miércoles, 3 de junio de 2009

Michael Moore: Adiós General Motors

Por Michael Moore

Escribo esto en la mañana del fin de la otrora poderosa General Motors. Al mediodía, el presidente de Estados Unidos lo hará oficial: General Motors, como la conocemos, ha terminado. Sentado aquí en la ciudad natal de GM, Flint, Michigan, estoy rodeado de amigos y familiares llenos de ansiedad por lo que pasará con ellos y con la ciudad.

Cuarenta por ciento de los hogares y negocios de la localidad han sido abandonados. Imagine el lector lo que sería vivir en una ciudad donde casi todas las demás casas estuvieran vacías. ¿Cuál sería su estado de ánimo?

Es una triste ironía que la compañía que inventó la obsolescencia planeada –la decisión de construir automóviles que se cayeran en pedazos en unos cuantos años para que el cliente tuviera que comprar otro coche– ahora se haya vuelto obsoleta. Se negó a fabricar los automóviles que el público quería, que tuvieran gran rendimiento de gasolina, que fueran lo más seguros posible y extremadamente cómodos de manejar. Ah, y que no comenzaran a desmoronarse en unos años.

GM se empeñó en combatir las reglamentaciones ambientales y de seguridad. Sus ejecutivos desdeñaban con arrogancia los inferiores autos japoneses y alemanes, los cuales llegarían a ser el patrón oro de los compradores de coches. Y estaba empecinada en castigar a su fuerza de trabajo sindicalizada, despidiendo a miles de trabajadores por ninguna otra razón que mejorar el estado de resultados a corto plazo de la corporación. De 1980 en adelante, cuando reportaba utilidades sin precedente, trasladó incontables puestos de trabajo a México y otros lugares, con lo que destruyó la vida de decenas de miles de esforzados estadunidenses. La patente estupidez de esta política radicaba en que, al eliminar el ingreso de tantas familias de clase media, ¿quién creían que iba a poder comprar sus automóviles? La historia registrará este yerro en la misma forma en que hoy recuerda a los franceses que construyeron la Línea Maginot o a los romanos que envenenaron inadvertidamente su sistema de agua al incorporar plomo letal a sus tuberías.

Aquí estamos, pues, en el lecho de muerte de General Motors. El cuerpo de la empresa aún no está frío y descubro que me siento rebosante de –me atrevo a decir– júbilo. No es el júbilo de la venganza contra una corporación que arruinó mi ciudad natal, que dejó sin hogar a la gente con la que crecí y le trajo miseria, divorcios, alcoholismo, desamparo, debilidad física y mental y drogadicción. Tampoco, obviamente, me alegra saber que otros 21 mil trabajadores de GM recibirán la noticia de que también ellos se han quedado sin empleo. Pero ustedes y nosotros y el resto de los estadunidenses ¡ahora somos dueños de una empresa automotriz!

Lo sé, lo sé... ¿quién diablos quiere manejar una fábrica de autos? ¿Quién de nosotros quiere que 50 mil millones de dólares de nuestros impuestos se arrojen al agujero de ratas que será este nuevo intento de rescate de GM? Digámoslo con claridad: la única forma de salvar a la empresa es darle muerte.

Sin embargo, salvar nuestra preciosa infraestructura industrial es otra cosa, y debemos darle máxima prioridad. Si dejamos que cierren y desmantelen nuestras plantas, lamentaremos amargamente su desaparición cuando caigamos en cuenta de que esas fábricas podrían haber construido los sistemas de energía alternativa que necesitamos con desesperación. Y cuando reparemos en que la mejor forma de transportarnos es con ferrovías ligeras, trenes balas y autobuses más limpios, ¿cómo podremos construirlos si permitimos que desaparezca nuestra capacidad industrial y su fuerza de trabajo capacitada?

