martes, 15 de septiembre de 2009

Hyman Minsky, el economista del momento


Este artículo lo publiqué a principios de año en El Blog Salmón. Dada su relevancia y creciente actualidad, me parece importante reproducirlo aquí:

En 1974 el economista estadounidense Hyman Minsky advirtió que los ciclos económicos podían significar una bomba de tiempo. Seguidor de Keynes, y enemigo de las desregulaciones que por esos años comenzaba a promover Milton Friedman, Minsky advirtió que la economía podía ser arrastrada al abismo si los gobiernos no construían sólidas defensas para la estabilidad financiera.

Minsky advirtió que en tiempos de prosperidad se desarrolla una euforia especulativa que hace aumentar el volumen de crédito hasta que los beneficios producidos no pueden pagarlo. Y este momento del impago es el que desata la crisis. El resultado es una contracción del préstamo, incluso para aquellas empresas o personas que sí pueden pagarlo, momento en que la economía entra en colapso. Hace 35 años, Minsky señaló lo siguiente:

¿Simple coincidencia: 11/09/01=11/09/09?


Aunque parezca sorprendente, el índice del Dow Jones retrocedió este viernes 11 de septiembre exactamente 8 años, a los 9.626,80 puntos, los mismos 9.626,80 puntos que alcanzó al cierre del lunes 10 de septiembre de 2001 (el martes 11 de septiembre Wall Street no alcanzó a abrir dado que las torres gemelas fueron demolidas a las 08.45 hrs). ¿Será simple coincidencia, o parte de una trama macabra?

Puede consultar el Big chart dinámico de The Wall Street Journal, aquí
ver además ¿Quien dijo que el tiempo no puede repetirse?
y Big chart

lunes, 14 de septiembre de 2009

Nuevos indicadores para medir el bienestar social


Los economistas y premios Nobel Amartya Sen y Joseph Stiglitz, en la imagen, forman parte de una comisión internacional encargada por el presidente francés Nicolás Sarkozy, que busca medir el desempeño económico en términos de desarrollo y progreso social “mas allá del fetichismo del PIB”. Hay acuerdo en que ningún indicador puede sintetizar por si solo algo tan complejo como la sociedad humana. Pero las referencias convencionales como el PIB, sólo miden el crecimiento económico sin importar el empeoramiento del entorno o la calidad del medio ambiente. En este sentido tienden a ser más útiles, a la hora de establecer comparaciones, indicadores de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) como el índice BigMac.

En momentos en que la economía mundial vive un fuerte desempleo y una ostensible caída en la demanda, los indicadores tieden a ser abiertamente cuestionados. Esto es porque las estadísticas sobre ingresos tuvieron originalmente el propósito de medir la actividad económica. Pero con el tiempo se convirtieron en una obsesión como si se tratara de un indicador de bienestar social. Y esto es un grave error. No tomar en cuenta las actividades en escala famliar, olvidar el tema del entorno y quedarse en los aspectos puramente materiales y cuantitativos del PIB, ha terminado haciendo daño a la economía, al planeta y a sus habitantes. De ahí la pregunta: ¿debemos sancionar a un país –en términos de nuestros parámetros sobre desempeño- si decide transformar sus avances en más tiempo libre y ocio, y no solo en bienes finales y consumo?

Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón


Stiglitz: "la economía mundial sigue en peligro"

El premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado que el sistema financiero no ha logrado resolver sus problemas fundamentales y que la situación hoy es más grave que la existente previa a la crisis de Lehman Brothers. En una entrevista de ayer en París, y reproducida por Bloomberg, Stiglitz dijo que si bien la administración de Obama ha logrado evitar el colapso del sistema bancario, ha fracasado en resolver sus problemas fundamentales.

"En Estados Unidos y muchos otros países, los bancos se hicieron demasiado grandes para quebrar, y ahora que se han vuelto aún más grandes, los problemas son peores a lo que eran el 2007, antes de la crisis”.


A dos años del estallido de la burbuja inmobiliaria y a un año de la quiebra de Lehman, que obligó al Departamento del Tesoro a gastar miles de millones para apuntalar a Bank of America, Citigroup y la aseguradora AIG, la inestabilidad sistémica continúa. En el Reino Unido el gobierno ha debido inyectar miles de millones para apuntalar Lloyd Banking Group y HBOS, entre otros, así como Francia lo ha hecho con BNP Paribas y Alemania con Hypo Real Estate.

Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón

Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?


Paul Krugman, El País

I. CONFUNDIENDO LA BELLEZA CON LA VERDAD
Es difícil creerlo ahora, pero no hace tanto tiempo los economistas se felicitaban mutuamente por el éxito de su especialidad. Estos éxitos -o al menos así lo creían ellos- eran tanto teóricos como prácticos y conducían a la profesión a su edad dorada.

