Toda civilización está viva y creando si tiene una identidad dialéctica. La identidad es el pegamento de valores que nos permite organizarnos en torno a ejes axiológicos y políticos.
Salvatore Bravo, Sinistra in Rete
Para reconstruir la posibilidad de un proyecto común es necesario decodificar en profundidad las causas de la decadencia occidental, y en particular europea, que parece imparable. No se trata de implementar una oración con resultados desafortunados, sino de liberarnos de las superestructuras perjudiciales que nos impiden captar la "verdad histórica" y pensar en ella. Hay que reconocer que Emmanuel Todd tuvo el coraje ético en su análisis de La derrota de Occidente de identificar una de las causas macro en el origen de la desintegración europea. Toda civilización está viva y creando si tiene una identidad dialéctica. La identidad es el pegamento de valores que nos permite organizarnos en torno a ejes axiológicos y políticos. La identidad no es un monolito, pero lo es si contempla en su interior oposiciones, resistencias y alternativas con las que uno se compara. La identidad debe estar sujeta a una revisión racional continua en el espacio público de la política. Occidente ha arrasado, y no sólo en sentido metafórico, toda identidad y todo modelo ético. La liberación de todo es hoy el nihilismo alcanzado. Sólo domina el mercado con sus oscilaciones; la ley del más fuerte ha establecido el más feroz de los individualismos capaces de implementar sólo intereses económicos personales inmediatos. Esta lógica que atraviesa todas las clases sociales hace que Occidente sea incapaz de comprender las identidades y esto lo expone al desastre y la derrota. Las acciones militares no evalúan la variable de identidad, sino que se limitan a medir las relaciones de poder cuantitativas únicamente, por lo que la derrota siempre está a la vuelta de la esquina. La identidad da fuerza plástica y dinamismo; Occidente, mutilado de identidad, siente verdadero terror-horror y acaba calculando los contrastes según paradigmas militares y de fuerza. Desaparece así el componente motivacional y espiritual que hace que un sistema esté activo.