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martes, 12 de noviembre de 2024
Biden y la presencia estadounidense en Ucrania
Nahia Hanzo, Slavyangrad.es
Al margen de cuáles fueran los resultados, y han sido negativos para la administración vigente, la finalización del periodo electoral abría el pasado miércoles una fase en la que Joe Biden, conocedor de quién será su sucesor dispone de un tiempo en el que ya no se arriesga a perder votos y podría actuar, dentro de los límites constitucionales, con una libertad de la que ha carecido hasta ahora. En preparación de ese periodo, varios medios publicaron propuestas sobre cómo “acertar en Ucrania” en los 76 días que restarían de mandato Demócrata hasta la investidura de Trump. Dependiendo de los resultados y mostrando un mínimo de respeto a la voluntad de la población -que, en política exterior, debían elegir entre dos candidaturas con visiones marcadamente diferentes-, Timothy Garton Ash proponía que, en caso de victoria de Harris, Biden aprovechara este tiempo para ofrecer a Ucrania la invitación de acceso a la OTAN según la opción alemana, es decir, en sus fronteras de facto. En caso de derrota Demócrata, como finalmente ha sucedido, el historiador británico, tan implicado en la causa ucraniana que la pasada semana realizó un acto de promoción de su libro en “la asediada Járkov” (la ciudad de Járkov no se encuentra asediada desde la primavera de 2022), daba Ucrania por perdida.
Contra ese pesimismo, The Washington Post realizaba una propuesta más ambiciosa a Joe Biden incluso en caso de derrota de Kamala Harris. Invitar oficialmente a Ucrania a adherirse a la OTAN no sería viable, ya que Donald Trump paralizaría esa entrada -por no hablar de que varios países miembros de la Alianza, entre ellos Alemania, son contrarios a la adhesión, un detalle importante en el que el artículo no incide-, pero sí sería posible levantar el veto al uso de misiles occidentales de largo alcance contra territorio ruso. La lógica es simple: en algo más de dos meses, Trump podrá revertir ese permiso, pero para entonces Ucrania habría aprovechado el tiempo atacando los objetivos prioritarios. Quizá, el hecho de que incluso el Pentágono haya desaconsejado esta opción tras constatar que el blanco principal, la aviación estratégica rusa, ha sido trasladada a zonas más allá del rango de los célebres ATACMS estadounidenses o los Storm Shadow británicos sea un aspecto a tener en cuenta.
Aun así, el pésimo resultado electoral para el Partido Demócrata, que pone punto final a la carrera de Joe Biden y deja muy lastrada la de Kamala Harris, con lo que ninguno de los dos arriesga ya capital político, ha hecho que rápidamente se produzcan exigencias de los sectores más defensores de Ucrania, que parecen ignorar lo repetidamente explicado por el Pentágono. Los bombardeos en territorio de la Federación Rusa supondrían un riesgo de escalada que se produciría a cambio de ganancias mínimas. Rusia se ha preparado para la posibilidad de que Ucrania adquiera el permiso occidental para el uso de misiles contra su territorio y ha protegido aquellos activos más importantes y que pueden ser trasladados. Pero, por encima de todo, Ucrania no dispondría de la cantidad de misiles que serían necesarios para hacer el daño que Kiev afirma que puede hacer a Rusia con esos ataques. Los bombardeos de territorio ruso son la última representación de la idea de las armas milagrosas, una solución sencilla que será capaz de resolver los problemas complejos que ninguna otra medida ha logrado solventar.
“Hoy sería un buen día para que Biden levantara las restricciones al uso de nuestras armas por parte de Ucrania en Rusia. Putin no va a utilizar un arma nuclear dos meses antes de que Trump asuma el cargo. De ninguna manera”, escribió el miércoles Michael McFaul, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Stanford, embajador de Estados Unidos en Rusia durante la administración Obama y uno de los más fieles defensores de la guerra hasta el último ucraniano. La única variable a tener en cuenta en términos de riesgo es la cuestión nuclear y no, por ejemplo, que la respuesta rusa pudiera venir en forma de aumento significativo de los bombardeos rusos contra infraestructuras energéticas, especialmente aquellas que surten las centrales nucleares, algo que tendría la capacidad de dejar a oscuras y sin calefacción a una parte importante de la población civil de Ucrania.
