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miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Por qué el tsunami nos pilló tan desprevenidos?


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martes, 9 de marzo de 2010

El terremoto modificó la geografía y movió a ciudades completas


El violento y destructivo sismo de 8.8 grados Richter del pasado 27 de febrero no sólo habría afectado el eje de la tierra, sino que también habría modificado el territorio, de acuerdo a las estimaciones de expertos de distintas universidades de Estados Unidos. De hecho, a causa del movimiento telúrico, Santiago y Buenos Aires estarían entre dos y cuatro centímetros más cerca.

El sismo de 8.8 grados de magnitud en la escala de Richter registrado a las 03:34 horas del sábado 27 de febrero no será recordado sólo por la gran destrucción que ocasionó en la zona centro y sur del país, ya sea por el derrumbe de viviendas o el posterior tsunami que barrió con numerosas localidades costeras. A medida que transcurren los días, van surgiendo nuevos antecedentes científicos sobre los efectos del movimiento telúrico, que ocupa el quinto lugar entre los más poderosos de los que se tiene registro a nivel mundial.

La semana pasada informamos que el terremoto había modificado muy ligeramente el eje de la tierra, y ayer lunes varios científicos aseguraron que el fuerte movimiento desplazó varios centímetros e incluso varios metros a ciudades completas.

La información, que aparece en la página de la Universidad de Ohio asegura, de hecho, que la geografía del cono sur de América cambió la madrugada del sábado y que incluso el movimiento de las placas tectónicas hizo que Santiago y Buenos Aires se acercaran entre dos y cuatro centímetros.

Concepción, una de las ciudades más golpeadas por el sismo, que se ubica pocos kilómetros al sur de su epicentro, estaría en este momento 3,44 metros más hacia el oeste. Otras ciudades que se desplazaron son Valparaíso (28 centímetros) y Santiago (24 centímetros). Otras zonas más lejanas donde el terremoto no se sintió también habrían experimentado cambios después de la madrugada del sábado. Es el caso de zonas tan distintas como Fortaleza, en Brasil, o las islas Malvinas, en el Atlántico sur.

Pero ¿cómo se puede determinar si una ciudad se movió o no después de un sismo? Los expertos lo hicieron comparando en detalle y con gran precisión distintas imágenes satelitales tomadas antes y después del sismo, y a la vez comparando la información con los datos de sistemas GPS. Las mediciones estudiadas fueron reunidas por científicos de las universidades de Ohio, Memphis y Hawai, y también por especialistas del Instituto de Tecnología de California. En Chile proporcionaron información la Universidad de Concepción, el Centro de Estudios Científicos de Chile y el Instituto Geográfico Militar, que está a cargo de mantener actualizada toda la información cartográfica del país.

El sismo del 27 de febrero se produjo por la misma razón que se produce la mayoría de los temblores que sacuden con frecuencia el territorio nacional: la energía que libera la presión de la placa de Nazca al introducirse bajo la placa Sudamericana. El profesor de la Universidad de Ohio Mike Bevis explicó que desde 1993 hay un equipo de expertos que monitorea y estudia el movimiento y la deformación de Los Andes centro sur. Se trata de una red de GPS que mide el eventual movimiento de la Tierra, que está en proceso de ser ampliada próximamente. Al construir nuevas estaciones, el proyecto puede monitorear las deformaciones postsísmicas que se espera ocurran durante muchos años, dándonos nuevos datos sobre la física de los procesos del terremoto.

Imagen | Natasha Pisarenko, en The Big Picture

lunes, 8 de marzo de 2010

Economía, catástrofes naturales y desastres humanos






La reciente destrucción producto de las catástrofes naturales que han tenido lugar en Chile y Haití ofrece un poderoso contraste para el análisis económico. Más aún en momentos altamente candentes donde este drama continúa. Hoy lunes, día de la mujer, hubo un terremoto grado 6,0 en Turquía, el viernes uno grado 6,5 en Indonesia y el jueves otro 6,2 en Taiwán. Los movimientos telúricos no cesarán.

Lea mi artículo en El Blog Salmón


domingo, 7 de marzo de 2010

Más trigo que cizaña

Un relato vivencial desde la zona cero por Patricia Arancibia Clavel

Convencida de estar viviendo un momento histórico, llegué al grupo 10 de la FACH a las 11:30 de la mañana con la finalidad de viajar a Concepción y hacerme una idea personal del drama. Cuatro aviones de la FACH estaban listos para despegar, pero no podían hacerlo debido a la visita de Hillary Clinton y Alan García. La espera fue larga. Recién a las 5 de la tarde comenzaron a salir algunos vuelos con numeroso contingente militar, proveniente de Iquique, Antofagasta y Santiago, como también un puñado de aviadores argentinos, bomberos y rescatistas. Me subí con un grupo de soldados en un Hércules, ya cargado de suministros, sobre todo agua. Uno de los uniformados me contó la frustración e impotencia de quienes habían quedado en el cuartel: todos estaban ansiosos por ir a socorrer a los más necesitados.

La coordinación de la FACH para este puente aéreo me pareció excelente. La ayuda que transportaba este avión pudo haber salido antes. Los pilotos se notaban nerviosos y molestos, querían salir de inmediato, pero la burocracia de las instituciones gubernamentales y de algunos funcionarios de la Onemi, lo impedía. Aunque parezca increíble, ya cargados los aviones, solicitaban que se bajara la carga para hacer un nuevo conteo.

Me fui en la cabina y antes de una hora estábamos aterrizando en Carriel Sur. Pude observar desde el aire la destrucción del borde costero, desde Cobquecura al sur, pero el primer impacto real fue llegar al aeropuerto bajo toque de queda, sin electricidad, sin agua, baños colapsados y un grupo de civiles intentando embarcar en un vuelo para salir del lugar. Un oficial de la FACH me entregó un salvoconducto ya que hasta las 12 del día siguiente no se puede circular por las calles. Como no tenía forma de llegar a la ciudad, me acerqué a un jeep del Ejército pidiendo ir en un camión con los soldados con que había viajado. No me pusieron inconvenientes, pero debido a que las comunicaciones son malas y los transportes escasos, fueron pasando las horas sin que llegara nadie a recogernos. En el intertanto, los suboficiales a cargo de ese vehículo me acogieron y permitieron cargar el celular a través de su equipo electrógeno. Llevaban más de doce horas de turno y deseaban conocer noticias frescas sobre lo que estaba pasando en otras regiones del país. Ahí fui testigo de la denuncia de un robo de armamento militar que un joven en bicicleta vino a formularles. Si bien dieron cuenta de inmediato, más tarde supe que, como ésta, muchas denuncias de este tipo eran producto de la imaginación y del miedo de los habitantes.

Recién pasadas las 22:00 horas y gracias al concejal de la UDI Fernando González, quien había ido a dejar a un familiar de las víctimas del accidente de la avioneta, pude acercarme al centro de la ciudad. La oscuridad era total, pero justo en esos momentos comenzaron a encenderse algunas luces en la carretera, sólo pequeñas zonas iluminadas. Nos detuvimos en la morgue a buscar a una tanatóloga que llevaba días sin poder regresar a su casa. Habían llegado refuerzos médicos desde Valdivia ya que el trabajo era intenso. Más de 50 cadáveres habían sido identificados recientemente, algunos de ellos provenientes del criminal incendio que hacia pocas horas había consumido la tienda La Polar. Un nuevo contraste fue observar el buen estado de este edificio y, a pocos metros, la cárcel total y absolutamente destruida y quemada.

