miércoles, 3 de agosto de 2016

Las confesiones del FMI

Alejandro Nadal, La Jornada

El Fondo Monetario Internacional siempre ha buscado mantener la reputación de que sus intervenciones están basadas en análisis técnicos de la mejor calidad. También pretende mantener una política de transparencia que proporcione mayor legitimidad a sus acciones. Por eso mantiene una Oficina Independiente de Evaluación (OIE), que lleva a cabo peritajes sobre diversos aspectos de su actividad. La OIE responde directamente al consejo de directores ejecutivos y su mandato está por arriba de la directora gerente, Christine Lagarde.

En su último reporte la OIE (disponible en ieo-imf.org) ofrece un escalofriante diagnóstico sobre la incapacidad técnica del máximo organismo responsable del sistema de pagos internacionales. El informe se concentra en el manejo de la crisis en el contexto de la eurozona y en las intervenciones del Fondo en las economías de Grecia, Irlanda y Portugal. Estos programas de rescate fueron los primeros casos de aplicación de programas de ajuste en países desarrollados en el marco de una unión monetaria. La experiencia de las intervenciones del FMI en América Latina y el sudeste asiático no es mencionada en el informe, pero vale la pena no perder de vista sus efectos nefastos a lo largo de los últimos 20 años.

martes, 2 de agosto de 2016

Marx llevaba bastante razón

Vicenç Navarro, Público.es

Como consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen en los mayores medios de difusión y comunicación, incluso académicos, en España (incluyendo Catalunya), el grado de desconocimiento de las distintas teorías económicas derivadas de los escritos de Karl Marx en estos medios es abrumador. Por ejemplo, si alguien sugiere que para salir de la Gran Recesión se necesita estimular la demanda, inmediatamente le ponen a uno la etiqueta de ser un keynesiano, neo-keynesiano o “lo que fuera” keynesiano. En realidad, tal medida pertenece no tanto a Keynes, sino a las teorías de Kalecki, el gran pensador polaco, claramente enraizado en la tradición marxista, que, según el economista keynesiano más conocido hoy en el mundo, Paul Krugman, es el pensador que ha analizado y predicho mejor el capitalismo, y cuyos trabajos sirven mejor para entender no solo la Gran Depresión, sino también la Gran Recesión. En realidad, según Joan Robinson, profesora de Economía en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y discípula predilecta de Keynes, este conocía y, según Robinson, fue influenciado en gran medida por los trabajos de Kalecki.

Ahora bien, como Keynes es más tolerado que Marx en el mundo académico universitario, a muchos académicos les asusta estar o ser percibidos como marxistas y prefieren camuflarse bajo el término de keynesianos. El camuflaje es una forma de lucha por la supervivencia en ambientes tan profundamente derechistas, como ocurre en España, incluyendo Catalunya, donde cuarenta años de dictadura fascista y otros tantos de democracia supervisada por los poderes fácticos de siempre han dejado su marca. Al lector que se crea que exagero le invito a la siguiente reflexión. Suponga que yo, en una entrevista televisiva (que es más que improbable que ocurra en los medios altamente controlados que nos rodean), dijera que “la lucha de clases, con la victoria de la clase capitalista sobre la clase trabajadora, es esencial para entender la situación social y económica en España y en Catalunya”; es más que probable que el entrevistador y el oyente me mirasen con cara de incredulidad, pensando que lo que estaría diciendo sería tan anticuado que sería penoso que yo todavía estuviera diciendo tales sandeces. Ahora bien, en el lenguaje del establishment español (incluyendo el catalán) se suele confundir antiguo con anticuado, sin darse cuenta de que una idea o un principio pueden ser muy antiguos, pero no necesariamente anticuados. La ley de la gravedad es muy, pero que muy antigua, y sin embargo, no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo verá.

lunes, 1 de agosto de 2016

El neoliberalismo, o el robo institucionalizado de los bienes sociales

Juan Manuel Aragües, ElVentano.es

El neoliberalismo, como ideología dominante de nuestras sociedades, se ha mostrado como una estrategia de las élites dirigentes tendente a expoliar a la sociedad de bienes y derechos que se consiguieron tras décadas de durísimas luchas sociales a lo largo del planeta. Las políticas neoliberales se aplican a privatizar bienes comunes, como el agua, o servicios, como la educación, las pensiones, la sanidad, con el objetivo de convertir en negocio de unos pocos lo que hasta ese momento había sido patrimonio colectivo. Dicho de manera contundente, el neoliberalismo se sustenta en el robo institucionalizado de los bienes sociales.