Así pues, ahora que el gobierno federal y el tribunal de quiebras reorganizan a General Motors, he aquí el plan que pido al presidente Barack Obama que ponga en práctica para bien de los trabajadores, de las comunidades de GM y de la nación en su conjunto. Hace 20 años, cuando hice Roger & Me, traté de advertir a la gente sobre lo que le esperaba a General Motors. Si la estructura del poder y la tecnocracia hubiera escuchado, tal vez mucho de esto se habría podido evitar. Con base en mi trayectoria, solicito que se preste honrada y sincera consideración a las sugerencias siguientes:

1. Así como hizo el presidente Roosevelt después del ataque a Pearl Harbor, Obama debe decir a la nación que estamos en guerra y que debemos convertir de inmediato nuestras fábricas de automóviles en instalaciones que construyan vehículos de transporte en masa y dispositivos de energía alternativa. En 1942, en Flint, en cuestión de meses GM detuvo toda la producción de autos y de inmediato usó las líneas de producción para construir aviones, tanques y ametralladoras. La conversión se realizó en un abrir y cerrar de ojos. Todo el mundo participó. Los fascistas fueron derrotados.

Ahora estamos en una guerra diferente, la que hemos emprendido contra el ecosistema, guiados por nuestros líderes. Esta guerra tiene dos frentes. Uno tiene su cuartel general en Detroit. Los productos construidos en las fábricas de GM, Ford y Chrysler son algunas de las mayores armas de destrucción en masa, causantes del calentamiento global y del derretimiento de nuestros casquetes polares. Puede que esos objetos que llamamos carros sean divertidos de manejar, pero son como un millón de dagas en el corazón de la madre naturaleza. Continuar construyéndolos sólo conducirá a la ruina de nuestra especie y de gran parte del planeta.

El otro frente en esta guerra ha sido abierto por las compañías petroleras contra ustedes y yo. Están dedicadas a esquilmarnos todo lo que pueden, y han sido irrefrenables vendedoras de la finita cantidad de petróleo que se ubica bajo la superficie de la tierra. Saben que la están chupando hasta dejarla seca. Y como los magnates madereros de principios del siglo XX, a quienes les importaban un cacahuate las generaciones futuras y arrasaban con cuanto bosque cayera en sus manos, estos barones del petróleo no dirán al público lo que saben que es verdad: que queda sólo crudo utilizable para unas cuantas décadas más en el planeta. Y conforme los días finales del petróleo se acercan, prepárense para ver a algunas personas muy desesperadas, dispuestas a matar o morir por un litro de gasolina.

El presidente Obama, ahora que ha asumido el control de GM, necesita convertir de inmediato las fábricas a los nuevos usos necesarios.

2. No pongan otros 30 mil millones de dólares en las arcas de GM para fabricar automóviles. Usen ese dinero para mantener empleada a la actual fuerza de trabajo –y a la mayoría de los que han sido despedidos– para que pueda construir los nuevos modos de transporte del siglo XXI. Que el trabajo de conversión empiece ahora mismo.

3. Anuncien que en los próximos cinco años tendremos trenes balas cruzando el país. Japón celebra este año el aniversario 45 de su primer tren bala; ahora tiene docenas. Velocidad promedio: 265 kilómetros por hora. Tiempo de demora promedio: 30 segundos. Ellos llevan ya casi cinco décadas con esos trenes de alta velocidad... ¡y nosotros no tenemos uno solo! Es criminal que ya exista la tecnología para ir de Nueva York a Los Ángeles en 17 horas, y que no la hayamos usado. Contratemos a los desempleados para que construyan las nuevas vías de alta velocidad por todo el país. De Chicago a Detroit en menos de dos horas. De Miami a Washington en menos de siete. De Denver a Dallas en cinco y media. Se puede hacer, y hacerse ya.

4. Emprendan un programa para poner líneas de tren ligero masivo en todas nuestras ciudades grandes y medianas. Construyan esos trenes en las fábricas de GM. Y contraten pobladores locales en todas partes para instalar y operar este sistema.

5. Para los habitantes de zonas rurales que no sean atendidos por los trenes, que las plantas de GM produzcan autobuses limpios y eficientes en el uso de energía.

6. Por el momento, que algunas fábricas construyan vehículos híbridos o eléctricos (y baterías). Llevará algunos años que la gente se acostumbre a las nuevas formas de transporte, así que si vamos a tener automóviles, que sean más amables. Podemos construirlos el mes próximo (no le crean a quien les diga que llevaría años reacondicionar esas fábricas: no es cierto).

7. Transformen algunas de las fábricas vacías de GM en instalaciones que construyan molinos de viento, paneles solares y otros medios de energía alternativa. Ahora mismo necesitamos decenas de millones de paneles. Y existe una fuerza de trabajo capacitada y dispuesta que puede construirlos.

