Vicenç Navarro, Público
Desde finales de la década de los años 70 (en la Gran Bretaña, con el Gobierno de la señora Thatcher), y principios de la década de los años 80 (en Estados Unidos con el Gobierno del presidente Reagan), se inició lo que algunos autores han definido como La Revolución Neoliberal, pasando a ser el neoliberalismo la ideología dominante del pensamiento económico, que más tarde hizo suya la socialdemocracia (en una versión más moderada) en Europa a través de La Tercera Vía con Tony Blair en la Gran Bretaña, Schröder en Alemania, Hollande en Francia y Zapatero en España, inspirados, estos últimos, por los cambios iniciados en el Partido Demócrata de los Estados Unidos (por el presidente Clinton seguidos más tarde por el presidente Obama).
Este pensamiento, que se convirtió en dogma, gestionado por su Vaticano, el fórum de Davos, sostenía (en teoría) tres principios. Primero: el Estado, conocido como «El Gobierno», tenía que reducir sus intervenciones, (regulación y gasto público). Como decía el Presidente Reagan «Government is not the solution, rather it is part of the problem«. Segundo: los mercados laborales, financieros y comerciales, deberían estar desregulados a fin de liberar el enorme potencial creador que tenían los mercados. Y tercero: la movilidad global del mundo del trabajo y del capital debía facilitarse dentro de un proceso de globalización. Como consecuencia de la supuesta aplicación de estos tres principios, se señaló que hubo un enorme crecimiento de la economía mundial bajo un nuevo orden internacional, en que los Estados estaban perdiendo su poder siendo sustituidos por empresas multinacionales que centraron la actitud y la actividad económica en su globalización. Hasta aquí la teoría. Veamos ahora la realidad.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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viernes, 25 de junio de 2021
El gran fracaso del neoliberalismo
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martes, 1 de diciembre de 2020
Margaret Thatcher 30 años después
León Bendesky, La Jornada
Margaret Thatcher fue primera ministra del Reino Unido entre mayo de 1979 y noviembre de 1990. Ahora se cumplen, pues, tres décadas desde que la relevó en el puesto su compañero John Major, tras renunciar al perder el apoyo de su propio partido, el Conservador.
Eso marcó el fin de una era que transformó significativamente la política en ese país y su influencia se extendió al resto del mundo. Una etapa política en la que coincidió con el gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) y con el muy largo, políticamente activo y relevante papado de Karol Wojtyła (1978-2005).
Así que se entrelazaron los hechos de la muerte de Albino Luciani (Juan Pablo I), 33 días después de haber sido electo Papa el 26 de agosto de 1978 y remplazado por Wojtyła, con la elección de Thatcher y poco después la de Reagan. Los tres fueron personajes muy distinguidos en la reconformación ideológica del capitalismo como sistema social y que incluyó el fin de la Unión Soviética en 1989. La relación que mantuvieron con Gorbachev fue crucial.
Margaret Thatcher fue primera ministra del Reino Unido entre mayo de 1979 y noviembre de 1990. Ahora se cumplen, pues, tres décadas desde que la relevó en el puesto su compañero John Major, tras renunciar al perder el apoyo de su propio partido, el Conservador.
Eso marcó el fin de una era que transformó significativamente la política en ese país y su influencia se extendió al resto del mundo. Una etapa política en la que coincidió con el gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) y con el muy largo, políticamente activo y relevante papado de Karol Wojtyła (1978-2005).
Así que se entrelazaron los hechos de la muerte de Albino Luciani (Juan Pablo I), 33 días después de haber sido electo Papa el 26 de agosto de 1978 y remplazado por Wojtyła, con la elección de Thatcher y poco después la de Reagan. Los tres fueron personajes muy distinguidos en la reconformación ideológica del capitalismo como sistema social y que incluyó el fin de la Unión Soviética en 1989. La relación que mantuvieron con Gorbachev fue crucial.
miércoles, 4 de julio de 2018
Reconstruir el Estado
Alejandro Nadal, La Jornada
En 1981 la señora Margaret Thatcher explicó en una entrevista al periódico londinense Sunday Times: "La economía es el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma de las personas". Para la entonces primera ministra el nuevo orden moral del neoliberalismo estaría cimentado en el individualismo y el interés personal como motor de la vida social. El alma de los miembros de la sociedad debía estar basada en las reglas y principios de ese egoísmo que define a los agentes de la teoría económica convencional.