En realidad, la práctica neoliberal no es una excepción histórica, sino más bien la norma. Desde sus orígenes, el capitalismo se ha sustentado en una dinámica expoliadora en la que los pocos se hacían con los bienes de los muchos. El desarrollo inicial del capitalismo en Inglaterra, allá por los siglos XVI-XVII, se sustenta en un proceso de cercado de campos y privatización de bosques comunales, lo que sumió en la pobreza a miles de campesinos y enriqueció de forma fabulosa a una minoría, que consiguió una acumulación de capital de tal magnitud que pudo dar origen a la tremenda empresa de industrialización del XIX.

Quiénes están detrás de los yihadistas, según Putin y Trump


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

El reporte europeo Comercio de armas de los Balcanes sustenta que existe un conducto de armas por un valor de mil 344 millones de dólares sin precedente que fluye de Europa Central y Oriental a los campos de batalla del Medio Oriente y que luego son desviados a los yihadistas del califato islámico (http://goo.gl/2MAaYX).

Occidente sembró los vientos bélicos que ahora cosecha como tempestades yihadistas que han proliferado en toda Eurasia: desde una de sus peores atrocidades perpetrada contra la minoría de los hazaras (15 por ciento de la población, en su mayoría chiítas) de Afganistán (http://goo.gl/Gr0XzK) hasta los execrables atentados en Alemania y Francia (Normandía), donde fue degollado un prelado católico de 86 años en un altar, ante dos monjas, por jóvenes salafistas. ¡Ultrajante crueldad sin límites!

Vale la pena excavar la histórica declaración de finales de 2014 del zar Vladimir Putin quien, en respuesta a un periodista estadounidense en el Club de Discusión Internacional Valdai, reveló “que todo el mundo sabe exactamente (sic) quién creó a los yihadistas (https://goo.gl/bGbSsD)” del califato islámico.

viernes, 29 de julio de 2016

Francia: el neoliberalismo y la lucha de clases

Maciek Wisniewski, La Jornada

El neoliberalismo nació como un proyecto de clase (D. Harvey dixit). Un proyecto de clases altas que ante la caída de los niveles de ganancia desde las décadas de los 60 y 70 querían suprimir a los trabajadores y revertir esta tendencia desmantelando todo lo colectivo y social organizado.

Desde sus inicios fue una guerra de clases desde arriba. Para tapar su verdadera naturaleza se ideó toda una campaña de simulaciones ideológicas. Los neoliberales, como los nuevos conquistadores del mercado de los que escribía alguna vez John Berger –que son básicamente los mismos–, invertían los signos y falseaban las direcciones para confundir a la gente (Hold everything dear, 2008, p. 122).

Las divisiones de clases y su lucha ya son cosas del pasado, decían; “las únicas divisiones que importan ahora son las ‘identitarias’”. Así –secundados intelectualmente por algunos post-marxistas– buscaban despolitizar lo público y dejar a los trabajadores confundidos y aferrados a las únicas identidades disponibles: étnica, nacional y religiosa.

¿Existe la clase trabajadora?

Vicenç Navarro, Público

Uno de los libros escritos en el Reino Unido que sería de desear que fuera ampliamente leído en España (al ser especialmente relevante para este país) es el excelente libro de Owen Jones Chavs. La demonización de la clase obrera. En este libro, el autor detalla cómo en la sociedad británica, caracterizada por una estratificación muy acentuada por clase social, la clase dominante que controla los mayores medios de información ha configurado una cultura que ensalza a tal clase, mientras que menosprecia y discrimina a la clase trabajadora, utilizando en su lenguaje expresiones ofensivas para definir a dicha clase. Un ejemplo es la utilización del término “chavs” para definir a miembros de tal clase, la palabra utilizada en el título del libro, que en la cultura española (incluyendo la catalana) equivaldría a definir a miembros de la clase trabajadora como miembros de la “clase baja”.

