viernes, 18 de septiembre de 2009

Desempleo afecta a 240 millones de personas

La Organización Internacional del Trabajo prevé que el persistente deterioro del mercado laboral en el mundo generará un aumento en el desempleo mundial de 61 millones de trabajadores respecto a 2007, y podría elevar el desempleo de 219 a 241 millones, el mayor nivel nunca registrado.

“Hoy el desempleo permanece masivo como consecuencia de la crisis. Si las medidas especiales tomadas pierden fuerza o son suspendidas demasiado pronto, la crisis del empleo podría empeorar aún más. Las personas en el mundo, y en particular los más vulnerables y en situación de desventaja, no percibirán que la crisis está disminuyendo hasta que no tengan un trabajo decente o un piso mínimo de protección social. Una recuperación sin empleo no será socialmente o políticamente sostenible”,
dijo Juan Somavia, Director General de la OIT, en un comunicado del organismo previo a la Cumbre del G20 que se realizará en Pittsburg entre el 24 y 25 septiembre.


“La Cumbre G20 en Pittsburgh, ofrece la oportunidad para un compromiso continuo y de mayor relevancia para apoyar las medidas orientadas al empleo y la protección social hasta el momento en que la demanda privada pueda sostener tanto la recuperación económica como el empleo. Un sólido crecimiento económico y un sólido crecimiento del empleo deben ir de la mano. Las políticas deberían permanecer orientadas hacia ambos objetivos de manera simultánea para maximizar el potencial de crecimiento del empleo en el período de recuperación económica.


El informe señala que el “Pacto Mundial Para el Empleo” aprobado en Junio de 2009, por los miembros tripartitos de OIT (gobernantes, empleadores y trabajadores) proporcionaron un conjunto de medidas internacionales destinadas a alcanzar estos objetivos.

De acuerdo con el estudio, los empleos salvados o creados como resultado de las medidas tomadas por los países del G20 equivalen a entre 29 y 43 por ciento del total del aumento en el desempleo en la primera mitad de 2009, lo cual significa que sin estas medidas el desempleo habría sido mucho más alto en esos países.

El estudio de la OIT encontró que las seis medidas tomadas con mayor frecuencia incluyen: gastos adicionales en infraestructura, subsidios y reducción de los impuestos para las pequeñas empresas; crédito para las pequeñas empresas; programas de formación e instalaciones; consultación con las organizaciones de empleadores y trabajadores; y protección social a través de transferencias monetarias. Estas medidas corresponden en grandes líneas con las opciones políticas descritas en el Pacto Mundial para el Empleo.

Bajo el espectro del proteccionismo

El fantasma de la Ley Smoot-Hawley sigue rondando por el mundo. Y aunque se daba por desterrado, ha reaparecido. Esta vez, bajo el mandato de Obama. Se trata de un hecho muy significativo que pone en el tapete la clásica concepción del “libre comercio”.

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jueves, 17 de septiembre de 2009

Diputados argentinos aprobaron reformas que limitan la concentración en los medios de comunicación


Telesur
La Cámara de Diputados del Congreso de Argentina aprobó la madrugada de este jueves el proyecto de Ley de Comunicación Audiovisual impulsado por el Gobierno de ese país. En la sanción, el proyecto de Ley recibió 147 votos a favor, cuatro en contra y una abstención, con lo que la Cámara de Diputados giró al Senado para el texto para su sanción definitiva. Los votos favorables fueron aportados por diputados del Frente para la Victoria, el Movimiento Popular Neuquino, Encuentro Popular, la Concertación, Solidaridad e Igualdad, entre otras agrupaciones políticas.

Si bien se realizaron verificaciones posteriores a la votación para corregir las primeras lecturas del tablero y proceder a la publicación de las cifras finales, al principio la pizarra electrónica del hemiciclo de la Cámara indicó 146 votos afirmativos, tres negativos y tres abstenciones, con 104 ausentes.


El proyecto fue aprobado con más de 200 modificaciones de fondo, algunas sustanciales, como la prohibición a las empresas telefónicas de participar en el negocio de la televisión por cable.
Luego de trece horas de debate y después de la aprobación en general, los diputados debatían en las primeras horas de este jueves cada artículo de la iniciativa jurídica, en un trámite en el que varios legisladores tenían previsto proponer modificaciones al texto original.
El texto establece que una empresa no puede tener más de diez licencias de radio y televisión, 14 menos que el límite actual, y que tampoco puede ser titular de un canal de TV de aire y de uno de cable en una misma localidad, uno de los puntos que mayores críticas ha provocado entre las empresas con intereses en el sector.

También crea cupos de producción local e indica que las compañías con licencias pueden tener hasta un 30 por ciento de participación extranjera, salvo que se trate de una empresa de un país que haya firmado un tratado de "reciprocidad efectiva" con Argentina, lo que habilita una participación mayoritaria de capital de origen foráneo.
Al abrir el debate, el titular de la Comisión Parlamentaria de Comunicaciones, Manuel Baladrón, dijo que se trata del proyecto que, "junto a la Ley Federal de Educación, ha llegado al Congreso Nacional con más aire fresco de consenso de distintos sectores", fruto de los foros de debate realizados en todo el país y dijo que busca saldar "una vieja deuda" del Congreso con la sociedad.

"Estamos tocando intereses poderosos que se sentían impunes y usaban todo tipo de elementos para impedir que una nueva ley regule los medios so pretexto de afectar la libertad de expresión", aseveró Baladrón.

Tras la exposición del miembro informante, diputados opositores de la Unión Cívica Radical (UCR), la Unión PRO y la Coalición Cívica plantearon cuestiones de privilegio para denunciar supuestas irregularidades en la firma del dictamen y en el desarrollo de la sesión especial.

Telesur

Declaración de la CLACSO sobre la crisis

Los integrantes del Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, sobre “Economía mundial, corporaciones transnacionales y economías nacionales” reunidos en la Ciudad de Buenos Aires durante los días 2 y 3 de septiembre del año en curso con el propósito de analizar la Crisis capitalista mundial, las propuestas de superación y sus impactos en América Latina, luego de un intenso y fructífero intercambio de opiniones, manifiestan:

1.- El comportamiento de los principales indicadores económicos y sociales permite afirmar que la economía capitalista mundial se encuentra lejos de retomar la senda del crecimiento, tal y como se ha venido afirmando en informaciones provenientes de centros de poder del capitalismo transnacional, divulgadas profusamente en los medios masivos de comunicación, y con las que se busca minimizar los alcances de la crisis y la severidad de sus impactos a escala planetaria. Aunque se está en presencia de un hecho que se encuentra en pleno proceso de despliegue y cuyo desenvolvimiento específico puede presentar variados recorridos, hasta el momento no hay nada que indique que la crisis tocó fondo y menos que haya llegado a su fin. Si ese fuera el caso, la mayoría de las estimaciones indican que se asistirá a un largo período depresivo, o a una muy lenta recuperación que en el mejor de los casos permitirá alcanzar, en algunos años más, los niveles de producción anteriores a la crisis y sólo al promediar la siguiente década, los niveles de empleo. En materia social, la situación es dramática y demuestra que los principales afectados son los trabajadores y sectores sociales empobrecidos, pues se sostiene la tendencia al aumento del desempleo, al deterioro del ingreso y, en general, a la precarización del trabajo y una pauperización creciente que deteriora la calidad de vida de millones de personas de menores ingresos.