8. Concedan incentivos fiscales a quienes se transporten en automóvil híbrido o en autobús o tren. También, créditos para quienes conviertan su hogar a energía alternativa.

9. Para contribuir a sufragar esto, impongan un gravamen de dos dólares por cada litro de gasolina. Esto impulsará a las personas a cambiar hacia autos ahorradores de energía o a utilizar las nuevas líneas de tren que las antiguas empresas automotrices han construido para ellas.

Bueno, es un principio. Por favor, por favor, no salven a GM para que una versión más pequeña de ella no haga otra cosa que construir Chevys o Cadillacs. Eso no es solución a largo plazo. No tiren dinero bueno en una compañía cuyo tubo de escape funciona mal y llena el auto de un olor extraño. Este año se cumple un siglo de que los fundadores de General Motors convencieron al mundo de renunciar a sus caballos, sus sillas y sus carruajes para probar un nuevo modo de transporte. Ahora es tiempo de que digamos adiós al motor de combustión interna. Parece habernos servido bien durante largo rato. Disfrutamos los restaurantes de servicio en el auto. Nos divertimos en el asiento delantero y también en el trasero. Vimos películas en grandes pantallas al aire libre, fuimos a las carreras en pistas de todo el país, y echamos nuestra primera ojeada al Pacífico desde la ventanilla por la autopista costera. Y ahora, ya acabó. Es un nuevo día y un nuevo siglo. El presidente –y el sindicato de trabajadores automotrices– deben aprovechar el momento y crear una gran jarra de limonada con este limón* tan amargo y triste.

Ayer, la última persona sobreviviente del desastre del Titanic pasó a mejor vida. Escapó a una muerte segura esa noche y vivió otros 97 años. Del mismo modo, podemos sobrevivir a nuestro Titanic en todos los Flints, Michigan, de este país. Sesenta por ciento de GM es nuestro. Creo que podemos darle un mejor empleo.

* En lenguaje informal, los estadunidenses llaman lemon a cualquier objeto inservible, por ejemplo un automóvil (T.)

Traducción: Jorge Anaya

Los chinos se quedan con el Hummer


El consorcio automovilístico estadounidense General Motors ha alcanzado un principio de acuerdo con la empresa de maquinaria china Sichuan Tengzhong Heavy Industrial Machinery Company para la venta de su filial de todoterrenos Hummer, según informa The New York Times. Sin embargo, esta operación, a pesar de que Sichuan Tengzhong es una empresa privada, requiere la aprobación por parte del Gobierno de China, que mantiene el derecho de veto ante cualquier intención de compra fuera del país por parte de una empresa china.

El anuncio del comprador de Hummer se produce después de que se diera a conocer un acuerdo para la venta de esta firma de todoterrenos, aunque no se especificaron los detalles del nuevo inversor ni del montante de la operación. No obstante, diferentes analistas estiman que la venta de Hummer podría cerrarse por algo menos de 500 millones de dólares (352 millones de euros al cambio actual).

Sichuan Tengzhong se dedica a la producción de maquinaria para la construcción de carreteras, puentes y de mantenimiento, entre otros aspectos. Sin embargo, la compra de Hummer podría servir para introducirse en el negocio de camiones pesados.

El consorcio automovilístico que preside Fritz Henderson señaló que la venta de Hummer permitirá mantener 3.000 puestos de trabajo en Estados Unidos y la continuidad de 153 concesionarios. Asimismo, esta operación servirá para mantener la sede central de la compañía en este país. La venta de Hummer, que General Motors espera cerrar a finales del tercer trimestre del año, se enmarca en el plan de reestructuración de la empresa, que ayer presentó la solicitud de suspensión de pagos ante el Tribunal de Quiebras de Nueva York.

martes, 2 de junio de 2009

Desempleo sigue afectando a economías europeas

El desempleo continúa extendiéndose en la zona euro, donde ya afecta al 9,2% de la población activa. Según información facilitada por la oficina estadística comunitaria (Eurostat), en abril la tasa de desempleo aumentó tres décimas en los países de la moneda única (1,9 puntos si se compara con abril de 2008) y dos en el conjunto de los Veintisiete (1,8 puntos más que un año antes).