No hay que subestimar la retórica de la señora Thatcher. Durante los 11 años que se mantuvo en el poder, cambió a Inglaterra para siempre. Y parte de su legado es que la agenda y la ideología del neoliberalismo invadieron las principales economías del planeta. Si hoy buscamos comprender por qué florecen la corrupción y el fraude, hay que voltear la mirada hacia esa ideología del neoliberalismo. Después de todo, el corazón al que se refería Thatcher está animado por las normas y valores del egoísmo y el materialismo individual.
En la esfera de la política económica el corolario de la ideología del neoliberalismo es que la regulación sobre la vida económica debe eliminarse y que el Estado debía reducirse a su mínima expresión. Por eso, después de tres décadas de sufrir una de las versiones más fanáticas de neoliberalismo en el mundo, el Estado mexicano necesita transitar por un proceso de reconstrucción. No es que el Estado haya sido desmantelado por completo, pero sí ha atravesado una larga etapa de debilitamiento y muchas de las instancias que han sobrevivido se encuentran atrofiadas. En México, el neoliberalismo alcanzó uno de sus principales objetivos: desarmar las instancias públicas que desempeñan un papel clave en la vida económica.
En 1981 la señora Margaret Thatcher explicó en una entrevista al periódico londinense Sunday Times: "La economía es el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma de las personas". Para la entonces primera ministra el nuevo orden moral del neoliberalismo estaría cimentado en el individualismo y el interés personal como motor de la vida social. El alma de los miembros de la sociedad debía estar basada en las reglas y principios de ese egoísmo que define a los agentes de la teoría económica convencional.
No hay que subestimar la retórica de la señora Thatcher. Durante los 11 años que se mantuvo en el poder, cambió a Inglaterra para siempre. Y parte de su legado es que la agenda y la ideología del neoliberalismo invadieron las principales economías del planeta. Si hoy buscamos comprender por qué florecen la corrupción y el fraude, hay que voltear la mirada hacia esa ideología del neoliberalismo. Después de todo, el corazón al que se refería Thatcher está animado por las normas y valores del egoísmo y el materialismo individual.
En la esfera de la política económica el corolario de la ideología del neoliberalismo es que la regulación sobre la vida económica debe eliminarse y que el Estado debía reducirse a su mínima expresión. Por eso, después de tres décadas de sufrir una de las versiones más fanáticas de neoliberalismo en el mundo, el Estado mexicano necesita transitar por un proceso de reconstrucción. No es que el Estado haya sido desmantelado por completo, pero sí ha atravesado una larga etapa de debilitamiento y muchas de las instancias que han sobrevivido se encuentran atrofiadas. En México, el neoliberalismo alcanzó uno de sus principales objetivos: desarmar las instancias públicas que desempeñan un papel clave en la vida económica.
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domingo, 4 de junio de 2017
La izquierda global contra la derecha global: de 1945 a la fecha
Immanuel Wallerstein, La Jornada
El periodo entre 1945 y 1970 fue uno de extrema alta concentración de capitales a escala mundial y también de hegemonía geopolítica de Estados Unidos. En la geocultura el liberalismo centrista llegó a su cumbre como ideología gobernante. Nunca antes el capitalismo pareció funcionar tan bien. Esto no habría de durar.
El alto nivel de acumulación de capital, que en particular favoreció a las instituciones y al pueblo de Estados Unidos, alcanzó los límites en su capacidad para garantizar el necesario cuasi-monopolio de las empresas productivas. La ausencia de un cuasi-monopolio significó que por todas partes la acumulación de capital comenzara a estancarse y los capitalistas comenzaron a buscar modos alternativos de sostener sus ingresos. Los principales modos fueron la relocalización de sus empresas productivas en zonas de costo menor y el involucramiento en la transferencia especulativa de capital existente, eso que le llamamos la financiarización.
