Salvador González Briceño, Alainet
*La globalización metió al mundo en descomposición"El Eurogrupo; mejor dicho la Troika (así, solo que les disgusta), insisten en torcerle el cuello a los pensionados helenos. Nada importa más que el cumplimiento de los pagos. La fecha límite que tienen Alexis Tsripas y Yanis Varoufakis para liquidar 1,550 millones de euros a sus acreedores es hasta el 30 de junio. Son las presiones de las economías financiarizadas del “mundo desarrollado”.
Las negociaciones entre el presidente y el vicepresidente griegos y los ministros de finanzas de la zona euro, no aterrizaron el acuerdo ayer (25/VI/15). Los representantes de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), no quitan en dedo del renglón. Las diferencias entre ambas partes son en torno a tres puntos: 1) La reforma de pensiones, están de acuerdo en la cuantía del ajuste, pero no en la manera de alcanzarlo; 2) En el IVA, hay diferencias en lo referente al aumento en la recaudación; 3) Reestructuración de la deuda.
Aclarando. En el primer punto, Grecia quiere enfocar las medidas en un alza de impuestos, pero la Troika exige endurecer las condiciones de las pensiones. Los acreedores quieren acabar con las jubilaciones anticipadas como norma en lo general, que se eleve la edad de jubilación hasta los 67 años (o a 62 cuando haya al menos 40 años de jubilación) en 2020, con la salvedad de aquellas profesiones de alto riesgo y madres cuyos hijos tengan necesidades especiales.
En el punto 2) Los acreedores quieren presionar para que hoteles, restaurantes y servicios de catering sean gravados en un 23%, y desaparezcan las exenciones de 30% a las islas del Egeo; así acepta el aumento a la energía en el 13%, y a los libros, los teatros, medicinas queden en el 6%. Del 3) Grecia quiere un compromiso para reestructurar la deuda, pero la mayoría lo quiere para después. (Ver el listado en: http://internacional.elpais.com ).
Entonces, queda claro que la Troika los pagos los quiere ya. O que la tregua esté condicionada a las exigencias que son atentatorias del bienestar de por sí minado de los trabajadores, afectando aquellos que han ahorrado toda su vida laboral para gozar de una pensión.
El trastrocamiento del sistema financiero, en este caso europeo, que a todas luces sigue presionando a los gobiernos para exprimirlos los recursos fiscales vía, ciertamente, del cobro de los compromisos previamente contraídos (un endeudamiento desbordado, problema no solo griego), cuando ellos —los banqueros— son quienes disfrutan de los beneficios del método inicialmente aplicado en Japón de la flexibilización cuantitativa luego aplicado desde la Reserva Federal así como del BCE.
La voracidad del sistema financiero sigue su curso, pese a que un buen número de países de la eurozona están en franca crisis. Así como Grecia le siguen los pasos también España, Portugal, Italia, Irlanda, por citar los menos. A estas alturas del partido, sigue en claro que la llamada globalización está en franca descomposición, o que ha metido al mundo. Desde que en los años 90 el capital financiero domina a las economías occidentales y la economía casino se apoderó del sistema crediticio y bancario a partir de 1974 cuando la banca central abandonó el patrón oro, el mundo se volatilizó.
Tras la crisis del 2008 las economías nacionales vuelan por los aires, de la mano de la aplicación de las políticas de corte neoliberal, donde la riqueza creada es atraída hacia los centros del poder global. Las sociedades se polarizan por esa vía. La pirámide de la sociedad se ensancha en la base y afila en la cumbre. No importa. Aún y cuando el propio FMI reconozca que “los cambios estructurales en los sistemas financieros han acentuado ciertas inquietudes en cuando a estabilidad”. En pocas palabras: quien está en jaque es el propio sistema financiero. Y se comporta como ave de rapiña.
Los últimos procesos de rescate de la banca en los países centrales, de la mano de las políticas de flexibilización cuantitativa emprendida por los bancos centrales (como la empresa privada federal; digo, la Reserva Federal), y las tasas cero, han contribuido a concentrar mucho más la riqueza en poquísimas manos por alentar la especulación y la quiebra de sectores como el inmobiliario. Son unos cuantos especuladores, beneficiarios de estas políticas, los que verdaderamente tiran línea sobre las políticas a seguir por las “instituciones” financieras, como el Banco Mundial, el FMI y el resto de la Troika, para engullir a los gobiernos, a las empresas privadas de los países en desarrollo y finalmente a pueblos enteros.
Seguir la pista del dinero es encontrar las trampas de los millonarios, sus intenciones y sus estrategias. Estas forman parte de su ofensiva para ganar/ganar. No les interesa la gente. No importa siquiera salvar al propio sistema que les ha dado origen. Los generadores de la riqueza son relegados por los portadores de la misma. Aquéllos son esclavos, éstos los reyes del mundo. Al sistema financiero le ha dado por olvidar sus orígenes. Se ha apoderado de los dineros de los ahorradores, pero también de sus dividendos. Ahora con las tasas cero, no falta mucho para que los banqueros comiencen a cobrar tarifas por “guardar” el dinero en sus bodegas. Aludirán el temor a los asaltos y a que no hay en dónde invertirlo, no para generarle ingresos a los ahorristas sino en su propio beneficio.
El mundo espera un avance de los griegos de cara a la Troika. Si no de este jueves, sí del próximo fin de semana, cuando habrá mesa de negociaciones. Es mentira, como lo dice, The Economist, que no importa si Grecia sale o no de la Eurozona. Como falsa la postura de: “O una buena propuesta o la quiebra”, del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Sí que les interesa, porque de lo contrario la mazorca se les desgrana. No son pocos los países en puerta. Y esa sigue siendo un arma poderosa para los negociadores, Tsripas y Varoufakis.
Sin embargo, las posturas se acercan. Se dice que los documentos son casi los mismos, hasta de tipografía. Salvo por una hoja más de los negociadores helenos. Al final, también hay que decirlo, pactar tiene sus riesgos. Porque para Grecia el fondo del asunto seguirá presente, aún y cuando ganen en aquellos donde hay las diferencias. Las medidas de austeridad, por pocas que sean, no alentarán el crecimiento. Así como la carencia de recursos para incentivar la economía y el turismo. ¿Cómo invertir, ¡en el sentido capitalista todavía!, para generar empleos? ¿Cómo recuperar un nivel de vida aceptable para la población? En el fondo están faltando las alternativas. Y el reto no es solo para unos: es de todos. El sistema financiero está en jaque. El mundo también. Una cosa es segura: los pueblos no quieren queso, sino salir de la ratonera.
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