Alejandro Nadal, La Jornada
Antes de que desaparezca en la bruma de la historia el referendo sobre la independencia de Escocia, conviene analizar los resultados finales. Las lecciones para todos (no sólo Europa) son demasiado importantes como para dejar a la industria trasnacional de los medios de comunicación la tarea de digerir los datos.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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miércoles, 24 de septiembre de 2014
domingo, 21 de septiembre de 2014
Escocia: Postmortem de un referéndum histórico
Andy Robinson, Sin Permiso
El no ha ganado al sí por el 55% al 45%. La unión entre el Reino Unido y Escocia sobrevive tras pasar por el momento más precario desde hace más de tres siglos. Pero el postmortem del resultado del histórico referéndum no será muy favorable a la campaña unionista.
Primero, porque hasta sus propios líderes reconocen que la estrategia unionista se ha basado fundamentalmente en el miedo a las consecuencias de romper con Inglaterra. Una vez más, en la política de la post crisis, se ha resaltado el peligro de incordiar a los mercados financieros, dispuestos a tumbar cualquier proyecto nuevo mediante una fulminante fuga de capitales. Resultó revelador cómo los líderes de los tres partidos británicos -conservadores, laboristas y liberal demócratas- cerraron filas con los grandes bancos, con el Banco de Inglaterra y los consejeros delegados de multinacionales como la BP, para vaticinar la catástrofe en caso de que ganase el sí. Asímismo, la consigna de los últimos carteles electorales de la campaña unionista -“If you don’t know, vote no” (si no sabes qué votar, vota no)- resumió una actitud cínica que caracterizaba gran parte de la campaña del no complaciente al inicio y desesperado al final.
El no ha ganado al sí por el 55% al 45%. La unión entre el Reino Unido y Escocia sobrevive tras pasar por el momento más precario desde hace más de tres siglos. Pero el postmortem del resultado del histórico referéndum no será muy favorable a la campaña unionista.
Primero, porque hasta sus propios líderes reconocen que la estrategia unionista se ha basado fundamentalmente en el miedo a las consecuencias de romper con Inglaterra. Una vez más, en la política de la post crisis, se ha resaltado el peligro de incordiar a los mercados financieros, dispuestos a tumbar cualquier proyecto nuevo mediante una fulminante fuga de capitales. Resultó revelador cómo los líderes de los tres partidos británicos -conservadores, laboristas y liberal demócratas- cerraron filas con los grandes bancos, con el Banco de Inglaterra y los consejeros delegados de multinacionales como la BP, para vaticinar la catástrofe en caso de que ganase el sí. Asímismo, la consigna de los últimos carteles electorales de la campaña unionista -“If you don’t know, vote no” (si no sabes qué votar, vota no)- resumió una actitud cínica que caracterizaba gran parte de la campaña del no complaciente al inicio y desesperado al final.
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