2.- La crisis reafirma los fundamentos de una reproducción del capitalismo a nivel mundial, basada en la explotación del trabajo, y muestra –en forma descarnada y violenta– sus límites para ofrecer respuesta a las demandas económicas, políticas, sociales, ambientales y culturales del ser humano; así mismo, desvela su gigantesca capacidad destructora de riqueza material e inmaterial. Dados su carácter y sus alcances geográficos y sectoriales, la actual crisis pone en evidencia que no se trata de una simple disfuncionalidad
transitoria –sectorial o geográfica – de los mecanismos de reproducción del sistema. La crisis controvierte en forma certera la posibilidad de una prosperidad capitalista indefinida, desmiente la afirmación del desprestigiado Fondo Monetario Internacional cuando en 2007 señalaba lapidariamente: “El robusto crecimiento mundial perdurará”, y liquida el dogma sobre el fin de la historia que se había pretendido imponer durante las últimas dos décadas.

3.- Aunque el epicentro de la crisis ha sido Estados Unidos, sus efectos se extendieron muy rápidamente a escala mundial y han impactado en la totalidad de las economías. Al articularse la crisis con las diversas trayectorias regionales, nacionales y locales de la acumulación capitalista, sus configuraciones específicas son múltiples y variadas. Estamos en presencia de una crisis del capitalismo globalizado ¿con desarrollos desiguales y diferenciados, de distinta intensidad sectorial, geográfica y social. En el caso de América Latina, son igualmente indiscutibles sus efectos. Más allá de matices, no hay país de la región que haya escapado a ellos. Los procesos de neoliberalización impulsados durante las últimas décadas acentuaron la dependencia y forzaron una reestructuración económica regresiva, provocando una creciente vulnerabilidad frente al comportamiento de la economía capitalista mundial. En aquellos países, en los que el proyecto neoliberal logró implantarse con mayor intensidad, apuntalándose además con un correspondiente marco jurídico-institucional de tipo neoliberal (TLC con EEUU), los efectos de la crisis se han sentido antes y con mayor severidad, sobretodo, en el empleo. Tal es el caso de México, Chile y Colombia.

4.- La alta dependencia de un número importante de economías de la región de la producción y exportación de productos energéticos, materias primas, productos agrícolas ha generado efectos contradictorios. Hacia fines del 2008, epicentro de la crisis mundial, la caída abrupta de los precios de la mayoría de esos productos, parecía que impondría una caída drástica de la actividad económica externa, un deterioro de las balanzas en cuenta corriente y de pagos, así como un mayor endeudamiento. Al revertirse relativamente esa tendencia, la severidad de los impactos de la crisis se pudo atenuar (no evitar), al considerarse el comportamiento de algunos indicadores macroeconómicos. Pese a ello, las finanzas públicas muestran una tendencia el franco deterioro, la deuda pública y privada continúa incrementándose aceleradamente y, en general, la actividad económica se encuentra deprimida. Desde el punto de vista social la crisis ha acentuado las desigualdades e incrementado la pobreza e indigencia en la región. La desocupación continúa al alza, y la precarización del trabajo se acentúa. La perspectiva de la economía latinoamericana se encuentra en buena medida en función de lo que ocurra con la producción y la demanda a nivel mundial. Por lo pronto, no parece apreciarse, como ya se dijo, una etapa de recuperación sostenida de la economía mundial y regional.

5.- Dada la importancia que en la nueva geografía de la acumulación capitalista a nivel mundial han adquirido los recursos naturales y considerando que América Latina es una región muy rica en ellos, la crisis ha puesto la importancia de la lucha por tales recursos, así como la necesidad de la defensa soberana por ellos. La lucha por los recursos se inscribe dentro de las aspiraciones históricas de los trabajadores y se une a las demandas de comunidades y pueblos ancestrales, indígenas y afro descendientes, en defensa de sus territorios y por una reorientación sustancial de la organización económica de la sociedad. Mientras que en algunos países la mayor parte de las rentas que generan tales recursos son transferidas a las corporaciones transnacionales, en otros se han iniciado procesos de apropiación y de manejo soberano, que abren nuevas posibilidades para pensar estrategias alternativas de desarrollo e integración en la región.

6.- La intensidad de la crisis así como las tendencias de salida de ella guardan una estrecha relación con la situación y la dinámica de la lucha social y de clases. Toda crisis abre un amplio espectro de posibilidades a los diferentes proyectos políticos que se juegan en la sociedad. Si la salida de la crisis representa una reafirmación y prolongación de los proyectos político- económicos capitalistas, o ella despliega opciones de proyectos no capitalistas, democráticos y populares, o incluso socialistas, ello depende esencialmente de la acción colectiva organizada de los trabajadores y los pueblos, como de sus fuerzas sociales, culturales y políticas. La experiencia reciente de América Latina, anterior a la crisis capitalista, indica que la lucha social y popular, puede producir cambios políticos y económicos significativos a favor de las clases subalternas, como lo muestran las experiencias de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que se unen a aquella de la revolución cubana, con una trayectoria de cincuenta años de heroica lucha y resistencia.

7.- En un inicio la crisis parecía traer consigo un cambio en la tendencia de la política económica neoliberal predominante, al punto que se llegó a hablar de transformaciones estructurales en el orden internacional y del fin de la hegemonía estadounidense. En la medida en que no se observa hasta el momento una importante movilización social y popular que pueda poner en cuestión la estabilidad política del sistema capitalista, las salidas que parecen imponerse se inscriben dentro de una línea de continuidad que, con medidas cosméticas y de ingeniería financiera, con una fortísima intervención estatal busca estabilizar transitoriamente las condiciones de la acumulación capitalista y proveer la confianza del gran capital transnacional. En ese sentido deben comprenderse las operaciones de salvamento del sector financiero y de algunas trasnacionales de la producción de los países del capitalismo central llevadas a cabo con cargo a recursos del presupuesto público, recurriendo al aumento explosivo del endeudamiento público, y la continuada exacción de recursos provenientes de los países de la periferia capitalista. A ello se suma, la decisión política de financiar la estabilización relativa del dólar, así como la resurrección del Fondo Monetario Internacional decretada por el G-20. Todo ello, junto con diferentes medidas en los ámbitos nacionales, ha dado un respiro coyuntural a los problemas de la reproducción capitalista, pero en momento alguno significa que el sistema haya logrado consolidar una salida de la crisis y mucho menos unas condiciones estables y duraderas para un nuevo ciclo de acumulación y expansión a escala planetaria. La crisis ha producido por lo pronto una profunda reorganización del capital, acentuado los procesos de concentración y centralización del capital, expropiado los patrimonios de millones de trabajadores en el mundo y precarizado aún más el trabajo. Las políticas hasta ahora implementadas apenas alcanzan a suavizar y a diferir impactos más severos de la crisis.