Con salvoconducto en la mano, que nos fue solicitado durante todo el trayecto por militares apostados en las esquinas, logramos llegar al COT (Comando de Operaciones Terrestres del Ejército), cuartel general del jefe de plaza, general Guillermo Ramírez Chovar. Ahí la actividad era febril. Recién a la 1:30 de la mañana estaba terminando una reunión de coordinación con autoridades civiles y militares, desde el Hogar de Cristo al Cuerpo de Bomberos. A la salida pude conversar con el diputado Jorge Ulloa, uno de los pocos políticos de la zona en terreno. Él me reafirmó que el drama mayor se vivía en Talcahuano. El puerto había sido dañado severamente, ASMAR estaba inoperativo y más de cien oficiales de marina que vivían en la base naval, seriamente damnificados. Lo perdieron todo. En la madrugada del 27, el agua superaba los dos metros al interior de sus casas.

Mientras esperaba conversar con el general Ramírez, pregunté dónde podría alojar y comer algo. Resultó un chiste de mal gusto: simplemente no hay dónde. Un cigarrillo es oro, más aún un vaso de agua o un pedazo de pan. Alguien me comentó que se habían establecido puntos de mercados negros donde los inescrupulosos que el día anterior habían saqueado tiendas y supermercados, vendían las cajetillas de cigarrillos en $ 5.000. También comprobé que muchos periodistas duermen en los autos o en carpas ubicadas cerca de la zona cero, donde se lleva a cabo el rescate de posibles sobrevivientes de uno de los edificios en ruina. La solidaridad entre los medios de prensa es fuerte y todos tratan de ayudarse. De hecho, siempre estuve acompañada y protegida por un periodista y un fotógrafo de La Tercera, un corresponsal del Miami Herald y un fotógrafo de La Nación.

Cerca de las 2.30 hrs. nos pudo recibir por pocos minutos el Jefe de Plaza, acompañado por su Jefe de Estado Mayor, coronel Juan Antonio Silva, quienes nos entregaron un balance de la situación. Las cosas estaban más calmadas, el toque de queda había surtido efecto y las patrullas tenían el control de las calles. El cansancio se reflejaba en sus rostros, sin embargo, pese a las dificultades del momento, se notaba en ellos un gran dominio de la situación. Es evidente la serenidad y el don de mando que ejerce el general Ramírez, una virtud tan importante en circunstancias críticas. Se impone por presencia y su abnegación y capacidad de trabajo, al igual que la de su equipo, es increíble.

Alrededor de las 3:00 de la mañana nos dirigimos al regimiento Chacabuco, que en tiempos normales cuenta con 500 efectivos y esa noche acuartelaba a 5.000. Esta sobredotación, sin embargo, no se notaba gracias a la organización y disciplina que caracteriza a las Fuerzas Armadas. A cargo de la función operativa en esta zona está el general Eleuterio Ramirez Beyza –descendiente del héroe de Tarapacá- quien a esa hora de la noche y en medio de una enorme actividad, nos dedicó el tiempo suficiente para explicarnos lo que estaban haciendo. Me llamó la atención que el patio de honor del cuartel estuviera repleto de carpas donde estaban alojando familias de civiles y uniformados que habían perdido sus casas. Terminé esa larga jornada durmiendo un par de horas, sobre una colchoneta, en el enorme casino de tropa.

Antes de las 6:00 de la mañana se iniciaron las actividades y los soldados, entre los que se encontraban 57 mujeres, comenzaron a recibir su ración de desayuno –un tacho de café y un pan- antes de salir a cumplir sus obligaciones, reemplazando al turno de la noche. Pese a la carencia de agua y de luz, el contingente lucía correctamente. A las 7:00 de la mañana –ya estábamos a miércoles 3 de marzo- volvimos al COT. La luz del día muestra en toda su magnitud la catástrofe. El silencio sobrecoge y la bruma de la mañana le da un aspecto fantasmal a la ciudad. La recorrí bajo toque de queda y al ver la basura acumulada, los escombros en las calles, los perros husmeando entre las ruinas, pensé en todo el esfuerzo que será necesario hacer para volver a ponerla en marcha e iniciar la reconstrucción. Aquí no bastará sólo dinero, sino voluntad y actitud positiva para emprender juntos una nueva etapa.

Durante toda la noche, en el galpón de un supermercado, efectivos militares han estado clasificando y armando las cajas con alimentos –aceite, arroz, azúcar, agua, leche, conservas- para ser llevados a los puntos más críticos y de difícil acceso. Con la mejor voluntad, me llevó al aeropuerto el abogado de la Intendencia, Lautaro Benítez. Allí la Fuerza Aérea y el Ejército ya tenían montado un sistema logístico de gran efectividad, que había permitido que desde las 7:30 de la mañana, fuera despachada ordenadamente la ayuda. Patricia Muñoz -periodista de la FACH- hizo posible que entre centenares de cajas me hicieran un espacio en un helicóptero para ir a Cobquecura. Los aparatos salen cada 20 minutos. Llegan al lugar siniestrado, bajan la carga y vuelven nuevamente para hacer el mismo recorrido las veces que sea necesario. No hay descanso. El dolor se refleja en los rostros de todos. Continúan las réplicas. En Cobquecura aterrizamos en una cancha de fútbol. Los vecinos están reunidos en tres lugares ubicados en la parte alta del pueblo. Hay miedo. El horror del terremoto sigue presente: lo comprobé cuando alrededor de las tres y media de la tarde el suelo volvió a remecerse allí. Tanto el alcalde como los concejales –independiente del color político- tratan de aliviar las necesidades que son múltiples. Un par de funcionarios de la Municipalidad me llevan en camioneta a recorrer el pueblo. En medio de las ruinas vi actividades lúdicas organizadas para los niños. La gente de allí está choqueada, pero no desmoralizada. Aquí no hubo saqueos y están orgullosos de ello. Saben que van a salir adelante, con sus propias fuerzas y la ayuda de todos. Paradójicamente, el único alimento que pude conseguir en estos dos días, lo compré en el supermercado de Cobquecura que está ahora funcionando razonablemente bien.

En todo este recorrido percibí unidad, entereza y solidaridad. El esfuerzo desplegado por las Fuerzas Armadas en esta zona ha sido vital para garantizar la seguridad y la sobrevivencia de la población. La forma en que la gente ha valorado y agradecido la presencia y cercanía militar en esta hora de prueba se percibe en todo momento y lugar. Vi la confianza depositada en ellos manifestada en mil pequeños detalles. Uno no menor es el aplauso generalizado con que se les ha recibido en todas partes. De ellos lo esperan todo -eficacia, justicia, orden, paz- en contraste con el caos que han soportado. La política pequeña y el aprovechamiento egoísta de unos pocos se ha hecho despreciable, y este sentimiento tendrá consecuencias. Si tuviera que resumir qué aprendí de esta experiencia en terreno, diría que en el corazón de los chilenos hay más trigo que cizaña.


