contraste con el SNA, que está controlado por Turquía y sirve a sus intereses. Las dos fuerzas son diferentes, persiguen objetivos distintos y tienen conflictos entre ellas, aunque por el momento se han mantenido en secreto. Por ejemplo, HTS no pretende actualmente enfrentarse a las SDF. Además, el SNA publicó una declaración crítica contra HTS por su “comportamiento agresivo” contra los miembros del SNA, mientras que HTS habría culpado a los combatientes del SNA de saqueo.

Tempest: Para muchos que no han estado prestando atención a Siria, esto surgió de la nada. ¿Cuáles son las raíces de esta situación en la revolución, la contrarrevolución y la guerra civil de Siria? ¿Qué ha sucedido dentro del país en los últimos tiempos que ha desencadenado la ofensiva militar? ¿Cuáles son las dinámicas regionales e internacionales que abrieron el espacio para los avances rebeldes?

JD: Inicialmente, HTS lanzó la campaña militar como reacción a la escalada de ataques y bombardeos contra su territorio noroccidental por parte del régimen de Assad y Rusia. También pretendía reconquistar zonas que el régimen había conquistado, violando las zonas de desescalada acordadas en un pacto de marzo de 2020, negociado por Moscú y Teherán. Sin embargo, con su sorprendente éxito, ampliaron sus ambiciones y pidieron abiertamente el derrocamiento del régimen, algo que ellos y otros ya han logrado.

El HTS y el SNA han tenido tanto éxito debido al debilitamiento de los principales aliados del régimen. Rusia, el principal patrocinador internacional de Assad, ha desviado sus fuerzas y recursos a su guerra imperialista contra Ucrania. Como resultado, su participación en Siria ha sido significativamente más limitada que en operaciones militares similares en años anteriores.

Debido a todas sus debilidades estructurales, la falta de apoyo de la población que gobierna, la poca fiabilidad de sus propias tropas, y sin el apoyo internacional y regional, el régimen de Assad se mostró incapaz de resistir los avances de las fuerzas rebeldes, ciudad tras ciudad, y su dominio sobre ellas se ha derrumbado como un castillo de naipes.

Sus otros dos aliados clave, el Hezbolá libanés e Irán, se han visto dramáticamente debilitados por Israel desde el 7 de octubre de 2023. Tel Aviv ha llevado a cabo asesinatos de la cúpula de Hezbolá, incluido Hassan Nasrallah, ha diezmado sus cuadros con los ataques con buscapersonas y ha bombardeado sus fuerzas en Líbano. Hezbolá se enfrenta definitivamente al mayor desafío desde su fundación. Israel también ha lanzado oleadas de ataques contra Irán, dejando al descubierto sus vulnerabilidades. En los últimos meses también ha incrementado los bombardeos contra posiciones iraníes y de Hezbolá en Siria.

Con sus principales apoyos preocupados y debilitados, la dictadura de Assad se encuentra en una posición vulnerable. Debido a todas sus debilidades estructurales, a la falta de apoyo de la población que gobierna, a la poca fiabilidad de sus propias tropas, y sin apoyo internacional y regional, se mostró incapaz de resistir los avances de las fuerzas rebeldes y, en ciudad tras ciudad, su dominio sobre ellas se ha derrumbado como un castillo de naipes.

Tempest: ¿Cómo han respondido inicialmente los aliados del régimen? ¿Cuáles son sus intereses en Siria?

JD: Tanto Rusia como Irán se comprometieron inicialmente a apoyar al régimen y también le presionaron para que luchara contra el HTS y el SNA. En los primeros días de la ofensiva, Rusia pidió al régimen sirio que se recompusiera y “pusiera orden en Alepo”, lo que parece indicar que esperaba que Damasco contratacara.

Irán ha pedido “coordinación” con Moscú ante esta ofensiva. Ha afirmado que Estados Unidos e Israel están detrás de la ofensiva de los rebeldes contra el intento del régimen sirio de desestabilizarlo y desviar la atención de la guerra de Israel en Palestina y Líbano. Funcionarios iraníes declararon su pleno apoyo al régimen sirio y confirmaron sus intenciones de mantener e incluso aumentar la presencia de sus “asesores militares” en Siria para apoyar a su ejército. Teherán también prometió proporcionar misiles y aviones no tripulados al régimen sirio e incluso desplegar sus propias tropas.

Pero está claro que esto no ha funcionado. A pesar de los bombardeos rusos en zonas fuera del control del régimen, el avance de los rebeldes no se vio frenado.

