viernes, 17 de noviembre de 2023

Por qué Estados Unidos necesita la guerra en Gaza

Washington necesita ganar su guerra en Gaza contra Irán porque no logró ganar su guerra en Ucrania contra Rusia. Las guerras en Europa y Asia occidental pueden ser su última oportunidad de subvertir el surgimiento de un siglo euroasiático próspero, conectado y pacífico
Pepe Escobar, diario-octubre

El Sur Global esperaba el amanecer de una nueva realidad árabe. Después de todo, las calles árabes – aun cuando están reprimidas en sus países- han movilizados a millones con protestas que expresan una furia feroz contra la masacre generalizada de palestinos en la Franja de Gaza por parte de Israel.

Los líderes árabes se vieron obligados a tomar algún tipo de acción más allá de suspender algunas embajadas en Israel, y decidieron convocar a una cumbre especial de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) para discutir la actual guerra israelí contra los niños palestinos.

Representantes de 57 estados musulmanes se reunieron en Riad el 11 de noviembre para asestar un golpe a los ejecutantes y a los facilitadores del genocidio. Pero al final no salió nada, ni siquiera un consuelo.

La declaración final de la OCI siempre será recordada en el Palacio Dorado de la Cobardía. Su contenido es un espectáculo retórico de mal gusto: nos oponemos a la “autodefensa” de Israel; condenamos el ataque a Gaza; pedimos (¿a quién?) que no venda armas a Israel; solicitamos a la CPI que «investigue» los crímenes de guerra; Solicitamos una resolución de la ONU que condene a Israel.

Para que conste, estos son 57 países de mayoría musulmana que podrían haber dado una respuesta a este genocidio del siglo XXI. La historia, incluso si está escrita por vencedores, tiende a ser implacable con los cobardes.

Los cuatro principales cobardes, en este caso, son Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos; los tres últimos normalizaron sus relaciones con Israel bajo la dura mano de Estados Unidos en 2020. Estos países bloquearon sistemáticamente la adopción de medidas serias en la cumbre de la OCI, como la propuesta argelina de prohibir la venta de petróleo a Israel, y prohibir el uso del espacio aéreo árabe para entregar armas al Estado ocupante.

Egipto y Jordania, vasallos desde hace mucho tiempo, tampoco se comprometieron, al igual que Sudán, que se encuentra en medio de una guerra civil. Turkia, bajo el sultán Recep Tayyip Erdogan, demostró una vez más que todo son palabras y nada de acción; una parodia neo-otomana del dicho tejano »solo sombrero, nada de ganado».

¿BRICS o IMEC?


Los cuatro principales cobardes merecen un escrutinio. Bahréin es un humilde vasallo que alberga una rama clave del Imperio de Bases de Estados Unidos. Marruecos tiene estrechas relaciones con Tel Aviv: se vendió rápidamente después de la promesa israelí de reconocer el reclamo de Rabat sobre el Sáhara Occidental. Además, Marruecos depende en gran medida del turismo, principalmente del occidente colectivo.

Luego tenemos a los peces gordos: Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Ambos están repletos de armamento estadounidense y, al igual que Bahrein, albergan bases militares estadounidenses. El príncipe heredero saudí Mohammad bin Salman (MbS) y su antiguo mentor, el gobernante emiratí Mohammad bin Zayed (MbZ), sí tienen en cuenta la amenaza de revoluciones de color que arrasen sus dominios reales si se desvían demasiado del guión imperial aceptado.

Pero en unas pocas semanas, a partir del 1 de enero de 2024, bajo la presidencia rusa, tanto Riad como Abu Dhabi ampliarán sus horizontes a lo grande al convertirse oficialmente en miembros de los 11 BRICS.

Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos sólo fueron admitidos en los BRICS ampliados debido a cuidadosos cálculos geopolíticos y geoeconómicos de la asociación estratégica Rusia-China.

Junto con Irán (que tiene su propia asociación estratégica tanto con Rusia como con China), se supone que Riad y Abu Dabi reforzarán la influencia energética de la esfera BRICS y serán actores clave, más adelante, en la campaña de desdolarización, cuyo objetivo final es evitar el petrodólar.

Sin embargo, al mismo tiempo, Riad y Abu Dhabi también se beneficiarán inmensamente del plan no tan secreto de 1963 para construir el canal Ben Gurion , desde el golfo de Aqaba hasta el Mediterráneo oriental, llegando –qué coincidencia- hasta el ahora devastado norte de Gaza.

El canal permitiría a Israel convertirse en un centro clave de tránsito de energía, desalojando al Canal de Suez de Egipto, y eso encaja muy bien con el papel de Israel como nodo clave en el último capítulo de la Guerra de los Corredores Económicos, inventada por Estados Unidos y la India con el Corredor Medio Oriente (IMEC)?

IMEC es un acrónimo bastante perverso, como lo es toda la lógica detrás de un corredor que pretende posicionar a Israel como un centro comercial y proveedor de energía entre Europa, parte del mundo árabe y la India.

Ésa fue también la lógica detrás de la farsa de la ONU del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en septiembre, cuando mostró a toda la “comunidad internacional” un mapa del “Nuevo Medio Oriente” en el que Palestina había sido totalmente borrada.