En cierta manera, la situación es incluso peor en España, pues aquí ni siquiera aparece el término de clase trabajadora. En realidad, la clase trabajadora ha desaparecido prácticamente en el discurso político, literario y mediático del país, y raramente aparece en los medios. Las series televisivas tienen como protagonistas profesionales de la clase media de renta alta (frecuentemente de la clase media profesional), que reflejan esta visión (errónea) de que la mayoría de la población es y se siente de clase media. En España el término de clase trabajadora definitivamente ha dejado de existir, de manera que en la estratificación social más utilizada en los medios (incluyendo los académicos) se distinguen tres clases: la clase alta, la clase media y la clase baja, utilizándose este último término para definir a la clase trabajadora, la cual se considera que está desapareciendo, encontrándose próxima a su extinción. Hoy incluso dirigentes de izquierdas son reacios a utilizar el término de clase trabajadora por considerarlo anticuado, y en su lugar utilizan el término clase media (o en ocasiones clase baja) para definirla.

jueves, 28 de julio de 2016

¿Cómo llegamos a este caos?

Roberto Savio, Alainet

Una maldición china dice “Ojalá que le toquen tiempos interesantes”, ya que demasiados acontecimientos perturbarían el elemento esencial de la armonía, base del panteón chino.

Y estos son, por cierto, tiempos interesantes, en que se acumulan acontecimientos dramáticos, desde terrorismo a golpes de Estado y desde desastres climáticos pasando por el declive de instituciones hasta agitación social. Sería importante, aunque difícil, repasar brevemente cómo llegamos a esta situación de “falta de armonía”.

Comencemos por algo conocido. Tras la Segunda Guerra Mundial, hubo consenso en la necesidad de evitar que se repitiera el horror vivido entre 1939 y 1945. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue el foro que reunió a casi todos los países, y la consiguiente Guerra Fría propició la creación de una asociación de jóvenes estados recién independizados, los Países No Alineados, devenidos en una zona de contención entre Oriente y Occidente.

La brecha entre el Norte y el Sur Global se convirtió en el asunto más importante de las relaciones internacionales. Tan así que en 1973, la Asamblea General de la ONU adoptó de forma unánime una resolución sobre el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). El mundo acordó un plan de acción para reducir las desigualdades, impulsar el crecimiento global y hacer de la cooperación y el derecho internacional la base de un mundo en armonía y en paz.

miércoles, 27 de julio de 2016

Hayek versus Keynes: el debate del siglo


Alejandro Nadal, La Jornada

Al comenzar la década de 1930 la economía mundial se encontraba sumida en la crisis más profunda de su historia. La gran obra de John Maynard Keynes sobre la inestabilidad de las economías capitalistas estaba en gestación. La trayectoria intelectual que seguiría este economista se vería atravesada por una controversia que muchos han calificado como el debate del siglo. La relevancia de esta polémica en el contexto actual no puede ser ignorada.

Las líneas divisorias que hoy cruzan el pensamiento económico le deben mucho a ese debate. Por ejemplo, el análisis sobre el papel del Estado y la política en la gestión económica depende de manera esencial de aquella polémica.

En esencia, el paisaje del campo de batalla quedó claramente definido desde las primeras escaramuzas entre Hayek y Keynes. Por un lado, encontramos la creencia en la existencia de fuerzas estabilizadoras en los mercados. Por el otro, nos topamos con un esfuerzo analítico centrado en la inestabilidad intrínseca de las economías capitalistas. Pero nos estamos adelantando. Vamos por partes.

martes, 26 de julio de 2016

¿Es el crecimiento del desempleo y de la precariedad consecuencia de la revolución digital?

Vicenç Navarro, Público

Hace unos días que publiqué un artículo (La falacia del futuro sin trabajo y de la revolución digital como causa del precariado) en el que indicaba que los datos empíricos existentes no avalan la ampliamente extendida creencia de que la revolución digital es una de las causas (sino la mayor causa) del elevado desempleo y precariedad en los mercados de trabajo de los países capitalistas más desarrollados, creencia que vaticina que en un futuro próximo casi el 50% de los puestos de trabajo existentes hoy habrán sido destruidos, creando un futuro sin trabajo. En el artículo mostré datos que no apoyaban tal creencia.

