La economía portuguesa ha despegado bajo la gestión de un gobierno de coalición de izquierda. No sólo ha dejado atrás la crisis y su doloroso rescate europeo, sino que ha ajustado su cuadro macroeconómico, reducido su déficit, su desempleo y su deuda, y recibido elogios de Bruselas… y de Berlín.
Diego Herranz, Público
Dicen desde Europa que la trayectoria gubernamental António Costa en Portugal representa el renacimiento tranquilo de la socialdemocracia en el Viejo Continente. El detonante de que en la UE ésta ideología enrocada en la construcción de la UE, que parecía moribunda desde la crisis de 2008, haya arraigado de nuevo con gabinetes de este tinte político en el club comunitario. En España, donde se teje el primer Ejecutivo de coalición de su historia democrática reciente entre el dirigente del PSOE y vencedor en los dobles comicios de este año, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que asumirá la vicepresidencia de Asuntos Sociales.
Al igual que en Suecia, Dinamarca y Finlandia. Tres nórdicos que recuperan las tradicionales esencias de este perfil político, especialmente asentado en el tiempo en Escandinavia. E, incluso, en Italia, donde la entente cordiale de emergencia entre el Partido Demócrata (ahora Alianza Viva) del ex primer ministro Matteo Renzi -hasta no hace mucho, la gran esperanza socialdemócrata europea- y el Movimiento Cinco Estrellas dio al traste con la intención del ultraderechista Matteo Salvini y su Liga Norte de convocar anticipadamente comicios legislativos en el país trasalpino.