domingo, 29 de julio de 2018

La economía mundial, inmersa en una guerra comercial sin precedentes

Rémi Grumel, NPA

En la cumbre de la OTAN que tuvo lugar los días 11 y 12 de julio en Bruselas se palpaba la tensión entre Donald Trump y los jefes de Estado de los demás países miembros de la alianza militar. Al tiempo que aumenta los aranceles aduaneros, el presidente estadounidense quiere que sus socios incrementen su presupuesto militar.

Haciendo referencia al proyecto de gasoducto Nord Stream 2, que enlazará Rusia con Alemania a través del Báltico, Trump reprochó especialmente a Alemania que se halle en manos de Rusia. El gas ruso, en efecto, compite con el gas natural licuado que producen los grupos norteamericanos a partir del gas de esquisto y que intentan exportar. Esta es la expresión de la nueva política agresiva del imperialismo estadounidense, que desea conservar sus posiciones a fuerza de atizar graves tensiones políticas y comerciales.

Escalada de tensiones comerciales

El 6 de julio, la administración norteamericana anunció la entrada en vigor de aranceles del 25% sobre 818 productos de exportación chinos por un valor de 34.000 millones de dólares, muchos de ellos de alto contenido tecnológico como coches eléctricos, componentes aeronáuticos, robots industriales o discos duros de ordenadores 1/. El gobierno chino no dudó en responder inmediatamente con un nuevo arancel sobre 545 productos estadounidenses que suman el mismo valor. Se trata del episodio más significativo de una escalada de tensiones comerciales que había comenzado el 8 de marzo con el anuncio por parte de Trump de un arancel del 25% sobre las importaciones de acero y otro del 10 % sobre las de aluminio.

viernes, 27 de julio de 2018

Economía mundial: 50 años de crisis crónica y una década de depresión

Carlos Carcione, Anticapitalistas en red

Los primeros episodios de la “guerra comercial” desatada por Donald Trump han encendido las alarmas sobre el desempeño económico global en el corto o, a lo sumo, en el cercano mediano plazo. Una parte importante de los economistas defensores del capitalismo, ya sean ortodoxos o keynesianos, pronostican como un peligro inminente la instalación de un nuevo escenario de recesión en las principales economías, similar al provocado por la crisis de 2007. Según los primeros cálculos realizados por algunos de ellos, de desarrollarse esta ola proteccionista, la economía mundial reduciría su precario crecimiento actual a menos de la mitad de lo proyectado (que de por sí está por debajo de los números previos a 2007), lo que de hecho significa un una nueva recesión tan grave como aquella.

Con este debate sobre la mesa y con la unanimidad que expresan sobre lo nocivo de la política proteccionista, los especialistas explican y definen la economía política de Trump por cuestiones subjetivas, y algunos hasta por rasgos psicológicos del presidente de Estados Unidos y sus asesores: “incapaces”, “ignorantes”, “delirantes”, son algunos de los términos que se pueden leer en la prensa y con los que pretenden ocultar su propia sorpresa, el descalabro de su “sentido común”, frente al desarrollo de una política anunciada por Trump desde su campaña electoral.

jueves, 26 de julio de 2018

La economía mundial en la encrucijada

Alejandro Nadal, La Jornada

En 1931 John Maynard Keynes escribió un ensayo sobre Las posibilidades económicas de nuestros nietos. En él describió con profundo optimismo el potencial que en el largo plazo conlleva el desarrollo del capitalismo. Entre las perspectivas que pronosticaba para 2031 estaba la semana de trabajo de 15 horas. La población dedicaría el resto de su tiempo a la cultura y el esparcimiento. Al comenzar la Gran Depresión, Keynes escribía estas reflexiones como un antídoto contra la desesperanza que comenzaba a predominar. Sus predicciones no se han cumplido y las crisis recurrentes, el deterioro ambiental y la profunda desigualdad que imperan en el mundo vuelven a alimentar el pesimismo.

Una gran distancia separa las perspectivas de largo plazo sobre el capitalismo y lo que ocurre en la coyuntura actual. Pero no hay que olvidar que el viaje más largo se compone de pequeños pasos. Los fuertes vientos de fronda y profundas contracorrientes que hoy sacuden la economía mundial son las palabras con las que se escribirá mañana la historia del capitalismo.