En el aspecto teórico, creían que habían resuelto sus disputas internas. Así, en un trabajo titulado The State of Macro (es decir, de la macroeconomía, el estudio de cuestiones panorámicas como lo son las recesiones), Olivier Blanchard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), actualmente economista jefe del Fondo Monetario Internacional, declaraba que había habido "una amplia convergencia de puntos de vista".

Y en el mundo real, los economistas creían que tenían las cosas bajo control: "El problema central de la prevención de la depresión está resuelto", declaraba Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso inaugural como presidente de la American Economic Association en 2003. En 2004, Ben Bernanke, un antiguo profesor en Princeton que ahora preside la Reserva Federal, celebraba la Gran Moderación del comportamiento económico comparado con las dos décadas precedentes, y que atribuía en parte al mejorado desempeño de la política económica.

El año pasado, todo esto se vino abajo.

Siga leyendo este artículo en El País
Ver artículo original en The New York Times

En el despertar de la crisis, las líneas de falla de la profesión de economista han bostezado con más amplitud que nunca. Lucas dice que los planes de estímulo de la Administración de Obama son "economía de baratija" y su colega de Chicago John Cochrane dice que están basados en desacreditados "cuentos de hadas". Como respuesta, Brad DeLong, de la Universidad de California en Berkeley, escribe sobre el "derrumbe intelectual" de la Escuela de Chicago, y yo mismo he escrito que estos comentarios de los economistas de Chicago son el producto de una Edad Oscura de la macroeconomía, donde el conocimiento tan arduamente conseguido ha quedado olvidado.

¿Qué le ha sucedido a la profesión de economista? ¿Y adónde va a partir de ahora?

II. DE SMITH A KEYNES Y VUELTA ATRÁS
El nacimiento de la economía como disciplina se atribuye habitualmente a Adam Smith, quien publicó La Riqueza de las Naciones en 1776. Durante los siguientes 160 años se desarrolló un extenso cuerpo de economía teórica, cuyo mensaje central era: confía en el mercado. Ésta era la presunción básica de la economía neoclásica (llamada así al haber sido elaborada por los teóricos de finales del siglo XIX sobre conceptos de sus predecesores clásicos).

Esta fe, sin embargo, quedó hecha pedazos por la Gran Depresión. Con el tiempo, la mayoría de los economistas sustentó las consideraciones de John Maynard Keynes tanto acerca de la explicación de lo que había pasado como de la solución de futuras depresiones.

A pesar de lo que usted haya podido oír, Keynes no quería que el gobierno dirigiera la economía. En su obra capital, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escrita en 1936, él mismo describió su análisis como "moderadamente conservador en sus repercusiones". Quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo. Pero cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones.

La historia de la economía a lo largo del último medio siglo es, en gran medida, la historia de una retirada del keynesianismo y de un retorno al neoclasicismo. El renacer neoclásico fue guiado inicialmente por Milton Friedman, de la Universidad de Chicago, quien afirmó ya en 1953 que la economía neoclásica sirve adecuadamente como descripción del modo en que la economía funciona realmente, al ser "extremadamente fructífera y merecedora de plena confianza". Pero ¿qué hay de las depresiones?

El contraataque de Friedman contra Keynes comenzó con la doctrina conocida como monetarismo. Los monetaristas, en principio, no discrepaban de la idea de que una economía de mercado necesite una deliberada estabilización. Los monetaristas afirmaban, sin embargo, que una intervención gubernamental muy limitada y restringida -a saber, instruir a los bancos centrales a mantener el flujo del dinero, la suma del efectivo circulante y los depósitos bancarios creciendo a ritmo estable- es todo lo que se requería para prevenir depresiones.

Friedman empleó un argumento convincente contra cualquier esfuerzo deliberado del gobierno por reducir el desempleo por debajo de su nivel natural (actualmente calculado en torno al 4,8% en Estados Unidos): las políticas excesivamente expansionistas, predijo, llevarían a una combinación de inflación y alto desempleo; una predicción que fue confirmada por la estanflación de los años setenta, la cual impulsó en gran medida la credibilidad del movimiento antikeynesiano. A la postre, sin embargo, la posición de Friedman vino a resultar relativamente moderada comparada con la de sus sucesores.

Por su parte, ciertos macroeconomistas consideraban que las recesiones eran algo bueno que formaba parte del ajuste al cambio de una economía. E incluso quienes no eran partidarios de llegar tan lejos argüían que cualquier intento de enfrentarse a una depresión económica provocaría más mal que bien.

Muchos macroeconomistas llegaron a autoproclamarse como neokeynesianos, ya que seguían creyendo en el papel activo del gobierno. Aun así, la mayoría aceptaba la noción de que inversores y consumidores son racionales y que los mercados por lo general lo hacen bien.

