Antonio Anton, NuevaTribuna.es
Nancy Fraser explica la necesidad que tiene el neoliberalismo de asumir su apariencia progre para ganar la hegemonía cultural y relativizar su componente distributivo regresivo: el neoliberalismo no es solo política económica; es un proyecto político con su hegemonía cultural. El neoliberalismo progresista es, por un lado, regresivo en lo socioeconómico, es decir, perjudica al conjunto de las mayorías populares y, particularmente, las condiciones y derechos sociolaborales de mujeres y gente de color (e inmigrantes); y, por otro lado, progresivo en lo cultural, favoreciendo las llamadas políticas identitarias.
Es un aspecto interesante que la intelectual y feminista estadounidense explica en su reciente libro “Capitalismo. Una conversación desde la Teoría Crítica” en el que dialoga con Rahel Jaeggi. La cuestión es cómo vincular su perspectiva anticapitalista con una visión renovada de la clase social y la emancipación de las mujeres (u otros conflictos sociales, étnicos, culturales y socioecológicos).
Nancy Fraser, afirma que (neo)liberalismo y fascismo son dos caras del capitalismo, aunque con normativas distintas y/o contrapuestas en el ámbito sociocultural: liberadora y autoritaria. A partir de ese diagnóstico realiza una propuesta programática frente a ambos