En el último año, 4,653 millones de personas han perdido su empleo en la UE (556.000 sólo en abril), de los que 3,1 millones están en el área del euro (donde el paro subió en abril en 396.000 personas). De esta manera, el desempleo afecta ya a 21 millones de personas en los veintisiete países y, de ellos, 14,6 millones corresponden a los países de la moneda única.

España, con una tasa de paro del 18,1%, volvió a ser, un mes más, el Estado miembro con más desempleo. Le siguen Letonia (17,4%), Lituania (16,8%) y Estonia (13,9%). Estos tres países bálticos son donde más rápidamente está aumentando el desempleo, tanto en términos mensuales como interanuales. Por el contrario, los países que, a pesar de la crisis, siguen teniendo un paro más reducido son Holanda (3%), Austria (4,2%) y Chipre (5,4%).

De las grandes economías para las que hay información actualizada, en Francia la desocupación se situó en abril en 8,9% y en Alemania en 7,7%. En ambos casos una décima más que en marzo.

Casi, casi como el Imperio Romano


En un artículo que escribí en marzo del año pasado hablaba de Harold Bloom y cómo este intelectual y gran crítico literario comparaba la crisis que se nos venía encima con la caída del Imperio Romano.
Era una época en que aún la prensa, los gobiernos y muchos economistas la negaban, pese a que ya llevábamos ocho meses anunciándola. A la luz de las imágenes de este clip, entendemos claramente a que se refería Harold Bloom. Un país que no sólo se enfermó y endeudó por salir a matar iraquíes, sino por un nivel de descomunal derroche digno de una película de Cecil B. DeMille. Las imágenes, forman parte de la serie pueblos fantasmas.

¿El Dow Jones a 1.000?

En Broad Market, página especializada en materia financiera encuentro una interesante reflexión de Robert Prechter sobre el posible futuro del Dow Jones. ¿Será para tanto? Léalo a continuación:
"Los lectores a veces me preguntan si en serio el Dow va a caer por debajo del 1000. La gente puede entender que el Dow puede caer medido en términos de oro, pero están tan convencidos de que va a venir la hiperinflación que consideran esta idea como algo fuera de la realidad. La razón principal por la que creo que el Dow va a caer a esos niveles de 1000 es la estructura que presenta. Pero también puedo ver una razón monetaria para que esto ocurra y es que la enorme inflación de los últimos 76 años se ha producido principalmente por medio de emisión de instrumentos de crédito, no por los billetes. El crédito puede colapsarse.
El único resultado monetario que tiene sentido para la Onda de Elliott es la estructura del valor de mercado de los créditos denominados en dólares, va a reducirse en más del 90 por ciento. Habida cuenta de la erosión del Estado de bienes de capital en los EE.UU. y el agotamiento de la capacidad de fabricación, no es difícil ver por qué todos estos pagarés tienen un deterioro en la base de reembolso. El futuro ya ha sido totalmente hipotecado; es el momento de pagar. Pero no hay dinero para pagar, sólo más pagarés que no pueden ser pagados. Por lo tanto, la oferta de crédito (después de un breve respiro) tenderá a disminuir, lo que significa que la riqueza y, por tanto, el poder adquisitivo, van a desaparecer junto con él. En el sentido más amplio, este cambio supondrá un colapso en la oferta de dinero. Este enfoque monetario si es coherente con que el Dow caiga por debajo de 1000 en términos nominales. Es una de las razones por las que convence.
El crash se subtitula ¿cómo sobrevivir y prosperar en una depresión deflacionaria? Desde luego, la FED tiene la capacidad de imprimir billetes. Sin embargo espero que al final el desplome del valor de los créditos sea tan rápido que las autoridades no van a actuar a tiempo para contrarrestarlo. Se seguirá tratando de mantener la ficción de que los pagarés conservan todo el valor nominal para mantener la espectacular estafa. Después si lo hará, pero será demasiado tarde."

La hipótesis es que el futuro está totalmente hipotecado. Y con el tema del fuerte endeudamiento del cual Ronald Reagan fue el inventor como nos cuenta Paul Krugman, nos aguarda un período de gran frugalidad. Al parecer, la fiesta se acabó, y los períodos de derroche con champaña y caviar que Wall Street intentó clonar en varios lugares del mundo, han terminado. La hipótesis de las vacas flacas, cobra cada día más fuerza.