Por supuesto que unos pocos economistas no aceptaban la asunción del comportamiento racional, cuestionaban la creencia de que los mercados financieros merecen confianza y hacían ver la larga historia de crisis financieras que tuvieron devastadoras consecuencias económicas. Pero eran incapaces de hacer muchos progresos frente a una complacencia que, vista retrospectivamente, era tan omnipresente como insensata.

III. FINANZAS DE CASINO
En los años treinta, los mercados financieros, por razones obvias, no suscitaron mucho respeto. Keynes consideró que era una mala idea la de dejar a semejantes mercados, en los que los especuladores pasaban su tiempo tratando de pisarse la cola el uno al otro, que dictaran decisiones importantes de negocios: "Cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es muy probable que el trabajo resulte mal hecho".

Hacia 1970 más o menos, sin embargo, la discusión sobre la irracionalidad del inversor, sobre las burbujas, sobre la especulación destructiva, había desaparecido virtualmente del discurso académico. El terreno estaba dominado por la hipótesis del mercado eficiente, promulgada por Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, la cual sostiene que los mercados financieros valoran los activos en su preciso valor intrínseco si se da toda la información públicamente disponible.

Y por los años ochenta, hubo economistas financieros, en particular Michael Jensen, de la Harvard Business School, que defendían que, dado que los mercados financieros siempre aciertan con los precios, lo mejor que pueden hacer los jefes de las empresas, no sólo en su provecho sino en beneficio de la economía, es maximizar los precios de sus acciones. En otras palabras, los economistas financieros creían que debemos poner el desarrollo del capital de la nación en manos de lo que Keynes había llamado un "casino".

El modelo teórico desplegado por los economistas financieros al asumir que cada inversor equilibra racionalmente riesgo y recompensa -el llamado Capital Asset Pricing Model, o CAPM (pronúnciese ca-pe-eme)- es maravillosamente elegante. Y si uno acepta sus premisas también es algo sumamente útil. Este CAPM no sólo te dice cómo debes elegir tu cartera de inversiones, sino, lo que es incluso más importante desde el punto de vista de la industria financiera, te dice cómo poner precio a los derivados financieros. La elegancia y aparente utilidad de la nueva teoría produjo una sucesión de premios Nobel para sus creadores, y muchos profesores de escuelas de negocios se convirtieron en ingenieros especiales de Wall Street, ganando salarios de Wall Street.

Para ser justos, los teóricos de las finanzas produjeron gran cantidad de pruebas estadísticas, lo que en un principio pareció de gran ayuda. Pero esta documentación era de un formato extrañamente limitado. Los economistas financieros rara vez hacían la pregunta aparentemente obvia (aunque no de fácil contestación) de si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de fundamentos del mundo real, tales como los ingresos. En lugar de ello, sólo preguntaban si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de los precios de otros activos.

Pero los teóricos de las finanzas continuaron creyendo que sus modelos eran esencialmente correctos, y así lo hizo también mucha gente que tomaba decisiones en el mundo real. No fue el menos importante de ellos Alan Greenspan, quien era entonces el presidente de la Reserva Federal y que durante mucho tiempo respaldó la desregulación fiscal, cuyo rechazo a los avisos de poner freno a los créditos subprime o de enfrentarse a la creciente burbuja inmobiliaria descansaban en buena parte en la creencia de que la economía financiera moderna lo tenía todo bajo control.

En octubre del pasado año, sin embargo, Greenspan admitió encontrarse en un estado de "conmocionada incredulidad", debido a que "todo el edificio intelectual" se había "derrumbado".

IV. NADIE PODÍA HABERLO PREDICHO...
En los recientes y atribulados debates sobre economía se ha generalizado una frase clave: "Nadie podía haberlo predicho...". Es lo que uno dice con relación a desastres que podían haber sido predichos, debieran haber sido predichos y que realmente fueron predichos por unos pocos economistas que fueron tomados a broma por tomarse tal molestia.

Tomemos, por ejemplo, el precipitado auge y caída de los precios de la vivienda. Algunos economistas, en particular Robert Shiller, identificaron la burbuja y avisaron de sus dolorosas consecuencias si llegaba a reventar. Pero, aún en 2004, Alan Greenspan descartó hablar de burbuja inmobiliaria: "Una grave distorsión nacional de precios", declaró, era "muy improbable". El incremento en el precio de la vivienda, dijo Ben Bernanke en 2005, "en gran medida es el reflejo de unos fuertes fundamentos económicos".

¿Cómo no se dieron cuenta de la burbuja? Para ser justo, los tipos de interés eran inusualmente bajos, lo que posiblemente explica parte del alza de precios. Puede ser que Greenspan y Bernanke también quisieran celebrar el éxito de la Reserva Federal en sacar a la economía de la recesión de 2001; conceder que buena parte de tal éxito se basara en la creación de una monstruosa burbuja debiera haber puesto algo de sordina a esos festejos.