8.- Independientemente de la insuficiente respuesta de las clases subalternas, la crisis capitalista despliega objetivamente nuevas condiciones para la producción de subjetividades y contribuye a la (re)constitución de sujetos políticos para el cambio, lo cual se torna crucial para pensar e impulsar alternativas. En la medida en que la crisis interpela al capitalismo y hace evidentes sus límites, se despliegan nuevas las posibilidades de instalar propuestas político-económicas. En ese sentido, todas aquellas iniciativas tendientes a una democratización del orden económico mundial poseen el mayor significado y deben ser acompañadas. Se trata, por ejemplo, de propuestas que buscan contraponerse a la hegemonía del dólar, o propugnan por una regulación de los flujos de capital que le imponga límites a la especulación financiera y a la extracción de recursos de las economías de la periferia capitalista por parte del gran capital transnacional, y que estimulan la participación de la comunidad internacional, por ejemplo a través del G-192. Y, en general, en múltiples iniciativas surgidas en eventos académicos o encuentros de diversos sectores sociales y populares en procura de la construcción de proyectos alternativos de sociedad.

9.- En el caso de América Latina, las salidas de la crisis se encuentran fuertemente ligadas a los proyectos político-económicos de gobierno, en juego durante la última década en los diferentes países de la región. En primer lugar, se encuentran las pretensiones de las clases dominantes y la derecha latinoamericana de utilizar la crisis para imponer un nuevo ciclo de reformas neoliberales, que permita profundizar la transnacionalización y la desnacionalización de las economías, imponer un régimen de incentivos extremos al gran capital, y proseguir con el proceso de redistribución regresiva del ingresos, en detrimento de los fondos de consumo de los trabajadores. Estas pretensiones, se asocian a la estrategia geopolítica de Estados Unidos para América Latina, orientada a recuperar las posiciones perdidas durante la última década, recurriendo incluso a la mayor militarización de la región, tal y como lo demuestra el acuerdo para el uso de siete bases militares de Colombia por parte de la fuerzas militares de Estados Unidos. Ese es el razonamiento que explica el golpe militar en Honduras que condenamos enérgicamente. En segundo lugar, se encuentran los proyectos políticos de los gobiernos que sin pretender producir en lo sustancial una ruptura explícita con las políticas neoliberales, imponen cambios de acento y nuevos énfasis tanto en materia social como en políticas de producción. Se trata de los proyectos posneoliberales que se inscriben dentro de una línea neodesarrollista, confían en las posibilidades del capitalismo productivo y nacional, con altos incentivos a la inversión extranjera, y sin compromisos a fondo con políticas redistributivas. En tercer lugar, se encuentran los proyectos político económicos de los gobiernos basados en una importante movilización social y popular, con una voluntad expresa de cambio, a favor de una ruptura con las políticas hasta ahora imperantes, en defensa de un proyecto de soberanía, autodeterminación, y de nuevo entendimiento de la economía y de la integración de las región y los pueblos. En algunos de estos países, se ha anunciado el emprendimiento de transformaciones hacia el socialismo, y se han adelantado importantes medidas en ese sentido. El destino de América Latina dependerá de cómo el devenir de la lucha social y de clases en la región encauza las economías y sociedades latinoamericanas en una u otra dirección. Para los sectores progresistas es del mayor significado que se puedan consolidar los proyectos más comprometidos con las transformaciones y el cambio a favor de las mayorías populares.

10.- La crisis capitalista reafirma la importancia para América Latina de emprender transformaciones estructurales que reviertan décadas de política neoliberal y encaucen la región hacia el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de su población, que contribuyan a imponer una organización de la economía para atender las necesidades sociales, económicas, políticas, culturales y socioambientales de la población trabajadora, en armonía con el ser humano y la naturaleza, que impulse procesos de integración tendientes a superar enfoques meramente comerciales e incorporen presupuestos de solidaridad, cooperación, complementariedad e internacionalismo, y contribuyan a reforzar las condiciones de soberanía y autodeterminación de la región, así como por la legítima búsqueda de un nuevo orden económico internacional, democrático e incluyente, y le permitan a América Latina desplegar una mayor capacidad de incidencia en los diseños de política internacional. En ese sentido, los 200 años de lucha por la emancipación social y la independencia adquieren nuevo contenido ante la experiencia de cambio político que recorre la región para enfrentar la crisis capitalista revirtiendo la ecuación histórica de beneficiarios y perjudicados asegurando soberanía alimentaria, energética y pleno ejercicio de la voluntad popular.

FIrmas: Alicia Girón (Brasil), Antonio Elías (Uruguay), Carlos Eduardo Martins (Brasil), Claudio Katz (Argentina), Claudio Lara (Chile), Consuelo Silva (Chile), Daniel Munevar (Colombia), Federico Manchón (México), Gabriel Ríos (Chile), Gastón Varesi (Argentina), Graciela Galarce (Chile), Jaime Estay (México), Jairo Estrada (Colombia), Jorge Marchini (Argentina), Julio C. Gambina (Argentina), Luis Rojas Villagra (Paraguay), Marcelo Carcanholo (Brasil), Marisa Silva Amaral (Brasil), Orlando Caputo (Chile), René Arenas Rosales (México), Sergio Papi (Argentina), Servando Álvarez (Venezuela), Theotonio dos Santos (Brasil).

El desempleo seguirá en aumento hasta el 2011

Aunque se dice que lo peor de la crisis ya pasó, el lento crecimiento global anticipa un desempleo superior al 10% para Estados Unidos hasta bien entrado el próximo año, con más de 8 millones de trabajadores sin empleo. En el Reino Unido, por su parte, el desempleo afecta a 2,5 millones de personas, y uno de cada cinco jóvenes está sin trabajo. Cada día las empresas siguen despidiendo gente y por eso resultan tan insólitas las declaraciones de Ben Bernanke de que “la recesión ha terminado”.

