miércoles, 19 de mayo de 2021

Chile: transformar la convención constituyente en la tumba del neoliberalismo

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada

El futuro no está diseñado. Como sucedió con el triunfo de la Unidad Popular y Salvador Allende, ni los más optimistas pensaban en una derrota tan aplastante de la derecha. El desconcierto en sus filas equivale al sufrido la noche del 4 de septiembre de 1970. Nada que celebrar, miedo y mucho que conspirar. Sus convencionistas no alcanzan el tercio necesario para imponer su ruta. La debacle se proyecta en las elecciones a gobernadores, alcaldes y concejales. Pero hay que estar alertas, la derecha no duerme, ni se desanima, sólo cambia su hoja de ruta. La abstención supera 60 por ciento en todas las elecciones. En ese contexto, la emergencia de pactos espurios, presiones y ruidos de sables pueden convertirse en noticias permanentes, buscando un cortocircuito en los trabajos de la convención.

La derecha se juega mucho y, ya sabemos, cuando pierden elecciones se dan a la tarea de conspirar para recuperar su poder. Sedición golpista y renuncia al discurso democrático. Debemos recordar que la convocatoria a la convención fue arrancada por la fuerza, producto de la rebelión popular que tiene movilizado a Chile desde el 18 de octubre de 2019 y se proyecta hasta nuestros días. Igualmente, es un aviso para los acólitos del proyecto de gobernabilidad neoliberal. Sus defensores no tardaron en reaccionar. El 15 de noviembre de 2019 firmaron el pacto por la paz y una nueva constitución, y en diciembre avalaron una reforma constitucional para garantizar la continuidad del modelo. En este amaño, participaron todos los partidos políticos, salvo el PCCH y el partido Humanista.

martes, 18 de mayo de 2021

Lenguaje e ideología en Economía Política

Definir como emergentes a los países supone reducirlos a captores de capitales en busca de rentabilidad. Es un endulzante, no solo del lenguaje; sino una licuación de una caracterización histórica para superar la dependencia y el capitalismo.

Julio C. Gambina, Alainet

Es normal que el lenguaje vaya cambiando, incluso que a ciertos procesos se los vuelva a nominar, según la hegemonía o el interés de cada momento. De hecho, la disciplina científica, surgió como Economía Política para luego mutar con la eliminación del apellido, más cercana a definir una técnica de negocios que una ciencia social.

Allá por los 50/70 del siglo pasado se instaló un debate en torno a la categoría asignada a los países que no definían el rumbo del orden económico. Se discutía el "desarrollo", más precisamente el "desarrollo capitalista", en confrontación con las nuevas expectativas inspiradas en la revolución rusa y el surgimiento del bloque socialista luego de 1945.

En el fondo, luego de la segunda guerra y hacia mitad del siglo, instalada la bipolaridad del sistema mundial, aparecerá una caracterización que situaba a los países dentro de un mundo o de otro, incluso en una tercera posición, que se orientaba hacia el primero o el segundo mundo. Hoy perdió sentido la nominación por el "tercer mundo".

domingo, 16 de mayo de 2021

Las cuatro palestinas engendradas por Israel

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

Existe un impactante mapa cronogeopolítico que demuestra la expropiación militar de tierra palestina de 1946 a 2010 (https://bit.ly/3bmv5t8), agudizado 11 años más tarde con el irredentismo de los colonos jázaros no-semitas ashkenazis (https://amzn.to/3hs8kb6) en Cisjordania: en particular, la enajenación catastral de las propiedades de los autóctonos palestinos en el icónico barrio de Sheikh Jarrah en Jerusalén Oriental en Al-Quds, a punto ser totalmente judaizado al precio de limpiezas étnicas (https://bit.ly/3w6eDVV).