En 1945, solamente el desafío del poder militar de la Unión Soviética pudo enfrentar el cuasi-monopolio geopolítico de Estados Unidos. Para garantizar su cuasi-monopolio, Estados Unidos tuvo que acceder a un arreglo tácito pero efectivo con la Unión Soviética, apodado Yalta. Este arreglo implicó una división del poder mundial, dos tercios para Estados Unidos y un tercio para la Unión Soviética. Acordaron mutuamente no transgredir estos límites y no interferir con las operaciones económicas del otro en su propia esfera. También entraron en una guerra fría, cuya función no era derrocar al otro (por lo menos en el futuro previsible), sino mantener la incuestionada lealtad de sus respectivos satélites. Este cuasi-monopolio también llegó a su fin debido al creciente desafío a su legitimidad por parte de quienes se perdieron debido al statu quo.
El periodo entre 1945 y 1970 fue uno de extrema alta concentración de capitales a escala mundial y también de hegemonía geopolítica de Estados Unidos. En la geocultura el liberalismo centrista llegó a su cumbre como ideología gobernante. Nunca antes el capitalismo pareció funcionar tan bien. Esto no habría de durar.
El alto nivel de acumulación de capital, que en particular favoreció a las instituciones y al pueblo de Estados Unidos, alcanzó los límites en su capacidad para garantizar el necesario cuasi-monopolio de las empresas productivas. La ausencia de un cuasi-monopolio significó que por todas partes la acumulación de capital comenzara a estancarse y los capitalistas comenzaron a buscar modos alternativos de sostener sus ingresos. Los principales modos fueron la relocalización de sus empresas productivas en zonas de costo menor y el involucramiento en la transferencia especulativa de capital existente, eso que le llamamos la financiarización.
En 1945, solamente el desafío del poder militar de la Unión Soviética pudo enfrentar el cuasi-monopolio geopolítico de Estados Unidos. Para garantizar su cuasi-monopolio, Estados Unidos tuvo que acceder a un arreglo tácito pero efectivo con la Unión Soviética, apodado Yalta. Este arreglo implicó una división del poder mundial, dos tercios para Estados Unidos y un tercio para la Unión Soviética. Acordaron mutuamente no transgredir estos límites y no interferir con las operaciones económicas del otro en su propia esfera. También entraron en una guerra fría, cuya función no era derrocar al otro (por lo menos en el futuro previsible), sino mantener la incuestionada lealtad de sus respectivos satélites. Este cuasi-monopolio también llegó a su fin debido al creciente desafío a su legitimidad por parte de quienes se perdieron debido al statu quo.
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lunes, 30 de mayo de 2016
Es oficial: el neoliberalismo existe
Andy Robinson, Attac
Este puede ser el día en el que los historiadores económicos del futuro coincidan en señalar como el principio del fin de algo que ha provocado sufrimiento y dolor masivos y pingües beneficios mucho menos masivos. Una ideología que ha transformado el mundo como el blitzkrieg que transformó Europa pero cuyo nombre se tenía que evitar en los medios de consumo masivo quizás porque reconocer su existencia era demasiado peligroso para quienes se beneficiaban de ella. Durante años, décadas, los periodistas, incluso los que leíamos a David Harvey en el cuarto de baño de la redacción, jamás podíamos llamarlo por su nombre, a no ser que quisiéramos ser tachados de bolivarianos, o loony lefties, hasta por los socialdemócratas mas entrañables.
Pero hoy es el día de la liberación. Por fin, hasta el Wall Street Journal o el Financial Times pueden hablar claro. Porque el Fondo Monetario Internacional acaba de decir la palabra tabú en un nuevo informe, firmado por Jonathan Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri. Es el volumen 53, número 2, de la sección de Finanzas y desarrollo de la voluminosa obra técnica del FMI. El título del paper: Neoliberalism: oversold? Que viene a significar “El neoliberalismo: ¿una idea vendida con celo excesivo?” Es decir, que ya es oficial. El neoliberalismo existe. O al menos, existió.