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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Riqueza mundial sufre contracción del 12%

La actual recesión ha provocado la primera gran contracción de activos bajo gestión en diez años, con Europa desplazando a Estados Unidos en el mapa de la riqueza mundial. De acuerdo a un informe dado a conocer ayer por el Boston Consulting Group, esta riqueza experimentó un descenso de 11,7%, al reducirse de 104,7 billones de dólares el año 2007, a 92,4 billones de dólares el año 2008.

Según este reporte, que se hace midiendo los activos bajo administración, este es el mayor retroceso desde la segunda guerra mundial, y se requerirán al menos 6 años para volver al nivel del año 2007. La disminución más acentuada se produjo en América del Norte, donde la riqueza se desplomó un 21,8 por ciento el año pasado. Europa experimentó una disminución de 5,8 por ciento respecto al año anterior y América Latina fue la única región donde la riqueza de los activos gestionados creció un 3 por ciento el año pasado. Esto da cuenta de la transformación que ha sufrido el mapa de la riqueza mundial producto de la crisis.

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martes, 15 de septiembre de 2009

El "error Lehman"

Claudi Pérez, El País
Mediados de septiembre de 2008. Nueva York está casi otoñal. Es el momento idóneo para darse un garbeo por Central Park, pero en esa ciudad que vendió su alma a los especuladores la acción suele suceder unas calles más abajo: esta vez, en una lujosa oficina del piso 31 de la sede del poderoso banco de inversión Lehman Brothers, en el número 745 de la Séptima Avenida. Su presidente ejecutivo, Richard Fuld, está pensando lo impensable. Pide a un experto en quiebras que prepare los papeles necesarios por si el banco se hunde. "La Administración no te va a dejar caer", replica el incrédulo abogado. "Sería como si el Gobierno mismo quebrara. Como si Roma vendiera el Vaticano a los japoneses para convertirlo en un hotel y contratara al Papa como botones", bromea. Apenas unas horas después, sucede lo inimaginable: Lehman cae. Y cientos de empleados del banco empiezan a vaciar el edificio.

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Hyman Minsky, el economista del momento


Este artículo lo publiqué a principios de año en El Blog Salmón. Dada su relevancia y creciente actualidad, me parece importante reproducirlo aquí:

En 1974 el economista estadounidense Hyman Minsky advirtió que los ciclos económicos podían significar una bomba de tiempo. Seguidor de Keynes, y enemigo de las desregulaciones que por esos años comenzaba a promover Milton Friedman, Minsky advirtió que la economía podía ser arrastrada al abismo si los gobiernos no construían sólidas defensas para la estabilidad financiera.

Minsky advirtió que en tiempos de prosperidad se desarrolla una euforia especulativa que hace aumentar el volumen de crédito hasta que los beneficios producidos no pueden pagarlo. Y este momento del impago es el que desata la crisis. El resultado es una contracción del préstamo, incluso para aquellas empresas o personas que sí pueden pagarlo, momento en que la economía entra en colapso. Hace 35 años, Minsky señaló lo siguiente:

¿Simple coincidencia: 11/09/01=11/09/09?


Aunque parezca sorprendente, el índice del Dow Jones retrocedió este viernes 11 de septiembre exactamente 8 años, a los 9.626,80 puntos, los mismos 9.626,80 puntos que alcanzó al cierre del lunes 10 de septiembre de 2001 (el martes 11 de septiembre Wall Street no alcanzó a abrir dado que las torres gemelas fueron demolidas a las 08.45 hrs). ¿Será simple coincidencia, o parte de una trama macabra?

Puede consultar el Big chart dinámico de The Wall Street Journal, aquí
ver además ¿Quien dijo que el tiempo no puede repetirse?
y Big chart

lunes, 14 de septiembre de 2009

Nuevos indicadores para medir el bienestar social


Los economistas y premios Nobel Amartya Sen y Joseph Stiglitz, en la imagen, forman parte de una comisión internacional encargada por el presidente francés Nicolás Sarkozy, que busca medir el desempeño económico en términos de desarrollo y progreso social “mas allá del fetichismo del PIB”. Hay acuerdo en que ningún indicador puede sintetizar por si solo algo tan complejo como la sociedad humana. Pero las referencias convencionales como el PIB, sólo miden el crecimiento económico sin importar el empeoramiento del entorno o la calidad del medio ambiente. En este sentido tienden a ser más útiles, a la hora de establecer comparaciones, indicadores de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) como el índice BigMac.

En momentos en que la economía mundial vive un fuerte desempleo y una ostensible caída en la demanda, los indicadores tieden a ser abiertamente cuestionados. Esto es porque las estadísticas sobre ingresos tuvieron originalmente el propósito de medir la actividad económica. Pero con el tiempo se convirtieron en una obsesión como si se tratara de un indicador de bienestar social. Y esto es un grave error. No tomar en cuenta las actividades en escala famliar, olvidar el tema del entorno y quedarse en los aspectos puramente materiales y cuantitativos del PIB, ha terminado haciendo daño a la economía, al planeta y a sus habitantes. De ahí la pregunta: ¿debemos sancionar a un país –en términos de nuestros parámetros sobre desempeño- si decide transformar sus avances en más tiempo libre y ocio, y no solo en bienes finales y consumo?

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Stiglitz: "la economía mundial sigue en peligro"

El premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado que el sistema financiero no ha logrado resolver sus problemas fundamentales y que la situación hoy es más grave que la existente previa a la crisis de Lehman Brothers. En una entrevista de ayer en París, y reproducida por Bloomberg, Stiglitz dijo que si bien la administración de Obama ha logrado evitar el colapso del sistema bancario, ha fracasado en resolver sus problemas fundamentales.

"En Estados Unidos y muchos otros países, los bancos se hicieron demasiado grandes para quebrar, y ahora que se han vuelto aún más grandes, los problemas son peores a lo que eran el 2007, antes de la crisis”.


A dos años del estallido de la burbuja inmobiliaria y a un año de la quiebra de Lehman, que obligó al Departamento del Tesoro a gastar miles de millones para apuntalar a Bank of America, Citigroup y la aseguradora AIG, la inestabilidad sistémica continúa. En el Reino Unido el gobierno ha debido inyectar miles de millones para apuntalar Lloyd Banking Group y HBOS, entre otros, así como Francia lo ha hecho con BNP Paribas y Alemania con Hypo Real Estate.

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domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?


Paul Krugman, El País

I. CONFUNDIENDO LA BELLEZA CON LA VERDAD
Es difícil creerlo ahora, pero no hace tanto tiempo los economistas se felicitaban mutuamente por el éxito de su especialidad. Estos éxitos -o al menos así lo creían ellos- eran tanto teóricos como prácticos y conducían a la profesión a su edad dorada.

