Markus Siira, Euro-Synergies
El ex-embajador de China en Estados Unidos, Cui Tiankai, participó a finales de enero en una mesa redonda sobre perspectivas geopolíticas en el think tank Asia Society Policy Institute de Washington.
Planteó la cuestión del estatus de Taiwán y el plan de Estados Unidos para la isla, afirmando que «alguien» estaba intentando iniciar una guerra en el estrecho de Taiwán. «No queremos una situación en la que los chinos se maten entre sí», declaró Cui.
Cui fue el embajador chino en Estados Unidos que más tiempo estuvo en el cargo desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1979. Ocupó el cargo durante ocho años antes de dimitir en 2021.
«Los países de Asia-Pacífico deben evitar que las tensiones en la región alcancen los niveles de la Guerra Fría, o la región se enfrentará a una década peligrosa», dijo Cui, que ahora es asesor del Instituto de Política Exterior de China, en una mesa redonda.
Concluyó mencionando a Taiwán, que, según el funcionario chino, tarde o temprano se unirá a su madre patria de la forma que «mejor sirva a los intereses nacionales de China en su conjunto».
Taiwán es uno de los mayores focos de tensión entre Pekín y Washington, el «asunto más sensible» en las relaciones entre ambos países, como dijo el presidente Xi Jinping a su homólogo Joe Biden en su cumbre de noviembre.
El 17 de agosto de 1982, Pekín y Washington anunciaron en un comunicado que Estados Unidos intentaría reducir gradualmente la venta de armas a Taiwán. Ni siquiera esta declaración formal con China se ha respetado y, desde entonces, el flujo de armas a la isla no ha hecho más que aumentar espectacularmente.
Estados Unidos busca provocar a China por todos los medios posibles para causar problemas políticos a su rival. La última medida es el envío de fuerzas especiales estadounidenses para entrenar al ejército taiwanés en Kinmen y Matsu, dos grupos de islas situadas frente a la China continental.
El objetivo final es probablemente una guerra de poder, similar a la que asola Ucrania: intentar que China invada la provincia rebelde de Taiwán, y luego luchar con el apoyo occidental «hasta el último taiwanés».
Esta guerra sería un buen pretexto para confiscar las reservas de dólares de China, anular la deuda de Estados Unidos con China e imponer sanciones a China para convertirla en un Estado paria rechazado por el resto del mundo (como en el caso de Rusia, una política de sanciones probablemente sólo conseguiría destruir las relaciones de China con Occidente).
El comentario de Cui Tianka al think tank estadounidense es importante, ya que es probablemente la primera vez que un funcionario chino dice en voz alta que el plan de guerra contra Taiwán es una trampa estadounidense diseñada para hacer caer a China.
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