miércoles, 16 de enero de 2008

EL IMPERIO EN CRISIS


Ahora no solamente los críticos del gobierno de Bush alertan de la crisis. Hasta los economistas más ortodoxos, ligados a los círculos financieros, prevén que EE UU entrará en recesión en cosa de semanas. En una encuesta reciente, la mayoría de los analistas evalúa que el PIB sufrirá una fuerte contracción. Goldman Sachs, Merrill Lynch y Morgan Stanley, poderosos grupos financieros, también temen lo peor.
Y motivos para temer no faltan, ya que la situación de la economía yanqui es grave. Ella es totalmente parasitaria y en deuda desde hace tiempo. La crisis inmobiliaria ha sido sólo la punta del iceberg, la gota que revalsó el vaso, llevando a la quiebra a miles de estadounidenses. El dólar continúa cayendo en el mundo y en Chile no tardará en llegar a los 450 pesos, el nivel más bajo en doce años. El Imperio se resquebraja y se desarma por todos lados. El desempleo vuelve a alcanzar records y las compras de la Navidad pasada fueron las peores de los últimos años e Irak se ha convertido en el nuevo Vietnam, tal como lo anunciamos en su momento.
Según una encuesta de la CNN, el 57% de los estadounidenses evalúa que el país ya se encuentra en recesión. Para David Brooks, de La Jornada, este pesimismo es comprensible. “Miles perdieron sus casas con la crisis de la deuda hipotecaria, uno de cada 10 padece de hambre, el sueldo real de la amplia mayoría de los trabajadores no mejora en más de 30 años... El ‘sueño americano' se define muy sencillamente: la nueva generación gozará de mejor nivel de vida que la anterior. Pero este mito fundamental en el país se está desvaneciendo rápidamente. Una investigación reciente detectó que solamente el 16% cree que sus hijos tendrán mejores condiciones económicas que la suya”.
En cierto sentido, la amenazadora recesión confirma la tesis de la caída relativa –y no del colapso inmediato– del “imperio del mal”. Como afirma el periodista Umberto Martins, “la crisis inmobiliaria y la crisis del dólar revelan la fragilidad de la economía estadounidense, que ingresó en el siglo XXI bajo el impacto del colapso de la 'Nueva Economía' y la recesión de 2001. Son hechos desconcertantes para quien apostó sus fichas al relanzamiento de la hegemonía económica de EE UU y alimentó la idea de que la superpotencia en declive sería la gran locomotora de la economía internacional, al menos hasta 2050. Felizmente, la realidad tiene el don de disipar ilusiones.

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