En el aspecto teórico, creían que habían resuelto sus disputas internas. Así, en un trabajo titulado The State of Macro (es decir, de la macroeconomía, el estudio de cuestiones panorámicas como lo son las recesiones), Olivier Blanchard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), actualmente economista jefe del Fondo Monetario Internacional, declaraba que había habido "una amplia convergencia de puntos de vista".

Y en el mundo real, los economistas creían que tenían las cosas bajo control: "El problema central de la prevención de la depresión está resuelto", declaraba Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso inaugural como presidente de la American Economic Association en 2003. En 2004, Ben Bernanke, un antiguo profesor en Princeton que ahora preside la Reserva Federal, celebraba la Gran Moderación del comportamiento económico comparado con las dos décadas precedentes, y que atribuía en parte al mejorado desempeño de la política económica.

El año pasado, todo esto se vino abajo.

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Ver artículo original en The New York Times

En el despertar de la crisis, las líneas de falla de la profesión de economista han bostezado con más amplitud que nunca. Lucas dice que los planes de estímulo de la Administración de Obama son "economía de baratija" y su colega de Chicago John Cochrane dice que están basados en desacreditados "cuentos de hadas". Como respuesta, Brad DeLong, de la Universidad de California en Berkeley, escribe sobre el "derrumbe intelectual" de la Escuela de Chicago, y yo mismo he escrito que estos comentarios de los economistas de Chicago son el producto de una Edad Oscura de la macroeconomía, donde el conocimiento tan arduamente conseguido ha quedado olvidado.

¿Qué le ha sucedido a la profesión de economista? ¿Y adónde va a partir de ahora?

II. DE SMITH A KEYNES Y VUELTA ATRÁS
El nacimiento de la economía como disciplina se atribuye habitualmente a Adam Smith, quien publicó La Riqueza de las Naciones en 1776. Durante los siguientes 160 años se desarrolló un extenso cuerpo de economía teórica, cuyo mensaje central era: confía en el mercado. Ésta era la presunción básica de la economía neoclásica (llamada así al haber sido elaborada por los teóricos de finales del siglo XIX sobre conceptos de sus predecesores clásicos).

Esta fe, sin embargo, quedó hecha pedazos por la Gran Depresión. Con el tiempo, la mayoría de los economistas sustentó las consideraciones de John Maynard Keynes tanto acerca de la explicación de lo que había pasado como de la solución de futuras depresiones.

A pesar de lo que usted haya podido oír, Keynes no quería que el gobierno dirigiera la economía. En su obra capital, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escrita en 1936, él mismo describió su análisis como "moderadamente conservador en sus repercusiones". Quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo. Pero cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones.

La historia de la economía a lo largo del último medio siglo es, en gran medida, la historia de una retirada del keynesianismo y de un retorno al neoclasicismo. El renacer neoclásico fue guiado inicialmente por Milton Friedman, de la Universidad de Chicago, quien afirmó ya en 1953 que la economía neoclásica sirve adecuadamente como descripción del modo en que la economía funciona realmente, al ser "extremadamente fructífera y merecedora de plena confianza". Pero ¿qué hay de las depresiones?

El contraataque de Friedman contra Keynes comenzó con la doctrina conocida como monetarismo. Los monetaristas, en principio, no discrepaban de la idea de que una economía de mercado necesite una deliberada estabilización. Los monetaristas afirmaban, sin embargo, que una intervención gubernamental muy limitada y restringida -a saber, instruir a los bancos centrales a mantener el flujo del dinero, la suma del efectivo circulante y los depósitos bancarios creciendo a ritmo estable- es todo lo que se requería para prevenir depresiones.

Friedman empleó un argumento convincente contra cualquier esfuerzo deliberado del gobierno por reducir el desempleo por debajo de su nivel natural (actualmente calculado en torno al 4,8% en Estados Unidos): las políticas excesivamente expansionistas, predijo, llevarían a una combinación de inflación y alto desempleo; una predicción que fue confirmada por la estanflación de los años setenta, la cual impulsó en gran medida la credibilidad del movimiento antikeynesiano. A la postre, sin embargo, la posición de Friedman vino a resultar relativamente moderada comparada con la de sus sucesores.

Por su parte, ciertos macroeconomistas consideraban que las recesiones eran algo bueno que formaba parte del ajuste al cambio de una economía. E incluso quienes no eran partidarios de llegar tan lejos argüían que cualquier intento de enfrentarse a una depresión económica provocaría más mal que bien.

Muchos macroeconomistas llegaron a autoproclamarse como neokeynesianos, ya que seguían creyendo en el papel activo del gobierno. Aun así, la mayoría aceptaba la noción de que inversores y consumidores son racionales y que los mercados por lo general lo hacen bien.

Por supuesto que unos pocos economistas no aceptaban la asunción del comportamiento racional, cuestionaban la creencia de que los mercados financieros merecen confianza y hacían ver la larga historia de crisis financieras que tuvieron devastadoras consecuencias económicas. Pero eran incapaces de hacer muchos progresos frente a una complacencia que, vista retrospectivamente, era tan omnipresente como insensata.

III. FINANZAS DE CASINO
En los años treinta, los mercados financieros, por razones obvias, no suscitaron mucho respeto. Keynes consideró que era una mala idea la de dejar a semejantes mercados, en los que los especuladores pasaban su tiempo tratando de pisarse la cola el uno al otro, que dictaran decisiones importantes de negocios: "Cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es muy probable que el trabajo resulte mal hecho".

Hacia 1970 más o menos, sin embargo, la discusión sobre la irracionalidad del inversor, sobre las burbujas, sobre la especulación destructiva, había desaparecido virtualmente del discurso académico. El terreno estaba dominado por la hipótesis del mercado eficiente, promulgada por Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, la cual sostiene que los mercados financieros valoran los activos en su preciso valor intrínseco si se da toda la información públicamente disponible.

Y por los años ochenta, hubo economistas financieros, en particular Michael Jensen, de la Harvard Business School, que defendían que, dado que los mercados financieros siempre aciertan con los precios, lo mejor que pueden hacer los jefes de las empresas, no sólo en su provecho sino en beneficio de la economía, es maximizar los precios de sus acciones. En otras palabras, los economistas financieros creían que debemos poner el desarrollo del capital de la nación en manos de lo que Keynes había llamado un "casino".

El modelo teórico desplegado por los economistas financieros al asumir que cada inversor equilibra racionalmente riesgo y recompensa -el llamado Capital Asset Pricing Model, o CAPM (pronúnciese ca-pe-eme)- es maravillosamente elegante. Y si uno acepta sus premisas también es algo sumamente útil. Este CAPM no sólo te dice cómo debes elegir tu cartera de inversiones, sino, lo que es incluso más importante desde el punto de vista de la industria financiera, te dice cómo poner precio a los derivados financieros. La elegancia y aparente utilidad de la nueva teoría produjo una sucesión de premios Nobel para sus creadores, y muchos profesores de escuelas de negocios se convirtieron en ingenieros especiales de Wall Street, ganando salarios de Wall Street.