Pero había algo que estaba sucediendo: una creencia general de que las burbujas sencillamente no tienen lugar. Lo que llama la atención, cuando uno vuelve a leer las garantías de Greenspan, es que no estaban basadas en la evidencia, sino que estaban basadas en el aserto apriorístico de que simplemente no puede haber una burbuja en el sector inmobiliario.

Y los teóricos de las finanzas eran todavía más inflexibles en este punto. En una entrevista realizada en 2007, Eugene Fama, padre de la hipótesis del mercado eficiente, declaró que "la palabra burbuja me saca de quicio" y continuó explicando por qué podemos fiarnos del mercado inmobiliario: "Los mercados inmobiliarios son menos líquidos, pero la gente es muy cuidadosa cuando compra casas. Se trata normalmente de la mayor inversión que van a hacer, de manera que estudian el asunto con cuidado y comparan precios".

De hecho, los compradores de casas comparan concienzudamente el precio de su compra potencial con los precios de otras casas. Pero eso no dice nada sobre si el precio en general de las casas está justificado.

En pocas palabras, la fe en los mercados financieros eficientes cegó a muchos, si no a la mayoría, de los economistas ante la aparición de la mayor burbuja financiera de la historia. Y la teoría del mercado eficiente también desempeñó un significante papel en inflar esa burbuja hasta ese primer puesto.

Ahora que ha quedado al descubierto la verdadera peligrosidad de los activos supuestamente seguros, las familias de Estados Unidos han visto evaporarse su dinero por valor de 13 billones de dólares. Se han perdido más de 6 millones de puestos de trabajo y el índice de desempleo alcanza su más alto nivel desde 1940. Así que ¿qué orientación tiene que ofrecer la economía moderna ante el presente aprieto? ¿Y deberíamos fiarnos de ella?

V. LA PELEA POR EL ESTÍMULO
Durante una recesión normal, la Reserva Federal responde comprando Letras del Tesoro -deuda pública a corto plazo- de los bancos. Esto hace bajar los tipos de interés de la deuda pública; los inversores, al buscar un tipo de rendimiento más alto, se mueven hacia otros activos, haciendo que bajen también otros tipos de interés; y normalmente esos bajos tipos de interés finalmente conducen a la recuperación económica. La Reserva Federal abordó la recesión que comenzó en 1990 bajando los tipos de interés a corto plazo del 9% al 3%. Abordó la recesión que comenzó en 2001 bajando los tipos de interés del 6,5% al 1%. E intentó abordar la actual recesión bajando los tipos de interés del 5,25% al 0%.

Pero resultó que el cero no es lo suficientemente bajo como para acabar con esta recesión. Y la Reserva Federal no puede poner los tipos a menos de cero, ya que con tipos próximos al cero los inversores sencillamente prefieren acaparar efectivo en lugar de prestarlo. De tal modo que a finales de 2008, con los tipos de interés básicamente en lo que los macroeconomistas llaman zero lower bound, o límite inferior cero, como quiera que la recesión continuaba ahondándose, la política monetaria convencional había perdido toda su fuerza de tracción.

¿Y ahora qué? Ésta es la segunda vez que Estados Unidos se ha tenido que enfrentar al límite inferior cero, habiendo sido la Gran Depresión la ocasión precedente. Y fue precisamente la observación de que hay un límite inferior a los tipos de interés lo que llevó a Keynes a abogar por un mayor gasto público: cuando la política monetaria es infructuosa y el sector privado no puede ser persuadido para que gaste más, el sector público tiene que ocupar su lugar en el sostenimiento de la economía. El estímulo fiscal es la respuesta keynesiana al tipo de situación económica depresiva en la que estamos inmersos.

Tal pensamiento keynesiano subyace en las políticas económicas de la Administración de Obama. John Cochrane, de la Universidad de Chicago, indignado ante la idea de que el gasto gubernamental pudiera mitigar la última recesión, declaró: "Eso no forma parte de lo que todos hemos enseñado a los estudiantes graduados desde los años sesenta. Ésas (las ideas keynesianas) son cuentos de hadas que han demostrado ser falsas. Es muy reconfortante en los momentos de tensión volver a los cuentos de hadas que escuchamos de niños, pero eso no los hace menos falsos".

Pero como ha señalado Brad DeLong, la actual postura académica viene también siendo de generalizado rechazo a las ideas de Milton Friedman. Friedman creía que la política de la Reserva Federal, más que para cambios en el gasto público, debía ser utilizada para estabilizar la economía, pero nunca afirmó que un aumento del gasto público no puede, en cualesquiera circunstancias, aumentar el empleo. De hecho, al volver a leer el sumario de las ideas de Friedman de 1970, Un marco teórico del análisis monetario, lo que llama la atención es lo keynesiano que parece.

Y ciertamente Friedman nunca se creyó la idea de que el paro masivo represente una voluntaria reducción del esfuerzo de trabajo o la idea de que las recesiones en realidad sean buenas para la economía. Sin embargo, Casey Mulligan, también de Chicago, sugiere que el desempleo es tan elevado porque muchos trabajadores están optando por no aceptar trabajos.