Acceso el artículo El futuro ha sido totalmente hipotecado en Broad Market.

lunes, 1 de junio de 2009

Paul Krugman: "Reagan lo hizo"

"Este proyecto de ley es la legislación más importante para las instituciones financieras en los últimos 50 años. Proporciona una solución de largo plazo para el ahorro de las instituciones con problemas", señaló Ronald Reagan en 1982, al firmar la Ley de las Instituciones Depositarias Saint-Germain.

De esta forma comienza el último comentario de Paul Krugman en The New York Times, aportando valiosos elementos que atribuyen a los republicanos y al gobierno de Ronald Reagan, el descalabro de la situación económica actual.
Krugman recuerda que la deuda federal como porcentaje del PIB cayó de manera constante desde el fin de la segunda guerra mundial hasta 1980. Sin embargo, con Reagan comenzó el rápido aumento de la deuda pública, que fue, curiosamente, eclipsada por el aún más rápido endeudamiento de la deuda privada que hizo posible la desregulación financiera que patrocinó Reagan.
"Este fue el gran legado de la América de Reagan, un legado que aún tiene consecuencias", agrega Krugman.

La desregulación financiera de los oscuros años de Regan tuvo además otras perlas: quitó los requerimientos de un pie a adelanto para la compra de viviendas, por lo que ya las familias no requerían de un ahorro previo.
Las restricciones puestas en marcha en los años 30 por los líderes políticos que experimentaron una terrible crisis financiera se hicieron pensando en impedir una repetición de ese grave momento. Pero en 1980 la memoria de la depresión se había desvanecido.
"Es el gobierno el problema, señaló Reagan, no la solución. La magia del mercado debe ser puesta en libertad".

Krugman señala que Estados Unidos no siempre fue una nación de grandes deudas y nulo ahorro, como ahora: "Para los años 70 el endeudamiento era normal y los estadounidenses ahorraban casi el 10% de sus ingresos. Fue con Reagan que los ahorros desaparecieron... Y los estadounidenses comenzaron a acumular deudas gigantescas"
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Krugman no dice (esto lo digo yo) que la idea del endeudamiento fue formulada por Milton Friedman en su Teoría del ingreso permanente, que suponía flujos constantes y sin pérdida de valor a lo largo de toda la vida laboral. Con esta tesis, una persona que ganaba 100 mil dólares anuales podía aspirar a ganar 40 millones de dólares en poco más de 30 años de vida laboral lo que le permitía comprar hoy los bienes que demandaría en el mediano y largo como la vivienda o el automovil.
Todo esto, por cierto, es muy bueno para la economía (trasladar todos los consumos futuros al presente) porque le da gran vitalidad. Pero nadie se puso en el caso de un paro generalizado con una masiva pérdida de empleos que cortara todo el suministro de pagos.
Eso es lo que ha ocurrido con la crisis actual y es lo que nos tiene en una situación tan delicada: los impagos se ha multiplicado por millones. Todas las cañerías se han secado y las inyecciones de liquidez son insuficientes. Más aún cuando las cifras de desempleo se elevan a niveles inéditos en todo el mundo. Pronto se llegará al 10% de desempleo mundial, una situación nunca vista en la historia. Sólo cuando comencemos a ver señales de vida en el empleo, podremos hablar de recuperación. Por ahora, nos mantendremos en esta senda moribunda y arrastrándonos con cuidado para no caer en las mortales arenas movedizas que nos rodean.

Lea el artículo de Paul Krugman en The New York Times
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Actualización: Este artículo apareció en el diario El País de España con el título Paul Krugman: La culpa la tiene Reagan, el 28 de junio.

Geithner: La recesión es aún "potente y peligrosa"

El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, reconoció que la recesión es aún "potente y peligrosa" en gran parte del mundo y recordó que, a pesar de los últimos síntomas positivos, el FMI considera que en 2009 el PIB global será negativo por primera vez en 60 años, lo que indica que el crédito se resentirá durante un tiempo.