Lo que hace unos meses podía parecer una frágil recuperación hoy se presenta como un paisaje sombrío. Existen fuerzas que estimulan el crecimiento, pero coexisten con varios factores que frenan la expansión. ¿Cuál será el desenlace? O la recuperación se consolida y la economía mundial avanza por un sendero de tímida expansión, o el deterioro se profundiza y resurge el espectro de una crisis más profunda que la anterior.

martes, 24 de julio de 2018

Helsinki: Rusia exhibe el fin oficial del unilateralismo de EEUU

Nazanín Armanian, Público

Parecía estar abducido: había abandonado su habitual prepotencia impertinente. Ante el líder ruso, parecía un niño con una angustiosa inseguridad. Definitivamente, el ropaje del presidente de EEUU le iba bastante grande a Donald Trump que decepcionó a quienes iban a ver un duelo de titanes: su trato hacia Vladimir Putin no era el del líder de la superpotencia, ni siquiera de un igual a igual, sino de un discípulo hacia un ídolo; nada que ver con sus maneras hacia los jefes de los estados europeos. El dirigente ruso, un hombre curtido en la política, con una actitud paternal consiguió algo inaudito: que el propio presidente de EEUU le diera razón ante el mundo al mismísimo “demonio ruso” y tachara de “desastre” al trabajo de los servicios de inteligencia de EEUU. Para Trump Rusia es un amigo y Europa la enemiga.

La primera cumbre oficial entre Trump y Putin puso patas arriba a Washington. El Establishment demócrata-republicana, que considera al jefe del estado algo parecido a un infiltrado del “Agente Putin”, hizo todo lo posible para sabotear la cumbre del 16 de julio: tres días antes, el fiscal Robert Mueller emitió una acusación contra 12 oficiales de inteligencia rusa por perjudicar la candidata Hilary Clinton en 2016. Al no conseguirlo, a Trump le llamaron de todo menos guapo: “traidor”, ser “un activo de inteligencia rusa”, marioneta de “un delincuente y un asesino”, o que su actitud “se eleva y supera el umbral de ‘altos crímenes y delitos menores’” fue la guinda que puso John Brennan, exdirector de la CIA al despropósito, porque el presidente no había criticado a Putin por los asuntos de Crimea, Siria o los “ciberataques” ¡Sospechan, incluso, que su idea de desmantelar la OTAN es para facilitar la invasión rusa a Europa! La paranoia llega a tal punto que la senadora republicana Lindsay Graham advirtió que no dejaría entrar en la Casa Blanca el balón de futbol de la Copa del Mundo que Putin regaló a Trump (¿metáfora del gol a EEUU?), porque poodría llevar un dispositivo de escuchas. En plan ofensivo y días después Trump anunció que había invitado a Putin a la Casa Blanca: ¡Aquí mando yo!

lunes, 23 de julio de 2018

El columnista del Washington Post exige intervención del “Estado profundo”

Andre Damon, wsws

La histeria mediática que rodea al encuentro del presidente estadounidense Donald Trump con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki se ha convertido en la ocasión para un giro radical hacia la derecha en la élite gobernante y el aparato mediático de los Estados Unidos. Los editoriales estadounidenses se han llenado de llamamientos explícitos para medidas estatales-policiales e intervención de las agencias de inteligencia en los asuntos del Estado que se habrían considerado inaceptables hace una semana.

El viernes, el columnista del Washington Post Eugene Robinson publicó una columna intitulada "Dios bendiga el Estado profundo", en la que presenta a los "servidores públicos que fueron ridiculizados por los trumpistas como el supuesto 'Estado profundo'" como un antídoto contra un presidente traidor y un Congreso ineficaz.

Robinson nunca define con precisión lo que quiere decir con el "Estado profundo", pero cita al director de Inteligencia Nacional, Daniel Coates, como uno de los funcionarios de alto rango que han respondido a la afirmación de Trump de que Rusia no “interfirió" en las elecciones del 2016. Es hacia tales oficiales de inteligencia y militares hacia los que el columnista del Post está atraído

domingo, 22 de julio de 2018

El deep State o el complejo militar industrial de Beltway tras la cabeza de Trump?

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

Sin tapujos, Ron Paul –ex legislador texano del Partido Republicano y padre del influyente senador Rand del Partido del Té– imputa al complejo militar industrial de Beltway de estar detrás del sabotaje de la cumbre en Helsinki: aterrorizado de realizar la paz con Rusia por “cientos de miles de millones de razones –conocidos como dólares–” que harán lo que sea para prevenir el acercamiento de Trump y Putin.

Al unísono de la pérfida acusación del juez especial Robert Mueller, el complejo militar industrial de Beltway busca la decapitación de Trump (http://bit.ly/2JFB1Nb).