Teletón supera meta y se recaudan casi 60 millones de dólares



Con la presencia de la Presidenta Michelle Bachelet, el Presidente electo Sebastián Piñera, el animador Mario Kreutzberger y decenas de artistas y comunicadores cantando el Himno Nacional sobre el escenario del Teatro Teletón, culminó la jornada solidaria de 24 horas Chile ayuda a Chile que buscaba reunir 15.000 millones de pesos para ir en ayuda de los miles de damnificados que dejó el terremoto y tsunami que afectó al país la madrugada del 27 de febrero.

La iniciativa, en la cual participaron numerosos artistas nacionales y extranjeros, y que contó en la noche inaugural con la presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, duplicó la meta establecida al recaudar más de 30.000 millones de pesos, una cifra cercana a los 60 millones de dólares. Estos recursos serán destinados a ayudar a los miles de damnificados que dejó el terremoto de 8,8 grados y posterior tsunami en las regiones del Biobio y El Maule.


Más información | La Tercera

sábado, 6 de marzo de 2010

El terremoto valórico

Este artículo fue escrito por Patricio Hales, diputado del PPD y fue publicado en ElMostrador

En los saqueos se cayeron varios pedazos del alma de Chile. Pero su estructura fundamental aún está en pie. Al frente de los que robaban televisores, destruían cajeros, asaltaban casas, y desmantelaban autos, aprovechándose del terremoto, aparecía la voluntad de miles de personas que sienten crecer el sentido de sus vidas sacrificándose para ayudar a los que sufren. Con ellos reapareció la solidaridad que Leopoldo Castedo dijo que echaba de menos cuando le preguntaron qué le faltaba si comparaba el Chile de los 90 con el de su llegada en el “Winnipeg”.

Pues, junto con comprender a una madre que roba leche porque su guagua no tiene ni agua limpia para sobrevivir, clamábamos castigo para los que, riéndose frente a la televisión, llenaban carros, camionetas, carretillas de mano, sacos, autos y sus brazos para arrancar con lo que pillaran. A las pocas horas pedíamos a los militares en las calles. Pero los valores no se construyen a balazos. En la “La Tierra Permanece” de Sturgeon, la poca humanidad sobreviviente al desastre nuclear, abusaba del abandono para acaparar el mundo material a su disposición, mientras otro grupo comenzaba a reconstruir la sociedad estableciendo el orden básico desde donde volver a partir. En Chile en cambio, el terremoto no destruyó los valores de la mayoría.

Nótese que la velocidad de respuesta con que la poblada inició el saqueo demuestra además un destape lleno de odio. Una odiosa ansiedad por apropiarse o destruir aquello que representa las desigualdades, las diferencias odiosas. Tenerlo o incendiarlo.

El remezón dejó en evidencia la degradación humana de un grupo de personas que ha ido perdiendo algo profundo de su espíritu que deberemos atender cuando terminemos las primeras tareas materiales. Solo una grieta grave en los cimientos de su formación familiar, puede haberlos llevado a asaltar con alegría, algunos junto a sus hijos para robar en la impunidad de la turba y el descontrol mientras el país sufría la catástrofe.

El terremoto demostró la fragilidad estructural de los valores éticos y morales de una parte de nuestra humanidad de país. En estos días vimos esa falla en algunos pobres y menos pobres, pero que en el día a día, de otra manera, si miramos bien, la veremos en otros abusos de aquellos que tienen buenos ingresos. Una descomposición valórica de pobres y ricos, un poco consecuencia del hedonismo de la cultura del poseer por sobre el respeto mutuo; la felicidad de tener las cosas por cualquier medio, más que las ganas de ayudar al caído o la alegría de dar alivio. El aprecio a la marca del auto, el reloj o la polera por sobre el valor de la persona. Una falla de construcción en el alma que cruza a ricos y pobres. La diferencia está en como la expresan. Unos en masa y gritos de venganza, los otros con silencioso refinamiento.

Nótese que la velocidad de respuesta con que la poblada inició el saqueo demuestra además un destape lleno de odio. Una odiosa ansiedad por apropiarse o destruir aquello que representa las desigualdades, las diferencias odiosas. Tenerlo o incendiarlo. Y no es culpa de la pobreza pues la pobreza no es lo mismo que desigualdad y los pobres no son delincuentes por su condición. La mayoría de ellos se marginó de los saqueos e incluso fueron víctimas. Los asaltantes son los terremoteados del alma, los que sufren las grietas del odio vengativo generado por las desigualdades y el envilecimiento. Son fruto de la descomposición ética de un edificio social cuya estructura diseñamos mal y que construimos mal.

Los saqueos no fueron simplemente falta de policías. Es algo más de fondo que nos falló en la edificación del alma de nuestra sociedad.

Y al frente quedó en pie esa gran mayoría del Chile solidario. El sismo demostró la firmeza de esa gran cantidad de chilenos que están en las calles dando su amor a los demás sin pago de dinero alguno. Los médicos que no duermen, los militares que cuidan en toque de queda más allá de su sueldo, la pobladora de Constitución que solita abrió su patio para dar albergue y arroz caliente a 11 personas, los estudiantes con los que estamos catastrando los daños en cada casa o edificio en el norte de Santiago, los modestos pobladores de la Villa Santa Mónica que cooperaron con mercadería en la misa del Padre Jaime en el atardecer de la Plaza de La Valleja, los Techo para Chile , las redes solidarias en Internet, los que donan calladitos sin aviso en los diarios.

Ese es el gran parque edificado con fierro y hormigón del bueno donde los valores no muestran fisura alguna. Es importante constatar que esas son las fundaciones intactas del Chile bueno, que existe, y que puede ayudar a hacernos pensar qué hemos hecho, o qué hemos dejado de hacer, para que en otros se hayan producido los daños tan dolorosos que agrietaron el alma de Chile.

Imágenes inéditas de tsunami en Dichato






Impactantes imágenes del tsunami en Penco






viernes, 5 de marzo de 2010

Testimonio desde Concepción: Crónica de los dos terremotos


Este es un testimonio desde Concepción, la ciudad más afectada por el terremoto de la madrugada del sábado. Su autor es Carlos Basso Prieto, Periodista, escritor y asesor de prensa de la Fiscalía Regional del Bío Bío. Fue publicado en El Mostrador

Cerca de un mes atrás, conversando con un periodista de El Mostrador en mi oficina de la Fiscalía Regional del Bío Bío, me jactaba de lo maravilloso que era vivir en Concepción y le repetía lo mismo que reiteraba monocorde a cualquier santiaguino que intentara preguntarme por qué no me iba a la capital: porque vivo en una ciudad bellísima, a la cual no le falta nada, donde, junto a mi familia, me podía dar el lujo de residir en un precioso departamento con vista al parque y a 8 minutos a pie del trabajo. Puras ilusiones. Creo que es imposible que alguien que no haya estado en Concepción, Talcahuano, Tomé o Constitución pueda entender a cabalidad lo que vivimos la madrugada del 27 de febrero ni, mucho peor, todo lo que ha sucedido a continuación.

