John Saxe-Fernández, La Jornada
Biden despliega una ofensiva imperial contra Cuba y Venezuela que afecta a la región y al mundo, ya que es parte de un riesgoso unilateralismo bélico-político que retoma del lamentable legado de su antecesor. En medio de esta grave agresión, plantea una “nueva guerra fría” en unilateral pugna similar a la de Trump, contra China incluyendo a Rusia, la otra gran potencia que comparte con Estados Unidos el manejo de poco más de 92 por ciento del arsenal nuclear hoy en alerta máxima. Biden plantea un sistema basado en (sus) reglas y normas mientras se aleja del multilateralismo internacional de la ONU, apoyado por China y Rusia como necesario para las negociaciones mundiales sobre la guerra y la paz, así como para enfrentar el deterioro climático sin las inercias y desvíos bélicos de EU, ahora que la emergencia climática llegó masiva y catastróficamente.
Para captar el orden de magnitud del desplome de EU en Latinoamérica y el Caribe, cabe volver a revisar un estudio de alta calidad científica y actualidad: Sanciones económicas como castigo colectivo. El caso de Venezuela, de Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, conocidos analistas de EU, publicado por el Centro de Investigaciones Económicas y Políticas (CEPR, Washington DC, /25/4/19, en español, sin costo). Ahí se consigna que: la mayor parte del impacto de estas sanciones no se ha producido en el gobierno, sino en la población civil. Además: Encontramos que las sanciones han infligido, y progresivamente infligen, daños muy graves a la vida y la salud humanas, incluidas más de 40 mil muertes entre 2017 y 2018 ; y que estas sanciones encajarían en la definición de castigo colectivo a la población civil, tal como se describe en las convenciones internacionales de Ginebra y La Haya, de las cuales EU es signatario. Estas sanciones también son ilegales, según el derecho internacional y los tratados que ha firmado EU, y parecería ser que también violan la legislación estadunidense. La política de EU de este tipo, pero de mayor violencia y despojo de los recursos naturales de la periferia, sería parte la gobernanza del capitalismo extractivista vía un sistema de reglas y normas de la cúpula económico-militar OTAN-G-7. Sería, como advierte y rechaza la diplomacia China, un arreglo de camarillas bajo dominio de EU. A la basura el sistema ONU, el derecho internacional y la soberanía.
En medio de este deterioro de la escena mundial, ocurrió una histórica bocanada de aire fresco en el llamado del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador para colocar en la agenda de América Latina y el Caribe el reemplazo de la OEA por un organismo en verdad autónomo, no lacayo de nadie.
Planteado ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es un paso vital que se debe analizar y formalizar ante la mencionada postura de EU. La propuesta de AMLO se da en momentos en que Trump-Biden aceleran e intensifican esta “nueva guerra fría” contra China-y Rusia, en cuyas cercanías fronterizas terrestres y marítimas, siguen los desplantes y operativos militares de EU-OTAN, mientras en nuestra América Biden da rienda suelta a la guerra económica de su antecesor contra Venezuela y, peor aún, la extiende a Cuba, sometida a un bloqueo de 62 años, rechazado por la Asamblea General de la ONU.
Vale tener presente, como lo enfatiza Michael Klare, entre los más certeros y destacados analistas de asuntos de seguridad nacional de EU, cómo el gobierno de Biden y su implantación de algo basado en reglas y normas” confronta al mundo, como lo dice el título de una publicación y solemne advertencia de Klare en The Nation (25/06/21) con: Dividir al mundo en dos campos en pugna es la ruta al Armagedón el término bíblico del omnicidio nuclear o climático.
A la sólida y grave observación existencial de Klare en torno a una guerra nuclear, se añade que la disputa entre el orden de la ONU de corte Westfaliano entre estados soberanos bajo las normas del derecho internacional, y el diseño de reglas y normas de soberanías restringidas es asunto de fondo. Así lo enfatiza John Bellamy Foster, en sólido estudio de trascendencia mayor, en The New Cold War on China, Monthly Review, julio-agosto, 2021)
Para la diplomacia china, citada por Foster, el orden de reglas es sólo de EU, no puede denominarse de reglas internacionales, sino de reglas hegemónicas, y si se trata de reglas de EU junto a unos cuantos países, entonces serían “reglas de camarilla…” tampoco pueden llamarse reglas internacionales si vienen de una clique. Por otra parte, la demonización de China y Rusia es riesgosa ante retos existenciales. Desactivar al sistema ONU exacerba los hegemonismos bélicos, como el de Hillary Clinton en discurso en Chatam House del 6 de mayo pasado: para EU es esencial quitarle los medios de producción a China, para asegurar que se mantenga en un estado de perpetua subalternidad (sic), (en Foster, op cit).
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