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lunes, 29 de mayo de 2017

El sueño económico de China

Hedelberto López Blanch, Rebelión

El poder de convocatoria de China quedó reafirmado con la asistencia de 27 naciones a la denominada cumbre del Cinturón y Ruta de la Seda, un super mega proyecto en el cual se pretende invertir alrededor de 100 000 millones de dólares en los próximos años.

Reunidos en Pekín, varios líderes del orbe escucharon al presidente Xi Jinping enfatizar: “debemos construir una plataforma abierta de cooperación y defender y hacer crecer una economía mundial abierta con reglas de comercio e inversión mundiales justas, razonables y transparentes”.

El objetivo principal será ampliar los vínculos entre Asia, África, Europa y más allá para lo cual China se apoyará en grandes inversiones en infraestructuras.

El proyecto se inspira en la histórica Ruta de la Seda que durante un milenio fue el principal nexo comercial entre el Este y el Oeste a través de los desiertos y montañas de Asia Central y Oriente Próximo, y entre los personajes más conocidos que recorrieron aquellas vías aparece Marco Polo. Tras la defenestración del Imperio Bizantino y el descubrimiento de América, la ruta perdió atractivo y viabilidad pero ahora Pekín trata de revivirla con mucha más fuerza.

Si las proyecciones se cumplen, dentro de unos años, en su largo recorrido no se verán los pintorescos camellos y las caravanas de beduinos, sino modernas carreteras, veloces ferrocarriles y abundantes mercancías transportadas hacia lugares lejanos.

El plan que fue planteado en 2013 por el presidente Jinping, se ha diseñado con miras a mejorar la conexión entre el continente asiático y el europeo con la perspectiva de entrelazar a varias decenas de naciones.

Pekín aspira a desarrollar rápidamente las provincias del suroeste que no han tenido el empuje de las ubicadas en el noreste. En el trayecto se crearán centros logísticos como el de Xixian que será zona de libre comercio y de desarrollo tecnológico.

La principal meta será la de crear una red por mar y tierra que posibilite la exportación de los numerosos y diversos productos del gigante asiático y a la par importar materias primas para su creciente industrialización.

En ese enorme trasiego comercial se beneficiarán los países participantes en lo que ya se prevé como uno de los mayores mercados del orbe.

Analicemos que además de toda China, el plan también comprenderá importantes extensiones territoriales de Rusia, el subcontinente indio, el sudeste asiático e incluso el este africano.

A partir de 2014, diferentes empresas chinas han firmado contratos relacionados con la Ruta de la Seda por más de 310 000 millones de dólares, y el gobierno ha creado un fondo adicional de 40 000 millones de dólares para sufragar proyectos.En los próximo cinco años invertirá 735 000 millones.

El presidente Xi ha expresado en varias ocasiones que China debe convertirse en un actor de importancia en el escenario global como sucedió en siglos pasados.

Pese a las predicciones que apostaban por una posible debilidad de la economía china en estos años de crisis mundial, los números continúan indicando lo contrario pues en el primer trimestre de 2017 su Producto Interno Bruto creció 6,9%, dos décimas superior al alcanzado en 2016.

A finales de marzo, sus exportaciones crecieron un 22,3 %, la mayor de los dos últimos años, mientras la inversión aumentó un 9,2 %.

Se estima que en un quinquenio, las naciones participantes en la Ruta de la Seda importen de China alrededor de dos billones de dólares, lo que ratifica que este mundo, donde impera la globalización económica, no puede ser unipolar.

Mientras algunos países apuestan por la guerra y el proteccionismo para impulsar hipotéticamente sus economías, China lo hace con comercio y ampliación de mercados.

La Ruta de la Seda, enfatizó Xi Jinping, estará abierta a todos, incluyendo África y América pese a que esos continentes no se sitúan directamente en esa vía. Esperemos por su desarrollo futuro aunque innegablemente para el mundo y sus pobladores será mucho mejor comerciar que guerrear.

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