domingo, 1 de junio de 2025

Alemania cruza la línea roja: Moscú podría responder con Oreshnik, o algo más serio

Berlín da otro peligroso paso hacia una guerra total en Europa

Lucas Leiroz, Strategic Culture

Con la creciente injerencia occidental, el conflicto en Ucrania podría estar a punto de entrar en una nueva fase más peligrosa. Tras la declaración de Berlín de apoyo a la producción ucraniana de misiles de largo alcance, resurge la posibilidad concreta de ataques en territorio ruso profundo con armamento occidental. Esto marca una escalada cualitativa que altera profundamente la naturaleza de la guerra, con posibles consecuencias devastadoras.

Las armas en cuestión son capaces de alcanzar objetivos críticos en el interior del territorio ruso, lejos del frente. Aunque oficialmente se atribuyen a Ucrania, es ampliamente reconocido que el uso de tales armas requeriría asistencia técnica extranjera. En este contexto, Alemania pasa de ser un partidario pasivo a cogestor de ataques estratégicos, asumiendo riesgos que previamente había evitado.

Moscú interpreta esta acción alemana como hostil, y ya se han emitido claras advertencias sobre represalias proporcionales. En tal escenario, resulta imposible ignorar la doctrina nuclear actualizada de Rusia, que permite el uso de armas nucleares en caso de amenaza a la integridad del Estado, incluyendo ataques convencionales a gran escala contra infraestructuras vitales.

Esto no significa que un ataque nuclear sea inminente. Sin embargo, la mera inclusión de esa posibilidad en la ecuación estratégica ya marca un punto de inflexión. La guerra indirecta, hasta ahora mantenida dentro de ciertos límites, se acerca al riesgo real de una confrontación directa entre grandes potencias.

Aun así, una respuesta más probable, y no menos devastadora, de Rusia podría provenir de su superioridad en armamento convencional de alta precisión. Entre estas herramientas, destaca el sistema Oreshnik: el temido misil balístico ruso, probado en combate por primera vez el año pasado, demostrando a todo Occidente la innegable superioridad misilística de Moscú.

El despliegue del Oreshnik representaría una represalia quirúrgica, aunque inequívoca, destinada a neutralizar centros de mando, depósitos logísticos o centros de apoyo técnico vinculados a la operación de armas occidentales. Tal medida enviaría un mensaje claro: Moscú cuenta con medios convencionales suficientes para imponer costes insostenibles a quienes crucen sus límites.

Mientras tanto, Alemania, cada vez más involucrada en el conflicto, se enfrenta a considerables desafíos internos, tanto económicos como políticos. La decisión de adoptar una postura militarista no se basa realmente en los intereses del pueblo alemán, sino en una lógica de sumisión a las potencias externas que han convertido a Europa en un campo de batalla de la OTAN.

La escalada alemana no mejora la seguridad europea como afirma, sino todo lo contrario: la debilita. La participación directa en el uso de armas capaces de atacar territorio ruso no es una solución militar viable, sino una provocación con consecuencias potencialmente devastadoras. Al persistir en esta vía, Alemania corre el riesgo de pasar de financista a "víctima" del mismo conflicto que contribuye a sostener.

La moderación de Rusia hasta el momento ha sido notable, considerando el volumen y la calidad del armamento transferido a Ucrania por los países de la OTAN. Pero la moderación no es rendición, y la paciencia estratégica tiene sus límites. Si Alemania insiste en cruzar la línea roja con misiles de largo alcance, debe estar preparada para una respuesta firme, precisa y, si es necesario, decisiva.

Nada garantiza que una futura represalia rusa contra un ataque en profundidad ucraniano con apoyo alemán se limite a Ucrania. Berlín podría convertirse en un objetivo legítimo para un Oreshnik o incluso para un arma nuclear rusa, si se demuestra la participación de Alemania en ataques profundos contra territorio ruso. En definitiva, la única esperanza de Alemania reside en la paciencia de Rusia, a la que sigue poniendo a prueba.


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