Ambas potencias tienen mucho que perder en Siria. Para Irán, Siria es crucial para la transferencia de armas y la coordinación logística con Hezbolá. De hecho, se rumoreaba antes de la caída del régimen que el partido libanés había enviado un pequeño número de “fuerzas de supervisión” a Homs para ayudar a las fuerzas militares del régimen y a 2.000 soldados en la ciudad de Qusayr, uno de sus bastiones en Siria cerca de la frontera con Líbano, para defenderla en caso de ataque de los rebeldes. Al caer, el régimen retiró sus fuerzas.

Por su parte, la base aérea rusa de Hmeimim, en la provincia siria de Latakia, y sus instalaciones navales de Tartous, en la costa, han sido lugares importantes para que Rusia afirmara su peso geopolítico en Oriente Próximo, el Mediterráneo y África. La pérdida de estas bases socavaría el estatus de Rusia, ya que su intervención en Siria se ha utilizado como ejemplo de cómo puede utilizar la fuerza militar para dar forma a los acontecimientos fuera de sus fronteras y competir con los Estados occidentales.

Tempest: ¿Qué papel han desempeñado en este escenario otras potencias regionales e imperiales, en particular Turquía, Israel y Estados Unidos? ¿Cuáles son sus ambiciones en la situación?

JD: A pesar de la normalización de Turquía con Siria, Ankara se ha sentido frustrada con Damasco. Así que alentó, o al menos dio luz verde, a la ofensiva militar y la ayudó de una forma u otra. En un principio, el objetivo de Ankara era mejorar su posición en futuras negociaciones con el régimen sirio, pero también con Irán y Rusia.

Ahora, con la caída del régimen, la influencia de Turquía es aún más importante en Siria y, probablemente, la convierta en el actor regional clave en el país. Ankara también pretende utilizar el SNA para debilitar a las SDF, dominadas por el brazo armado del partido kurdo PYD, organización hermana del partido kurdo turco PKK, calificado de terrorista por Ankara, Estados Unidos y la UE.

Turquía tiene otros dos objetivos principales. En primer lugar, pretende llevar a cabo la devolución forzosa a Siria de los refugiados sirios en Turquía. En segundo lugar, quiere negar las aspiraciones kurdas de autonomía y, más concretamente, socavar la administración dirigida por los kurdos en el noreste de Siria, la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES, también llamada Rojava), que sentaría un precedente para la autodeterminación kurda en Turquía, una amenaza para el régimen tal y como está constituido actualmente.

Ni Estados Unidos ni Israel han tenido nada que ver en estos acontecimientos. De hecho, ocurrió todo lo contrario. A Estados Unidos le preocupaba que el derrocamiento del régimen pudiera crear más inestabilidad en la región. Funcionarios estadounidenses declararon inicialmente que “la continua negativa del régimen de Assad a participar en el proceso político esbozado en la RCSNU 2254, y su dependencia de Rusia e Irán, crearon las condiciones que ahora se están desarrollando, incluido el colapso de las líneas del régimen de Assad en el noroeste de Siria”.

También declaró que no tenía “nada que ver con esta ofensiva, dirigida por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), una organización designada terrorista”. Tras una visita a Turquía, el Secretario de Estado Antony Blinken hizo un llamamiento a la desescalada en Siria. Tras la caída del régimen, funcionarios estadounidenses declararon que mantendrán su presencia en el este de Siria, alrededor de 900 soldados, y tomarán las medidas necesarias para impedir un resurgimiento del Estado Islámico.

Por su parte, funcionarios israelíes declararon que el “colapso del régimen de Assad probablemente crearía un caos en el que se desarrollarían amenazas militares contra Israel.” Además, Israel nunca ha apoyado realmente el derrocamiento del régimen sirio desde el intento de revolución de 2011. En julio de 2018 Netanyahu no se opuso a que Assad retomara el control del país y estabilizara su poder.

Netanyahu dijo que Israel sólo actuaría contra las amenazas percibidas, como las fuerzas y la influencia de Irán y Hezbolá, explicando, “No hemos tenido ningún problema con el régimen de Assad, durante 40 años no se disparó ni una sola bala en los Altos del Golán.” Pocas horas después del anuncio de la caída del régimen, el ejército de ocupación israelí tomó el control de la parte siria del monte Hermón, en los Altos del Golán, para impedir que los rebeldes tomaran la zona el domingo. Anteriormente, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, había ordenado al ejército de ocupación israelí que “tomara el control” de la zona de seguridad del Golán y de las “posiciones estratégicas adyacentes”.

