Kirílov presentó pruebas documentadas de que EEUU financiaba laboratorios en Ucrania para desarrollar armas biológicas
Víctor Ternovsky, La Haine
El teniente general Ígor Kirílov, jefe de las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas rusas, falleció este martes en un atentado con explosivos en Moscú. La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, resume así la trayectoria del militar, muerto a los 54 años: “Durante muchos años, sistemáticamente, con los hechos en la mano, expuso los crímenes de los anglosajones”.
Es fácil deducir quién asesinó a Ígor Kirílov (el autor material del atentado ya ha declarado que le pagaba la inteligencia ucraniana). Y es que era uno de los militares rusos más odiados por Occidente y, especialmente, por Kiev, que abrió una causa penal en su contra en vísperas del asesinato del general.
En 2022, en medio de la operación especial rusa, Ígor Kirílov presentó pruebas documentadas de que el Pentágono estadounidense financiaba laboratorios en Ucrania para desarrollar componentes de armas biológicas. Las actividades, que hasta implicaron ensayos sobre pacientes de hospitales psiquiátricos, fueron amparadas por un acuerdo entre la Defensa norteamericana y el Ministerio de Salud ucraniano fechado en 2015, es decir, poco después de producirse el golpe de Estado en Kiev. En su marco, laboratorios biológicos en Kiev, Odesa, Leópolis y Járkov recibieron decenas de miles de dólares. Su existencia fue confirmada por Victoria "Fuck Europe" Nuland, en aquel entonces subsecretaria de Estado estadounidense, quien se mostró muy preocupada en 2022 por el riesgo de que las tropas rusas se hicieran con el control de lo que calificó como “instalaciones de investigación biológica” en Ucrania.