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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Las consecuencias económicas del señor Trump

Alejandro Nadal

Durante la campaña electoral el candidato republicano mostró su capacidad para mantenerse en el terreno de la ambigüedad, sobre todo en el plano de la política macroeconómica. Pero el 20 de enero Donald Trump tomará posesión y el análisis de las medidas que adoptará en materia fiscal, monetaria y comercial es necesario.

De entrada se puede anunciar con claridad que el saldo de su administración será negativo. Para comenzar, a lo largo del próximo mandato presidencial la economía estadunidense sufrirá una recaída y entrará en una nueva recesión con crecimiento negativo del PIB para 2019 y 2020. Además, la deuda pública y el déficit fiscal se incrementarán notablemente y el saldo de la balanza comercial continuará siendo negativo.

Los ejes más importantes de la política económica de DT incluyen la postura monetaria de la Reserva Federal, la política fiscal (ingresos y gastos) y la política comercial (en especial su postura frente a China y México). Otro aspecto clave es el impacto de su política migratoria sobre el mercado laboral de Estados Unidos. Las próximas semanas examinamos estos aspectos de la política económica de Trump.

Donald Trump (DT) ha manifestado en múltiples ocasiones su preferencia por mantener bajas las tasas de interés. Sin embargo, a lo largo de su campaña criticó severamente la política de la Reserva Federal por sus efectos negativos sobre los millones de ahorradores y pensionados que vieron desplomarse los ingresos que obtenían vía intereses sobre sus ahorros.

En realidad la inyección de liquidez vinculada a la flexibilización monetaria no ha podido reactivar la economía y sólo benefició al sector financiero y a las grandes corporaciones. En efecto, los bancos y especuladores tomaron ese dinero que la Reserva Federal les presta gratis para usarlo en otros espacios económicos (mercados emergentes) y así obtener mayores ganancias. Las corporaciones lo usaron para re-comprar sus propias acciones y hacerlas aumentar de valor. El resultado es una burbuja inflacionaria en activos financieros y una bolsa de valores cuyo índice ha aumentado desorbitadamente. Según Trump la Fed creó las condiciones de otra gran crisis.

Pero DT no ha podido ser más específico en el terreno de la política monetaria. Un aumento en la tasa de interés haría crecer el costo del servicio de la deuda del gobierno federal y afectaría los planes para incrementar el gasto público en infraestructura. Así que lo más probable es que la Fed mantenga la tasa cercana al límite cero durante los primeros meses de la administración para facilitar la aprobación del programa de gasto público expansivo.

Ahora bien, para lograr que la flexibilidad monetaria llegue efectivamente a los canales de la economía real se necesita re-regular el sistema bancario y financiero. Obama no quiso hacerlo por sus nexos con los Clinton, Rubin y sus amigos en Wall Street. DT ha criticado también a los grandes bancos pero no es para nada evidente que el Congreso quiera embarcarse ahora en un proyecto regulatorio para los bancos.

El panorama se torna más interesante cuando se consideran las posturas de Trump respecto del nivel de la deuda del gobierno federal y la forma de enfrentarla. Paradójicamente, en este terreno DT está más cerca de economistas heterodoxos que apoyan la llamada nueva teoría monetaria. Estos economistas fueron los primeros en predecir correctamente que la flexibilidad monetaria no provocaría una inflación elevada y que el déficit del gobierno tampoco sería la causa de un incremento en las tasas de interés. La idea de que Estados Unidos sufra una crisis al estilo europeo no tiene cabida en estos economistas, y tampoco en la cabeza de Trump, porque se parte de la premisa de que el gobierno federal siempre puede imprimir todo el dinero que le permita solventar cualquier nivel de deuda. Eso lleva a los temas de la (supuesta) independencia de la Reserva Federal y de la inflación.

La Fed es una creación híbrida del gobierno federal y de los bancos privados. Su independencia frente al gobierno federal es relativa: Trump podrá nombrar a cinco de los miembros de su consejo en los primeros 18 meses de su administración. Y, por otro lado, la Fed no ha sido independiente frente a los grandes jugadores del sector financiero.

En cuanto a la inflación, hay que observar que se cumplen ya 90 meses de tasas de interés cero y tres fases de flexibilidad monetaria pero la inflación no aparece por ningún lado. Es cierto que los tenedores de bonos están vendiendo sus títulos de renta fija porque anticipan un repunte de la inflación, pero por el momento lo que domina el panorama macroeconómico es la deflación.

Al final del periodo presidencial el electorado se dará cuenta que sus condiciones no han mejorado bajo Trump. Para re-elegirse el presidente podría inclinarse con sus asesores a provocar una nueva guerra (que siempre es útil cuando se acercan las elecciones). Eso recuerda la letra de una vieja canción de Dire Straits, luego vinieron los tiempos difíciles y luego siguió la guerra.
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La Jornada

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