Que el FMI —el vendedor más empecinado de esta ideología ahora sobrevendida— utilice la palabra neoliberalismo en un análisis de las tendencias económicas de las últimas décadas es un acontecimiento muy significativo. Es un poco como aquel libro de Paul Preston que causó sensación porque llamó al franquismo, fascismo. Jamás había ocurrido en los textos respetables de las ciencias económicas y menos en los informes de los tecnócratas del FMI.
Este puede ser el día en el que los historiadores económicos del futuro coincidan en señalar como el principio del fin de algo que ha provocado sufrimiento y dolor masivos y pingües beneficios mucho menos masivos. Una ideología que ha transformado el mundo como el blitzkrieg que transformó Europa pero cuyo nombre se tenía que evitar en los medios de consumo masivo quizás porque reconocer su existencia era demasiado peligroso para quienes se beneficiaban de ella. Durante años, décadas, los periodistas, incluso los que leíamos a David Harvey en el cuarto de baño de la redacción, jamás podíamos llamarlo por su nombre, a no ser que quisiéramos ser tachados de bolivarianos, o loony lefties, hasta por los socialdemócratas mas entrañables.
Pero hoy es el día de la liberación. Por fin, hasta el Wall Street Journal o el Financial Times pueden hablar claro. Porque el Fondo Monetario Internacional acaba de decir la palabra tabú en un nuevo informe, firmado por Jonathan Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri. Es el volumen 53, número 2, de la sección de Finanzas y desarrollo de la voluminosa obra técnica del FMI. El título del paper: Neoliberalism: oversold? Que viene a significar “El neoliberalismo: ¿una idea vendida con celo excesivo?” Es decir, que ya es oficial. El neoliberalismo existe. O al menos, existió.
Que el FMI —el vendedor más empecinado de esta ideología ahora sobrevendida— utilice la palabra neoliberalismo en un análisis de las tendencias económicas de las últimas décadas es un acontecimiento muy significativo. Es un poco como aquel libro de Paul Preston que causó sensación porque llamó al franquismo, fascismo. Jamás había ocurrido en los textos respetables de las ciencias económicas y menos en los informes de los tecnócratas del FMI.
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domingo, 20 de marzo de 2016
Obama visita a la Argentina en sintonía con el gobierno Macri
Julio C. Gambina, Alainet
El presidente de EEUU estará en Argentina para el 24 de marzo, en momentos en que se recupera para la memoria popular el oprobio del golpe genocida hace 40 años.
Muchos se preguntan el porqué de la visita y son variados los argumentos, aunque concentrados en el sustento de los intereses estratégicos de la potencia imperialista.
Sostienen algunos que se trata de compensar el encuentro con el gobierno de izquierda y revolucionario en Cuba, muy criticado por sectores de la ultra derecha de EEUU, y por eso, la visita a Macri, a quien imaginan la punta de lanza para contrarrestar el cambio político regional en curso en este comienzo del Siglo XXI.
El presidente de EEUU estará en Argentina para el 24 de marzo, en momentos en que se recupera para la memoria popular el oprobio del golpe genocida hace 40 años.
Muchos se preguntan el porqué de la visita y son variados los argumentos, aunque concentrados en el sustento de los intereses estratégicos de la potencia imperialista.
Sostienen algunos que se trata de compensar el encuentro con el gobierno de izquierda y revolucionario en Cuba, muy criticado por sectores de la ultra derecha de EEUU, y por eso, la visita a Macri, a quien imaginan la punta de lanza para contrarrestar el cambio político regional en curso en este comienzo del Siglo XXI.
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sábado, 30 de enero de 2016
El odio al Estado
Emir Sader, Público.es
Hasta no hace tanto, Richard Nixon, todavía presidente de Estados Unidos, declaraba: “Somos todos keynesianos”. Era la demostración de la hegemonía de ese modelo. Fueron los conservadores y no la izquierda los responsables del Estado de bienestar social en Europa. Era la muestra de que se trataba de un consenso.