Tempest: Muchos activistas han vuelto a salir en defensa de Assad, esta vez sosteniendo que una derrota de Assad sería un revés para la lucha de liberación palestina. ¿Qué opina de ese argumento? ¿Qué significará para Palestina?

JD: Sí, algunos activistas han argumentado que esta ofensiva militar está dirigida por “Al Qaeda y otros terroristas” y que es un complot imperialista occidental contra el régimen sirio destinado a debilitar el llamado “Eje de la Resistencia” dirigido por Irán y Hezbolá. Dado que este Eje afirma estar en apoyo de los palestinos, los campistas afirman que la caída de Assad lo debilita y, por lo tanto, socava la lucha por la liberación de Palestina.

Además de ignorar cualquier agencia a los actores locales sirios, el principal problema con el argumento promovido por los partidarios del llamado “Eje de Resistencia” es su suposición de que la liberación de Palestina vendrá de arriba, de estos Estados u otras fuerzas, independientemente de su naturaleza reaccionaria y autoritaria, y de sus políticas económicas neoliberales. Esa estrategia ha fracasado en el pasado y volverá a hacerlo hoy. De hecho, en lugar de hacer avanzar la lucha por la liberación de Palestina, los Estados autoritarios y despóticos de Oriente Medio, tanto si están alineados con Occidente como si se oponen a él, han traicionado repetidamente a los palestinos e incluso los han reprimido.

Además, los campistas ignoran el hecho de que los principales objetivos de Irán y Siria no son la liberación de Palestina, sino la preservación de sus Estados y de sus intereses económicos y geopolíticos. Siempre antepondrán éstos a Palestina. Siria, en particular, como Netanyahu ha dejado muy claro en la cita que acabo de citar, no ha movido un dedo contra Israel durante décadas.

Por su parte, Irán ha apoyado retóricamente la causa palestina y ha financiado a Hamás. Pero desde el 7 de octubre de 2023, su principal objetivo ha sido mejorar su posición en la región para estar en las mejores condiciones de cara a futuras negociaciones políticas y económicas con Estados Unidos. Irán desea garantizar sus intereses políticos y de seguridad y, por tanto, ha querido evitar cualquier guerra directa con Israel.

Su principal objetivo geopolítico en relación con los palestinos no es liberarlos, sino utilizarlos como palanca, sobre todo en sus relaciones con Estados Unidos. Del mismo modo, la respuesta pasiva de Irán al asesinato de Nasrallah por Israel, la liquidación de los cuadros de Hezbolá y su brutal guerra contra Líbano demuestran que su principal prioridad es protegerse a sí mismo y sus intereses. No estaba dispuesto a sacrificarlos y salir en defensa de su principal aliado no estatal.

Del mismo modo, Irán ha demostrado ser, en el mejor de los casos, un aliado voluble de Hamás. Ha reducido su financiación a Hamás cuando sus intereses no coincidían. Recortó su ayuda financiera a Hamás tras la Revolución Siria de 2011, cuando el movimiento palestino se negó a apoyar la represión asesina del régimen sirio contra los manifestantes sirios.

En el caso del régimen sirio, el argumento contra su supuesto apoyo a Palestina es hermético. No ha salido en defensa de Palestina durante el último año de guerra genocida de Israel. A pesar de los bombardeos de Israel sobre Siria, antes y después del 7 de octubre, el régimen no ha respondido. Esto está en consonancia con la política del régimen desde 1974 de tratar de evitar cualquier confrontación significativa y directa con Israel.

Además de eso, el régimen ha reprimido repetidamente a los palestinos en Siria, incluyendo la matanza de varios miles de ellos desde 2011, arrasando el campo de refugiados de Yarmouk en Damasco. También ha atacado al propio movimiento nacional palestino. Por ejemplo, en 1976 Hafez al Asad, padre de su heredero y recién depuesto dictador Bashar al Asad, intervino en Líbano y apoyó a partidos libaneses de extrema derecha contra organizaciones palestinas y libanesas de izquierda. También llevó a cabo operaciones militares contra campamentos palestinos en Beirut en 1985 y 1986. En 1990, aproximadamente 2.500 presos políticos palestinos estaban detenidos en cárceles sirias.