Me desperté con un movimiento muy suave, cadencioso, que tenía pinta de temblor. Hasta hoy en día no sé si tembló o no antes del terremoto, pero nadie me sacará de la cabeza que así fue, aunque en ese momento pensé que probablemente era que simplemente mi esposa Isabel se había movido en la cama. Me quedé despierto unos minutos, y –vaya uno a saber por qué- recordé una conversación que tuvimos unos días atrás con mis hijos, a la hora de almuerzo. Estaban dando algún documental sobre terremotos en el National Geographic y algo les comenté acerca del viaje de Darwin en el Beagle y de sus descripciones acerca del terremoto y maremoto de 1835, más conocido en Concepción como “La ruina”. Asombrados, escucharon de mi boca lo que Darwin contaba acerca de cómo, unos diez días después de producido el sismo, llegó al puerto de Talcahuano.

Estaban dando algún documental sobre terremotos en el National Geographic y algo les comenté acerca del viaje de Darwin en el Beagle y de sus descripciones acerca del terremoto y maremoto de 1835, más conocido en Concepción como “La ruina”.
Los testimonios recogidos por el naturalista describían como, tras el terremoto, el mar se recogió en la poza de Talcahuano, dejando tirados en el suelo marino muchos buques, y como se abrieron verdaderos géiseres por dónde salían chorros de azufre (gas natural, por cierto). Todo ello, antes que el mar regresara y lanzara los barcos hacia las calles de Talcahuano, lo mismo que sucede hoy en día. Los niños no me creyeron mucho.

27 de febrero, 3:35 am

El primer golpe fue tan fuerte que Isabel y yo saltamos de la cama y nos pusimos de pie de inmediato. Mientras me incorporaba, la tierra se pegó un segundo corcoveo de tal fuerza que me tiró a tierra, haciéndome aterrizar sobre mi rodilla derecha. Mientras me levantaba cojeando, Isabel corría al dormitorio de Nicolás, de 5 años, y Antonio, de 11. Partí detrás de ella y cada uno se aferró a uno de los niños, tratando –miren qué absurdo- de suavizarles un poco el asunto, diciéndoles que esto no era nada, que pasaría, etc.

Pero “La ruina” en su versión moderna no cejaba en su intento de mandarnos al infierno. Dicen que fueron 2 minutos y medio, pero parecieron horas. El movimiento subía y subía de intensidad, y junto con este aumentaba el ruido: azote de puertas, alarmas de autos, quebrazones, golpes sordos, llantos apagados. Mientras le miento a Antonio asegurándole que esto es un temblorcito, veo algo que pasa volando por las afueras de su ventana (estábamos en un cuarto piso). Era el brazo de una inmensa grúa de construcción con la cual la empresa Ingevec levanta una torre detrás del sitio en el cual vivo, grúa que, inexplicablemente sigue allí, amenazando con matar a una buena cantidad de penquistas más, frente a la enervante indolencia de los ejecutivos de esa empresa, sentandos en alguna oficina de Vitacura.

El edificio se seguía bamboleando y ya se movía, quien sabe, medio metro de lado a lado. Costaba mantener el equilibrio y no tengo ninguna duda que llegó al límite de su resistencia. De hecho, creí que se caía, pero justo en ese momento la Placa de Nazca parece que terminó de arrebujarse debajo de la continental y la violencia del movimiento cedió.

Hay tramos de esa hora que no recuerdo. Sé que llevamos a los niños a mi dormitorio y los vestimos, echando garabatos porque no teníamos una linterna a mano, a pesar de haber al menos media docena dando vueltas en la casa (anoten). Como pudimos nos vestimos, pero era imposible cruzar el pasillo del departamento, pues el contenido de varios closets que están allí se había volcado, llenando de libros y otras cosas. Con el dolor de mi alma e iluminados por la débil luz del celular (que no había puesto a recargar, pues ese fin de semana no estaba de turno, anoten también), pateé libros y avanzamos hacia la puerta de salida, bloqueada también por cientos de libros caídos desde los estantes que los sostenían, ahora quebrados por la mitad, como si un karateca gigante los hubiera partido con la mano.

27 de febrero, 4:00 am

Estamos en el Parque Ecuador. Mis vecinos del primer y tercer piso lograron sacar sus autos del estacionamiento y los llevaron hacia allá. Yo no pude, por un motivo muy simple: no encontraba las llaves. En los asientos acomodamos a los niños de unos y otros y a la señora Elena, del segundo piso, mientras mi esposa y yo llamamos desesperados a nuestro hijo mayor Sebastián, que se había quedado a dormir en la casa de un amigo en el sector de Los Canelos, en San Pedro; es decir, al otro lado del río. Y era imposible comunicarse con alguien. No había líneas telefónicas, luz ni nada, sólo miedo, temblores, gritos en la oscuridad y una angustia que se hacía cada vez más terrible. Por todas partes se veían columnas de humo y se escuchaban explosiones secas pero no excesivamente fuertes: eran balones de gas. Comenzaron a sentirse las primeras sirenas y a los lejos se notaba la luz de las balizas policiales, de ambulancias y de bomberos.

Alguien captó en su auto una radio, la única chilena que estaba transmitiendo: Pudahuel. Confieso que nunca la había escuchado, pero esa noche fue increíble oír a Pablo Aguilera entregando algunas informaciones, en medio del desbarajuste. A medida que pasaban los minutos, el parque se iba poblando de más y más gente y cada uno llegaba con nuevas informaciones, obviamente sin confirmación alguna: que se cayeron los dos puentes con autos y todo, que se cayó un edificio nuevo en la Costanera, que una torre de oficinas de 25 pisos se está hundiendo en el centro, que se está quemando la Facultad de Física de la Universidad de Concepción, ubicada a unas siete cuadras de donde estábamos, etc.

De pronto se escuchó una explosión inmensa, proveniente de la universidad. Otra, un par de minutos después. Tiembla de nuevo, tiembla más fuerte. En un momento de lucidez, al salir del departamento alargué la mano hacia la cocina y saqué una botella de Coca light. Tomamos unos sorbos con un vecino, mientras veíamos que hacia el fondo del parque se juntaba un grupo de sujetos en actitud agresiva. De hecho, en medio de las sombras los vimos partir hacia la construcción de Ingevec. Se nos desaparecieron de la vista por unos segundos y luego se produjo un ruido muy fuerte, casi como explosión. Mi vecino se percató que provenía de los sujetos, que estaban pateando una suerte de canaleta construida por Ingevec para sacar madera y armar una fogata.

