Lo de Guernica fue un genocidio, tal como más tarde lo sería Dresde y hoy Gaza. En los últimos 100 años occidente ha dado muestras del salvajismo y la bestialidad que los mueve.
Claudio Albertani, La Jornada
En 1933, H. G. Wells publicó una novela distópica, La forma de las cosas por venir, en la cual formulaba advertencias apocalípticas sobre el futuro de la humanidad.
Los “magníficos horrores” del pasado, anotaba el escritor, se quedarían cortos ante la Nueva Guerra (con mayúsculas), misma que desembocaría en la masacre científica de la humanidad borrando la antigua distinción entre combatientes y población civil.
Muy pronto se supo que no era ciencia ficción. Narra el historiador británico Paul Preston en La muerte de Guernica que el 19 de julio de 1936, tras el levantamiento militar contra la República Española, Emilio Mola, uno de los generales golpistas, sermoneó así a los alcaldes de la provincia de Navarra: “Hay que sembrar el terror… hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.