domingo, 12 de noviembre de 2023

El Genocidio en Gaza muestra el derrumbe moral de Occidente

La barbarie genocida que está ocurriendo en Gaza y Cisjordania es impactante. Lo que resulta aún más repugnante es la culpa explícita de los Estados occidentales por permitir esta matanza en pleno siglo XXI. Lo que estos crímenes están revelando en su cruda realidad es la naturaleza absolutamente diabólica del poder estatal occidental. Los crímenes de Netanyahu y su régimen sionista son la manifestación del imperialismo occidental; la verdadera, grotesca y pútrida naturaleza del poder occidental. Durante décadas, de hecho siglos, Estados Unidos y sus socios europeos han llevado a cabo una farsa de pretender ser modelos de democracia, mientras al mismo tiempo explotan, saquean y corrompen al resto del planeta.

Ahora todos sus engaños y corrupción están plenamente a la vista. Se trata de regímenes criminales cuyas historias de colonialismo e imperialismo belicosos fueron con demasiada frecuencia ofuscadas por un control preponderante de los medios de comunicación y una propaganda ilimitada. Ahora está muy claro lo que realmente representa el “Occidente colectivo” (una élite minoritaria mundial): muerte y destrucción. La gran pregunta es hasta dónde y hacia dónde conducirán la enorme ira y el desprecio del público. Una revuelta histórica está en marcha. ¿Que viene despues? ¿Se puede movilizar de manera constructiva para derrocar las dictaduras decadentes de la oligarquía capitalista que han dominado a los estados occidentales bajo el disfraz de la democracia?

Una cosa se evidencia. Los sistemas de élite occidentales están dañados sin posibilidad de reparación y rehabilitación. La crucifixión del pueblo palestino ha creado una caja de Pandora. La corrupción occidental –corrupción histórica, profunda y sistemática– ya está afuera y no puede ser reprimida nuevamente por los gobernantes de élite que intentan encubrirla. Los crímenes genocidas de las potencias occidentales no pueden pasar desapercibidos ni explicarse esta vez. La duplicidad y la quiebra son perjudiciales para el núcleo existencial. Sin embargo, en última instancia, puede haber esperanza de un mundo mejor, más justo y más equitativo. Pero antes que nada, el viejo orden dominado por Occidente tiene que desaparecer, a pesar del inmenso dolor y sufrimiento que implica.

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