Más allá de que Israel fue condenado como un Estado apartheid, según HRW (https://bit.ly/2SV9Jgp), la realidad de los hechos a lo largo de la cronogeopolítica de 104 años –desde la declaración del canciller británico lord Arthur Balfour en 1917, pasando por la bendición de los banqueros Rothschild para la creación de Israel, hasta la imperante situación hoy con Netanyahu– ha desembocado en la existencia de facto de varios estados palestinos deliberadamente inconexos y segregados, además de la erección de muros por Israel –imitados por Trump y su yerno talmúdico Jared Kushner en la frontera de EU con México–, que pretende atomizar la amenaza demográfica de la hoy mayoría palestina frente a la minoría israelí en la Palestina histórica que va del rio Jordán hasta el mar Mediterráneo, según el ejército israelí (https://bit.ly/3eDleBt).

viernes, 14 de mayo de 2021

La desigualdad de riqueza

Michael Roberts

Ya he escrito antes sobre el hecho de que, tanto en las economías avanzadas como en las llamadas "economías emergentes", la riqueza se distribuye de forma significativamente más desigual que la renta. Además, según el pro-capitalista Foro Económico Mundial: "Este problema ha mejorado poco en los últimos años, con un aumento de la desigualdad de la riqueza en 49 economías".

El índice habitual que se utiliza para medir la desigualdad en una economía es el índice de Gini. Un coeficiente de Gini de cero expresa igualdad perfecta, donde todos los valores son iguales (por ejemplo, donde todos tienen los mismos ingresos). Un coeficiente de Gini de uno (o 100%) expresa la desigualdad máxima entre valores (por ejemplo, para un gran número de personas donde solo una persona tiene todos los ingresos o todo el consumo y todos los demás no tienen ninguno, el coeficiente de Gini será casi uno).

Para los EEUU, el índice Gini actual para la renta es 37,8 (bastante alto para los niveles internacionales), ¡pero el índice Gini para la distribución de la riqueza es 85,9! Tomemos la Escandinavia supuestamente igualitaria. El índice Gini de ingresos en Noruega es de solo 24,9, ¡pero el Gini de riqueza es 80,5! Es la misma historia en los otros países nórdicos. Los países nórdicos pueden tener una desigualdad de ingresos inferior a la media mundial, pero una desigualdad de riqueza superior a la media.

jueves, 13 de mayo de 2021

La cooperación China-Rusia y las disputas con Estados Unidos

El paradigma de la Gran Eurasia tiene como objetivo establecer una Asociación Económica Euroasiática, conectando las fronteras del Pacífico con las fronteras de la Unión Europea
Lucas Gualberto, Alainet
La identificación de los principales ejes geopolíticos en la Eurasia posterior a la Guerra Fría y su protección es, por lo tanto, también un aspecto crucial de la geoestrategia global de Estados Unidos. [...] En las actuales circunstancias globales, al menos cinco actores geoestratégicos importantes y cinco ejes geopolíticos [...] pueden identificarse en el nuevo mapa geopolítico de Eurasia. Francia, Alemania, Rusia, China e India son actores importantes y activos. [...] Potencialmente, el escenario más peligroso sería una gran coalición de China, Rusia y quizás Irán, una coalición ‘antihegemónica’ unida no por ideología, sino por quejas complementarias.
Zbigniew Brzezinski (1928-2017), Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos (1977-1981), en su libro ‘The Grand Chessboard’, 1998.
El supercontinente euroasiático es una zona geopolítica clave en términos territoriales en el sistema internacional. La Eurasia es la masa continental que se extiende desde Europa hasta Asia, y tiene su corazón fundamentalmente en Asia Central. Esta “zona de pivote”, como la denomina Mackinder (1904) en el clásico geopolítico The Geographical Pivot of History, atribuye a su control la ventaja del poder terrestre: la Isla del Mundo. Conocido como "la mayor fortaleza natural de la Tierra", el actor que domina Heartland, en la lógica del poder terrestre, domina Eurasia; por lo tanto, la configuración geopolítica rusa es esencial para los desarrollos políticos en Eurasia, y su territorio es de vital importancia geoestratégica para Rusia. A lo largo del desarrollo de la geopolítica como escuela de pensamiento, diferentes teóricos han destacado la importancia del poder terrestre en el contexto político internacional. Diferentes potencias a lo largo de la historia han intentado establecer la hegemonía conquistando Eurasia; actualmente es una prioridad de la política exterior de Estados Unidos evitar que otras potencias emergentes, especialmente China y Rusia, sean hegemónicas euroasiáticas.

miércoles, 12 de mayo de 2021

¿Quién debe financiar al Estado?