27 de febrero, 7:30 am

Amaneció recién a las 7:20, evento que todos esperamos con un poco más de calma luego que a eso de las 6:00, la radio informara que la Presidenta había descartado un tsunami. A las 7:30 subí al departamento, que ya estaba completamente inundado (pues se rompieron varias cañerías) y debajo de mi colección de libros de James Ellroy, pude encontrar un juego de llaves del auto. Sin pensarlo, nos subimos al vehículo y le pedimos a uno de nuestros vecinos que si Sebastián aparecía, lo retuviera allí. Y partimos a San Pedro. Al entrar a la Costanera, nos encontramos con una pista completamente destrozada. Como pudimos nos cambiamos a la pista contraria y salimos raudos hacia el puente Juan Pablo II, pero poco antes del cerro Chepe unos pobladores nos hicieron señas para detenernos, pues la Costanera estaba destruida desde allí en adelante. Regresamos hacia el nudo que conecta Los Carrera con el Puente Llacolén y estábamos comenzando a subir hacia él, cuando pudimos ver cómo se había caído la conexión principal. Vuelta atrás. Finalmente, encontramos la única oreja que quedaba en pie, subimos y atravesamos el puente con mucho miedo, maximizado por la vista (hacia la derecha) del Puente Viejo, cuyos pilares cayeron unos sobre otros como fichas de dominó.

27 de febrero, 7:55 am

San Pedro está habitualmente cubierto de neblina y esa madrugada no era la excepción. En medio del caos vehicular que intentaba controlar un carabinero, avanzamos varias cuadras hacia el sector de calle Michimalonco, donde se encuentra el corazón comercial de la comuna. Estábamos llegando a él cuando, en medio de los últimos estertores de la nube de neblina, casi atropellé a un sujeto que salió de la nada, corriendo hacia la otra vereda, con un carro de mercadería en las manos. Miramos hacia la izquierda y vimos un supermercado Santa Isabel con su fachada destruida y cientos de personas desvalijándolo. Nunca he tenido muy claro el real significado de la palabra lumpen, más allá del que le damos cotidianamente, pero ahora tengo algo claro al respecto: que se compone indistintamente por delincuentes provenientes de los estratos A, B, C1, C2, C3, D y quizá E. En medio de sujetos de aspecto patibulario que corrían llevando mercadería, de madres muy modestas que corrían llevándose unas cajas de leche y de jóvenes de todas las edades que destruían todo, como si fueran una barra brava, se veía gente muy bien vestida, con parkas Canadien o Columbia, robando igual que los otros, mientras atravesaban hacia el Hyundai Santa Fe en que los esperaban por la otra vía.

Isabel me dice que vaya con cuidado, que no acelere, pero acelero y paso en medio de todos ellos. Estaban tan ocupados robando, que si bien me prodigaron algunas miradas de odio por no haberles respetado su “preferencia” a transitar por las calles con productos robados, me dejaron pasar. Unos minutos más tarde encontramos a Sebastián, en la casa de su amigo, con un tremendo rasmillón en un codo, pero sano y salvo. Después de los abrazos y las lágrimas surtidas, regresamos con él y otro amigo suyo a Concepción, convencidos que lo peor había pasado ya, pero estábamos muy equivocados, pues ni sospechábamos que esos atisbos de agresividad que ya habíamos visto eran el preludio de un segundo terremoto, peor que el primero, un terremoto de pobreza moral, de odio y de mezquindad sobre el cual Darwin, de un modo u otro, ya nos había advertido.


El "triángulo de vida"

Esta es una importante sugerencia para enfrentar los movimientos telúricos. De acuerdo a la experiencia de profesionales, siempre es conveniente ubicarse "al lado" de algún objeto y no "debajo" del mismo. La razón es el llamado "triángulo de vida" que se genera alrededor.
De acuerdo a la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), tras el fuerte sismo del sábado de 8,8 grados en la escala Richter, se han producido más de 200 réplicas sobre
grado 6. Esta es una pequeña ayuda para enfrentarse a los sismos.
Triangulo de Vida

Más sobre el Terremoto en Chile

Chile superará la crisis financiera pese al terremoto


El terremoto que el sábado asoló el centro y sur de Chile no frenará su capacidad para superar la crisis económica, de acuerdo a lo señalado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). "Este es un país que ha sabido salir adelante de muchos otros desastres naturales. Tuvieron un terremoto muy fuerte en 1960 (en Valdivia) y otro enorme también en 1985 (en Valparaíso)", explicó la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena.

Según la responsable de este organismo de Naciones Unidas, Chile tiene capacidad para superar la situación, por lo que la proyectada salida de la crisis económica, que provocó en Chile una contracción de alrededor del 1,8% el año pasado, no necesariamente tiene que darse por perdida.

Bárcena desestimó los primeros cálculos sobre los daños materiales ocasionados por el sismo del sábado. Una estimación hecha poco después de la tragedia cifró las pérdidas entre 15.000 y 30.000 millones de dólares los perjuicios económicos causados por el fuerte movimiento telúrico de 8,8 grados en la escala Richter y considerado uno de los cinco mayores sismos de la historia:

"Dar esas cifras es inadecuado, y nos parece hasta un poco irresponsable, porque para hacer una evaluación especifica de los daños económicos hay que efectuar visitas a terreno y evaluar la infraestructura. Nosotros tenemos un método para calcular los daños por desastres naturales que seguimos al pie de la letra", explicó la secretaria ejecutiva de la Cepal, quien insistió en que un cálculo adecuado "no se puede efectuar desde lejos, sino con un buen análisis de campo. Todavía no hay una evaluación precisa de las pérdidas materiales. En una semana tendremos el costo económico de este desastre", anunció Bárcena.


Para ello, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe creará un equipo encargado de realizar una valoración económica y social de esta tragedia que ha afectado al 80 por ciento de la población chilena, según cifras oficiales. Alicia Bárcena también valoró la reacción de las autoridades chilenas para hacer frente a la catástrofe y negó que el Gobierno no haya solicitado el apoyo internacional.

"No es que no pidieran ayuda, es que no pidieron la que tradicionalmente piden otros países, porque aquí existe una buena capacidad institucional para coordinarla por medio de la Oficina Nacional de Emergencia. Lo que el Gobierno de Chile quería evitar era que llegara apoyo que no fuese exactamente el que necesita", explicó.


Desde las primeras horas de la tragedia, los quince organismos de Naciones Unidas con sede en Chile se han mantenido en contacto permanente con las autoridades de este país para apoyar el plan de ayuda a los dos millones de damnificados. La secretaria ejecutiva de la CEPAL destacó la reacción solidaria de la comunidad internacional, y especialmente de los países latinoamericanos, que inmediatamente después de conocer la catástrofe acudieron en ayuda de los damnificados.

Esta noche se realizará una Teletón especial para recaudar fondos animada por Mario Kreutzberger. Paralelamente se realizará una maratón de Teatro a Mil y otras actividades cuyo objetivo es recaudar 15.000 millones de pesos (30 millones de dólares) para socorrer a los damnificados de las regiones El Maule y Bío Bío. Una de las fotos emblema de este evento es la foto que encabeza este artículo y que ha dado la vuelta almundo. Fue tomada por Roberto Candia.