Sin embargo, afirmó que "la recesión global parece estar perdiendo fuerza" y destacó que el sistema financiero estadounidense se está saneando y que ahora parece que el mundo podrá evitar el colapso financiero y la deflación. Geithner intervino hoy en un acto público en la Universidad de Pekín, en la que él mismo estudió en la década de 1980.

Con respecto a la maltrecha industria automovilística estadounidense, Geithner manifestó su esperanza en que tanto General Motors como Chrysler puedan mantenerse por sí mismas una vez superado el proceso de quiebra.

"Queremos una salida rápida y limpia, que se produzca tan pronto como las condiciones la permitan", indicó. "Somos muy optimistas y creemos que estas firmas emergerán (de la reestructuración) sin más ayudas del Gobierno", dijo.

Desendeudamiento, Desglobalización, Re-Regulación

La vida después de la crisis, dice Bill Gross de Pimco, se caracterizará por DDR: desendeudamiento, desglobalización y re-regulación. Hay evidencia abundante de lo primero y último. Y de lo segundo, poco lo ilustra mejor que el mercado asiático de préstamos.

En los años antes del colapso del crédito, los prestamistas occidentales bullían en Asia. Jefes de banca corporativa y de inversión tocaban la puerta de cualquier gerente de finanzas que quisiera escuchar. Puede que hayan sabido poco del negocio, pero los banqueros sabían que su propuesta de ventas tenía el respaldo de un balance amplio y de financiamiento barato.

Ahora están en retirada. Hace tres años, entre los 20 principales organizadores de créditos sindicados en Asia, excluyendo Japón y Australia, los bancos no asiáticos tenían una participación de 29%. En lo que va de este año, su participación es de 7%. Había cinco bancos no asiáticos en los diez primeros en 2006, ahora hay dos. En términos de posiciones en un ranking, BNP Paribas, Citigroup y HSBC han caído más.

Puede que los bancos occidentales quieran volver, algún día. Fuera de Japón y Australia, los mercados asiáticos de préstamos han tendido a guiarse por las transacciones y no las relaciones. Se podría perdonar a un banco ahora por quedarse al margen si vuelve en un par de años ofreciendo los mismos dólares a mejores precios.

Pero mientras los bancos foráneos guardan el capital para prestar a sus mejores clientes domésticos, pueden descubrir que los motores de crecimiento del mundo funcionan bien sin ellos. Los bancos asiáticos representan casi 3% de los US$ 1,47 trillones amortizados globalmente hasta ahora. Por cada dólar perdido, los bancos estadounidenses y europeos han, entre tanto, levantado 80 centavos; en Asia, han levantado US$ 1,68. Las instituciones domésticas sanas capaces de desplegar sus balances ahora pueden captar negocios anexos (canjes cambiarios, emisiones de capital, mandatos de compras y fusiones) que no entregarán fácilmente. Para los que hagan la pausa, la participación de mercado que ganaron con facilidad, se perderá con la misma facilidad.

General Motors se declara hoy en quiebra


La gigante automotriz General Motors (GM) se declarará hoy en quiebra antes de la apertura de los mercados, según confirmó la noche del domingo un alto funcionario de la Casa Blanca. El gigante industrial estadounidense fue incapaz de reestructurar su deuda no asegurada, cifrada en US$ 27.200 millones, uno de los requisitos impuestos por el Gobierno estadounidense para seguir financiando al fabricante de automóviles.

Desde diciembre, Washington ha proporcionado a GM casi US$ 20.000 millones para mantener sus factorías en operación. Ahora, el Gobierno estadounidense proporcionará otros US$ 30.000 millones para que el fabricante complete su reestructuración. El presidente Barack Obama, explicará las razones que han llevado al colapso del gigante del automóvil y los motivos de la asistencia gubernamental.

Tras Obama, el presidente de General Motors, Fritz Henderson, celebrará una rueda de prensa para detallar los pasos que dará la empresa mientras se encuentre sometida a las leyes de quiebra estadounidenses y bajo supervisión judicial. Henderson anunciará la clausura de 11 factorías y el cierre temporal de otras tres como parte del proceso de reorganización, lo que supondrá la eliminación de 21.000 puestos de trabajo.

