lunes, 20 de abril de 2020

La crisis del imperio y un mundo nuevo


Emir Sader, Alai

A lo mejor nada ha expresado de forma más clara la pérdida de capacidad hegemónica de EEUU que la patética posición de Donald Trump en contra de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si tuviera argumentos y liderazgo, convocaría a una campaña de boicot política en contra de la OMS, postura que EEUU tuvo en otros momentos, con efectos reales.

Pero no tiene ni lo uno ni lo otro, la postura de EEUU en esta circunstancia tuvo que reducirse a su lenguaje preferido: el boicot económico. Pero con otra ola de desgaste de la imagen de EEUU, que, en una situación de emergencia mundial, debilita al organismo internacional que busca orientar y coordinar acciones en contra de la pandemia.

El “American first” revela toda la pérdida de capacidad hegemónica de EEUU. Porque supone algo que ya no es real: defender los intereses de EEUU es defender la democracia, el desarrollo económico, la libertad, el fortalecimiento de un mundo solidario y armonioso.

“American first” se ha revelado ser “American alone”. Nunca EEUU han estado tan aislados en el mundo. Nunca el destino de EEUU estuvo tan separado – y hasta contrapuesto – al de los otros países del mundo. Trump representa el aislacionismo en su forma más extrema. Cuando más el mundo necesita de conducción política coordinada para enfrentar a la pandemia, más EEUU se encierra sobre sí mismo y da la espalda al mundo.

La estrategia de Trump es la de la extrema derecha hoy en el mundo. Retomar posturas de la guerra fría, buscando chivos expiatorios para sus problemas – mexicanos, China, OMS, entre otros. Para camuflar el fracaso del gobierno de EEUU para enfrentar los efectos de la pandemia, que hace del país el más grande foco de la pandemia en el mundo, con efectos descontrolados. Trump quiso disfrazar la impotencia de su gobiernos liberando recursos trillonarios, como si la plata resolviera los problemas de la humanidad.

Pero que hacer en un país que promueve las maravillas de la empresa privada, del mercado, de los planes privados de salud, pero que no asiste a su población con planes públicos de salud. El pueblo norteamericano, en particular los más desvalidos – negros, latinos, pobres en general – sufren en carne propia el discurso neoliberal y el debilitamiento de los servicios públicos.

De ahí, tanto más la necesidad de Trump de culpar a la China y a la OMS por los efectos de la pandemia. Además de culpar a la ciencia y a los cientistas, promoviendo medicamentos mágicos, que mal esconden sus intereses privados como accionista de empresa que produce lo más difundido por él.

Pero si ya se anunciaba la superación de la hegemonía norteamericana en el mundo antes de la pandemia, con la economía china disputándole el liderazgo mundial, se va estableciendo un consenso de que la pandemia ha acelerado la decadencia del imperio norteamericano y la proyección de China con nuevo liderazgo mundial.

La forma de combatir al coronavirus de parte de China y de EEUU y los países de Europa, revela la superioridad de un Estado fuerte, ágil, que prioriza las necesidades de las personas a las del mercado. Mientras EEUU da la espalda a los otros países, China y Cuba desarrollan un intenso y amplio rol de solidaridad incluso con los mismos EEUU y Europa.

La crisis de la pandemia acelera así la decadencia de EEUU como la gran potencia mundial. La economía de todos los países estará profundamente afectada por la más grande recesión desde la de 1929, con un índice récord de desempleo. La derecha retomará, con fuerza, valiéndose del monopolio de los medios, su propuesta de ajuste fiscal, como si esa política no fuera responsable de gran parte de los efectos de la pandemia, al debilitar a los servicios públicos.

El mundo pos-pandemia será un mundo de reconstrucción de las economías y de las sociedades de cada país, en medio de una brutal disputa entre neoliberales y antneoliberales, para saber con qué horizonte se darán esas reconstrucciones. Lo cierto es que China será una referencia mucho más amplia que los EEUU como modelo para resistir a la pandemia y encarar la reconstrucción pos-pandemia.

El mundo pos-pandemia será un mundo de profundización de la decadencia del imperio y de posibilidad de construcción de un mundo más justo, más solidario, más colaborativo.

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