Ha sugerido, en particular, que los trabajadores están prefiriendo seguir desempleados porque ello mejora sus probabilidades de recibir ayudas a sus deudas hipotecarias. Y Cochrane declara que el alto desempleo en realidad es bueno: "Debiéramos tener una recesión. La gente que pasa su vida machacando clavos en Nevada necesita algo distinto que hacer".

Personalmente, pienso que eso es una locura. ¿Por qué debería el desempleo masivo en todo el país hacer que los carpinteros se fueran de Nevada? ¿Puede alguien alegar seriamente que hemos perdido 6,7 millones de puestos de trabajo porque hay pocos estadounidenses que quieran trabajar? Claro que si empiezas por asumir que la gente es perfectamente racional y los mercados perfectamente eficientes, tienes que llegar a la conclusión de que el desempleo es voluntario y la recesión es deseable.

VI. DEFECTOS Y FRICCIONES
La economía, como disciplina, se ha visto en dificultades debido a que los economistas fueron seducidos por la visión de un sistema de mercado perfecto y sin fricciones. Si la profesión ha de redimirse a sí misma tendrá que reconciliarse con una visión menos seductora, la de una economía de mercado que tiene unas cuantas virtudes pero que está también saturada de defectos y de fricciones.

Existe ya un modelo bastante bien desarrollado del tipo de economía que tengo en mente: la escuela de pensamiento conocida como finanzas conductuales. Quienes practican este planteamiento ponen el énfasis en dos cosas. Primero, en el mundo real hay muchos inversores que tienen un escaso parecido con los fríos calculadores de la teoría del mercado eficiente: casi todos están demasiado sometidos al comportamiento de la manada, a ataques de entusiasmo irracional y de pánicos injustificados. Segundo, incluso aquellos que tratan de basar sus decisiones en el frío cálculo se encuentran con que a menudo no pueden, que los problemas de confianza, de credibilidad y de garantías limitadas les fuerzan a ir con la manada.

Entretanto ¿qué ocurre con la macroeconomía? Los acontecimientos recientes han refutado de manera decisiva la idea de que las recesiones son una óptima respuesta a las fluctuaciones en los índices del progreso tecnológico; un punto de vista más o menos keynesiano es la única alternativa plausible. Pero los modelos del neokeynesianismo estándar no dejan espacio para una crisis como la que estamos padeciendo, ya que esos modelos generalmente aceptaron el punto de vista del sector financiero sobre el mercado eficiente.

Una línea de trabajo, encabezada por nada menos que Ben Bernanke en colaboración con Marc Gertler, de la Universidad de Nueva York, ha puesto el acento en el modo en el que la carencia de garantías suficientes puede dificultar la capacidad de los negocios para recabar fondos y forjar oportunidades de inversión. Una línea de trabajo similar, en gran parte establecida por mi colega de Princeton Nobuhiro Kiyotaki y por John Moore, de la London School of Economics, sostenía que los precios de activos tales como las propiedades inmobiliarias pueden sufrir desplomes de los que salen fortalecidos pero que, a cambio, deprimen a la economía en su conjunto. Pero hasta ahora el impacto de las finanzas disfuncionales no ha llegado ni siquiera al núcleo de la economía keynesiana. Claramente, eso tiene que cambiar.

VII. RECUPERANDO A KEYNES
Así que esto es lo que pienso que tienen que hacer los economistas. Primero, tienen que enfrentarse a la incómoda realidad de que los mercados financieros distan mucho de la perfección, de que están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a las locuras de mucha gente. Segundo, tienen que admitir que la economía keynesiana sigue siendo el mejor armazón que tenemos para dar sentido a las recesiones y las depresiones. Tercero, tienen que hacer todo lo posible para incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía.

Al replantearse sus propios fundamentos, la imagen que emerge ante la profesión puede que no sea tan clara; seguramente no será nítida, pero podemos esperar que tenga al menos la virtud de ser parcialmente acertada.

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2009 New York Times Service. Traducción de Juan Ramón Azaola.

Ver artículo original de Krugman en The New York Times

Crisis global: los riesgos de la euforia tras la pesadilla


A un año del estallido de la burbuja financiera, la visión optimista afirma que la recesión mundial ha concluido y lo peor ya pasó. Pero poco se hizo para evitar que se repita

Marcelo Cantelmi, Clarin

Todo es agua alrededor del barco que yace inclinado y con la mitad de su estructura clavada como una estaca en el lecho del mar. Hay peces aquí y allá y un tiburón con dientes que parecen armar sonrisas. La voz del capitán a cargo del calamitoso transporte suena de pronto con alegre tono dirigiéndose a los pasajeros: "estamos encantados de informar que hemos tocado fondo". El nombre del barco no es Titanic, sino "global economy".

