Yago Alvarez, El Salto
Los indicadores económicos de Portugal siguen apuntando hacia una mejora. Desde que llegó al poder del país luso, en noviembre de 2015, el actual primer ministro socialista Antonio Costa ha implementado medidas que huyen de las recetas de austeridad normalmente impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE).
La coalición de izquierdas que lidera Costa, llegó a las elecciones con un programa político y económico que rechazaban de pleno las medidas que se estaban imponiendo desde organismos supranacionales y desde Bruselas. Mientras Grecia aceptaba el tercer memorándum, que no ha hecho más que agravar su situación de endeudamiento y de alarma social, en el país luso se han aplicado medidas expansivas, al mismo tiempo que se aumentaban los salarios y pensiones.
En 2014, la cifra de desempleo era superior al 15% y su PIB decrecía -o como dicen muchos economistas: crecía negativamente-. Pero las cifras han cambiado drásticamente. Portugal lleva tres años con un crecimiento del PIB positivo. Ha reducido su déficit fiscal a la mitad, que actualmente se sitúa en el 2,1% del PIB. La mitad del déficit español.
Pero el dato portugués que más ha gustado, a las mismas instituciones que exigen e imponen la austeridad, es la reducción de la deuda. La deuda externa lusa, que se encontraba entorno al 70% al comienzo de la crisis de 2008, no había dejado de subir desde entonces. Tras el rescate al que se vio obligado a acudir en 2011, y por el que se le obligó a implementar reformas estructurales y recortes en gastos públicos, la deuda se incrementó del 111,4% en ese año al 130% que alcanzó en 2014, cuando Costa entró en la presidencia. Pero las propias previsiones de crecimiento del FMI, que ha revisado un punto y dos décimas al alza su anterior estimación, hasta el 2,5% a final de año, sumado a las previsiones de que la deuda se reduzca al 126% del PIB en los próximos tres meses, han gustado mucho a las agencias de calificación.
La agencia Standard & Poor’s (S&P), que rebajó la calificación de la deuda portuguesa a bono basura en enero de 2012, ha levantado la presión sobre el país subiendo dicha nota a BBB, un escalón por encima. Las otras dos grandes empresas de calificación, Fitch y Moody's, no han rebajado su nota, pero mejoraron su perspectiva a “positiva”. Lo que indica que posiblemente sigan el camino de S&P en un futuro próximo.
El encargado de controlar la economía lusa por parte del FMI, Subir Lall, ha felicitado a las autoridades portuguesas y ha declarado que “la deuda portuguesa es más sostenible ahora que en 2011”. El jefe de misión de la entidad que preside Christine Lagarde no ha dado muchas explicaciones en cuanto a los motivos de esta mejora, ni de por qué los indicadores económicos han empezado a mejorar en el momento en el que una coalición de partidos de izquierda ha tomado un rumbo político y económico totalmente contrario al que su institución impone a otros países, como a Grecia o España.
Desde la CE también se han escuchado felicitaciones hacia el Gobierno de Costa. El vicepresidente de la Comisión Europea (CE), Valdis Dombrovskis, ha declarado, desde la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea que ha tenido lugar en Estonia, que considera muy positiva la rebaja en la calificación de la deuda lusa por parte de S&P. Tampoco se ha pronunciado ni ha hecho referencia a las políticas de gasto, totalmente contrarias a las exigidas por la CE, que ha aplicado el Gobierno luso.
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