Como era de esperar, el artículo creó una predecible avalancha de comentarios, algunos favorables y otros desfavorables. Algunos estaban basados en una tergiversada lectura de mi artículo, pues no negué en él que la revolución digital podría destruir empleo. En realidad señalé que sí que podría destruir empleo, señalando los sectores económicos donde ello podría ocurrir. Ahora bien, indiqué que si bien tal revolución digital (como la robótica) puede destruir trabajo, lo cierto es que también puede crear empleo. Por regla general la robótica ha permitido abaratar los precios de los productos, con lo cual se crea en el mismo o en otros sectores un aumento de la demanda específica o general, que contribuye al crecimiento de la actividad económica y a la creación de empleo. Por otra parte, la misma aplicación de la robótica requiere la creación de empleo. Todas las revoluciones tecnológicas anteriores, desde la introducción de las cadenas de montaje y las máquinas de vapor, hasta la introducción de la electricidad, han ido acompañadas de un aumento de la actividad económica y de la creación de empleo.

Del multilateralismo al neoregionalismo


Oscar Ugarteche, Jorge Arturo Luna, Alainet

El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es el tratado comercial plurilateral más grande (12 países miembros) desde el Tratado de Ottawa de Cooperación Imperial de 1932 (58 estados miembros) por el que se fortalecía el Imperio Británico y se consolidaba la zona monetaria de la libra esterlina. El TPP, incluye a Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, quienes en total suman cerca del 40% de la economía global. De esto, Japón y Norte América suman las cuatro quintas partes.

No es el tamaño del acuerdo ni su concentración lo que sorprende, sino la forma en la que se han llevado a cabo las negociaciones y los alcances que podría tener. En general si hay algo que esconder es una mala señal en los tiempos de la transparencia. En términos comerciales de bienes no ofrece nada nuevo y poco adicional dado que existen TLC entre casi todos los 12 países miembros y entre éstos y Estados Unidos con pocas excepciones como Australia y Nueva Zelandia. En esto es análogo al Tratado de Ottawa de 1932, siendo Gran Bretaña el centro del acuerdo de la época y sin excepciones.

Evocando el acuerdo de 1932 dice Obama en el Washington Post “El mundo ha cambiado. Las reglas cambian con él. Los Estados Unidos y no China, debería de escribirlas.” Obama enterró el multilateralismo de la OMC con esa frase y está listo a que Estados Unidos de manera unilateral defina las reglas. Quizás como el acuerdo de 1932 deba ser bautizado como un “acuerdo imperial”. De todos modos es un acuerdo que señala al debilitamiento del multilateralismo. La manera de las negociaciones quizás señala hacia la privatización de la gobernanza global. No se negocia como un acuerdo público sino como acuerdos privados.

lunes, 25 de julio de 2016

La naturaleza, cada vez más incapaz de satisfacer las necesidades humanas

Guillaume Krempp, Viento Sur

La degradación de la biodiversidad es tan fuerte que el ser humano podría verse obligado a suplir numerosos servicios que presta la naturaleza, como la polinización. La alarma no la hacen sonar unos ecologistas opuestos a la destrucción de un humedal, ni miembros de la Liga de Protección de las Aves, inquietos por la desaparición de especies. Proviene de un estudio publicado en la revista Science, que concluye que el 58% de la superficie terrestre, habitada por el 71% de la población mundial, experimenta un descenso de la biodiversidad terrestre que merma la capacidad de los ecosistemas para satisfacer las necesidades humanas.

Según los 23 científicos internacionales que han procesado estadísticamente 2,38 millones de informes sobre la fauna y la flora terrestres, la diversidad de especies ha disminuido, en efecto, un 15,4 % en más de la mitad de las tierras emergidas. Para ser sostenible, la pérdida de biodiversidad no debe ser superior al 10%, de acuerdo con otro estudio publicado en Science en 2015. “Esta pérdida de biodiversidad, si sigue descontrolada, socavará a la larga los esfuerzos a favor de un desarrollo sostenible”, concluyen.

Tim Newbold, investigador especializado en el impacto humano sobre la biodiversidad en la University College of London y director de estos estudios, se muestra inquieto: “Las funciones de los ecosistemas se ven gravemente amenazadas por esta desaparición de especies. En muchas zonas, la intervención humana tendrá que sustituir pronto los servicios prestados por la naturaleza.”