Obama tiene previsto poner como ejemplo de lo que le espera a General Motors el caso de Crhysler, que se declaró en bancarrota el pasado 30 de abril por razones similares a las de GM. En un mes, Chrysler ha conseguido solucionar gran parte de sus problemas legales y The Wall Street Journal dijo incluso que la empresa podría salir de la quiebra hoy mismo si el juez que supervisa sus actividades aprueba la venta de activos a Fiat. Sin embargo, un alto funcionario de la administración Obama reconoció que la situación de General Motors es "más compleja" que la de Chrysler y que el proceso será más lento pero anticipó que la nueva GM podría estar funcionando en 60 o 90 días.

Costes sociales de la crisis

Editorial de El País

Desde principios de la década de los noventa, la sociedad española viene conformándose como la resultante de un mercado de trabajo dual. En ese mercado se distingue cada vez con mayor nitidez un conjunto de trabajadores y asalariados que disponen de contratos fijos, protegidos por normas estrictas de indemnización y derechos legales adquiridos frente a un universo laboral cada vez más amplio de trabajadores a tiempo parcial, frecuentemente precario, que impide por su propia naturaleza fragmentaria el aprendizaje del oficio o profesión, con niveles muy bajos de retribución -los mileuristas- y sin derechos acumulados. En este mercado dual, el volumen de trabajadores con contratos permanentes tiende a disminuir en beneficio de la contratación temporal o parcial. Este fenómeno, agudizado por la presión competitiva de países con mercados de trabajo sin derechos y con salarios próximos a la miseria, ha exacerbado las hipótesis sociológicas de que a medio plazo la contratación fija en los mercados occidentales quedará reducida a un grupo exiguo de privilegiados, atareados en labores de cierta complejidad, mientras que el volumen mayor de trabajo, de menor calificación, es servido por la mayor parte de la población asalariada a través de contratos irrisorios y sin derechos.

La recesión económica agudiza estos temores. El desempleo de larga duración, el número creciente de parados y la creciente resistencia que muestran las empresas a la contratación fija o temporal parecen reforzar la tesis de que la clase media, formada en estructuras laborales de estabilidad, tenderá a desaparecer o a reducir su tamaño. Pero no es seguro que la estructura laboral vigente o las consecuencias de esta recesión destructiva empujen hacia un mundo dividido en unos pocos privilegiados y una mayoría de mileuristas. En primer lugar, porque algunas sociedades han conseguido conjurar parcialmente esa fatal división y son las que con mayor tenacidad han apostado por invertir en educación de calidad y han desarrollado economías con más valor añadido. Y después, porque es inevitable una reforma del mercado de trabajo. Esa reforma debería reforzar la estabilidad del empleo y los derechos de los trabajadores y descartar una precarización del empleo para competir con los mercados asiáticos; sencillamente, porque no es posible competir en una carrera cuya meta final es la eliminación de cualquier compromiso legal o retributivo. Así no se sostiene una economía desarrollada.

Mientras llega el cambio laboral, que bien podría empezar a debatirse sobre el modelo de contrato único y estable con costes de indemnización y despido proporcionales a los años trabajados, la sociedad española está pagando de forma muy desigual las facturas de la recesión. La base social que soporta el paro y las reducciones de renta se limita a los trabajadores de empresas privadas de sectores que no están protegidos por la regulación. Ni las actividades reguladas -el ejemplo más conocido es la electricidad- ni el funcionariado parecen afectados por esta crisis. Tampoco se tiene constancia de que las comunidades autónomas, con gastos de estructura muy altos, o los ayuntamientos se apliquen con fervor a elaborar planes de reducción de costes. Si la austeridad no se aplica sobre bases sociales más amplias, el ajuste va a durar más de lo que suponen el Gobierno y los agentes sociales.

El País

La clase media en peligro

Adiós, clase media, adiós
La recesión golpea con dureza al principal sustento del Estado de bienestar

RAMÓN MUÑOZ, El País

Ridiculizada por poetas y libertinos; idolatrada por moralistas; destinataria de los discursos de políticos, papas, popes y cuantos se suben alguna vez a un púlpito en busca de votantes o de adeptos; adulada por anunciantes; recelosa de heterodoxias y huidiza de revoluciones; pilar de familias y comunidades; principal sustento de las Haciendas públicas y garante del Estado de bienestar. La clase media es el verdadero rostro de la sociedad occidental. En un mundo globalizado, en el que hasta en el más mísero país siempre se puede encontrar a alguien con suficientes medios para darse un paseo espacial, sólo la preeminencia de la clase media distingue los Estados llamados desarrollados del resto. Los países dejan de ser pobres no por el puesto que ocupan sus millonarios en el ranking de los más ricos -de ser así, México o la India estarían a la cabeza del mundo dada la fortuna de sus potentados-, sino por la extensión de su clase media.

