Said Bouamama, Bouamamas
La regresión social que constituye la globalización es de una magnitud sin parangón desde el nazismo. Marca un cambio de las relaciones de fuerza heredadas, precisamente, de la victoria contra él. Va pareja de la desaparición de los equilibrios surgidos de la Segunda Guerra Mundial con su eje bipolar “este/oeste”, pero también sus dinámicas de luchas de liberación nacional y por un “nuevo orden internacional”, es decir, contra el neocolonialismo, de oposición a las guerras imperialistas, de exigencia de un trato igualitario para los componentes sobreexplotados de las clases populares (mujeres, personas jóvenes, inmigradas y herederas de la inmigración, etc.). Esta regresión solo ha sido posible gracias a una preparación y un acompañamiento ideológico de larga duración cuyo objetivo es trastocar las referencias teóricas e ideológicas de las personas dominadas del planeta. En nuestra opinión, la galaxia de las llamadas teorías “postmodernas” fue el vehículo principal de este combate para volver a imponer la hegemonía cultural de las clases dominantes.
El Eurocentrismo
La ofensiva ideológica que acompaña a la contrarrevolución que constituye la llamada “globalización” sólo podía ser eficaz apoyándose en unos elementos de verdad, es decir, en unas cegueras y ocultaciones previas en el propio seno de los movimientos que luchan contra el orden dominante a escala mundial. Era necesario denunciar estas ocultaciones. Sin embargo, esta denuncia fue el pretexto para fragmentar el análisis y las luchas. La denuncia no se hizo para apelar a un análisis más amplio que tuviera en cuenta la dinámica mundial del capitalismo, sino para presentar cada lucha como separada de las demás. Se ocultaba la relación sistémica entre ellas. Así, la fragmentación del análisis y de las luchas es el tronco común y el punto de llegada que comparte toda la galaxia postmoderna. Entre las cegueras y ocultaciones que han servido de base de ofensiva a esta lucha ideológica se encuentra el eurocentrismo, es decir, una lectura de la historia que confunde el universalismo mutilado del capitalismo nacido en Europa y el universalismo real. En el pasado todo esto llevó a la idea de una colonización humanitaria que se podía oponer a la colonización bárbara del capitalismo, a la tesis de la misión civilizadora de “izquierda” (que todavía perdura en muchas ONG “de ayuda al desarrollo”), a la de la “integración” de las personas inmigradas (es decir, a una lectura de sus condiciones de existencia que se refiere a sus características culturales y no a sus condiciones materiales de existencia y a las desigualdades que les caracterizan), a la justificación contemporánea o a la inacción frente a las guerras imperialistas (con el pretexto de la lucha contra la barbarie o contra un “tirano” de un país del Sur del planeta), etc.