Pronósticos reservados para la economía mundial

Julio Gambina, Rebelión

La información actualizada que ofrece el FMI es un llamado de alerta sobre la evolución de la Economía Mundial. El resultado del plebiscito británico para salir de la Unión Europea, el BREXIT, le agregó “incertidumbre” a la economía mundial, dice el FMI en la revisión a la baja de las proyecciones de evolución económica del sistema mundial.

Destaca el informe que el principal impacto estará en Gran Bretaña y Europa pero también en las principales potencias del capitalismo mundial y como novedad, en los llamados países “emergentes”.

Estos países “emergentes”, durante un buen tiempo luego de estallada la crisis mundial capitalista en 2007/08 fueron receptores de los flujos internacionales de capital y por lo tanto aparecían “por afuera de la crisis”. El espejismo del crecimiento económico en estos países inducía opiniones erróneas sobre la territorialidad de la crisis.

domingo, 24 de julio de 2016

Etno-geopolítica de Niza a Múnich: la migración en picota


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

El choque de civilizaciones, de Samuel Huntington, anterior ideólogo del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU (http://goo.gl/QXOfrE), prosigue su programada marcha. Siete meses de atentados en un mundo caótico: desde noviembre de 2015 en París (http://goo.gl/VDFLpm), pasando por Bruselas en marzo de 2016, hasta Niza el simbólico 14 de julio, donde un franco-tunecino mató con un camión a 84 personas (incluidos 30 musulmanes): acto execrable reivindicado por yihadistas.

Pesa mucho la etnogeopolítica en la era de las masivas migraciones, propiciadas tanto por el outsourcing (deslocalización) de la globalización desregulada como por las guerras de la OTAN y Wall Street/la City. Después del atentado de Niza comenté que ya no existía un lugar seguro en Europa (https://goo.gl/js2nN0) y (https://goo.gl/kHoH99).

Hoy el terrorismo yihadista se ha vuelto una cama de agua, cuando las guerras de la OTAN en varios puntos del gran Medio Oriente compactaron a los pletóricos refugiados, quienes, por supervivencia, han fluido a Europa por cielo, mar y tierra, y entre quienes se han insertado los yihadistas.

El fallido golpe en Turquía y las conexiones con Estados Unidos

Eugenio García Gascón, Público

Los medios turcos han sugerido desde el primer momento del fallido golpe de Estado del pasado viernes la existencia de una posible conexión entre los militares golpistas y potencias extranjeras. Se ha mencionado en más de una ocasión a Estados Unidos, e incluso al “sionismo”, en alusión a Israel, aunque no se han aportado pruebas más allá de ciertos vínculos que podrían ser circunstanciales.

Pero el miércoles, en una entrevista con Al Jazeera, el presidente Recep Tayyip Erdogan se sumó a las teorías de la conspiración hablando de algunos “países”, en plural, que podrían haber impulsado el golpe. Naturalmente, Erdogan declinó especificar a qué países se refería aunque dijo que la fiscalía está investigando esta posibilidad.

“Puede haber otros países implicados también. La organización terrorista gülenista tiene también otra mente superior, si podemos decirlo así, y llegará el tiempo en que se descifrarán las conexiones (…) No creo que sea necesario esperar mucho tiempo”, declaró Erdogan.

Quién organizó el intento de golpe en Turquía y por qué fracasó

Patrick Kingsly, The Guardian

La noche del viernes de la semana pasada, en un primer momento todo parecía indicar que uno de los gobiernos más poderosos de Oriente Medio iba a ser derrocado. Los tanques paralizaron Estambul mientras los soldados irrumpían en la sede del partido en el gobierno, bombardeaban el parlamento, se hacían con el edificio de la jefatura militar y con el control de la televisión pública y anunciaban que el ejército estaba al mando del país.

El sábado ya era evidente que el intento de golpe de Estado había fracasado. Las imágenes que definen lo sucedido a lo largo de la noche muestran cómo los golpistas se rinden ante las masivas fuerzas gubernamentales. Se bajaban de los tanques y de los camiones con las manos en alto. Por alguna extraña razón, algunos solo llevaban ropa interior.

Después de que el gobierno afirmase que la cifra de detenidos se eleva a 6.000 presuntos conspiradores, queda por dilucidar cómo los golpistas pudieron llegar tan lejos, quiénes son los líderes del intento y por qué decidieron hacerlo aquella precisa noche.

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin