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viernes, 29 de noviembre de 2024

"La derrota de Occidente": Desmitificando la narrativa dominante


Gian Marco Martignoni, La Bottega del Barbieri

Con toda probabilidad, la amplia difusión que está experimentando en todo el mundo el libro de Emmanuel Todd "La derrota de Occidente" (Fazi Editore, páginas 354, euro 20) se debe a la intrigante multiplicidad de los temas tratados, que sin embargo han originado tanto la El fracaso de la guerra por poderes emprendida por Estados Unidos y la OTAN hasta el último ucraniano contra Rusia, y el relativo al régimen de sanciones impuesto por el bloque occidental (que representa el 12% de la población mundial) frente al rublo.

Emmanuel Todd, historiador, sociólogo y antropólogo de la escuela francesa de los Annales, no es ciertamente pro-Putiniano, pero después de leer tanto a Marx como a Weber es capaz de desmitificar la narrativa dominante, gracias al apoyo de algunos indicadores importantes (mortalidad infantil y adulta), la tasa de homicidios, suicidios y asistencia escolar, el número de presos, etc.) identifica los elementos estructurales y superestructurales esenciales a nivel comparativo para captar el avance o retroceso de los estados nacionales.

En todo caso, se puede atribuir a Todd a esa corriente de realismo geopolítico, en la línea de la revista Limes, que en sus exámenes escrupulosos y despiadados llega a juicios y predicciones que, como en el caso del asunto de Ucrania, contrastan con lo que el bombardeo diario de los medios transmite a la opinión pública, cabalgada sobre una rusofobia odiosa y devastadora.

De hecho, es precisamente a partir de la comparación entre el estado de la economía y la sociedad estadounidense con el de Rusia, que se explican las razones por las que la guerra lenta y "defensiva" de los rusos, "para salvar a los hombres" en el campo de batalla, obligó al bloque occidental a una sangrienta y costosa guerra “interminable”; que, además, ve en las encuestas una creciente negativa a suministrar armas a Ucrania por parte de las clases populares, en clara divergencia con la propaganda de la elite euroamericana. Habiendo dicho que es muy poco probable que Rusia sea derrotada, después de lo sucedido en Irak y Afganistán, Todd proporciona un valioso análisis histórico de 1990 a 2022 de cómo Estados Unidos cayó en la trampa del nacionalismo ucraniano.

En primer lugar, Rusia, tras el trauma de la terapia neoliberal de los años 90, a través de la fase de estabilización de la economía de la era Putin, ha reducido la mortalidad infantil al 4,4% en 2020, mientras que en EEUU es igual al 5,4%, además de haber recuperado la autosuficiencia alimentaria y haberse convertido en exportador de productos agrícolas, con unos ingresos en 2020 (30 millones de dólares) superiores a los del gas (26 millones de dólares). Además, a pesar de tener un PIB equivalente al 3,3% respecto al bloque occidental, la economía rusa ha logrado resultados notables a nivel militar, además de ser el primer exportador de centrales nucleares del mundo con la empresa Rosatom, ya que las personas con educación superior que eligieron estudios de ingeniería en 2020 fueron el 23,4%, en comparación al 7,2% en EEUU. Un PIB que en cualquier caso es la expresión de la producción de bienes tangibles, a diferencia del carácter ficticio del PIB estadounidense, que con la primacía asignada al sector financiero y la centralidad para la acumulación de dólares constituida por los paraísos fiscales se caracteriza por el colapso de la producción industrial y agrícola; mientras tanto el país, a pesar del constante déficit comercial, consume más de lo que produce gracias al señoreaje del dólar.

Los datos al respecto son elocuentes: en 1928 la producción industrial estadounidense equivalía al 44,8% de la producción mundial, mientras que en 2019 cayó al 16,8%, con el sector de máquinas y herramientas reducido a un mísero 6,6%, cuando Italia cuenta incluso con un 7,8%. Al mismo tiempo, la producción de trigo cayó de 65 millones de toneladas en 1980 a 47 millones de toneladas en 2022. No es casualidad que Todd, introduciendo el concepto de PIB real, pueda demostrar cómo en 2022 el PIB per cápita de 39.520 dólares fue decididamente más bajo que el de Alemania y Francia, además de ser la instantánea de una sociedad donde la injusticia social ha aumentado desproporcionadamente, ya que, dado el impuesto único con una tasa del 28%, la clase media alta actualmente representa sólo el 10% de la población.

Esta extrema polarización social es la prueba de fuego de una sociedad en plena desintegración: la caída de la esperanza de vida en 2021 hasta los 76,3 años de media, debido a la suma de muertes por alcoholismo, suicidio, homicidio, adicción a opioides, obesidad, etc... , mientras que en Japón llega a los 84,5 años, es la triste consecuencia de una decadencia moral con resultados nihilistas.

Una decadencia que, siendo también producto de la atomización social y del fin de las creencias colectivas, es de hecho el signo más evidente de la crisis de las posdemocracias occidentales, tras el ascenso de Donald Trump y el Brexit en Gran Bretaña, así como para lejos del creciente peligro que representa la derecha reaccionaria y racista en el corazón de Europa. En este contexto es comprensible, especialmente después de lo que está sucediendo en Medio Oriente a manos del incontenible y destructivo poder militar de Israel, por qué el resto del mundo repudia la presunta superioridad moral de Occidente, y apoya con la compra de gas y suministra a las fuerzas militares de Rusia en sus esfuerzos por contener la agresión de la OTAN. Hasta el punto de que los Brics, ampliados para incluir nuevas entradas de otros países, reunidos en Kazán el 22 de octubre, discutieron la creación de "The Unit", una nueva moneda para desdolarizar el mundo, ya que, como bien señaló Tonino Perna en En el manifiesto de ese día, el dólar “se ha convertido progresivamente en la verdadera arma de Washington para dominar el mundo”.

Por último, so pena de suicidarse en Europa, gobernada por una elite inepta y belicosa separada de las necesidades reales de las clases populares, Todd espera que el plan posimperial estadounidense fracase, ya que es decisivo para la distensión y la paz a escala global que Alemania retome sus relaciones económicas y políticas naturales con Rusia, dado que nunca han sido interrumpidas con China.

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Ver más de: * La derrota de Occidente


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