Para ser justos, los teóricos de las finanzas produjeron gran cantidad de pruebas estadísticas, lo que en un principio pareció de gran ayuda. Pero esta documentación era de un formato extrañamente limitado. Los economistas financieros rara vez hacían la pregunta aparentemente obvia (aunque no de fácil contestación) de si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de fundamentos del mundo real, tales como los ingresos. En lugar de ello, sólo preguntaban si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de los precios de otros activos.

Pero los teóricos de las finanzas continuaron creyendo que sus modelos eran esencialmente correctos, y así lo hizo también mucha gente que tomaba decisiones en el mundo real. No fue el menos importante de ellos Alan Greenspan, quien era entonces el presidente de la Reserva Federal y que durante mucho tiempo respaldó la desregulación fiscal, cuyo rechazo a los avisos de poner freno a los créditos subprime o de enfrentarse a la creciente burbuja inmobiliaria descansaban en buena parte en la creencia de que la economía financiera moderna lo tenía todo bajo control.

En octubre del pasado año, sin embargo, Greenspan admitió encontrarse en un estado de "conmocionada incredulidad", debido a que "todo el edificio intelectual" se había "derrumbado".

IV. NADIE PODÍA HABERLO PREDICHO...
En los recientes y atribulados debates sobre economía se ha generalizado una frase clave: "Nadie podía haberlo predicho...". Es lo que uno dice con relación a desastres que podían haber sido predichos, debieran haber sido predichos y que realmente fueron predichos por unos pocos economistas que fueron tomados a broma por tomarse tal molestia.

Tomemos, por ejemplo, el precipitado auge y caída de los precios de la vivienda. Algunos economistas, en particular Robert Shiller, identificaron la burbuja y avisaron de sus dolorosas consecuencias si llegaba a reventar. Pero, aún en 2004, Alan Greenspan descartó hablar de burbuja inmobiliaria: "Una grave distorsión nacional de precios", declaró, era "muy improbable". El incremento en el precio de la vivienda, dijo Ben Bernanke en 2005, "en gran medida es el reflejo de unos fuertes fundamentos económicos".

¿Cómo no se dieron cuenta de la burbuja? Para ser justo, los tipos de interés eran inusualmente bajos, lo que posiblemente explica parte del alza de precios. Puede ser que Greenspan y Bernanke también quisieran celebrar el éxito de la Reserva Federal en sacar a la economía de la recesión de 2001; conceder que buena parte de tal éxito se basara en la creación de una monstruosa burbuja debiera haber puesto algo de sordina a esos festejos.

Pero había algo que estaba sucediendo: una creencia general de que las burbujas sencillamente no tienen lugar. Lo que llama la atención, cuando uno vuelve a leer las garantías de Greenspan, es que no estaban basadas en la evidencia, sino que estaban basadas en el aserto apriorístico de que simplemente no puede haber una burbuja en el sector inmobiliario.

Y los teóricos de las finanzas eran todavía más inflexibles en este punto. En una entrevista realizada en 2007, Eugene Fama, padre de la hipótesis del mercado eficiente, declaró que "la palabra burbuja me saca de quicio" y continuó explicando por qué podemos fiarnos del mercado inmobiliario: "Los mercados inmobiliarios son menos líquidos, pero la gente es muy cuidadosa cuando compra casas. Se trata normalmente de la mayor inversión que van a hacer, de manera que estudian el asunto con cuidado y comparan precios".

De hecho, los compradores de casas comparan concienzudamente el precio de su compra potencial con los precios de otras casas. Pero eso no dice nada sobre si el precio en general de las casas está justificado.

En pocas palabras, la fe en los mercados financieros eficientes cegó a muchos, si no a la mayoría, de los economistas ante la aparición de la mayor burbuja financiera de la historia. Y la teoría del mercado eficiente también desempeñó un significante papel en inflar esa burbuja hasta ese primer puesto.

Ahora que ha quedado al descubierto la verdadera peligrosidad de los activos supuestamente seguros, las familias de Estados Unidos han visto evaporarse su dinero por valor de 13 billones de dólares. Se han perdido más de 6 millones de puestos de trabajo y el índice de desempleo alcanza su más alto nivel desde 1940. Así que ¿qué orientación tiene que ofrecer la economía moderna ante el presente aprieto? ¿Y deberíamos fiarnos de ella?

V. LA PELEA POR EL ESTÍMULO
Durante una recesión normal, la Reserva Federal responde comprando Letras del Tesoro -deuda pública a corto plazo- de los bancos. Esto hace bajar los tipos de interés de la deuda pública; los inversores, al buscar un tipo de rendimiento más alto, se mueven hacia otros activos, haciendo que bajen también otros tipos de interés; y normalmente esos bajos tipos de interés finalmente conducen a la recuperación económica. La Reserva Federal abordó la recesión que comenzó en 1990 bajando los tipos de interés a corto plazo del 9% al 3%. Abordó la recesión que comenzó en 2001 bajando los tipos de interés del 6,5% al 1%. E intentó abordar la actual recesión bajando los tipos de interés del 5,25% al 0%.

Pero resultó que el cero no es lo suficientemente bajo como para acabar con esta recesión. Y la Reserva Federal no puede poner los tipos a menos de cero, ya que con tipos próximos al cero los inversores sencillamente prefieren acaparar efectivo en lugar de prestarlo. De tal modo que a finales de 2008, con los tipos de interés básicamente en lo que los macroeconomistas llaman zero lower bound, o límite inferior cero, como quiera que la recesión continuaba ahondándose, la política monetaria convencional había perdido toda su fuerza de tracción.

¿Y ahora qué? Ésta es la segunda vez que Estados Unidos se ha tenido que enfrentar al límite inferior cero, habiendo sido la Gran Depresión la ocasión precedente. Y fue precisamente la observación de que hay un límite inferior a los tipos de interés lo que llevó a Keynes a abogar por un mayor gasto público: cuando la política monetaria es infructuosa y el sector privado no puede ser persuadido para que gaste más, el sector público tiene que ocupar su lugar en el sostenimiento de la economía. El estímulo fiscal es la respuesta keynesiana al tipo de situación económica depresiva en la que estamos inmersos.