Una década después, otro presidente norteamericano anunció el radical cambio de rumbo. Para Ronald Reagan, el Estado dejaba de ser la solución, para ser el problema. Se apuntaba al elemento clave del modelo keynesiano para convertirlo en el blanco de los ataques del neoliberalismo, primero de la derecha tradicional, después también por parte de sectores que venían de la izquierda histórica.
A partir de ese momento se desató una feroz lucha de ideas y políticas sobre el rol del Estado con consecuencias directas sobre la economía. El ataque al Estado muchas veces no revelaba claramente qué es lo que se promovía en su lugar: el mercado. En cualquier caso, se trata de una misma operación ideológica con dos caras.
Hasta no hace tanto, Richard Nixon, todavía presidente de Estados Unidos, declaraba: “Somos todos keynesianos”. Era la demostración de la hegemonía de ese modelo. Fueron los conservadores y no la izquierda los responsables del Estado de bienestar social en Europa. Era la muestra de que se trataba de un consenso.
Una década después, otro presidente norteamericano anunció el radical cambio de rumbo. Para Ronald Reagan, el Estado dejaba de ser la solución, para ser el problema. Se apuntaba al elemento clave del modelo keynesiano para convertirlo en el blanco de los ataques del neoliberalismo, primero de la derecha tradicional, después también por parte de sectores que venían de la izquierda histórica.
A partir de ese momento se desató una feroz lucha de ideas y políticas sobre el rol del Estado con consecuencias directas sobre la economía. El ataque al Estado muchas veces no revelaba claramente qué es lo que se promovía en su lugar: el mercado. En cualquier caso, se trata de una misma operación ideológica con dos caras.
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sábado, 12 de octubre de 2013
Estados Unidos y la crisis global
Carlos Angulo Rivas, ArgenPress
Hace 25 años la dupla Ronald Reagan-Margaret Thatcher dio inicio al neoliberalismo y la globalización, dando plena libertad a los mercados para que decidieran autónomamente sobre el destino de la economía. Instauraron, de esta manera, un sistema económico global que dejó en manos de las empresas multinacionales, de las corporaciones monopólicas y de los organismos financieros, principalmente del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el verdadero gobierno del mundo. Además, con ello quedó establecido un fiero intercambio especulativo a manera de sistema económico. Entonces, la enorme crisis capitalista actual no es una simple casualidad sino el resultado de este experimento fundado en el mercantilismo voraz sin contemplaciones, donde los pobres serán cada vez más pobres y los ricos más ricos.
Hace 25 años la dupla Ronald Reagan-Margaret Thatcher dio inicio al neoliberalismo y la globalización, dando plena libertad a los mercados para que decidieran autónomamente sobre el destino de la economía. Instauraron, de esta manera, un sistema económico global que dejó en manos de las empresas multinacionales, de las corporaciones monopólicas y de los organismos financieros, principalmente del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el verdadero gobierno del mundo. Además, con ello quedó establecido un fiero intercambio especulativo a manera de sistema económico. Entonces, la enorme crisis capitalista actual no es una simple casualidad sino el resultado de este experimento fundado en el mercantilismo voraz sin contemplaciones, donde los pobres serán cada vez más pobres y los ricos más ricos.
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miércoles, 15 de mayo de 2013
El legado del thatcherismo
El 4 de mayo de 1979, el Partido Conservador Británico ganaba las elecciones legislativas, pero era algo más que una victoria electoral. Esa fecha suponía en la historia, el inicio de la contraofensiva de la derecha extrema occidental, que escondida tras los escombros de la II Guerra Mundial, había esperado agazapada a que llegara su momento: el momento de su venganza política contra la izquierda, de restituir sus privilegios de clase; el momento de dejar de esconder su colaboración con el fascismo; el momento de aplastar a la clase trabajadora.
martes, 16 de abril de 2013
Margaret Thatcher: la herencia
León Bendesky, La Jornada
Margareth Thatcher es una referencia inevitable en la conformación de las políticas públicas que han predominado –con algunas variaciones– en el mundo desde la década de 1980. La consideración de su gobierno y del legado que dejó en el llamado neoliberalismo es intensa, también lo son las disputas entre partidarios y detractores.
