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martes, 20 de agosto de 2024

Los ayer entusiastas de izquierdas, hoy militan en la sociedad capitalista

¿Cuándo se quebraron? ¿Qué les llevo a renunciar a los principios éticos del humanismo? ¿Por qué amasan tanto odio al socialismo?

Marcos Roitman Rosenmann, La Haine

Fueron muchos. Las revoluciones despiertan entusiasmo. Pero a medida que se profundizan los cambios sociales, toman una prudente distancia, reconvirtiéndose en fanáticos defensores del libre mercado y la meritocracia. Escritores, ensayistas, filósofos, actores, sociólogos, profesionales mil, en América Latina y Europa Occidental, han terminado dando vítores a Bill Clinton, Barack Obama o Joe Biden, presidentes del Partido Demócrata, pertenecientes al establishment estadounidense.

Sin embargo, sus gobiernos están llenos de violaciones a los DDHH. Constituyen un atentado a los valores democráticos. Muros en la frontera con México, detenciones ilegales, expulsiones de inmigrantes en caliente, venta de armas a gobiernos genocidas, bloqueos y sanciones arbitrarias e inhumanas.

Obvian que EEUU posee una de las estructuras sociales más desiguales del mundo occidental. Un orden social asimétrico controlado por las compañías de seguros, empresas farmacéuticas, armamentísticas y la banca. El complejo industrial militar, financiero, tecnológico. Quienes claman por seguir su camino, ayer entusiastas antimperialistas, hoy defienden el imperio.

miércoles, 12 de junio de 2024

Unión Europea y Manifiesto de Ventotene: por una crítica racional


Diego Fusaro, Posmodernia

La adhesión del cuadrante izquierdo al proyecto de integración europea no debería sorprender. Como hemos mostrado más ampliamente en Historia y conciencia del precariado. Siervos y Señores de la Globalización (Alianza Editorial, 2021), se explica ante todo a partir de la misma redefinición de la Izquierda posmarxista en clave político-económicamente liberal y culturalmente libertaria.

En el tránsito desde el anticapitalismo comunista de Gramsci y Togliatti al ultracapitalismo liberal-libertario de un D´Alema o un Mitterand, la izquierda pasó desenfadadamente de la lucha contra el Capital a aquella otra volcada en la defensa a ultranza y la glorificación de la Unión Europea, que representa el non plus ultra del liberalismo desdemocratizador en el Viejo Continente.

En otras palabras, la adhesión entusiasta de la Nueva Izquierda arcoíris y posmarxista al proyecto del Capital y de la global class dominante tuvo, necesariamente, que traducirse en una aceptación plena y eufórica del triunfo de ese proyecto: la Unión Europea.

Así que para la Izquierda, redefinida ya como demófoba y enemiga directa de los intereses de las clases trabajadoras (desde de los años Ochenta en adelante, cada triunfo de la Izquierda se ha traducido puntual e inexorablemente en una derrota para las clases trabajadoras), la prioridad siempre fue la del sueño cosmopolita, cristalizado en fórmulas como «más Europa» y «más libre circulación«, esto es, el mismo sueño de la clase dominante no border; un sueño que siempre fue favorable únicamente para el Señor global-elitista y que, sin exageraciones, debiera resultar una pesadilla para el Siervo nacional-popular.

martes, 21 de mayo de 2024

La Izquierda fucsia. O de la metamorfosis kafkiana

Diego Fusaro, Posmodernia

Lilies that fester, smell far worse than weeds (“Los lirios que se pudren, huelen peor que las malas hierbas”) [1] . Estos versos, extraídos de los Sonetos de William Shakespeare, podrían considerarse, con toda razón, como la descripción más realista del destino que despiadadamente ha envuelto a la Izquierda en el cuadrante occidental del mundo tras la caída del Muro de Berlín.

Para evocar una ulterior figura literaria, los neoizquierdistas han experimentado una Verwandlung, una «metamorfosis» similar a aquella descrita por Kafka. Una metamorfosis que les ha hecho precipitarse en el abismo en el que se encuentran desde 1989 y, en mayor medida aún, desde la llegada del nuevo Milenio. La situación puede parecer por momentos tragicómica, si se considera que actualmente las consignas del Capital y la desiderata de las clases dominantes (menos Estado y más mercado, menos vínculos y más fluidez, menos pertenencia comunitaria y más liberalización individualista) encuentran en los programas y en el léxico de la Neoizquierda arcoíris una puntual respuesta, una defensa enérgica y una celebración ininterrumpida. Sin hipérboles, el orden de los dominantes, en el marco de la globalización capitalista, presenta en la Neoizquierda descafeinada una apología y una santificación no menos radicales que las que halla en la Derecha, sede tradicional de la reproducción cultural y política del nexo de fuerza hegemónico.

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