Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
El inicio de 2016 ha sido espeluznante para los mercados globales –con la salvedad del superdólar–, vapuleados por la deflación y la enorme deuda del G-7, al unísono de los rescoldos de la grave crisis inmobiliaria de 2008 detonada por Wall Street.
La historia real, hecha película, La gran apuesta, desnuda el canibalismo de Wall Street que detonó la grave crisis financiera de 2008 (https://goo.gl/51E97W): complementaria del documental Inside job, que demuestra la felonía de los “académicos (https://goo.gl/tT8UC7)”, y del clásico La apuesta de un millón de millones (http://goo.gl/Iy4NFE).
Ambrose Evans Pritchard, vocero de la casa real británica, cita a William White, anterior monetarista en jefe del BIP, con sede en Basilea (Suiza) –el banco central de los bancos centrales–, quien considera que el sistema financiero global se ha vuelto peligrosamente inestable y enfrenta una avalancha de quiebras que pondrán a prueba la estabilidad social y política.
White se preocupa de la suerte de la devaluación de los mercados emergentes cuando el mundo ha entrado a la trampa de la deuda que no tiene solución, mientras los acreedores europeos enfrentan los mayores desafíos (http://goo.gl/j8Pe77). Se lamenta del fracaso de las medidas centralbanquistas, mientras el megaespeculador israelí-estadunidense Larry Fink, mandamás de BlackRock –máximo conglomerado de inversiones del mundo, con casi 5 billones de dólares de manejo de activos–, se frota las manos ante la hemorragia bursátil global, en espera de su debacle, para recomprar a precios de ganga, al pronosticar que las acciones podrían desplomarse otro 10 por ciento, ya que no creía que “había suficiente sangre (sic) en las calles (http://goo.gl/az5Qh3)”.
A juicio de Fink, un precio de 25 dólares el barril significará una prueba y, cuando todos los mercados se encuentren en lo más bajo, será una muy bella (sic) oportunidad de comprar.
La frase caníbal proferida por Fink –comprar cuando corra mayor sangre en las calles– es atribuida a Nathan Mayer Rothschild, del siglo XVIII, cuya dinastía financiera contribuyó a la creación del estado racista/ apartheid de Israel.
El significado de la frase caníbal sangre en las calles la explica James Mackintosh, del Financial Times: hay que comprar en el momento en que la “confianza del inversionista y los precios estén en el abismo, cuando la violencia (sic) está en su máximo (http://goo.gl/eWVwSS)”.
BlackRock se despachó con la cuchara grande de la privatización de Pemex (http://goo.gl/6m2AnE), donde destaca su interconectividad con la tríada itamita de Bailleres/Aspe/Videgaray (https://goo.gl/dEqrjo) mediante la bisagra de Evercore (https://goo.gl/M3NW5u).
Más allá de la bidireccionalidad entre las cuatro principales petroleras anglosajonas y los megabancos de Wall Street (https://goo.gl/dP6ysO), sobresale la circularidad intermegabancaria –donde operó el criminal israelí-estadunidense Bernard Madoff– y multiempresarial del eje BlackRock/Rotschild/Soros (http://goo.gl/XhjBDI).
El eje Rothschild/Soros/BlackRock, proclive a las hemorragias bursátiles, vale un expedito escrutinio.
Se presume que los banqueros israelí-británicos Rothschild controlan al megaespeculador “judío-estadunidense (Haaretz dixit)” George Soros, máximo criminal finacierista global con máscara de filántropo.
El connotado geopolitólogo alemán-estadunidense William Engdhal señala a Soros como uno de los principales hombres de paja de los Rothschild, quien goza de información privilegiada en los canales más importantes tanto gubernamentales como privados en EEUU/Europa/Israel (http://goo.gl/2ag9ST).
La perniciosa Open Society Foundations (OSF), de Soros, ha instigado las revoluciones de color y los cambios de régimen” desde Ucrania hasta los Balcanes, por lo que acaba de ser expulsada de Rusia, debido a su subversión (https://goo.gl/8rh4VH).
OSF financia, entre otras entelequias, a Human Rights Watch, Foro Económico Mundial de Davos y al muy influyente CFR y, según Free Republic, es uno de los principales donadores de Wikipedia/Wikimedia.
En México, el eje Rothschild/Soros exibió sus poderosos tentáculos desde el “Irán-contras” (que prohijó al legendario edificio Omega, de Paseo de la Reforma 345, en el DF) hasta la lubricación de la presidencia de Fox, y ahora trasmutado en BlackRock, de fuertes vínculos con los itamitas Calderón y Videgaray. Mejor aquí le paro…
Keith Anderson, cofundador de BlackRock, fue la bisagra entre Larry Fink y Soros, quien operó como director de inversiones de Soros Fund Management (http://goo.gl/PxyAJz).
Más allá de la hemorragia de Malasia Airlines, que hubo beneficiado a los Rothschild y a Blackstone –¡más sangre en las calles (http://goo.gl/h5f2uZ)!–, BlackRock exhibió su alianza estratégica con los Rothschild en Australia en 2002, cuando manejaba 238 mil millones de dólares que, 13 años más tarde, se dispararon a casi 5 billones: ¡casi 20 veces más (http://goo.gl/4Hl28m)!
La sangre en la calle del eje Rothschild/Soros/BlackRock es mucho más profusa en el siglo XXI que sigue al pie de la letra las enseñanzas caníbales de su progenitor común, Nathan Mayer Rothschild, del siglo XVIII, debido a la utilización catalizadora de supercomputadoras de alta frecuencia comercial que dominan las plazas financieras de EEUU y Europa (http://goo.gl/Ytiwsp).
Según el banco suizo UBS, el “paso acelerado de la innovación digital podría tener algunas sorprendentes implicaciones para los mercados de intercambio de divisas en los próximos años, llevando a un mayor fortalecimiento del dólar y de las economías basadas en el dólar a expensas (sic) de los países de los mercados emergentes, como China e India (https://goo.gl/rAB51p)”.
¿Guerra digital geofinanciera de EEUU contra China? ¿Y a poco se van a quedar Rusia y China observando?
¿Qué harán con tanto desempleado global?
Un reporte de la Escuela Oxford Martin avisó que la “digitalización de los robots sustituiría la mitad de los trabajos de EEUU en las próximas dos décadas, lo cual será similar en Europa y Japón (https://goo.gl/fwbvIH)”.
¿Qué harán con 36 millones de desempleados mexicanos en EEUU?
El notable astrofísico británico Stephen Hawking advirtió que la humanidad va a usar la ciencia y la tecnología para aniquilarse (sic), al menos que “maneje escaparse del planeta (http://goo.gl/YuhDM8)”.
Hawking rezumó que, mientras se establecen colonias espaciales en los próximos 100 años, hay que examinar los peligros y controlarlos para asegurar la supervivencia en la Tierra.
Stephen Hawking enumeró los peligros que acechan: guerra nuclear, calentamiento global, virus de ingeniería genética e inteligencia artificial (IA), ante lo poco que la humanidad puede hacer: aunque la oportunidad de un desastre en la Tierra en un año dado pueda ser muy baja, se acumula en el tiempo, y se vuelve una casi certeza en los próximos mil o 10 mil años.
Quizá al genial Hawking le faltó agregar las supercomputadoras bursátiles y la robótica del superdólar (http://goo.gl/eyL9vJ), que quizá formen parte de su rubro sobre la IA (http://goo.gl/qMYqfv).
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