La invención del sistema dólar y su desplome
Desde finales del siglo XIX, los bancos que se hallaban bajo el control del imperio Rotschild emprendieron una gran campaña para apoderarse de la economía estadounidense. Los Rotschild, provenientes de Europa, financiaron los bancos J.P. Morgan, Kuhn Loeb y John D. Rockefellers y a sus empresas asociadas Standard Oil Co., los ferrocarriles de Edward Harriman y las fábricas de acero de Andrew Carnegie.
Alrededor del año 1900, los Rotschild enviaron a Estados Unidos a uno de sus agentes, Paul Warburg, quien debía cooperar con el Banco Kuhn Loeb & Co para instaurar varios «Federal Reserve Banks» (FED), instituciones privadas de emisión de moneda. Con el apoyo de los dos grandes grupos financieros Rotschild y Rockefeller, lograron fundar un banco central privado con derecho a emitir su propia moneda, medio legal de pago garantizado al principio por el Estado. La instauración de "la FED", en 1913, permitió que los banqueros internacionales pudieran consolidar su poderío financiero en Estados Unidos. Paul Warburg fue el primer presidente de la FED.
Después de la fundación de la Fed se produjo la adopción de la 6ª enmienda de la Constitución estadounidense, que permitió que el gobierno cobrara un impuesto sobre los ingresos. Era consecuencia del hecho que el gobierno no pudiera ya emitir su propia moneda. De esa manera, los banqueros internacionales se apropiaban indirectamente del patrimonio privado del ciudadano estadounidense.
Durante la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos llegó a exigir que los países en guerra le pagaran con oro las armas que compraban. Al terminar la guerra, el oro de Alemania se convirtió en botín de guerra. Más de 30.000 toneladas del oro mundial se acumularon en Estados Unidos.
Tras la Primera Guerra Mundial, las reservas mundiales de oro se acumularon en aquel banco privado que en realidad era la FED, de manera que numerosos bancos centrales no pudieron seguir manteniendo el patrón oro y sus países se vieron inmersos en la deflación, produciéndose así la primera crisis económica mundial.
Ese oro sirvió de cobertura al dólar. Pero, como gran parte de esos dólares estaban haciendo el papel de reserva monetaria en las cajas de los bancos centrales extranjeros, Estados Unidos pudo seguir imprimiendo más dólares, en cantidades que ya no correspondían con sus reservas en oro. Los demás países necesitaban dólares para poder comprar materias primas. Así, el dólar se convirtió en una de las principales reservas monetarias de los bancos centrales extranjeros.
En 1971, Richard Nixon anuló la convertibilidad del dólar en oro y, al mismo tiempo, la garantía del Estado sobre el valor del dólar. Desde entonces, el valor del billete verde no está en correspondencia con las reservas de oro ni está garantizado por el Estado. Se trata por tanto de la moneda privada libre de la FED. Pero la masa monetaria de dólares que la FED pone en circulación (desde marzo de 2006, la FED no ha publicado más la cifra de la masa monetaria M3) se ha convertido en un problema sin solución: la masa mundial de bienes se cuadriplicó durante los últimos 30 años, pero la masa monetaria se multiplicó por 40, es decir hay diez veces más dólares que bienes.
Ya en 1992, las obligaciones en poder de la FED alcanzaban un valor de 5 trillones de dólares, y los intereses que paga el resto del mundo siguen aumentando constantemente. La FED se apoderó de ese increíble patrimonio prestándole dinero al gobierno de Estados Unidos y cobrándole después intereses.
No es el gobierno de Estados Unidos el que emite los dólares, sino la FED, que a su vez se encuentra bajo el control de bancos privados y que pone a disposición del gobierno cantidades de dinero, le cobra intereses y recoge impuestos. Los dueños de ese país son los imperios Rotschild y Rockefeller quienes, por cierto han vivido durante un siglo entero del beneficio de usar los dólares. Por ello que los países que buscan establecer sus relaciones comerciales con otra moneda, como Irán, Irak o Venezuela que han optado por el Euro, son tildados de terroristas.
Durante medio siglo al mundo se le obligó a acumular y usar dólares, y hoy su rechazo es lo que está inundando al mercado desplomándolo en una caída sin fondo.
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Este artículo fue publicado en marzo de 2008. Ver artículo original