La viñeta publicada por The Economist es un editorial en imágenes sencillas sobre la ambigüedad que reina en el planeta respecto de dónde estamos realmente, un año después del estallido de la crisis financiera global. El ahora conocido como "15-S", un eco exagerado del 11-S de los atentados en Nueva York y Washington, refiere al lunes negro cuando el 15 de setiembre de 2008 el gigantesco Lehman Brothers comunicó que iba a la quiebra. Y el gobierno de George Bush, atrapado en su propio caos, no supo reaccionar.

Siga leyendo este artículo en Clarín

Es sabido lo que ocurrió luego. Un torrente de dinero incalculable, y cuyo futuro impacto inflacionario forma parte de los fantasmas que ningún analista quiere corporizar, fue bombeado al sistema desde las capitales financieras en un desesperado intento para evitar la repetición de ese quebranto. El desastre generó una espectacular destrucción de dinero, empresas, bancos y también de empleos en una escala que no se veía desde los años '30.

Pero si aquello fue visible, lo que hoy no se sabe es que pese al abismo abierto por los aprendices de brujo del sistema financiero global, no existe nada que impida que la crisis se repita. No hay herramientas en los talleres de los Estados. The International Herald Tribune recordaba hace poco que Henry Paulson, el ex ministro de Economía de EE.UU. a quien lo sorprendió la inundación en el cargo, había teorizado en severo tono que para sostener la percepción de que algunas instituciones son demasiados grandes para caer "necesitamos mejorar las herramientas de que disponemos para organizar y resolver las fallas en grandes instituciones". Paulson dijo todo eso en julio de 2008. Y, por cierto, no pasó de la retórica. Dos meses después lo tapó a él también el agua.

Lo que es aún peor, instituciones como JP Morgan, que también estuvo en la fiesta de disfraces y arma el índice de riesgo soberano, han difundido investigaciones que alertan contra las consecuencias que una mayor regulación causaría en el negocio de la banca de inversión. El reporte, que comenzó a ser conocido desde el pasado miércoles 9 anticipa una baja de las ganancias de los bancos de inversión de un 15 al 11% para 2011; en otras palabras, parte de la cuota de liquidez que no generarían en sus mercados si no tienen libertad para moverse. Otro ejemplo de este mundo distorsionado es que nada se ha hecho (muy poco, es nada) para frenar los bonos y regalos que reciben los ejecutivos, un tema que, dicen, estará en la agenda de la cumbre del G-20 del 24 y 25 próximos en Pittsburgh. Lo dicho es, con todo su feo aspecto, solo una parte de la historia. La otra es el debate sobre si vamos despertando de la pesadilla. Los optimistas afirman que la recesión ha concluido en el primer mundo y parte del segundo.

Ese movimiento es discutido por algunos economistas como el Nobel Paul Krugman que dicen que, en realidad lo que sucede no es que se volvió a ganar sino que se dejó de perder debido al fenomenal achicamiento de la economía. Pero quien más ha encendido luces rojas es el hombre que anticipó esta crisis, Nouriel Roubini. Afectos a la sopa de letras que caracteriza a la economía, estos especialistas sostienen que en lugar de una V, es decir una caída que golpea en el fondo como aquel barco y luego se dispara hacia las alturas, lo que podría haber es una W. Y lo que ahora sucede, sostiene Roubini, sería solo la primera parte de la letra, es decir que otra crisis, quizá más profunda, está a las puertas.

La gran cuestión no es solo la ausencia de mayor regulación para controlar el riesgo, sino qué tipo de impulso se da a los mercados, expresión que no sólo define a los bancos y sus creativos. En Asia, donde circunstancialmente se encuentra este cronista, se reivindica la fortaleza de la decisión China, que parece ya convertida en la mayor economía de la región por encima del atribulado Japón, de inyectar más de 600 mil millones de dólares en créditos para estimular la actividad económica, no la financiera, dicho de otro modo, el puro consumo. China tiene algunas ventajas: sus bancos son controlados por el Estado y cuenta con un mercado de consumo no explorado, gigantesco. Pero su economía muestra una fuerte volatilidad que genera dudas entre los inversionistas, también dudosos respecto a qué sucederá en Japón tras la caída del poder de los ultraliberales que gobernaron medio siglo.

Crueldades de la recesión. El esfuerzo para irrigar el consumo y no la especulación llega a puntos notables en casos como el de Suecia, cuyo Banco Central decidió cobrarles y no premiar al resto de las entidades para recibir sus depósitos. Entre 2001 y 2006 el Banco de Japón emitió dinero para que la banca privada lo gerencie en créditos para el consumo. Pero en lugar de eso lo guardaron. Es una trampa de liquidez que los suecos intentan esterilizar de un modo tan original y que es un ejemplo que merecería ser estudiado en estas orillas.