Vea todos los datos del terremoto en Wikipedia

jueves, 4 de marzo de 2010

Terremoto en Chile: Corto seminario de humildad


Héctor Soto, La Tercera

No somos nada. Tremenda novedad. Eso lo saben hasta los malos filósofos y cualquier metafísico del tango es capaz de peinarse con la idea. Pero es el saldo -el saldo y la sensación- con que uno se queda después de una experiencia así. Los terremotos, con la fuerza que tienen en Chile, son seminarios cortos, pero muy intensivos de humildad. Nos reducen a la condición de cucarachas. Nos exponen a la más absoluta indefensión. Nos enfrentan a las verdades elementales del terror, lo incontrolable y lo desconocido. Sacan para afuera al narciso o al neurótico que llevamos disfrazados; a veces a los dos. Allí donde nos creíamos complejos y cultivados, aparece lo básico que podemos ser. La experiencia o nos deja muy para adentro -bloqueados, aterrados, descompensados- o nos vuelca compulsivamente hacia fuera. Tratamos de hallarle una explicación, algún sentido, a lo ocurrido y como no se lo encontramos ni tampoco lo tiene, nos sentimos pistoleados. Como Job, también nos preguntamos por qué a nosotros. Y, bueno, nos lamentamos y pensamos que nos ha ocurrido una tragedia, hasta que la televisión nos recuerda que siempre hay compatriotas que la sacaron peor.

Los terremotos -qué duda puede caber- están entre los mayores sustos que vamos a vivir. Mi generación ya lleva tres en el cuerpo -el 71, el 85 y ahora- y personalmente ya no quiero más. Malditas placas geológicas: pónganse de acuerdo de una vez por todas.

La catástrofe también pone al desnudo lo vulnerable que somos. Después de tantas ínfulas, la emergencia prueba que las comunicaciones en el Chile de la modernidad no son tanto mejores que en el país anacrónico y de siempre. Las carreteras se cortan, las vías concesionadas se desploman, el aeropuerto se cierra. Menos mal que el agua no se cortó y que la electricidad volvió pronto a gran parte de la zona afectada.

Todavía no van a haber concluido las réplicas del sismo cuando, en tres o en seis meses más, si es que no antes, de las heridas de este terremoto horroroso apenas queden huellas. Esto es un hecho: el país volverá a funcionar, y volverá a funcionar pronto, entre otras cosas, porque lo que sería un cataclismo en cualquier parte, aquí es sólo un trago amargo, muy amargo, pero no mucho más que eso.

Cada cierto tiempo Chile se viene abajo y los chilenos lo volvemos a levantar. Esto es parte del costumbrismo nacional. Es lo que ha ocurrido una y otra vez en nuestra historia. Con cada sismo entrega un cierto aprendizaje, pero ni uno solo hasta ahora nos ha encontrado preparados. Nunca hemos aprobado enteramente el test, porque es imposible. Pero nos consuela pensar que calificamos mejor que otros países, que son rajados de manera infamante por simples temblores.

Claro que hay que estar un poco mal de chape para ser líder en terremotos y enorgullecerse.

Imágenes en The Big Picture
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Héctor Soto es abogado y fue fundador y crítico de cine de la legendaria revista Primer Plano. También escribió crítica de cine en el diario La Tercera y otros medios. Aquí cuelgo parte de su mirada. Es autor del libro Una vida crítica


miércoles, 3 de marzo de 2010

Sobre la catástrofe en Chile: ¡Viva Chile, mierda!


Antonio Caño ha publicado este artículo en el diario El País de España, uno de los más prestigiosos del Mundo: ¡Viva Chile, mierda!
En los últimos años han sido frecuentes y merecidos los elogios a Chile por la sabia conducción de su democracia y su economía. Eso es mérito, en gran medida, del carácter humilde y práctico de un pueblo que se ve ahora frente a uno de los mayores retos de su historia.

La laboriosidad de los chilenos es prototípica en América Latina. El respeto mundial a Chile y la presencia de sus ciudadanos en áreas de responsabilidad internacional excede con mucho al peso que el país tiene por tamaño y población. Actualmente, sólo en Washington, hay un chileno al frente de la OEA, otro como máximo responsable de la política latinoamericana en el Departamento de Estado y otro como el principal asesor del liderazgo republicano en el Senado. Varios esperan cargos relevantes en los próximos meses y muchos más ocupan posiciones dirigentes en el sector público, universidades y centros de influencia. En Europa se pueden citar multitud de casos similares desde Suecia a España.

En América Latina a veces los chilenos producen más envidia que admiración. Sus vecinos argentinos, que los han ignorado por décadas, se atormentan ahora con un complejo de inferioridad. Por el norte, Perú y Bolivia no han superado el rencor de conflictos pasados y siguen identificando a Chile con sus demonios. Los mismos chilenos que nosotros vemos prudentes y discretos, algunos latinoamericanos los ven sigilosos y taimados.

Las cualidades del pueblo chileno son capaces, sin embargo, de resplandecer por encima de todas las dudas. El valor con el que combatieron la dictadura sólo es comparable al virtuosismo con el que la liquidaron. Su capacidad para conciliar razas, ideas y credos es un ejemplo y una garantía de su propio progreso. Saldrán fortalecidos de este desastre. Lo superarán con sus armas de siempre: su tenacidad y su modestia. Aunque los éxitos de los últimos años les han dado a los chilenos una mayor confianza en sí mismos, no les gusta presumir de sus propias virtudes y paganizan su orgullo nacional con el incomparable grito de ¡Viva Chile, mierda!

El terremoto hipócrita



Rafael Gumucio

En Chile lo llaman el terremoto hipócrita. Y ciertamente un visitante distraído puede pasear por el centro de Santiago y sus zonas residenciales de clase media y alta sin notar apenas que aquí tembló la tierra como pocas veces lo ha hecho en la historia de los registros sismográficos. Años de entrenamientos, varios terremotos importantes anteriores y un desarrollo innegable nos hicieron creer a los chilenos que este sería una catástrofe casi sin victimas, un desastre natural que se saltaría del todo el factor humano. Como muchas, como demasiadas cosas en Chile, el desastre es sutil y muchas veces invisible pero esta ahí, agazapado en nuestra ansia de ser y parecer normales, es decir de primer mundo.

Es justamente su invisibilidad el mayor peligro que encierra este desastre a la chilena. Así, muchos de los edificios que conservan sus fachadas intactas abrigan dentro grandes grietas que los hacen inutilizables. Lo mismo se puede decir del país en general: la fachada ha quedado más o menos intacta, la estructura no se ha desmoronado, pero muchas de las grietas ocultas del país se han hecho más profundas e inevitables ahora.

Vivir, como me tocó hacerlo, las secuelas de los dos más importantes terremotos de lo que va del siglo es recorrer la amplitud de un arco. Si en Haití todo es imagen, evidencia, horror, asombro, en Chile todo es sutileza, rumores, cifras y paradojas. Si en Haití, donde me toco ver familias enteras espantando las moscas lejos de los muñones de sus familiares, el horror hizo lo posible para mostrarse en toda su magnitud desde el primer día, en Chile todo ha sido extrañamente lento, oculto, tanto que cuesta a veces recordar la magnitud del desastre. Si en Haití todo lo antiguo cayó para siempre en el primer segundo del terremoto, en Chile es justamente lo nuevo, los edificios para la clase media ascendente, el aeropuerto y su orgullosa decoración que quería ser moderna e internacional, las carreteras recién inauguradas, lo primero en caer.