Ron Paul –crítico cartesiano de los más creíbles a sus 82 años, en contrapunto al pugnaz senador Republicano John McCain, de 81 años, vinculado a los intereses bélicos de George Soros– conoce los intríngulis del poder en Estados Unidos, hoy en plena guerra civil cacofónica tras la polémica conferencia de Trump en Helsinki (http://bit.ly/2Ldo7f6). Ron Paul explaya la diferencia entre el deep State y el complejo militar industrial de Beltway. Juzga que “el deep State no constituye una secreta y amplia teoría de la conspiración”, ya que es real, opera abiertamente y está lejos de ser monolítico, cuando es simplemente el gobierno permanente y no elegido que continúa expandiendo su poder independientemente de la forma en que votan los estadounidenses. Ron Paul afirma que “existen facciones del deep State que están contentas (sic) con las políticas del presidente Trump”, que se pudiera decir aun que las representa.

viernes, 20 de julio de 2018

LA OCDE coincide con Piketty: la riqueza heredada siempre crecerá más que la del rendimiento del trabajo

Ronald Janssen, ctxt

Los beneficios de hoy no se convierten en las inversiones de mañana

Una imagen dice más que mil palabras. Sin duda este dicho se ajusta perfectamente a los gráficos publicados por la OCDE en el último número de Economic Outlook, y que muestran la tasa de rentabilidad de los activos fijos, una medida representativa de la rentabilidad de las inversiones de capital.

Basta con echar un vistazo rápido para apreciar que en los países de la OCDE se han producido altas tasas de rentabilidad. De hecho, en términos generales, la tasa de rentabilidad de los activos fijos ha alcanzado el 10%, como en los momentos previos a la crisis. En EE.UU. y en Reino Unido la tasa es más alta (12%), Alemania y Holanda han alcanzado una rentabilidad récord de un 13 y 14%. Es más, estas tasas solo reflejan la rentabilidad previa a que se produzca el efecto de apalancamiento financiero, cuando las empresas obtienen créditos a un tipo de interés más bajo que la rentabilidad de los activos. Esto implica que los rendimientos del capital serían aún más elevados y un múltiplo de los rendimientos que se muestran en los gráficos.

En un contexto de elevada rentabilidad de la inversión y de un nivel de riesgo de la inversión financiera en sus mínimos históricos, debería producirse un aumento de la inversión empresarial en la medida en que aumentan las expectativas de obtención de mayores beneficios que los costes financieros que suponen las inversiones. Sin embargo, se ha producido el caso contrario. Según el Outlook de la OCDE, cabe esperar que el gasto de inversión para el periodo 2018-2019 se sitúe alrededor de un 12% por debajo del nivel necesario para que crezca el stock de capital al mismo ritmo que en la década anterior a la crisis. Las empresas no están realizando las inversiones marginales pero rentables que deberían permitir unos tipos de interés bajos. Resulta interesante que para explicar esta situación la OCDE recurra en este caso a tasas internas de retorno empresarial pegajosas, que llegan a alcanzar un 14-15%. En otras palabras, las empresas a la hora de decidir si invierten o no siguen necesitando umbrales de rentabilidad nominal altos y rígidos, incluso a pesar de la reducción sustancial del coste de inversión financiera o alternativa libre de riesgo. De hecho, la OCDE lleva este argumento un poco más lejos al afirmar que las corporaciones, sobre todo las de Estados Unidos, con beneficios y recursos optan por fusionarse o comprar otras compañías competidoras, en lugar de aportar nuevo capital al stock agregado.

jueves, 19 de julio de 2018

Gulliver en el país de la macroeconomía

Alejandro Nadal, La Jornada

Cuando Jonathan Swift escribió Los Viajes de Gulliver, una sátira sobre las vanidades que animan la política y las guerras entre las naciones, todavía no nacía la teoría económica. Pero ya existía una reflexión sobre los precios y la cantidad de moneda en circulación. El mismo Swift participó en una controversia sobre una reforma monetaria en Irlanda, oponiéndose a la introducción de monedas de cobre, argumentando que se degradaría el valor de cada unidad y las de mala calidad desplazarían a las de buena, que serían atesoradas.

En su cuento, Lemuel Gulliver llega al país de Lilliput y se sorprende con su población de hombres diminutos (15 centímetros de altura), pero no le resulta extraño que en el reino exista una economía, con moneda propia, un tesoro público, empréstitos y tasas de interés. Al mismo tiempo, las clases sociales, la división del trabajo y las diferencias de jerarquías y órganos de gobierno le revelan que no es posible agrupar el complejo entramado social en una sola entidad. La heterogeneidad de grupos sociales impedía la agregación de todos los pequeños individuos para pensar en uno solo capaz de representar a todo el reino. Gulliver se percató de que Lilliput era más que la suma de sus partes.

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