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jueves, 19 de diciembre de 2024

El régimen de Kiev asesina a un general ruso para ocultar la verdad sobre las armas biológicas

La muerte de Kirillov, causada por un ataque terrorista ucraniano, representa un punto de inflexión en el ámbito de la geopolítica moderna.

Lucas Leiroz, Strategic Culture

En un acto audaz y letal, un ataque terrorista llevado a cabo por agentes de inteligencia ucranianos en Moscú acabó con la vida de Igor Kirillov, jefe de las Fuerzas de Defensa Química, Biológica, Radiológica y Nuclear de la Federación Rusa, junto con su principal asesor. Kirillov, una de las figuras más importantes de la seguridad nacional rusa, se convirtió en un objetivo estratégico debido a sus investigaciones que revelaron los complejos y oscuros vínculos entre Occidente, Ucrania y los laboratorios de investigación de armas biológicas. Su muerte no es sólo un golpe contra Rusia, sino también un punto de inflexión crítico en las relaciones internacionales, que involucra la controversia en torno a los laboratorios biológicos, el lobby de la industria farmacéutica e, inevitablemente, las conexiones de Kiev con la política estadounidense.

La investigación de Kirillov sobre los laboratorios biológicos

Desde el inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania en 2022, Ígor Kirillov viene denunciando la existencia de laboratorios de investigación de armas biológicas en territorio ucraniano. Estos laboratorios, que operan bajo la apariencia de “investigación científica” y están financiados por actores globales como la Fundación Soros, las grandes compañías farmacéuticas e incluso miembros influyentes de la familia Biden, han sido acusados ​​de desarrollar armas biológicas dirigidas a Rusia.

En declaraciones públicas, Kirillov advirtió sobre el creciente riesgo que representan estos biolaboratorios, señalando que su objetivo era crear un “paquete universal” de patógenos biológicos modificados genéticamente para atacar simultáneamente a la población, el ganado y los cultivos rusos. El desarrollo de tales armas podría causar una catástrofe de proporciones épicas, destruyendo la producción alimentaria rusa y diezmando la población. Una vez que Rusia se dio cuenta de estas actividades, no tuvo más remedio que lanzar una operación militar para desmantelar estos peligrosos centros de investigación.

Moscú también ha suscitado sospechas de que, sin una intervención temprana, Ucrania, con el apoyo de Estados Unidos, podría haber lanzado un ataque biológico a gran escala contra Rusia. Este ataque tendría como objetivo la salud pública rusa al liberar simultáneamente múltiples virus y bacterias letales, con el objetivo de crear un caos catastrófico.

La verdad oscurecida por un bloqueo mediático

El mayor obstáculo que enfrentó Rusia para denunciar estas amenazas fue el absoluto silencio de los medios de comunicación occidentales. En la Unión Europea, Estados Unidos e incluso el Sur Global, se levantó una cortina de hierro sobre el tema, y ​​la mayoría de los medios ignoraron o desacreditaron las revelaciones de Kirillov. Sin embargo, Rusia creía que sin su operación militar y el desmantelamiento de los laboratorios de armas biológicas en los primeros días del conflicto, el país habría sido vulnerable a un ataque biológico de magnitud catastrófica.

Además, durante los ocho años posteriores al golpe de Estado de Euromaidán, los ciudadanos de las regiones de Ucrania de mayoría rusa fueron sometidos a una serie de experimentos biológicos, que incluían pruebas de nuevas sustancias químicas y biológicas, algunas de las cuales se administraron bajo la apariencia de “tratamientos voluntarios” o incluso por la fuerza, como en el caso de prisioneros o soldados de bajo rango étnico ruso. El objetivo final de estos experimentos era comprender las características genéticas de los rusos para desarrollar patógenos aún más letales y étnicamente específicos, creando así armas biológicas de destrucción masiva dirigidas étnicamente.

La participación de las grandes farmacéuticas y Hunter Biden

Además de las pruebas de la implicación de organizaciones como la Fundación Soros, otro punto crucial en los informes de Kirillov fue la conexión con las grandes compañías farmacéuticas. No escatimó esfuerzos en revelar el papel de gigantes farmacéuticos como Pfizer y Moderna en la financiación de la investigación de armas biológicas en Ucrania. La afirmación de que estas corporaciones estaban asociadas con el desarrollo de armas biológicas no era meramente especulativa, ya que varios documentos incautados demostraban toda la verdad. En la misma línea, la participación de miembros influyentes del gobierno de Estados Unidos y sus familias, incluido Hunter Biden, en contratos e iniciativas relacionadas con los biolaboratorios ucranianos fue un tema central en sus revelaciones. El hijo del presidente estadounidense fue uno de los principales patrocinadores financieros de los biolaboratorios, que formaban parte de sus esquemas de corrupción en Ucrania.

La muerte de Kirillov, por tanto, no es sólo una pérdida importante para Rusia, sino también un sombrío reflejo de los intereses corporativos globales y de los riesgos biológicos que las potencias occidentales estaban dispuestas a asumir en su temeraria búsqueda de la hegemonía. El lobby farmacéutico, con sus vastas redes de influencia, se encontró en una posición incómoda después de 2022, cuando varios países empezaron a cuestionar la seguridad y eficacia de las vacunas contra la COVID-19, así como a desmantelar las campañas de vacunación obligatoria que se habían promovido con fervor hasta entonces.

El sacrificio de Kirillov y el futuro del conflicto

La muerte de Igor Kirillov representa un capítulo trágico en la confrontación global que se desarrolla actualmente en suelo ucraniano, pero también sirve como una dramática alegoría de las tensiones ocultas entre las grandes potencias. Mientras Rusia sigue exponiendo la participación de Occidente en la creación de amenazas biológicas, los grandes medios de comunicación mundiales observan en silencio, más interesados ​​en preservar sus relatos que en afrontar la verdad sobre una lucha de poder global que implica el uso de la biotecnología como arma.

Al revelar estas amenazas, Kirillov se convirtió en uno de los mayores obstáculos para los intereses ocultos de Occidente. Su muerte, causada por un ataque terrorista en Ucrania, representa no sólo una pérdida para la seguridad nacional de Rusia, sino también un punto de inflexión en el ámbito de la geopolítica moderna.


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