Dada esta historia, es un error que el movimiento de solidaridad con Palestina defienda y se alinee con Estados imperialistas o subimperialistas que anteponen sus intereses a la solidaridad con Palestina, compiten por beneficios geopolíticos y explotan a los trabajadores y los recursos de sus países. Por supuesto, el imperialismo estadounidense sigue siendo el principal enemigo de la región con su excepcional historia de guerra, saqueo y dominación política.

No tiene sentido considerar a las potencias regionales reaccionarias y a otros Estados imperialistas como Rusia o China como aliados de Palestina o de su movimiento de solidaridad. Sencillamente, no hay pruebas que justifiquen esa postura. Elegir un imperialismo sobre otro es garantizar la estabilidad del sistema capitalista y la explotación de las clases populares. Del mismo modo, apoyar regímenes autoritarios y despóticos en pos del objetivo de liberar Palestina no sólo es moralmente erróneo, sino que ha demostrado ser una estrategia fallida.

Por el contrario, el movimiento de solidaridad con Palestina debe considerar que la liberación de Palestina no está ligada a los Estados de la región, sino a la liberación de sus clases populares. Éstas se identifican con Palestina y ven sus propias batallas por la democracia y la igualdad íntimamente ligadas a la lucha de los palestinos por su liberación. Cuando los palestinos luchan, tienden a desencadenar el movimiento regional por la liberación, y el movimiento regional retroalimenta al de la Palestina ocupada.

Estas luchas están conectadas dialécticamente; son luchas mutuas por la liberación colectiva. El ministro israelí de extrema derecha Avigdor Lieberman reconoció el peligro que los levantamientos populares regionales suponían para Israel en 2011 cuando dijo que la revolución egipcia que derrocó a Hosni Mubarak y abrió la puerta a un periodo de apertura democrática en el país era una amenaza mayor para Israel que Irán.

No se trata de negar el derecho de resistencia de palestinos y libaneses a las brutales guerras de Israel, sino de comprender que la revuelta unida de las clases populares palestinas y de la región por sí sola tiene el poder de transformar todo Oriente Medio y el Norte de África, derribando regímenes autoritarios, expulsando a Estados Unidos y a otras potencias imperialistas. La solidaridad internacional antiimperialista con Palestina y las clases populares de la región es esencial, porque no sólo se enfrentan a Israel y a los regímenes reaccionarios de Oriente Medio y Norte de África, sino también a sus patrocinadores imperialistas.

La principal tarea del movimiento de solidaridad con Palestina, especialmente en Occidente, es denunciar el papel cómplice de nuestras clases dominantes en el apoyo no sólo al Estado racista de apartheid colonial de Israel y su guerra genocida contra los palestinos, sino también a los ataques de Israel contra otros países de la región como el Líbano. El movimiento debe presionar a esas clases dirigentes para que rompan toda relación política, económica y militar con Tel Aviv.

De ese modo, el movimiento de solidaridad puede desafiar y debilitar el apoyo internacional y regional a Israel, abriendo el espacio para que los palestinos se liberen junto con las clases populares de la región.

Tempest: ¿Abrirá el avance de los rebeldes en Siria un espacio para que las fuerzas progresistas renueven la lucha revolucionaria y proporcionen una alternativa tanto al régimen como al fundamentalismo islámico?

JD: No hay respuestas obvias, salvo más preguntas. ¿Será posible la lucha desde abajo y la autoorganización en las zonas en las que el régimen ha sido expulsado? ¿Podrán las organizaciones de la sociedad civil (no definidas estrictamente como ONG, sino en el sentido gramsciano de formaciones populares de masas al margen del Estado) y las estructuras políticas alternativas con una política democrática y progresista establecerse, organizarse y constituir una alternativa política y social a HTS y SNA? ¿Permitirá el estiramiento de las fuerzas de HTS y SNA un espacio para organizarse a nivel local?

Estas son las preguntas clave, en mi opinión, sin respuestas claras. Si observamos las políticas de HTS y SNA en el pasado, no han fomentado el desarrollo de un espacio democrático, sino todo lo contrario. Han sido autoritarias. No se debe conceder ninguna confianza a tales fuerzas. Sólo la autoorganización de las clases populares que luchan por reivindicaciones democráticas y progresistas creará ese espacio y abrirá un camino hacia la liberación real. Esto dependerá de la superación de muchos obstáculos, desde la fatiga de la guerra hasta la represión, la pobreza y la dislocación social.