Por último, el tema del desempleo. En ningún informe figura y cuando lo hace es en términos temibles. El aumento de la desocupación es geométrico. El "beige book" de la FED, que resume los datos de sus 12 dependencias en todo el país, realza que EE.UU. está saliendo muy suavemente de la crisis. Es la buena noticia. Pero la mala es que las condiciones laborales en todos los sitios se mantienen muy débiles y "aumenta el empleo temporal". Es un drama que recibe discreta atención y poca prensa. Algo que se va ocultando bajo el felpudo hasta que de tan enorme ya no se pueda abrir la puerta ni para escapar.

El dolar financia la especulación mundial


Aunque se ataca desde diversos frentes a la especulación financiera, ésta se despliega abiertamente ante los ojos de gobiernos y autoridades monetarias. La forma que adquiere este fenómeno, que comienza a sacar roncha, tiene el eufemístico nombre de “carry trade”, suerte de acarreo de divisas que en el cada vez más abierto mercado de capitales, busca el diferencial de ganancias socavando la estabilidad del mercado de bienes.

La mecánica consiste en pedir prestado donde las tasas de interés son más bajas, como el caso de Japón, Estados Unidos o el Reino Unido, e invertir en los mercados donde las tasas de interés son más elevadas, como Brasil, Australia o Nueva Zelanda. Este hecho provoca la apreciación de la moneda local frente al dólar, en una espiral creciente que no hace más que aumentar los peligros de una nueva burbuja. Parte de la apreciación del real brasileño durante los últimos años, ha sido provocada por la inundación de dólares que llegan buscando el spread o diferencial de tasas de interés, operaciones que al estar respaldadas por los bancos centrales, están exentas de riesgo.

Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón


Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

sábado, 12 de septiembre de 2009

120 bancos han quebrado en Estados Unidos desde el inicio de la crisis


Un total de 120 bancos han quebrado en Estados Unidos desde el inicio de la crisis, a mediados de 2007. Sólo este año las quiebras bancarias llegan a 92. Lo que comenzó con tres tímidas quiebras bancarias el 2007, ha cundido como un reguero de pólvora: 25 quiebras el año pasado y la cifra estimada para este año se empina al centenar.

Los bancos Corus Bank, de Chicago, el Lacey de Washington y el Brickwell Community Bank, de Minnesota, cerraron sus puertas ayer con un costo para la Fed de 1.700 millones de dólares.

La crisis económica sigue cobrando víctimas y no hay un solo día en que Wall Street no sea sacudido por el mal que pesa sobre el sistema bancario de Estados Unidos. La semana pasada cerraron bancos en Missouri, Illinois, Iowa y Arizona. Para los próximos meses se esperan nuevas caídas, en gran parte por el fuerte descenso en los precios de la vivienda y el alto nivel de desempleo que se sitúa en los puntos más altos desde 1980.

Siga leyendo esta información en El Blog Salmón

Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

viernes, 11 de septiembre de 2009

Japón corrige a la baja datos del segundo trimestre


Una corrección a la baja ha experimentado la economía japonesa tras sincerar los datos del segundo trimestre de 2009. Inicialmente, las autoridades habían señalado que la economía había crecido 3,7% en el trimestre comprendido entre abril y junio. Sin embargo, los nuevos datos señalan que el crecimiento fue de sólo 2,3%. Esto demuestra que la recuperación de la segunda economía del planeta acusa una frágil recuperación.

Algunos de estos datos señalan que la caída en la inversión de capital fue de 4,8% en vez del 4,3% anunciado previamente. Las exportaciones japonesas crecieron un 6,4%, una décima más de lo inicialmente previsto, mientras que el descenso de los inventarios fue de 0,8%, mayor al 0,5% anunciado en agosto. El gasto de los consumidores, que supone el 55% del PIB de la segunda economía del mundo, aumentó un 0,7% en el trimestre anterior, una décima menos de lo estimado previamente.


En todo caso, Japón logró en el segundo trimestre del año salir de su recesión más profunda desde el fin de la II Guerra Mundial, que se prolongó durante los doce meses anteriores, en gran parte al repunte de las exportaciones y los planes de estímulo del Gobierno. La revisión a la baja del PIB es un jarro de agua fría para el futuro Gobierno de Yukio Hatoyama, líder del Partido Democrático (PD), que asumirá el poder el próximo miércoles con una política más a la izquierda que la que ha mantenido el PLD, ligado durante décadas al tejido empresarial nipón.

Este es un nuevo signo de que la recuperación de la economía japonesa podría no estar consolidada y no ser sostenible, como alertan muchos analistas. Estos magros datos se unen a otros correspondientes al mes de julio que dan cuenta de una crucial ralentización de la actividad económica.