Tales disputas en torno a su gobierno partieron del fuerte impacto político y sobre todo del efecto adverso para gran parte de la población en ese país. Aún resuenan luego de más de 20 años de que dejara el poder, repudiada incluso por su propio partido y su gabinete, que buscaba salvar el pellejo ante los efectos del thatcherismo. Aunque luego, John Major en esencia lo sostuvo hasta 1997.
Margareth Thatcher es una referencia inevitable en la conformación de las políticas públicas que han predominado –con algunas variaciones– en el mundo desde la década de 1980. La consideración de su gobierno y del legado que dejó en el llamado neoliberalismo es intensa, también lo son las disputas entre partidarios y detractores.
Tales disputas en torno a su gobierno partieron del fuerte impacto político y sobre todo del efecto adverso para gran parte de la población en ese país. Aún resuenan luego de más de 20 años de que dejara el poder, repudiada incluso por su propio partido y su gabinete, que buscaba salvar el pellejo ante los efectos del thatcherismo. Aunque luego, John Major en esencia lo sostuvo hasta 1997.
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domingo, 14 de abril de 2013
El legado económico de Margareth Thatcher, reina madre de la austeridad y la financiarización global
Cuelgo este notable artículo de Michael Hudson y Jeffrey Sommers, publicado en CounterPunch
Por lo general conservamos la convención de abstenerse de hablar mal de los que acaban de morir. Pero es muy probable que la propia Margaret Thatcher no tenga nada que objetar a un epitafio centrado en el legado económico de su profesado objetivo político: desmantelar “irreversiblemente” el sector público británico. Atacando la planificación central estatal, lo que hizo fue desplazar esa planificación para dejarla en unas manos financieras harto más centralizadas: una City de Londres no estorbada económicamente por la regulación financiera y “libre” de cualquier regulación antimonopólica seria de precios.
La Sra. Thatcher transformó el carácter de la política británica encabezando un gobierno parlamentario democráticamente elegido que permitió a los planificadores financieros desbaratar el sector público con el asentimiento popular. Como su coetáneo, el actor Ronald Reagan, narró un atractivo cuento, cuya trama era la recuperación de la economía. La realidad, ni que decir tiene, resultó en un encarecimiento del coste de la vida y del coste de la actividad empresarial. Pero ese juego de suma cero convirtió las pérdidas económicas en inopinadas ganancias para la feligresía del Partido Conservador en el sector bancario británico.
Por lo general conservamos la convención de abstenerse de hablar mal de los que acaban de morir. Pero es muy probable que la propia Margaret Thatcher no tenga nada que objetar a un epitafio centrado en el legado económico de su profesado objetivo político: desmantelar “irreversiblemente” el sector público británico. Atacando la planificación central estatal, lo que hizo fue desplazar esa planificación para dejarla en unas manos financieras harto más centralizadas: una City de Londres no estorbada económicamente por la regulación financiera y “libre” de cualquier regulación antimonopólica seria de precios.
La Sra. Thatcher transformó el carácter de la política británica encabezando un gobierno parlamentario democráticamente elegido que permitió a los planificadores financieros desbaratar el sector público con el asentimiento popular. Como su coetáneo, el actor Ronald Reagan, narró un atractivo cuento, cuya trama era la recuperación de la economía. La realidad, ni que decir tiene, resultó en un encarecimiento del coste de la vida y del coste de la actividad empresarial. Pero ese juego de suma cero convirtió las pérdidas económicas en inopinadas ganancias para la feligresía del Partido Conservador en el sector bancario británico.
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jueves, 11 de abril de 2013
Margareth Thatcher, una brutal guerrera de la clase dominante
Alex Callinicos, Socialist Worker
La respuesta oficial (incluyendo, por supuesto la de los medios de la clase dirigente) a la muerte de Margaret Thatcher consistirá en tratar de embalsamarla en su “calidad de estadista”.