El principal obstáculo han sido, son y serán los actores autoritarios, antes el régimen, pero ahora muchas de las fuerzas de la oposición, especialmente el HTS y el SNA; su dominio y los enfrentamientos militares entre ellos han asfixiado el espacio para que las fuerzas democráticas y progresistas determinen democráticamente su futuro. Incluso en los espacios liberados del control del régimen todavía no hemos visto campañas populares de resistencia democrática y progresista. Y, allí donde el SNA ha conquistado zonas kurdas, ha violado los derechos de los kurdos, los ha reprimido con violencia y ha desplazado por la fuerza a un gran número de ellos.

Tenemos que afrontar el duro hecho de que hay una ausencia flagrante de un bloque democrático y progresista independiente que sea capaz de organizarse y oponerse claramente al régimen sirio y a las fuerzas fundamentalistas islámicas. Construir este bloque llevará tiempo. Tendrá que combinar las luchas contra la autocracia, la explotación y todas las formas de opresión. Tendrá que plantear reivindicaciones en favor de la democracia, la igualdad, la autodeterminación kurda y la liberación de la mujer, con el fin de construir la solidaridad entre los explotados y oprimidos del país.

Para avanzar en esas reivindicaciones, ese bloque progresista tendrá que construir y reconstruir organizaciones populares, desde sindicatos hasta organizaciones feministas, organizaciones comunitarias y estructuras nacionales que las aglutinen. Para ello será necesaria la colaboración entre los actores democráticos y progresistas de toda la sociedad.

Dicho esto, hay esperanza, aunque la dinámica clave fue inicialmente militar y dirigida por el HTS y el SNA, en los últimos días hemos visto cómo crecían las manifestaciones populares y la gente salía a las calles en todo el país. No siguen ninguna orden del HTS, el SNA ni ningún otro grupo armado de la oposición. Ahora existe un espacio, con sus contradicciones y desafíos como se ha mencionado anteriormente, para que los sirios intenten reconstruir la resistencia popular civil desde abajo y las estructuras alternativas de poder.

Además, una de las tareas clave será hacer frente a la división étnica central del país, la existente entre árabes y kurdos. Las fuerzas progresistas deben librar una lucha clara contra el chovinismo árabe para superar esta división y forjar la solidaridad entre estas poblaciones. Este ha sido un reto desde el inicio de la revolución siria en 2011 y tendrá que ser afrontado y resuelto de manera progresista para que el pueblo del país sea verdaderamente liberado.

Hay una necesidad desesperada de volver a las aspiraciones originales de la Revolución Siria de democracia, justicia social e igualdad, y de una forma que defienda la autodeterminación kurda. Aunque el PYD kurdo puede ser criticado por sus errores y su forma de gobierno, no es el principal obstáculo para esa solidaridad entre kurdos y árabes. Han sido las posiciones y políticas beligerantes y chovinistas de las fuerzas de oposición árabes en Siria -empezando por la Coalición Nacional Siria, dominada por los árabes, seguida por la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposición Sirias, los principales organismos de oposición en el exilio apoyados por Occidente y los países de la región, que intentaron liderar la Revolución Siria en sus primeros años- y hoy las de las dos fuerzas militares clave, el HTS y el SNA.

En este contexto, las fuerzas progresistas deben buscar la colaboración entre árabes sirios y kurdos, incluida la AANES. El proyecto de la AANES y sus instituciones políticas representan a amplios sectores de la población kurda y la han protegido frente a diversas amenazas locales y externas.

Dicho esto, también tiene defectos y no debe apoyarse acríticamente. El PYD y la AANES han utilizado la fuerza y la represión contra activistas políticos y grupos que desafiaban su poder. También ha violado los derechos humanos de la población civil. No obstante, ha conseguido algunos logros importantes, en particular el aumento de la participación de la mujer en todos los niveles de la sociedad, así como la codificación de leyes laicas y una mayor inclusión de las minorías religiosas y étnicas. Sin embargo, en cuestiones socioeconómicas, no ha roto con el capitalismo y no ha abordado adecuadamente las reivindicaciones de las clases populares.

Sean cuales sean las críticas que los progresistas puedan hacer al PYD y a la AANES, debemos rechazar y oponernos a las descripciones chovinistas árabes del mismo como “el diablo” y un proyecto etnonacionalista “separatista”. Pero al rechazar esa intolerancia, no debemos idealizar acríticamente a la AANES, como han hecho sectores anarquistas e izquierdistas occidentales, tergiversándola como una nueva forma de poder democrático desde abajo.

Ya ha habido cierta colaboración entre los demócratas y progresistas árabes sirios y la AANES y las instituciones vinculadas a ella, y eso debe aprovecharse y ampliarse. Pero, como en cualquier tipo de colaboración, no debe hacerse de forma acrítica.