Tal pensamiento keynesiano subyace en las políticas económicas de la Administración de Obama. John Cochrane, de la Universidad de Chicago, indignado ante la idea de que el gasto gubernamental pudiera mitigar la última recesión, declaró: "Eso no forma parte de lo que todos hemos enseñado a los estudiantes graduados desde los años sesenta. Ésas (las ideas keynesianas) son cuentos de hadas que han demostrado ser falsas. Es muy reconfortante en los momentos de tensión volver a los cuentos de hadas que escuchamos de niños, pero eso no los hace menos falsos".

Pero como ha señalado Brad DeLong, la actual postura académica viene también siendo de generalizado rechazo a las ideas de Milton Friedman. Friedman creía que la política de la Reserva Federal, más que para cambios en el gasto público, debía ser utilizada para estabilizar la economía, pero nunca afirmó que un aumento del gasto público no puede, en cualesquiera circunstancias, aumentar el empleo. De hecho, al volver a leer el sumario de las ideas de Friedman de 1970, Un marco teórico del análisis monetario, lo que llama la atención es lo keynesiano que parece.

Y ciertamente Friedman nunca se creyó la idea de que el paro masivo represente una voluntaria reducción del esfuerzo de trabajo o la idea de que las recesiones en realidad sean buenas para la economía. Sin embargo, Casey Mulligan, también de Chicago, sugiere que el desempleo es tan elevado porque muchos trabajadores están optando por no aceptar trabajos.

Ha sugerido, en particular, que los trabajadores están prefiriendo seguir desempleados porque ello mejora sus probabilidades de recibir ayudas a sus deudas hipotecarias. Y Cochrane declara que el alto desempleo en realidad es bueno: "Debiéramos tener una recesión. La gente que pasa su vida machacando clavos en Nevada necesita algo distinto que hacer".

Personalmente, pienso que eso es una locura. ¿Por qué debería el desempleo masivo en todo el país hacer que los carpinteros se fueran de Nevada? ¿Puede alguien alegar seriamente que hemos perdido 6,7 millones de puestos de trabajo porque hay pocos estadounidenses que quieran trabajar? Claro que si empiezas por asumir que la gente es perfectamente racional y los mercados perfectamente eficientes, tienes que llegar a la conclusión de que el desempleo es voluntario y la recesión es deseable.

VI. DEFECTOS Y FRICCIONES
La economía, como disciplina, se ha visto en dificultades debido a que los economistas fueron seducidos por la visión de un sistema de mercado perfecto y sin fricciones. Si la profesión ha de redimirse a sí misma tendrá que reconciliarse con una visión menos seductora, la de una economía de mercado que tiene unas cuantas virtudes pero que está también saturada de defectos y de fricciones.

Existe ya un modelo bastante bien desarrollado del tipo de economía que tengo en mente: la escuela de pensamiento conocida como finanzas conductuales. Quienes practican este planteamiento ponen el énfasis en dos cosas. Primero, en el mundo real hay muchos inversores que tienen un escaso parecido con los fríos calculadores de la teoría del mercado eficiente: casi todos están demasiado sometidos al comportamiento de la manada, a ataques de entusiasmo irracional y de pánicos injustificados. Segundo, incluso aquellos que tratan de basar sus decisiones en el frío cálculo se encuentran con que a menudo no pueden, que los problemas de confianza, de credibilidad y de garantías limitadas les fuerzan a ir con la manada.

Entretanto ¿qué ocurre con la macroeconomía? Los acontecimientos recientes han refutado de manera decisiva la idea de que las recesiones son una óptima respuesta a las fluctuaciones en los índices del progreso tecnológico; un punto de vista más o menos keynesiano es la única alternativa plausible. Pero los modelos del neokeynesianismo estándar no dejan espacio para una crisis como la que estamos padeciendo, ya que esos modelos generalmente aceptaron el punto de vista del sector financiero sobre el mercado eficiente.

Una línea de trabajo, encabezada por nada menos que Ben Bernanke en colaboración con Marc Gertler, de la Universidad de Nueva York, ha puesto el acento en el modo en el que la carencia de garantías suficientes puede dificultar la capacidad de los negocios para recabar fondos y forjar oportunidades de inversión. Una línea de trabajo similar, en gran parte establecida por mi colega de Princeton Nobuhiro Kiyotaki y por John Moore, de la London School of Economics, sostenía que los precios de activos tales como las propiedades inmobiliarias pueden sufrir desplomes de los que salen fortalecidos pero que, a cambio, deprimen a la economía en su conjunto. Pero hasta ahora el impacto de las finanzas disfuncionales no ha llegado ni siquiera al núcleo de la economía keynesiana. Claramente, eso tiene que cambiar.

VII. RECUPERANDO A KEYNES
Así que esto es lo que pienso que tienen que hacer los economistas. Primero, tienen que enfrentarse a la incómoda realidad de que los mercados financieros distan mucho de la perfección, de que están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a las locuras de mucha gente. Segundo, tienen que admitir que la economía keynesiana sigue siendo el mejor armazón que tenemos para dar sentido a las recesiones y las depresiones. Tercero, tienen que hacer todo lo posible para incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía.

Al replantearse sus propios fundamentos, la imagen que emerge ante la profesión puede que no sea tan clara; seguramente no será nítida, pero podemos esperar que tenga al menos la virtud de ser parcialmente acertada.

Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2009 New York Times Service. Traducción de Juan Ramón Azaola.

Ver artículo original de Krugman en The New York Times

Crisis global: los riesgos de la euforia tras la pesadilla


A un año del estallido de la burbuja financiera, la visión optimista afirma que la recesión mundial ha concluido y lo peor ya pasó. Pero poco se hizo para evitar que se repita

Marcelo Cantelmi, Clarin

Todo es agua alrededor del barco que yace inclinado y con la mitad de su estructura clavada como una estaca en el lecho del mar. Hay peces aquí y allá y un tiburón con dientes que parecen armar sonrisas. La voz del capitán a cargo del calamitoso transporte suena de pronto con alegre tono dirigiéndose a los pasajeros: "estamos encantados de informar que hemos tocado fondo". El nombre del barco no es Titanic, sino "global economy".

La viñeta publicada por The Economist es un editorial en imágenes sencillas sobre la ambigüedad que reina en el planeta respecto de dónde estamos realmente, un año después del estallido de la crisis financiera global. El ahora conocido como "15-S", un eco exagerado del 11-S de los atentados en Nueva York y Washington, refiere al lunes negro cuando el 15 de setiembre de 2008 el gigantesco Lehman Brothers comunicó que iba a la quiebra. Y el gobierno de George Bush, atrapado en su propio caos, no supo reaccionar.

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Es sabido lo que ocurrió luego. Un torrente de dinero incalculable, y cuyo futuro impacto inflacionario forma parte de los fantasmas que ningún analista quiere corporizar, fue bombeado al sistema desde las capitales financieras en un desesperado intento para evitar la repetición de ese quebranto. El desastre generó una espectacular destrucción de dinero, empresas, bancos y también de empleos en una escala que no se veía desde los años '30.