Por el momento, el cambio de postura de la Casa Blanca no solo no se ha producido, sino que las últimas informaciones apuntan a que el Pentágono se reafirma en su postura. “Según dos oficiales estadounidenses y un asesor del gobierno ucraniano, el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, rechazó una reciente petición del Presidente Volodymyr Zelensky de dar prioridad a la entrega de misiles ATACMS a Ucrania frente a otros compradores. Según uno de los funcionarios, Austin le dijo a Zelensky que romper acuerdos de larga duración con otros clientes sería «mucho pedir»”, escribía ayer The Wall Street Journal, que da a entender que Ucrania no recibirá el permiso de uso del armamento en territorio ruso ni un aumento del suministro. Ucrania busca capitalizar el tiempo del que dispone con Joe Biden al mando ante la incertidumbre que se abre con la llegada de Donald Trump que, según varios medios estadounidenses, pretendería comenzar a negociar con Ucrania y Rusia incluso antes de ser investido en enero.
Sin embargo, como informaba Natasha Bertrand, una de las periodistas habituales a las que la administración Biden ha filtrado información, la Casa Blanca sí va a dar pasos para aumentar la presencia estadounidense en la guerra.
“La administración Biden ha levantado la prohibición de facto a los contratistas militares estadounidenses de desplegarse en Ucrania para ayudar a los militares del país a mantener y reparar los sistemas de armas proporcionados por EE.UU., en particular los aviones de combate F16 y los sistemas de defensa antiaérea Patriot, explicó a CNN un funcionario con conocimiento directo del plan”, afirmaba el viernes la periodista. La noticia supone la constatación de la presencia de personal estadounidense sobre el terreno, aunque teóricamente no en capacidad de combate sino de mantenimiento y siempre en lugares alejados del frente para evitar bajas. Esa participación directa de personal enviado por Washington busca facilitar la puesta a punto de los sistemas armamentísticos occidentales que actualmente son básicos para Ucrania tanto en su defensa, como es el caso de los Patriot, o el ataque, como Kiev espera que ocurra en el momento en el que reciba un número lo suficientemente elevado de cazas F16.
La noticia confirma también la forma de actuar de Estados Unidos, basada en la presencia sobre el terreno de personal subcontratado como parte de la privatización de la guerra, ahorro de costes y reducción de riesgos. En caso de accidentes, ataques del oponente o pérdidas, nada de ello puede ser directamente adjudicado al Gobierno, que se limita a dejar en manos de compañías ajenas el funcionamiento del día a día del conflicto.
A través de CNN, Washington insiste en que el levantamiento del veto a las subcontratas no aumentará su presencia en Ucrania, que siempre ha existido. Por ese mismo motivo, es de esperar que no sea percibido por Kiev como un paso adelante en busca de mayor implicación de Occidente. A día de hoy, el entorno de Zelensky no se conforma con el mantenimiento del statu quo y exige más pasos hacia el aumento del flujo de armamento. Sin embargo, como muestran medios como Político, la forma en la que la Casa Blanca va a maximizar la cantidad restante en el fondo de asistencia militar a Ucrania aprobado la pasada primavera es otro de los grandes dilemas de la fase final de la administración Biden. Estados Unidos dispone de alrededor de 6.000 millones de dólares de los alrededor de 61.000 aprobados por el Congreso, una cantidad que no es excesiva y que tampoco cuenta con el tiempo suficiente para garantizar que aquello que haya de ser producido y adquirido vaya a llegar al frente antes de finalizar la legislatura. Sin embargo, por ahora parece ser la respuesta de Biden a la victoria electoral de Trump. “Al canalizar tanta ayuda militar a Kiev como sea posible antes de enero, los funcionarios de la administración Biden esperan dar a Ucrania una posición negociadora más fuerte y reforzar sus defensas. Según un funcionario del Pentágono, antes de las elecciones, la administración pretendía entregar el resto de la ayuda a Ucrania en abril”, insiste The Wall Street Journal. Aun así, es difícil pensar que ese sea el aumento del suministro militar que Kiev espera de sus socios para obligar a Rusia a negociar en posición de debilidad.
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