Los contrastes se multiplican en todos los aspectos de ambos terremotos. Si en Haití fue la capital la que quedó devastada, en Chile es justamente la provincia, la olvidada provincia donde el desarrollo apenas ha permeado la población, la que sufre sin ser capaz aún de contar sus muertos. Si los supermercados de Puerto Príncipe fueron verdaderas trampas mortales, los de Concepción son hoy el objeto de extraños saqueos donde los ladrones se llevan televisores y comida mostrando a la cámara que los enfoca que tienen el dinero en sus manos para pagar lo que se llevan pero no encuentran quién se los venda.

Chile no es Haití, pero tampoco es Suecia o Suiza como quisiera creer. Esta entre medio, en un purgatorio particular donde las estructuras resisten pero los adornos caen peligrosamente, en el que las fachadas quedan en pie pero los muros interiores dejan aparecer grietas profundas. En Chile hay regiones enteras olvidadas a las que nunca se les dio ni hospital ni carretera pero también edificios nuevos que prometen el mismo estilo de vida de la clase alta con materiales de segunda categoría. Como sucede con los ingresos y los impuestos, el miedo, la paranoia y el hambre no son moneda corriente a la hora del desastre, pero están innegablemente mal repartidos. Mientras gran parte de Santiago recupera ya la luz, el agua y sus casas medianamente intactas, muchos de los que intentaron replicar ese estilo de vida ven encarnada en sus casas la profunda desprotección en que viven. Desabrigados en edificios que tienen la apariencia del lujo, viviendo demasiado lejos de donde se toman las decisiones, el terremoto les ha recordado no sólo la fragilidad de nuestra vida, sino la particular fragilidad del llamado “milagro chileno”.

Bomberos rescató a 79 sobrevivientes del edificio desplomado en Concepción


Unas 79 personas han sido rescatadas de los escombros del edificio que se desplomó el sábado durante el terremoto que cobró la vida de 800 personas y dos millones de damnificados en el centro y sur del país. El edificio de 15 pisos se desplomó por completo y quedó en posición horizontal como muestra la imagen.

El jefe del equipo de bomberos, Juan Carlos Subercaseaux, señaló que se recuperaron siete cadáveres entre los escombros del “Alto Río”, como se llamaba el inmueble, enclavado en el céntrico barrio cívico de la ciudad penquista, una de las más afectadas por el sismo. Sólo falta por encontrar a seis de los moradores del edificio, que fue entregado recién el año pasado y que tenía ochenta departamentos.

En un comienzo, se temía que un centenar de personas hubieran muerto al desplomarse el inmueble, que tras el sismo quedó reducido a una masa de cemento de una altura equivalente a tres pisos.

Los bomberos, algunos de los cuales trabajaron varias semanas en Haití tras el terremoto que devastó ese país el 12 de enero, comenzaron a trabajar en Concepción a las pocas horas de la catástrofe.

Concepción, a 515 kilómetros al sur de Santiago, ha sido escenario de saqueos masivos de supermercados y otros comercios, lo que determinó que fuese puesta bajo control militar y toque de queda, que ayer comenzó a las 6 de la tarde para prolongarse hasta el mediodía, es decir 18 horas.

Terremoto en Chile cambió el eje de la Tierra y acortó el día


Según un científico de la NASA, el reciente terremoto de 8,8º Richter que afectó a Chile probablemente cambió el eje de la Tierra, afectando su rotación, lo que se traduciría en que el día será más corto de ahora en adelante.

Richard Gross, geofísico del JPL en California, utilizó un modelo informático para calcular los efectos del devastador terremoto que afectó al país, señalando que:
La duración de la jornada debió haberse acortado en 1,26 microsegundos (millonésimas de segundo), el eje sobre el cual la masa de la Tierra se equilibra se debe haber corrido unos 8 centímetros aproximadamente.

Si bien este tipo de cambios son muy difíciles de detectar físicamente porque son demasiado pequeños, sí pueden ser vistos a través de modelos. Gross trabajó con este modelo de cálculos frente al terremoto de 9,1 grados ocurrido en Sumatra el año 2004. Sin embargo, dado que Sumatra se encuentra en una zona más cercana al Ecuador, el efecto desplazamiento es menos significativo. Para Gross el efecto del terremoto chileno es más relevante por dos razones: la ubicación a latitud media del sismo provoca un mayor impacto en el desvío; por otra parte, la falla geológica en la que ocurrió el terremoto del sábado (choque de las placas Nazca y Latinoamericana) ocurre en un ángulo más acentuado. Esto hace que el terremoto chileno pueda mover, verticalmente, y con mayor efecto, la masa terrestre.

El acortamiento del día se explica por el llamado “efecto del patinador en hielo”. Cuando un patinador está dando giros sobre la pista y cierra los brazos sobre su pecho, comienza a girar más y más rápido. Cuando se cambia la distribución de la masa sobre la tierra, el ritmo de rotación también cambia, explicó a BusinessWeek el geólogo David Kerridge.

Según Andreas Rietbrock, profesor de Ciencias de la Tierra en la Liverpool University del Reino Unido, también las islas de la zona pueden haber sufrido cambios. Estudios realizados en el área han demostrado que las islas del sector se han visto afectadas por terremotos anteriores. Como ejemplo señaló que la Isla Santa María (ubicada cerca de la costa de Concepción) se ha desplazado hacia arriba 2 metros producto de movimientos anteriores.

Vía | The Guardian, BusinessWeek, NASA

martes, 2 de marzo de 2010

Terremoto y tsunami en Chile: pérdidas llegarían a los 30 mil millones de dólares



Junto a las pérdidas humanas que llegan a las 800 personas, las 500 mil viviendas destruidas, los puentes y caminos cortados, el terremoto ha paralizado total o parcialmente a importantes industrias del país. Cálculos iniciales indican que las pérdidas económicas podrían estar entre los 15.000 y 30.000 millones de dólares. Este cálculo, que ha sido difundido por Bloomberg y Business Week, entre otros, se justifica principalmente por el "daño masivo" que sufrió la zona central y sur del país.

El Presidente electo, Sebastián Piñera, validó tácitamente esta cifra, planteando que sólo "en vivienda podemos tener US$ 20 mil millones. En hospitales, US$ 4 o US$ 5 mil millones. Sumemos el daño en infraestructura vial, sumemos el daño en el Sistema Interconectado Central (SIC), en fibra óptica, el daño en todo el borde costero... pueden ser del orden de los US$ 30 mil millones", dijo la futura máxima autoridad.



A nivel productivo, no sólo Codelco se ha visto obligada a mantener cerradas dos de sus minas más importantes, sino que la industria forestal está paralizada, y estiman que no podrán reactivar sus operaciones al menos durante una semana. Una situación similar vive la agricultura, que representa el 25% de la economía de las regiones más afectadas, y la industria vitivinícola también está en una situación delicada.

La actividad económica en la Región Metropolitana representa el 42,5% del PIB nacional, según datos del Banco Central a 2008. Las Regiones de Valparaíso, O'Higgins, Maule, Biobío y La Araucanía, las más afectadas, representan otro 27,5%.

