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miércoles, 24 de julio de 2024

Israel: atrocidad incesante


Editorial de La Jornada

El sábado 20 de julio, las fuerzas armadas de Israel asesinaron al menos a 30 palestinos en distintos bombardeos contra la franja de Gaza. Entre los fallecidos se encuentran el periodista Mohammad Abu Jasser, su esposa y dos hijos, cuya casa fue blanco de un embate deliberado. Otros dos periodistas resultaron heridos en un ataque aéreo contra el edificio en el que residían.

Ayer, los tanques se aunaron a las bombas para matar a 70 palestinos y herir a 200 más, incluidas mujeres y niños. Con estas agresiones se ha rebasado ya la cifra de 39 mil palestinos muertos (sin contar a muchos más que permanecen desaparecidos) desde el inicio de la más reciente ofensiva israelí contra Gaza.

Es posible que estas masacres formen parte de la respuesta de Israel a la sentencia emitida el viernes 19 por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el sentido de que los asentamientos sionistas en los territorios palestinos ocupados son ilegales y deben ser evacuados, además de establecer el pago de indemnizaciones por todos los daños ocasionados a la población desplazada desde 1967, cuando Tel Aviv comenzó a robar las tierras palestinas de Cisjordania.

El asesinato en masa como reacción al fallo del máximo órgano judicial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) es consistente con el patrón de conducta genocida de los sucesivos gobiernos israelíes, los cuales han tenido por sistema castigar de manera letal a los palestinos cada vez que la comunidad internacional actúa con apego a los derechos humanos y condena la ocupación de Palestina.

También se inscriben en la sistemática campaña de asesinatos de comunicadores con la que Tel Aviv busca impedir que el mundo conozca una versión de los acontecimientos distinta a la de la propaganda israelí y los grandes medios de comunicación globales, cuyas líneas editoriales son unánimemente sionistas y, en muchos casos, islamófobas. La muerte de Abu Jasser elevó a 161 el número de periodistas palestinos muertos por fuego israelí desde el 7 de octubre, a los que deben sumarse los comunicadores de otras nacionalidades que también han sido eliminados por ese país. Estos aterradores números significan que Tel Aviv ha asesinado en nueve meses a más comunicadores de los que hayan muerto en cualquier otro conflicto armado, sin importar su magnitud o duración.

Las armas de fuego no son el único método de exterminio empleado por Israel para aniquilar al pueblo palestino: también deben registrarse las acciones deliberadas para matar a los gazatíes de hambre, sed y enfermedad al impedir el ingreso de ayuda humanitaria. Con estos datos, es innegable que todos los integrantes del gobierno más derechista de la historia israelí, así como la totalidad de los mandos y una amplia mayoría de las tropas de sus fuerzas armadas, son criminales de guerra que deben rendir cuentas ante la justicia. Otro tanto vale decir de los políticos y las empresas que financian o facilitan el envío de armamento a Israel a sabiendas de que será empleado contra civiles inermes, así como de quienes usan su influencia sobre la opinión pública para encubrir o justificar el más grave genocidio del siglo XXI.

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