A modo de ejemplo, el desempleo se situó en el 5,7% oficial, su mayor índice desde el final de la II Guerra Mundial (aunque se estima que el desempleo real alcanza el 12,2%). La deflación alcanzó el récord del 2,2%, el consumo de los hogares cayó un 2% y las exportaciones se redujeron el 37,6%, aspecto preocupante para una economía que se apoya en sus ventas al exterior. La producción industrial, después de cuatro meses de aumentos considerables, subió en julio sólo el 1,9% respecto al mes anterior, pero descendió un 22,9 por ciento si se tiene en cuenta el mismo período de 2008.

Esta misma semana se supo que los pedidos de maquinaria cayeron un 9,3% en julio respecto al mes anterior, su nivel más bajo desde abril de 1987. A pesar de los indicios de recuperación de los mercados extranjeros, las pérdidas o las caídas del beneficio neto de las empresas japonesas en el segundo trimestre del año las han obligado a limitar sus inversiones. Los pedidos de maquinaria se consideran un indicador del gasto de capital de las empresas japonesas para los seis meses siguientes. Por eso el todavía ministro de Economía, Yoshimasa Hayashi, estimó que "todavía hay nubes" sobre una economía japonesa que hace frente a una "prueba crucial", para hablar de recuperación.

EE.UU. tiene 40 millones de pobres


Al menos 40 millones de estadounidenses son pobres y 46,3 millones más no cuentan con un seguro médico. Así lo indicó el último dato de la Oficina del Censo de Estados Unidos que registra el mayor índice de pobreza en todo la historia de esta nación norteamericana. El organismo señaló que para el 2008 un 13,2 por ciento de la población estadounidense, entre ellos afroamericanos y latinoamericanos, cayó en pobreza como consecuencia de la fuerte recesión económica de Estados Unidos.

El informe de la Oficina de Censo se dio a conocer tras el consenso que se ha generado entre la Casa Blanca y el Congreso de EE.UU., para la aprobación de la reforma del sistema de salud.

Estados Unidos cuenta con una población de más de 300 millones de habitantes, que viven actualmente una crisis económica que ha generado falta de vivienda, desempleo y un gran número de estadounidense sin plan médico-asistencial, pues las personas que perdieron sus trabajos se quedaron sin fondos para pagar sus seguros médicos.


En esta nación una persona es considerada pobre si su ingreso anual está por debajo de los 11 mil dólares y en el caso de una familia si es inferior a los 22 mil dólares. La presidenta del Comité Económico Conjunto del Congreso, Carolyn Maloney dijo tras los datos suministrados por la Oficina de Censo que esto representa la "década perdida" de Estados Unidos por las fallidas políticas económicas de la administración Bush.
"Las consecuencias de no hacer nada son graves y en lo que se refiere a nuestra economía, hay demasiado en juego", advirtió Maloney.

Por otra parte, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama dijo, en el discurso que ofreció a un grupo de enfermeras cerca de la Casa Blanca, que el informe de la Oficina de Censo demuestra la urgencia "impostergable" de reformar el sistema de salud de la nación.

"En los últimos doce meses, se calcula que las filas de personas sin seguro ha aumentado en casi seis millones de personas, es decir, 17 mil hombres y mujeres cada día", dijo Obama al tiempo que pidió a los miembros de la Asociación de Enfermeros Americanos (ANA) su ayuda para impulsar la reforma.

Francia plantea suprimir billete de 500 euros



Francia se propone eliminar los billetes de 500 euros como una medida para presionar a los paraísos fiscales y frenar el blanqueo de dinero. Esta es una de las 30 medidas que continúa el plan de cerrar el cerco a los paraísos fiscales de acuerdo a lo anunciado en la cumbre del G-20 de Londres del pasado 2 de abril. Esto demuestra que la rigurosa agenda trazada en dicho evento, y que significó el término del Consenso de Washington se está cumpliendo en forma progresiva.

Disminuye mortalidad infantil


Un informe dado a conocer por la Unicef señala que la tasa de mortalidad infantil ha disminuído en forma importante desde 1990. El número de menores de cinco años muertos por cada mil nacidos vivos se redujo de 90 en 1990 a 65 el año 2008, lo que representa una disminución superior al 25%.

Según la Unicef, el número de muertes ha descendido de 12,5 millones en 1990, a 8,8 millones el año pasado, el nivel más bajo desde qye comenzaron los registros en 1960. Las mejoras más significativas se encuentran en América Latina y la ex Unión Soviética, donde las tasas de mortalidad se han reducido a la mitad. El progreso del Africa subsahariana, que ahora representa más del 50% de las muertes, ha sido más lento, pero en Niger, Malawi, Mozambique y Etiopía se han visto reducciones significativas de más de 100 por 1.000 nacidos vivos desde 1990.


El informe señala que a pesar de grandes mejoras en la prevención de la malaria, una de las tres principales causas de muerte, mucho más que hay que hacer para tratar las otras dos causas, la neumonía y la diarrea.

vía | The Economist

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin