jueves, 24 de octubre de 2024

Un año después: cinco cosas que la guerra en Gaza nos enseñó sobre la lucha palestina

La guerra en Gaza habría sido diferente si la sociedad palestina se hubiera desmoronado ante la maquinaria bélica, se hubiera fragmentado en facciones combatientes o se hubiera desesperado ante presiones imposibles: guerra, destrucción sin precedentes, hambruna aguda, etc.
Ramzy Baroud, Nueva Revolución

El último año de una implacable guerra israelí en Gaza y de sangrientas incursiones y violencia en Cisjordania se han considerado en gran medida en términos de sus horribles resultados humanitarios: la matanza sin precedentes de decenas de miles de personas, la destrucción de Gaza y la destrucción en Cisjordania.

Si bien la urgencia humanitaria debe ser sin duda una prioridad, también hay otros factores que merecen ser considerados, especialmente ahora que conmemoramos el primer aniversario de la guerra en curso.

Aunque la matanza en masa aún no ha terminado, ya se pueden extraer varias conclusiones sobre las consecuencias a largo plazo de la guerra.

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En primer lugar, las y los palestinos, a pesar de la ocupación militar, el asedio y los numerosos fracasos de sus dirigentes, siguen siendo actores políticos con una poderosa capacidad de acción.

Esta agencia no surge de ningún logro superficial de su liderazgo autocrático ni del reconocimiento todavía simbólico del Estado de Palestina, sino de la resiliencia y el poder colectivos de las y los palestinos comunes en Gaza y en toda la Palestina ocupada.

La guerra en Gaza habría sido diferente si la sociedad palestina se hubiera desmoronado ante la maquinaria bélica, se hubiera fragmentado en facciones combatientes o se hubiera desesperado ante presiones imposibles: guerra, destrucción sin precedentes, hambruna aguda, etc.

Este hecho por sí solo nos asegura que el destino del pueblo palestino no será el de la eliminación o la marginación, sino el de la continuidad e incluso la prosperidad futura.

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En segundo lugar, las sociedades árabes, por muy ocupadas que estén con sus propias luchas y desafíos sociales y políticos, siguen unidas en la percepción de la causa palestina como una prioridad árabe máxima. Esto ha permitido a muchos gobiernos árabes reiterar su posición respecto de la centralidad de la causa palestina.

Aunque las circunstancias actuales pueden impedir, por ahora, que algunas sociedades árabes participen directamente en la transformación de su devoción a Palestina en un apoyo tangible y práctico, el futuro demostrará que la renovada centralidad de Palestina en los discursos políticos y populares árabes tendrá su propio peso y valor.

La misma lógica se aplica a la Ummah [comunidad] musulmana, que nunca ha estado tan unida en torno a una causa en décadas como lo está ahora en torno a Palestina. Esto se percibe en todos los países musulmanes y entre las comunidades musulmanas de todo el mundo, especialmente en Occidente.

El futuro revelará más acerca del significado del retorno de Palestina a los brazos de los árabes y los musulmanes. Sin embargo, ya se puede concluir que la resistencia del pueblo palestino ha vuelto a centrar la atención en Palestina como la causa principal de todos los árabes y musulmanes.

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En tercer lugar, aunque el derecho internacional sigue siendo tan ineficaz como siempre, la sangrienta guerra en Palestina está creando divisiones entre el Sur y el Norte globales. Este último, con pocas excepciones, sigue insistiendo en repetir viejos mantras sobre el «derecho de Israel a defenderse», mientras ignora todos los derechos palestinos. Sin embargo, muchos países de África, Oriente Medio, Sudamérica y otros lugares están expresando cada vez más enérgicamente sus demandas de justicia para el pueblo palestino y de una aplicación equitativa del derecho internacional. La revuelta política del Sur Global ya ha dado lugar a medidas lentas, pero serias, adoptadas por la Corte Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional y, últimamente, también por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El 17 de septiembre la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que fijaba un plazo real para el fin de la ocupación israelí de Palestina. La resolución A/ES-10/L.31/Rev.1 y su plazo de “no más tarde de 12 meses” declaraban nulas y sin valor todas las acciones que Israel ha llevado a cabo ilegalmente en los Territorios Ocupados, incluidos todos los asentamientos, la anexión de tierras palestinas y todo lo demás.

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En cuarto lugar, toda una generación de personas en todo el mundo se ha visto afectada por el horror que se ha producido en Gaza. Las imágenes sangrientas, las súplicas desesperadas de las y los niños que han perdido a sus padres, la increíble destrucción y el fracaso del sistema internacional a la hora de poner fin a todo esto quedarán grabados en la memoria colectiva del mundo durante muchos años.

Esto significa que los límites de la solidaridad global con Palestina finalmente romperán los confines del Medio Oriente para crear nuevos y crecientes espacios geográficos y culturales y que, al menos en Occidente, Palestina ya no seguirá siendo una discusión política o un tema académico.

La nueva conciencia global que se ha desarrollado en torno a la lucha palestina puede haber alcanzado ya la masa crítica necesaria que, con el tiempo, dará lugar al tan ansiado cambio de paradigma: justicia para el pueblo palestino.

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Y por último, un año de guerra nos ha enseñado que, si bien una potencia de fuego superior puede determinar los resultados políticos a corto plazo, ninguna cantidad de armas puede quebrantar la voluntad de una nación que ha prometido restaurar su dignidad y ganar su libertad, sin importar el costo.

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