Aunque es importante recordar a todo el mundo que el régimen de Bashar al Assad y sus aliados son los primeros responsables de la matanza masiva de cientos de miles de civiles, de las destrucciones masivas, del empobrecimiento cada vez mayor y de la situación actual en Siria, el objetivo de la revolución siria va más allá de lo que dijo el líder de HTS, Al Jolani, en su entrevista con la CNN. No se trata sólo de derrocar este régimen, sino de construir una sociedad caracterizada por la democracia, la igualdad y los plenos derechos de los grupos oprimidos. De lo contrario, sólo estaremos sustituyendo un mal por otro.

Tempest: ¿Qué impacto tendrá la caída del régimen en la región y en las potencias imperiales? ¿Qué posición debe adoptar la izquierda internacional ante esta situación?

JD: Tras la caída del régimen, el líder del HTS, Al Jolani, declaró que las instituciones estatales sirias serán supervisadas por el ex primer ministro del régimen, Mohammed Jalali, hasta que sean entregadas a un nuevo gobierno con plenos poderes ejecutivos, tras la celebración de elecciones, lo que indica los esfuerzos para garantizar una transición ordenada. El ministro sirio de Telecomunicaciones, Eyad al-Jatib, aceptó colaborar con los representantes de HTS para garantizar que las telecomunicaciones e Internet sigan funcionando.

Estos son claros indicios de que HTS quiere llevar a cabo una transición controlada del poder para apaciguar los temores extranjeros, establecer contactos con potencias regionales e internacionales y obtener el reconocimiento como fuerza legítima con la que se puede negociar. Un obstáculo para esta normalización es el hecho de que HTS siga siendo considerada una organización terrorista, mientras que Siria está sometida a sanciones.

No obstante, cabe esperar un periodo de inestabilidad en el país. En Damasco, al día siguiente de la caída del régimen, se pudo ver cierto caos en las calles. El banco central, por ejemplo, fue saqueado.

Aún es difícil saber qué impacto tendrá la caída del régimen en las potencias regionales e imperiales. Para Estados Unidos y los Estados occidentales, el principal objetivo es ahora controlar los daños para evitar que el caos se extienda a la región. Está claro que los Estados regionales no están satisfechos con la situación actual, ya que en los últimos años habían iniciado un proceso de normalización con el régimen. En cuanto a Turquía, su principal objetivo será consolidar su poder e influencia en Siria y deshacerse de las AANES dirigidas por los kurdos en el noreste. De hecho, el principal diplomático turco afirmó el domingo que el Estado turco estaba en contacto con los rebeldes en Siria para garantizar que el Estado Islámico y, en particular, el Partido de los trabajadores de Kurdistan (PKK) no aprovechen la caída del régimen de Damasco para extender su influencia.

Las diferentes potencias tienen, sin embargo, un objetivo común: imponer una forma de estabilidad autoritaria en Siria y en la región. Esto, por supuesto, no significa unidad entre las potencias regionales e imperiales. Cada una tiene sus propios intereses, a menudo antagónicos, pero no quieren la desestabilización de Oriente Medio y el Norte de África, especialmente una inestabilidad que interrumpa el flujo de petróleo hacia el capitalismo global.

La izquierda internacional no debe ponerse del lado de los restos del régimen ni de las fuerzas locales, regionales e internacionales de la contrarrevolución. Por el contrario, la brújula política de los revolucionarios debe ser el principio de solidaridad con las luchas populares y progresistas desde abajo. Esto significa apoyar a los grupos e individuos que se organizan y luchan por una Siria progresista e integradora y construir la solidaridad entre ellos y las clases populares de la región.

En medio de la volatilidad en Siria, Oriente Medio y el Norte de África, debemos evitar las trampas gemelas de la romantización y el derrotismo. En su lugar, debemos seguir una estrategia de solidaridad crítica, progresista e internacional entre las fuerzas populares de la región y de todo el mundo. Esta es la tarea y la responsabilidad esencial de la izquierda, especialmente en estos tiempos tan complejos.

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Joseph Daher es activista socialista y académico suizo-sirio. Es autor de Hezbollah: The Political Economy of the Lebanon's Party of God (2016) y Syria after the Uprisings: The Political Economy of State Resilience (2019).
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Fuente: https://tempestmag.org/2024/12/understanding-the-rebellion-in-syria/

Traducción: Enrique García


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