jueves, 3 de enero de 2019

Cinco cisnes negros para 2019

Matthew Lynn, El Economista

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea se convertirá en un caos. Las tensiones comerciales aumentarán después de que el presidente Donald Trump dispare unos cuantos tweets nocturnos. Un par de cadenas de High Street irán a la quiebra, un banco italiano tendrá problemas y la UE multará a Facebook, Amazon o Apple con miles de millones de euros. Hay muchas cosas que ya sabemos que sucederán en 2019, y los inversores ya se las han tomado en serio.

Pero, ¿cuáles son los verdaderos cisnes negros, los acontecimientos en los que nadie está pensando, pero que realmente van a sacudir los mercados en los próximos doce meses? Trump podría ceder el puesto a su vicepresidente, Daimler podría fusionarse con Volkswagen, Emmanuel Macron podría lanzar un franco paralelo, los gigantes de la tecnología podrían empezar a consolidarse y los Verdes podrían tomar el poder en Berlín. Cualquiera de estos acontecimientos supondría un cambio importante en las reglas del juego, y pillaría a casi todo el mundo con la guardia baja.

Cada año se producen al menos un par de curvas, hechos que no estaban en el radar de nadie, pero que tienen el poder de remodelar industrias o economías. Nadie esperaba que un movimiento de protesta de derecha/izquierda hiciera convulsionar a Francia, que Sainsbury's se fusionara con Asda, que las criptodivisas colapsaran en valor, o que Carlos Ghosn, el jefe de Renault-Nissan, fuera arrestado en Japón, lo que desencadenaría en la posible ruptura de la alianza más grande y poderosa de la industria automotriz. Entonces, ¿qué podría estar merodeando bajo la superficie para sorprendernos a todos en 2019? Aquí hay cinco posibilidades.

Primero, Donald Trump entrega las llaves de la Casa Blanca. Con las primeras primarias de la carrera presidencial de 2020 a solo un año de distancia, ya hay mucha especulación sobre a quién podrían elegir los demócratas para competir contra Trump y, de hecho, si algún republicano de alto rango decidirá desafiarlo para la nominación. ¿Pero quién dice que Donald Trump será candidato? Una cosa que sabemos con seguridad sobre Trump es que es un egoísta inconformista, obsesionado con sí mismo, que apenas es un político, y que tiene la capacidad de atención de un niño pequeño con una rabieta. En medio de escándalos e investigaciones crecientes, con amenazas de juicio político, con una recesión inminente y un mercado bajista que empaña su legado, Donald podría decidir fácilmente que está listo para pasar más tiempo en sus casinos, campos de golf y programas de televisión. Primero podría decidir declinar la nominación y, después, pasarle el puesto a su vicepresidente, Mike Pence. A los mercados, por supuesto, les encantaría que eso ocurriese -Pence es precisamente el tipo de líder seguro, aburrido, pronegocios y promercados que Wall Street está buscando en este momento-.

La segunda posibilidad es una megafusión en la industria automovilística alemana. El rápido crecimiento y la agresividad de China, que ya acumula una participación significativa en Daimler -el fabricante de Mercedes, la marca de coches de lujo más prestigiosa del mundo-, podría impulsar una fusión entre empresas alemanas para frenar el avance del país asiático. Con el Dax en un mercado bajista, y todos los fabricantes de automóviles bajo la presión del auge de los vehículos eléctricos y autopropulsados, puede que nunca haya un mejor momento para los planes que China tiene en el sector. Después de todo, las acciones de Daimler ya se han reducido casi a la mitad en el último año y es muy posible que sigan bajando en los próximos seis meses. Nunca será más barato. El problema es que el Gobierno alemán nunca permitirá que la joya de su corona industrial caiga en manos de los chinos. En respuesta, Berlín organizará una fusión apresurada con Volkswagen para crear el mayor fabricante de automóviles del mundo, uno en el que el Estado pueda intervenir. Es poco probable que eso funcione a largo plazo, pero sin duda mantendrá a los chinos a raya.

En tercer lugar, una sorpresa francesa. A medida que comienza el nuevo año, es difícil pensar en una figura más atribulada que el francés Emmanuel Macron. Sus índices de aprobación se han hecho añicos, ya ha cedido a los manifestantes de los chalecos amarillos, la economía se está estancando y puede que esté en recesión para el verano, y sus planes para reformar la zona euro se han quedado en nada. Y, sin embargo, lo que Macron demostró durante su audaz campaña para la Presidencia es que tiene un don para lo inesperado. ¿Por qué no robar una idea a los populistas del otro lado de los Alpes y lanzar un franco paralelo? Los pagarés de papel respaldados por el Gobierno, tal como se propone para Italia, le permitirían aumentar los beneficios y el gasto público, y reactivar una economía estancada, sin romper las reglas presupuestarias de la zona euro. Junto con sus reformas, podría incluso impulsar el crecimiento de Francia. ¿Es un riesgo? Por supuesto. Pero podría ser mejor que un par de años más de protestas y austeridad, seguidos de una derrota en 2022.

En cuarto lugar, la consolidación de la industria tecnológica. Después de un cuarto de siglo de crecimiento impresionante -estamos cerca del 25º aniversario de la IPO de Netscape que inició la burbuja de las puntocom- los gigantes de la tecnología avanzarán hacia la fase de consolidación de su desarrollo. Una combinación de la creciente presión regulatoria, el estancamiento del crecimiento y el agotamiento de la gestión mermarán expansión y la harán mucho más difícil. ¿La solución? Las empresas líderes harán lo que los gigantes del automóvil, la química, la electrónica y la ingeniería ya hicieron antes que ellos, que es iniciar una ronda de fusiones. ¿Como qué? Amazon podría comprar Spotify y Uber, mientras que Apple compraría Tesla y Netflix, y el padre de Google, Alphabet, tomaría el control de Facebook. ¿El resultado? Empresas más grandes, aunque no necesariamente mejores, y con mucho poder para generar efectivo para sus accionistas.

Finalmente, una sorpresa en Berlín. Con el colapso del SPD, los Verdes se están convirtiendo en la principal fuerza de centro-izquierda en Alemania y, cada vez más, son vistos como una fuerza para la estabilidad. Si la frágil gran coalición de Angela Merkel se derrumba y el SPD se retira, como parece bastante probable, eso desencadenará nuevas elecciones y los Verdes podrían emerger como el segundo partido más grande.

Puede ser el único capaz de formar una coalición, junto con el grupo de los socialdemócratas y el Partido de Izquierda. Los Verdes alemanes ya no son especialmente radicales. Aun así, que un gobierno radicalmente a favor del medio ambiente se haga cargo de la mayor economía de Europa sería un shock para las empresas, al igual que el conjunto de nuevos impuestos y controles que una administración dirigida por los Verdes introduciría rápidamente.

Por supuesto, hay muchas otras cosas que podrían sorprendernos en 2019. Reino Unido podría decidir cancelar Brexit. El Congreso Nacional Africano podría perder poder en Sudáfrica. El nuevo presidente radical de Brasil, Jair Bolsonaro, podría finalmente ser capaz de desbloquear el potencial económico de ese vasto país, mientras que los inversores podrían descubrir finalmente a Polonia, el primer país en convertirse en un mercado desarrollado en una sola generación. De lo único que podemos estar seguros es de que sucederán muchas cosas, y muy pocas de ellas habrán sido previstas por nadie.


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