Biden habilita un debate sobre quién debe financiar al Estado, al tiempo que nos invita a discutir medidas de fondo para socializar la riqueza producida colectivamente por el trabajo social
Julio C. Gambina, Alainet

El presidente de EEUU habilitó un debate sobre el financiamiento del Estado al presentar en el Congreso de su país el "Plan de Familias Estadounidenses", con un costo de 1,8 billones de dólares.

La salud y la educación aparecen privilegiadas en el discurso, tanto como la recuperación del empleo. Aunque vale señalar que todo se argumenta en función de retomar el liderazgo mundial, desafiado por China, por lo que importa el crecimiento económico, el restablecimiento del empleo y la capacidad de acción del Estado estadounidense.

Por ello, discutir el financiamiento estatal resulta estratégico, especialmente si se analizan los objetivos de cada Estado Nación.

Resulta de interés leer con detenimiento el discurso sobre el estado de la Nación ante el Congreso, a 100 días de su mandato, porque Biden explicita la crisis heredada, no solo por el COVID, y el problema que supone para EEUU la amenaza sobre el liderazgo internacional.

martes, 11 de mayo de 2021

Estados Unidos después de Trump

La agenda BBB, a pesar de su inmenso presupuesto, y el proyecto INSSG, enfrentarán los límites estructurales de la economía estadounidense y a las aceleradas transformaciones globales lideradas China.
Armando Negrete, OBELA

En la medida en que la economía mundial avanza hacia una nueva normalidad, se aproxima una etapa de transformaciones internacionales profundas. La crisis económica y sanitaria provocada por la COVID19 ha mostrado los límites del multilateralismo de Naciones Unidas y de la cooperación internacional; los efectos de las guerras comercial y tecnológica contra China; los intereses detrás del control tecnológico de la transición energética; y la pérdida de liderazgo de EEUU. La elección de Joseph Biden impidió la continuidad del programa de Trump y repuso una agenda demócrata internacional en el ejecutivo. Frente a estos cambios, ¿qué pueden esperar las relaciones internacionales y nuestros países latinoamericanos, después de los primeros 100 días de su mandato?

A inicios de marzo, Biden publicó su Orientación Estratégica de Seguridad Nacional Provisional (INSSG, por sus siglas en inglés), con el objetivo de exponer los fundamentos de política exterior y seguridad para la definición de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional que sustituirá a la de 2017. En el documento, reconoce cómo China se volvió más asertiva y se convirtió en “el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para plantear un desafío al sistema internacional”. Define, como las tareas más urgentes, la reconstrucción de los cimientos económicos; la recuperación de su lugar en las instituciones internacionales; la modernización de sus capacidades militares y diplomáticas; y la revitalización de su red de alianzas y asociaciones internacionales. Sin embargo, el daño que provocó la gestión de Trump en estas áreas fue muy profundo y la ruta de reconstrucción se enfrentará a varios problemas en todas las áreas.

lunes, 10 de mayo de 2021

Joe Biden recicla a Franklin D. Roosevelt

Atilio Boron, Página 12

La reorientación macroeconómica de la Administración Biden originó un sinnúmero de elucubraciones acerca de cuán lejos llegaría el mandatario estadounidense en este nuevo rumbo. Una lectura cuidadosa de su discurso, pronunciado ante ambas cámaras del Congreso al cumplir 100 días de su mandato, permite vislumbrar una primera respuesta.

Biden dijo que sus palabras tenían que interpretarse en el marco de una triple crisis: “la peor pandemia del siglo, la peor crisis económica desde la Gran Depresión y el peor ataque a la democracia desde la Guerra Civil.” Enfrentar estas amenazas no era algo que podía hacerse con las políticas habituales sino que requerían creatividad y renovados esfuerzos. De su discurso se desprende que es más fácil combatir a la pandemia, más difícil atacar a la crisis económica y más aún restañar las heridas sufridas por la democracia estadounidense que, a juicio de muchos observadores dentro de ese país, se ha degradado al rango de una voraz plutocracia.

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