Pero si aquello fue visible, lo que hoy no se sabe es que pese al abismo abierto por los aprendices de brujo del sistema financiero global, no existe nada que impida que la crisis se repita. No hay herramientas en los talleres de los Estados. The International Herald Tribune recordaba hace poco que Henry Paulson, el ex ministro de Economía de EE.UU. a quien lo sorprendió la inundación en el cargo, había teorizado en severo tono que para sostener la percepción de que algunas instituciones son demasiados grandes para caer "necesitamos mejorar las herramientas de que disponemos para organizar y resolver las fallas en grandes instituciones". Paulson dijo todo eso en julio de 2008. Y, por cierto, no pasó de la retórica. Dos meses después lo tapó a él también el agua.

Lo que es aún peor, instituciones como JP Morgan, que también estuvo en la fiesta de disfraces y arma el índice de riesgo soberano, han difundido investigaciones que alertan contra las consecuencias que una mayor regulación causaría en el negocio de la banca de inversión. El reporte, que comenzó a ser conocido desde el pasado miércoles 9 anticipa una baja de las ganancias de los bancos de inversión de un 15 al 11% para 2011; en otras palabras, parte de la cuota de liquidez que no generarían en sus mercados si no tienen libertad para moverse. Otro ejemplo de este mundo distorsionado es que nada se ha hecho (muy poco, es nada) para frenar los bonos y regalos que reciben los ejecutivos, un tema que, dicen, estará en la agenda de la cumbre del G-20 del 24 y 25 próximos en Pittsburgh. Lo dicho es, con todo su feo aspecto, solo una parte de la historia. La otra es el debate sobre si vamos despertando de la pesadilla. Los optimistas afirman que la recesión ha concluido en el primer mundo y parte del segundo.

Ese movimiento es discutido por algunos economistas como el Nobel Paul Krugman que dicen que, en realidad lo que sucede no es que se volvió a ganar sino que se dejó de perder debido al fenomenal achicamiento de la economía. Pero quien más ha encendido luces rojas es el hombre que anticipó esta crisis, Nouriel Roubini. Afectos a la sopa de letras que caracteriza a la economía, estos especialistas sostienen que en lugar de una V, es decir una caída que golpea en el fondo como aquel barco y luego se dispara hacia las alturas, lo que podría haber es una W. Y lo que ahora sucede, sostiene Roubini, sería solo la primera parte de la letra, es decir que otra crisis, quizá más profunda, está a las puertas.

La gran cuestión no es solo la ausencia de mayor regulación para controlar el riesgo, sino qué tipo de impulso se da a los mercados, expresión que no sólo define a los bancos y sus creativos. En Asia, donde circunstancialmente se encuentra este cronista, se reivindica la fortaleza de la decisión China, que parece ya convertida en la mayor economía de la región por encima del atribulado Japón, de inyectar más de 600 mil millones de dólares en créditos para estimular la actividad económica, no la financiera, dicho de otro modo, el puro consumo. China tiene algunas ventajas: sus bancos son controlados por el Estado y cuenta con un mercado de consumo no explorado, gigantesco. Pero su economía muestra una fuerte volatilidad que genera dudas entre los inversionistas, también dudosos respecto a qué sucederá en Japón tras la caída del poder de los ultraliberales que gobernaron medio siglo.

Crueldades de la recesión. El esfuerzo para irrigar el consumo y no la especulación llega a puntos notables en casos como el de Suecia, cuyo Banco Central decidió cobrarles y no premiar al resto de las entidades para recibir sus depósitos. Entre 2001 y 2006 el Banco de Japón emitió dinero para que la banca privada lo gerencie en créditos para el consumo. Pero en lugar de eso lo guardaron. Es una trampa de liquidez que los suecos intentan esterilizar de un modo tan original y que es un ejemplo que merecería ser estudiado en estas orillas.

Por último, el tema del desempleo. En ningún informe figura y cuando lo hace es en términos temibles. El aumento de la desocupación es geométrico. El "beige book" de la FED, que resume los datos de sus 12 dependencias en todo el país, realza que EE.UU. está saliendo muy suavemente de la crisis. Es la buena noticia. Pero la mala es que las condiciones laborales en todos los sitios se mantienen muy débiles y "aumenta el empleo temporal". Es un drama que recibe discreta atención y poca prensa. Algo que se va ocultando bajo el felpudo hasta que de tan enorme ya no se pueda abrir la puerta ni para escapar.

El dolar financia la especulación mundial


Aunque se ataca desde diversos frentes a la especulación financiera, ésta se despliega abiertamente ante los ojos de gobiernos y autoridades monetarias. La forma que adquiere este fenómeno, que comienza a sacar roncha, tiene el eufemístico nombre de “carry trade”, suerte de acarreo de divisas que en el cada vez más abierto mercado de capitales, busca el diferencial de ganancias socavando la estabilidad del mercado de bienes.

La mecánica consiste en pedir prestado donde las tasas de interés son más bajas, como el caso de Japón, Estados Unidos o el Reino Unido, e invertir en los mercados donde las tasas de interés son más elevadas, como Brasil, Australia o Nueva Zelanda. Este hecho provoca la apreciación de la moneda local frente al dólar, en una espiral creciente que no hace más que aumentar los peligros de una nueva burbuja. Parte de la apreciación del real brasileño durante los últimos años, ha sido provocada por la inundación de dólares que llegan buscando el spread o diferencial de tasas de interés, operaciones que al estar respaldadas por los bancos centrales, están exentas de riesgo.

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sábado, 12 de septiembre de 2009

120 bancos han quebrado en Estados Unidos desde el inicio de la crisis


Un total de 120 bancos han quebrado en Estados Unidos desde el inicio de la crisis, a mediados de 2007. Sólo este año las quiebras bancarias llegan a 92. Lo que comenzó con tres tímidas quiebras bancarias el 2007, ha cundido como un reguero de pólvora: 25 quiebras el año pasado y la cifra estimada para este año se empina al centenar.

Los bancos Corus Bank, de Chicago, el Lacey de Washington y el Brickwell Community Bank, de Minnesota, cerraron sus puertas ayer con un costo para la Fed de 1.700 millones de dólares.

La crisis económica sigue cobrando víctimas y no hay un solo día en que Wall Street no sea sacudido por el mal que pesa sobre el sistema bancario de Estados Unidos. La semana pasada cerraron bancos en Missouri, Illinois, Iowa y Arizona. Para los próximos meses se esperan nuevas caídas, en gran parte por el fuerte descenso en los precios de la vivienda y el alto nivel de desempleo que se sitúa en los puntos más altos desde 1980.

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