Pero parece que la clase media está en peligro o, al menos, en franca decadencia. Eso piensan muchos sociólogos, economistas, periodistas y, lo que es más grave, cada vez más estadísticos. Como los dinosaurios, esta "clase social de tenderos" -como la calificaban despectivamente los aristócratas de principios de siglo XX- aún domina la sociedad, pero la actual recesión puede ser el meteorito que la borre de la faz de la Tierra. Siguiendo con la metáfora, el proceso no será instantáneo sino prolongado en el tiempo, pero inevitable. La nueva clase dominante que la sustituya bien pudieran ser los pujantes mileuristas, los que ganan mil euros al mes. Tal y como sucedió cuando los mamíferos sustituyeron a sus gigantes antecesores, los mileuristas tienen una mayor capacidad de adaptación a circunstancias difíciles. También se adaptan los pobres, pero no dejan de ser excluidos, mientras que los mileuristas son integradores de la masa social. Por eso se están extendiendo por todas las sociedades desarrolladas.

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Paul Krugman: Estado de parálisis

Siempre se ha dicho que California es el lugar al que primero llega el futuro. ¿Pero sigue eso siendo cierto? Si es así, que Dios ampare a Estados Unidos.

La recesión ha golpeado con fuerza al Estado Dorado. La burbuja inmobiliaria era allí mayor que en casi cualquier otro lugar, y el desastre también ha sido mayor. La tasa de paro de California, del 11%, es la quinta más alta del país. Y por consiguiente, los ingresos del Estado se han resentido.

Sin embargo, lo que es realmente preocupante acerca de California es la incapacidad del sistema político para hacer frente a la situación.

A pesar de la depresión económica, a pesar de las políticas irresponsables que han duplicado la carga de la deuda del Estado desde que Arnold Schwarzenegger se convirtió en gobernador, California tiene unos recursos humanos y financieros inmensos. No debería tener una crisis fiscal; no debería estar a punto de recortar servicios públicos esenciales y de negar la cobertura sanitaria a casi un millón de niños. Pero así es, y uno tiene que preguntarse si la parálisis política de California es un presagio del futuro que le espera a todo el país.

Las semillas de la actual crisis de California se plantaron hace más de treinta años, cuando la inmensa mayoría de los votantes aprobó la Propuesta 13, una medida electoral que colocó una camisa de fuerza al presupuesto del Estado. Se limitaron los tipos de interés sobre la propiedad, y los propietarios de viviendas se vieron protegidos de los aumentos en sus bases imponibles aunque el valor de sus casas estuviera subiendo.

La consecuencia fue un sistema de impuestos que es tan injusto como inestable. Es injusto porque los propietarios de vivienda más mayores suelen pagar muchos menos impuestos sobre la propiedad que sus vecinos más jóvenes. Es inestable porque la limitación de los impuestos sobre el patrimonio ha obligado a California a ser mucho más dependiente que otros Estados de los impuestos sobre la renta, que caen en picado durante las recesiones.

Sin embargo, es más grave aún el hecho de que la Propuesta 13 ha hecho que sea extremadamente difícil subir los impuestos, incluso en momentos de emergencia: no se puede subir ningún impuesto estatal sin una mayoría de dos tercios en las dos cámaras legislativas del Estado. Y la reacción recíproca entre esta disposición y las tendencias políticas del Estado ha sido desastrosa.

Porque California, donde los republicanos iniciaron la transformación mediante la que dejaron de ser el partido de Eisenhower y se convirtieron en el partido de Reagan, es también el lugar en el que iniciaron su siguiente transformación, la que les convirtió en el partido de Rush Limbaugh. A medida que la marea política se ha ido volviendo en contra de los republicanos de California, los miembros restantes del partido se han vuelto cada vez más radicales, cada vez menos interesados en la labor de gobernar.

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