Quienes recuerdan lo que Thatcher hizo a los mineros (y a muchas otras comunidades de la clase trabajadora) preferirán inmortalizarla como el poeta Shelley inmortalizó a otro político conservador, Lord Castlereagh, después de la masacre de Peterloo en 1819: “Encontré el asesinato en el camino/ tenía una máscara como Castlereagh”.
Y es que a lo que se dedicaba Tatcher era al asesinato. A veces el asesinato era metafórico (de industrias y comunidades). Con todo, destruyó vidas humanas.
La respuesta oficial (incluyendo, por supuesto la de los medios de la clase dirigente) a la muerte de Margaret Thatcher consistirá en tratar de embalsamarla en su “calidad de estadista”.
Quienes recuerdan lo que Thatcher hizo a los mineros (y a muchas otras comunidades de la clase trabajadora) preferirán inmortalizarla como el poeta Shelley inmortalizó a otro político conservador, Lord Castlereagh, después de la masacre de Peterloo en 1819: “Encontré el asesinato en el camino/ tenía una máscara como Castlereagh”.
Y es que a lo que se dedicaba Tatcher era al asesinato. A veces el asesinato era metafórico (de industrias y comunidades). Con todo, destruyó vidas humanas.
martes, 9 de abril de 2013
Margareth Thatcher: el ángel de la muerte
Ver más en: La lenta agonía de la era Thatcher; El origen del neoliberalismo
lunes, 8 de abril de 2013
La lenta agonía de la era Thatcher
A propósito del fallecimiento de Margareth Thatcher, cuelgo este artículo publicado en El Blog Salmón en enero de 2009, en el cual hago referencia a las políticas implantadas por la jihad fundamentalista del neoliberalismo, con la desregulación total de los mercados (especialmente los financieros), que desataron la actual crisis global
A fines de los años 70 y principios de los años 80, con la fuerte presión de la jihad fundamentalista y en apoyo de los intereses financieros, comenzaron en el Reino Unido y los Estados Unidos, los recortes presupuestarios, las privatizaciones de las empresas estratégicas y la desregulación de los mercados financieros.
jueves, 3 de enero de 2013
La victoria de Margaret Thatcher sobre el Estado del Bienestar 30 años después
Ángels Martínez Castells, Attac
Podíamos leer en The Guardian ayer que Margaret Thatcher y su canciller Sir Geoffrey Howe estaban detrás de un plan políticamente tóxico en 1982 para desmantelar el estado del bienestar. La “transparencia” a la que obliga que 30 años después se publiquen los documentos oficiales revela en primera página las raíces ideológicas y la matriz neoliberal de los ataques a la dependencia, a los servicios públicos, a la ciudadanía y a los derechos humanos. El tema es tan importante que The Guardian le dedicó ayer un editorial jugando con la historia. Dice:
Podíamos leer en The Guardian ayer que Margaret Thatcher y su canciller Sir Geoffrey Howe estaban detrás de un plan políticamente tóxico en 1982 para desmantelar el estado del bienestar. La “transparencia” a la que obliga que 30 años después se publiquen los documentos oficiales revela en primera página las raíces ideológicas y la matriz neoliberal de los ataques a la dependencia, a los servicios públicos, a la ciudadanía y a los derechos humanos. El tema es tan importante que The Guardian le dedicó ayer un editorial jugando con la historia. Dice:
“los tiempos son difíciles. El crecimiento económico está estancado. La factura de servicios públicos se ha disparado y sólo se prevé que seguirá creciendo mientras disminuyen los ingresos de la nación. (…) La conclusión: el país ya no puede permitirse el estado de bienestar”.Sólo que estas frases que nos parecen tan actuales (y tan exportables al discurso pepero en España) se formularon en 1982. Sin embargo, explican perfectamente (porque siguen el guión al pie de la letra) las rapiñas de Ignacio González, Mariano Rajoy o Artur Mas, y sus repetidas justificaciones (no por ello menos mendaces ni rastreras). Por ejemplo, el documento base del Gabinete de Thatcher aseguraba que la asistencia social debía enmarcarse en un contexto de “eficiencia y economía, y siempre en una cuestión de precio y nunca de valor“. ¿Les suena, verdad?
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