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domingo, 11 de octubre de 2009

¿Un premio Nobel para recuperar la pelota?

El premio Nobel de Economía es el último que se anuncia en la maratónica jornada de la semana sueca. Esto es así porque es el último que se creó y, a decir verdad, ni siquiera es un premio Nobel real dado que los cinco creados originalmente en 1901 para la Literatura, la Paz, la Medicina, la Física y la Química, fueron destinados por Alfred Nobel para reconocer las contribuciones que mejoraban la calidad de la vida humana a través de los avances científicos, la creación literaria o los esfuerzos por lograr la Paz.

El premio Nobel de Economía se imparte desde 1969 y no lo entrega la Fundación Nobel sino el Banco Central Sueco, pero tiene el mismo procedimiento de selección, casi el mismo significado y el mismo monto en efectivo.

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viernes, 9 de octubre de 2009

Razones para un Nobel: Recompensa a una nueva visión del mundo

Javier valenzuela, El País

Pasado un primer momento de sorpresa, la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama tiene mucha lógica. El Instituto Nobel de Noruega premia así una visión del mundo -y del papel de Estados Unidos en el mundo- y no una obra. Obama no lleva ni un año en la Casa Blanca, por lo que aún no cabe juzgarle por sus resultados, pero en ese período ya ha cambiado radicalmente la música y la letra de la política internacional norteamericana. Y en un sentido que no puede ser más grato para los oídos de los escandinavos, los europeos y, en general, la mayoría de los habitantes del planeta.

Obama es todo lo contrario de George W. Bush, el titular de la Casa Blanca más impopular de todos los tiempos fuera de las fronteras de Estados Unidos (y puede que incluso que dentro de ellas). Allí donde Bush soñaba con un siglo XXI dominado unipolarmente por la potencia imperial estadounidense, Obama ve un mundo multipolar en el que Washington ejerce, sin duda, una gran influencia, pero en gran medida a través de su colaboración con otras potencias democráticas y en el seno de Naciones Unidas. Allí donde Bush tenía como instrumento preferente la guerra preventiva, Obama opta por el diálogo y la negociación. Allí donde Bush se reía de la ayuda al desarrollo de los países y continentes más pobres, Obama piensa que el progreso de esas gentes también es clave para garantizar la libertad, la seguridad y la riqueza de los norteamericanos. Allí donde Bush prefería seguir haciendo negocios con el petróleo, Obama asume que la lucha contra el cambio climático y la promoción de las energías renovables es imprescindible para la supervivencia de la especie humana.

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En tres trimestres Obama ha reconciliado a Estados Unidos con Europa, Rusia y China; ha dirigido un mensaje extraordinario -el de El Cairo- al mundo árabe y musulmán; ha tenido el valor de decirles a los israelíes que sin el nacimiento de un Estado palestino digno de ese nombre difícilmente tendrán garantizada la paz; ha renunciado al provocador escudo antimisiles de su predecesor y ha dado los pasos que podía para desmantelar Guantánamo y retirarse de Irak, y asimismo ha proclamado que su objetivo es liberar al mundo de la ominosa sombra de las armas nucleares.

En relación a América Latina, Obama también ha dicho algo absolutamente nuevo: Washington ya no considera esa zona como su bananero patio trasero, desea relaciones fraternales con sus pueblos y, para disgusto de los golpistas de Honduras, no consiente que se deponga por la fuerza a presidentes elegidos democráticamente.

Obama incluso ha tendido su mano a regímenes como Cuba e Irán, dándoles la oportunidad de que evolucionen pacíficamente hacia una situación de normalidad democrática y pertenencia constructiva en la comunidad internacional. El que esos regímenes no hayan acabado de comprender la oportunidad que se les ofrece sólo prueba de que, amén de despóticos, son estúpidos.

En cuanto a Afganistán, el planteamiento intelectual de Obama es correcto: Bush cometió un error monumental al relegar ese país a un segundo plano y concentrar las energías de EE UU -y con ellas las de buena parte de la comunidad internacional- en la ilegal, absurda, contraproducente guerra de Irak. En Afganistán es donde estaban -y siguen estando- las fuerzas coaligadas de los talibanes y Al Qaeda que agredieron a Estados Unidos el 11-S (y luego prosiguieron sembrando de sangre el mundo con los atentados de Bali, Casablanca, Madrid, Londres, Egipto, Estambul...). El problema es que los ocho años transcurridos desde la primera intervención militar en Afganistán han permitido a esas fuerzas reorganizarse y reconquistar posiciones. Y puede que el reajuste de Obama llegue tarde porque las opiniones públicas -en EE UU y en Europa, incluida España- ya no quieren soportar más bajas en ese país.

En cualquier caso, Bush fue el lado oscuro de Estados Unidos para cientos de millones de habitantes del planeta y Obama representa el lado luminoso. Y eso es lo que ha querido premiar -y muy pronto, a fin de reforzarle- el Instituto Nobel de Noruega.

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Lectura sugerida: ¿Quién nos saca de este lío?, artìculo publicado el 4 de noviembre de 2008, día de las elecciones en Estados Unidos.

Obama, premio Nobel de La Paz


En una decisión tan sorpresiva como ejemplar, el Comite del Premio Nobel otorgó el premio Nobel de La Paz al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, "por sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos". El premio, cita en particular los esfuerzos de Obama para reducir el arsenal nuclear, y la creación de "un nuevo clima internacional" para enfrentar la crisis financiera.

Más información, en estos links:
- El País
- Le Monde
- The New York Times
- The Washington Post
- The Wall Street Journal
- Bloomberg
- Der Spiegel



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