El transporte también ha sido duramente golpeado a nivel de puertos y aeropuertos pues toda la infraestructura se encuentra colapsada.



Más imágenes en The Big Picture

lunes, 1 de marzo de 2010

La naturaleza tiene caprichos que los hombres no dominamos

Antonio Skármeta. Escritor chileno

Que el terremoto sea un hábito chileno no nos excusa de decir que este último de la madrugada del sábado es el más estremecedor que he vivido. Escribo en mi estudio de Santiago tras abrirle un hueco a mi ordenador entre los cientos de libros de mi biblioteca derrumbados de los estantes. Escribiendo me alivio un poco de la porfiada monotonía de las informaciones de la televisión que acumulan tragedias sin tregua. Cientos de compatriotas muertos o desaparecidos y la cifra sube sin piedad. El pujante Chile, que destacaba por su modernidad y progreso en América Latina, se le ve gravemente herido. No sé cuántos años tardará la reconstrucción. Este es un país no sólo de delgada forma extravagante, sino también un territorio extremadamente vulnerable. Los cuatro mil kilómetros que separan el punto más alto en el norte del más extremo del sur son igualmente presas propicias para los movimientos telúricos.

Esto fue así, y seguirá siendo así, pues la naturaleza tiene caprichos que los hombres no dominamos. Tras cada catástrofe, con más voluntarismo que lógica, pensamos que acaso sea la última. De hecho, un sismo de esta violencia no ocurría desde hace cincuenta años. Creímos entonces que la tregua de la Madre Tierra era infinita, pero ahora escribimos desde los escombros que provocó su furia. La violencia estalló en plena noche, hacia las cuatro de la mañana del sábado. En Chile es verano y ciento de miles tienen vacaciones en las playas o en los bellos lagos del sur. Las noches de suave brisa y cielo estrellado son propicias para grandes festivales de teatro, o de la canción popular, como el de Viña del Mar, nuestra más conocida ciudad-balneario, que justamente tenía esta semana su fiesta máxima: el Festival de la Canción. Este año la competencia internacional tenía una modalidad distinta debido a que Chile celebra en 2010 el Bicentenario de su Independencia del Reino Español.

Se le encargó al jurado determinar cuál es la más bella canción del mundo de los últimos cincuenta años de muchos países. Algunas son sincopadas, otras románticas, y las hay también conceptuales. Esto permite que Argentina compita con "El día que me quieras" de Gardel y Le Pera, Estados Unidos con "Rock around the clock", el tema de Bill Haley y sus Cometas que nos electrizó hace cinco décadas al final del film de Blake Edwards, "Blackboard Jungle", Inglaterra con "I can't get no satisfaction" y la dulce Italia con el soberbio proyectil hacia el cielo de Modugno: "Volare". España mandó un tema de Mocedades: "Eres tú", que en la versión actual sonaba como una letanía religiosa.

No sé quién ganó porque el multitudinario Festival cerró sus puertas sin una finalísima. La catástrofe terminó anulando todo: conciertos, cines, partidos de fútbol. "Cerrado el país hasta nuevo aviso". Cerrado también el aeropuerto internacional de Santiago. Dicen que por 72 horas. Otros la negocian en 48. Las imágenes que muestra la televisión son calamitosas. Pero el ministro de Obras Públicas asegura que los daños son más bien "cosméticos".

Cosméticos o no, el hecho es que la tragedia pulveriza al menos tres grandes acontecimientos que tenían a Chile como sede. El principal, que prometía brillo a destajo, era el Quinto Congreso de la Lengua Española en Valparaíso. Lo iban a inaugurar los Reyes de España junto a la presidenta Michelle Bachelet. Excelente ocasión para celebrar la vitalidad de la lengua común entre españoles y americanos y además broche de oro para la rubia presidenta que en dos semanas entrega el gobierno tras 20 años de su coalición de Centro-Izquierda al derechista Sebastían Piñera, claro ganador del ballotage en enero ¡Lástima!

Los pocos congresistas que llegaron a Santiago escaparon despavoridos en pijamas de sus cuartos en el hotel, otros que venían en vuelo aterrizaron en Buenos Aires y acaso los más alcanzaron a enterarse del terremoto en sus respectivos países y no emprendieron el viaje.

Inconmensurable tristeza, porque la Real Academia Española, el Instituto Cervantes, las editoriales y medio mundo le tenían e ese encuentro unas ganas locas y apostaron a él con entusiasmo. Incluso alcancé a recibir la deslumbrante "Nueva Gramática de la Lengua Española" que en dos volúmenes se las arregla en mi escritorio para no sucumbir a las frecuentes réplicas del terremoto. Víctima del sismo fue también un precioso primer Congreso de Literatura Infantil y Juvenil que atrajo a cientos de especialistas de España, Brasil e Hispanoamérica al Palacio de Bellas Artes en Santiago. El antiguo edificio hoy padece un escueto cartel escrito a mano: "Cerrado". Sus cornisas se desprendieron y cayeron estruendosas sobre las escalinatas.

Doble lástima, tanto para la saliente presidenta como para el electo nuevo gobernante de la derecha. La primera, porque se merecía un festivo final a su gestión: según las encuestas, abandona el cargo con más de 80% de aprobación popular. Y Sebastián Piñera, que quería partir gobernando con energía arrolladora, va a tener ahora que dedicarse en primer lugar a reparar la cancha donde esperaba deslumbrar con jugadas mundialistas.

Publicado en diario Clarin de Buenos Aires

Más sobre el terremoto y tsunami en Chile


Imágenes que recuerdan al Huracán Katrina, cortes de luz, réplicas que se han producido cada diez minutos y grandes zonas afectadas son parte de los saldos que arroja el terremoto grado 8,8 en la escala Richter que sacudió a Chile la madrugada del sábado. A ello, un tsunami con olas de cuatro y cinco metros que arrasó con todo lo que encontró a su paso haciendo desaparecer varios pueblos costeros. La catástrofe no tiene precedentes y las víctimas fatales llegan a las 711 y pueden superar el millar una vez que se remuevan los escombros. Muchas zonas se encuentran incomunicadas y en dos regiones (El Maule y Bío Bio) se ha decretado el Estado de Emergencia.



Más Información | The New York Times, El País, Página 12

domingo, 28 de febrero de 2010

Mas imágenes del sexto mayor sismo de la historia

El terremoto en Chile fue uno de los mayores de la historia, de acuerdo a lo que señala The Washington Post. Aquí algunas imágenes tomadas de The Big Picture (clickad para ampliar).
Una autopista desplomada en Santiago

Este moderno edificio se desplomó y partió en dos en la ciudad de Concepción, a 500 kilómetros al sur de Santiago. Fue construido a orillas del río Bío Bío y de ahí su nombre: Borde Río. Se estima que hay sobrevivientes atrapados en su interior

Un edificio colapsado en la comuna de Maipú al suroeste del centro de Santiago

Una de las autopistas de Santiago, desplomada por el sismo

Así quedó este puente en las inmediaciones de Talca, a 300 km al sur de Santiago

Más imágenes del Terremoto en Chile en The Big Picture

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