Está en marcha una amplia reingeniería geopolítica que abarca Canadá, Panamá, el Golfo de México, Groenlandia, Gran Bretaña, el Canal de Suez y el Estrecho de Ormuz, todos apuntando hacia el gran objetivo: China. En este artículo, exploraremos estos puntos críticos
Mohammad Seifeddine, Al Mayadeen
Turbulencia política en la alianza transatlántica
La orilla europea del Atlántico vive un estado de emergencia cuasipolítico en torno al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
El segundo mandato de Trump promete ser diferente del primero. Hay más en juego, las prioridades más claras, y las exigencias a los aliados más apremiantes. La lucha global en desarrollo, en particular la confrontación prevista con China, exige el dominio total de Trump, no sólo sobre Occidente sino también sobre regiones globales clave, como Medio Oriente.
Ante el choque con China, Trump parece dispuesto a adoptar una postura más audaz y agresiva incluso frente a sus aliados más cercanos. ¿Qué implica esto?
Un cambio de prioridades económicas a prioridades geoestratégicas
Para entenderlo debemos considerar el contexto más amplio.
Si bien la retórica de Trump de “Estados Unidos primero” no es nueva, su enfoque está cambiando. A diferencia de su primer mandato, que hizo hincapié en las prioridades económicas, la nueva estrategia parece centrada en la adquisición de recursos geoestratégicos, esta vez a expensas de los aliados.
No es sólo una cuestión de ambición personal: es una necesidad económica imperiosa.
Con la deuda nacional de Estados Unidos en aumento, las opciones son difíciles de aceptar: Riesgo de un colapso económico masivo en los próximos años.
El incumplimiento en el pago de la deuda estadounidense socava la confianza mundial y desestabiliza las inversiones extranjeras en bonos estadounidenses.
Prepárese para un enfrentamiento decisivo con China, que obligará a otras naciones a elegir bando.
Ante este dilema, la solución de Trump parece clara: expansión sin guerra.
La agitación económica está empujando al empresario hacia la expansión económica, con cuatro objetivos clave:
- Anexión de Canadá
- Adquisición de Groenlandia
- Tomar el control del Canal de Panamá
- Absorción política de Gran Bretaña, potencialmente seguida de una anexión formal.
El cuarto punto puede parecer chocante, pero los precedentes históricos lo hacen menos sorprendente.
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Paralelismos históricos: el ascenso de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill solicitó ayuda financiera de EEUU para Gran Bretaña, que había sido devastada por los ataques nazis, el cual concedió la ayuda, pero exigió que renunciara a sus bases navales en todo el mundo. Esto marcó el traspaso del liderazgo occidental de Londres y París a Washington.
Hoy, la estrategia de Trump refleja ese momento histórico. Su mensaje es claro: no “Occidente”, sino “Estados Unidos” como máxima potencia.
¿Cómo se manifiesta esta ambición en los cuatro puntos mencionados?
Las últimas semanas han revelado la visión de Trump mediante una serie de acciones concretas:
- 20 de diciembre: Advierte a la Unión Europea (UE) sobre el déficit comercial, instando a los europeos a comprar más petróleo y gas estadounidenses o enfrentar aranceles.
- 22 de diciembre: Prometió poner fin a la guerra de Ucrania en sus propios términos, alejando a aliados europeos clave.
Militarización y cambios económicos
- El 22 de diciembre, anunció planes para ordenar al ejército desarrollar una “Cúpula de Hierro nacional” para proteger el espacio aéreo estadounidense.
- El 4 de enero, reafirmó su compromiso con las políticas de “Estados Unidos primero”, señalando una posible renegociación de acuerdos internacionales para servir a los intereses estadounidenses.
Los informes del 16 de diciembre revelaron preocupaciones, particularmente en Francia y Alemania, sobre cómo las políticas del magnate podrían tensar las relaciones transatlánticas en materia de comercio, seguridad y política exterior.
Además, Emmanuel Macron acusó a Elon Musk de interferir en las recientes elecciones alemanas.
Musk respondió sarcásticamente, vinculando acusaciones pasadas de racismo contra Trump con reclamos de interferencia del Partido Laborista británico en las elecciones estadounidenses.
Esto subraya los temores más amplios de Europa sobre la consolidación del poder de Trump, especialmente a medida que se intensifica su retórica sobre la anexión de Canadá.
Canadá: ¿el estado número 51?
A diario, Trump promueve la idea de que Canadá se una a Estados Unidos como el estado número 51, argumentando que eso reduciría los impuestos y aumentaría las oportunidades económicas. Incluso se refirió a Justin Trudeau como el “Gobernador del Gran Estado de Canadá” antes de la renuncia de éste.
- El 8 de enero, Trump presentó un mapa que representa a Canadá como parte de Estados Unidos.
La historia estadounidense ofrece ejemplos de esas ambiciones territoriales, desde la compra de Luisiana hasta la anexión de Texas. Sin embargo, los líderes canadienses rechazan firmemente las propuestas, y advierten que esa retórica socava la frágil confianza entre los aliados occidentales.
Groenlandia, Panamá y el Golfo de México
Las ambiciones expansionistas de Trump se extienden más allá de Canadá:
- Groenlandia: Dinamarca ha rechazado repetidamente el interés del mandatario electo, enfatizando la importancia estratégica de la isla en el Ártico.
- Panamá: exige control sobre el canal, alegando que la influencia china allí amenaza la seguridad de Estados Unidos.
- El Golfo de México: Recientemente propuso cambiarle el nombre a “Golfo Americano”.
Implicaciones para Egipto e Irán
Esta reestructuración global pone a Egipto e Irán en un riesgo significativo:
- Egipto: Las ambiciones de Trump de controlar las vías navegables globales podrían envalentonar a "Israel" a atacar el Canal de Suez, cortando el acceso de China a rutas comerciales vitales.
- Irán: El estratégico estrecho de Ormuz y Bab al-Mandeb, que ya son puntos conflictivos, podrían convertirse en álgidos en la lucha más amplia de Trump con Beijing.
A medida que el dominio tecnológico se convierte en la piedra angular del poder geopolítico, el papel de Musk es fundamental.
La pregunta principal sigue siendo: ¿puede Estados Unidos soportar las presiones internas y externas de una transformación tan radical? Los próximos años pondrán a prueba no sólo la estrategia de Trump, sino también la resiliencia del orden global.
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