Todo lo anterior supone que se construirá el Canal Ben Gurión, lo cual no es algo que se pueda dar por sentado según un estándar realista.

Volviendo a la votación en la OCI, los secuaces de Estados Unidos, Egipto y Jordania –dos países en las fronteras occidental y oriental de Israel- se encontraban en la posición más difícil de todas. El Estado ocupante deseaba empujar definitivamente a aproximadamente 4,5 millones de palestinos a sus fronteras. Pero, El Cairo y Ammán, también inundados de armas estadounidenses y financieramente en bancarrota, tampoco estuvieron a la altura porque nunca sobrevivirían a las sanciones estadounidenses si se inclinan de manera demasiado abierta hacia Palestina.

Así que, al final, demasiados Estados musulmanes prefirieron la humillación a la rectitud y pensaron en términos muy estrechos y pragmáticos. La geopolítica es despiadada. Se trata de recursos naturales y mercados. Si no tienes uno, necesitas el otro, y si no tienes ninguno, un Hegemón dicta lo que puedes tener.

Las calles árabes y musulmanas –y la Mayoría Global– pueden, con razón, sentirse abatidas cuando ven cómo estos “líderes” no están preparados para convertir el mundo islámico en un verdadero polo de poder dentro de la multipolaridad emergente.

No podía suceder de otra manera. Muchos estados árabes cruciales no son entidades soberanas. Todos están acorralados, víctimas de una mentalidad vasalla. No están preparados (todavía) para enfrentarse de cerca a la Historia. Y, lamentablemente, siguen siendo rehenes de su propio “siglo de humillación”.

El golpe de gracia a la dignidad de estos vasallos fue asestado nada menos que por el maníaco genocida de Tel Aviv: amenazó a todos en el mundo árabe si no se callaban, cosa que ya hicieron.

Por supuesto, hay valores árabes y musulmanes muy importantes en Irán, Siria, Palestina, Irak, Líbano y Yemen. Si bien no son mayoría, estos actores de la Resistencia reflejan el sentimiento de la calle como ningún otro. Y con la guerra de Israel expandiéndose cada día, su influencia regional y global aumentará enormemente, tal como en todas las otras guerras regionales iniciadas por la Hegemonía.

Estrangular un nuevo siglo en la cuna


La catastrófica debacle del Proyecto Ucrania y el resurgimiento de una guerra en Asia occidental están profundamente entrelazados. Más allá de la niebla de la “preocupación” de Washington por el ataque genocida de Tel Aviv, el hecho crucial es que estamos justo en medio de una guerra contra los BRICS 11.

El Imperio no hace estrategia; en el mejor de los casos, elabora planes de negocio tácticos sobre la marcha. Hay dos tácticas inmediatas en juego: una armada estadounidense desplegada en el Mediterráneo oriental –en un esfuerzo fallido por intimidar a los gigantes del Eje de la Resistencia; Irán y Hezbolá– y una posible elección de Milei en Argentina ligada a su promesa de romper las relaciones entre Brasil y Argentina.

Así que se trata de un ataque simultáneo contra los BRICS 11 en dos frentes: Asia occidental y América del Sur. No se escatimarán esfuerzos estadounidenses para evitar que los BRICS 11 se acerquen a la OPEP+. Un objetivo clave es infundir miedo en Riad y Abu Dabi, como lo confirman fuentes empresariales del Golfo Pérsico.

Incluso los líderes vasallos en la feria de la OCI son conscientes de que ahora estamos en lo más profundo de El Imperio Contraataca. Esto también explica en gran medida su cobardía.

Saben que para la hegemonía, la multipolaridad equivale a “caos”, la unipolaridad equivale a “orden” y los actores malignos equivalen a “autócratas”, como el nuevo “Eje del Mal” ruso-chino-iraní . Y esta calificación se ganará cualquier pais que se oponga a la “orden internacional basado en reglas”.

Y todo esto nos lleva a una historia de dos altos el fuego. Decenas de millones de personas de la Mayoría Global se preguntan por qué el Hegemón está desesperado por un alto el fuego en Ucrania mientras se niega rotundamente a un alto el fuego en Palestina.

El Proyecto de Congelación de Ucrania preserva el Fantasma de la Hegemonía un poco más. Supongamos que Moscú muerde el anzuelo (no lo hará). Pero, para congelar el conflicto en Ucrania, la Hegemonía necesita una victoria israelí en Gaza –a cualquier precio- para mantener un vestigio de su antigua gloria.

¿Pero puede Israel lograr la victoria que el hegemon esta perdiendo en Ucrania? Es posible que Tel Aviv ya haya perdido la guerra el 7 de octubre, ya que nunca podrá recuperar su fachada de invencibilidad. Y si el genocidio en Gaza se transforma en una guerra regional que Israel pierde, Estados Unidos perderá de la noche a la mañana a sus vasallos árabes, que hoy tienen una opción china y rusa esperando entre bastidores.

El rugido de la calle es cada vez más fuerte: la gente exige que la administración Biden, ahora vista como cómplice de Tel Aviv, detenga el genocidio israelí que puede conducir a una guerra mundial. Pero Washington no cumplirá.

Las guerras en Europa y Asia occidental pueden ser su última oportunidad (las perderá) de subvertir el surgimiento de un siglo euroasiático próspero, conectado y pacífico.

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