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viernes, 21 de octubre de 2011

Los banqueros y su guerra de capitales


Howard Davis, Project Syndicate

Hoy en día casi todos concuerdan en que los bancos necesitan más capital. Christine Lagarde escogió esta como su primera campaña después de ser nombrada como Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional. Además, los análisis convencionales de la crisis financiera se centran en la débil base de capital de muchos bancos, que los dejó con reservas insuficientes para absorber las pérdidas en que incurrieron cuando los precios de los activos se redujeron considerablemente en el periodo 2007-2008.

Los contribuyentes, sobre todo en los Estados Unidos y el Reino Unido, se vieron obligados a entrar en escena para llenar ese hueco. La película de terror ahora se presenta en la eurozona. Sólo podemos esperar que los banqueros sean a la larga rescatados de la euro torre en llamas por el señor Súper Sarkozy y la señora Maravilla Merkel; y, que el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea garantice que no quedarán secuelas.

El Comité de Basilea ha propuesto reforzar considerablemente tanto la cantidad como la calidad del capital en el sistema bancario global. Esto significaría que los reguladores locales, según lo que ellos consideren adecuado, añadan exigencias patrimoniales mucho mayores para todos los bancos, además de una serie de reservas adicionales – un colchón de conservación de capital, un colchón anti-cíclico, y mayores exigencias para las instituciones con importancia vital y sistemática. Desafortunadamente, la fecha final para la implementación de estas nuevas obligaciones ha sido aplazada hasta el año 2019, y pudiese ser que, hasta dicho momento, sólo queden unos pocos bancos aún de pie.

De hecho, el punto de vista que indica que los bancos necesitan más capital, a pesar de ser ampliamente apoyado, no es unánime. Dos opositores notables son Jamie Dimon y Walter Bagehot. Dimon, presidente y director ejecutivo de J.P. Morgan, ha estado dando a conocer a los reguladores sus puntos de vista que van contra la corriente; recientemente, él casi llegó a los golpes, según indican testigos presenciales, durante una disputa con Mark Carney, gobernador del Banco de Canadá, quien preside un grupo que diseña partes del nuevo régimen.

Walter Bagehot de ninguna forma está en posibilidades de amenazar a Carney, ni a ningún otro regulador. Bagehot murió el año 1877. Pero en su gran trabajo sobre finanzas, Lombard Street, publicado en el año 1873, afirmó que: “Un banco bien administrado no necesita de capital. Ninguna cantidad de capital rescatará a un banco mal administrado". Espero que Dimon, quien ha dirigido a Morgan durante la crisis, sin que esta empresa necesite de apoyo público, diga “amen” ante esta aseveración.

Por supuesto que los reguladores no pueden fácilmente exigir que todos los bancos sean “bien administrados” según el concepto de Bagehot. Entonces, los bancos necesitan capital como respaldo. El capital no es un mal sustituto para el buen juicio, y por lo menos puede ser definido y medido. Pero, ¿qué cantidad de capital se consideraría como suficiente?

Aún si tomarían el punto de vista de Bagehot al pie de la letra, todos los banqueros reconocen que para obtener la confianza del mercado ellos tienen que demostrar una base de capital más sólida a fin de atraer a la financiación al por mayor, como también para satisfacer a las más estrictas exigencias de los reguladores. Sin embargo, se ha abierto una brecha amplia entre las autoridades financieras y los bancos sobre el tema de los costos y beneficios de los mayores requisitos que exige ahora Basilea.

Basilea 3, la nueva norma mundial del Comité de Basilea sobre regulación de la adecuación de capital y liquidez de los bancos, más o menos doblará los requerimientos de capital, e impondrá costos adicionales a los bancos considerados como "demasiado grandes para quebrar". El análisis que realizó el Comité de las consecuencias económicas determinó que el impacto sobre el crecimiento sería modesto, quizás una reducción del 0,33% en el PIB después de cinco años – cifra que se ubicaría con facilidad dentro del margen de error de dicha predicción. La OCDE se adscribió a un punto de vista distinto, ubicando el impacto en el crecimiento en casi el doble del nivel antes mencionado, y aún más alto para Europa, donde las empresas dependen mucho más de la financiación bancaria en comparación con las empresas de los EE.UU.

En agudo contraste, el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), la principal asociación sectorial de los bancos más importantes del mundo, cree que el impacto de estos requerimientos de capital más altos podría ser mucho más fuerte. El IIF cree que el PIB podría bajar un total de 5% después de cinco años, con un aumento en el desempleo de más del 7%.

El pronóstico del IIF puede parecer alarmista, pero las estimaciones que lo desafían se basan en algunas enigmáticas diferencias analíticas. Los reguladores consideran que el impacto de los requerimientos de capital más alto en el costo del crédito a los prestatarios será modesto, ya que el costo global de fondos para los bancos no se elevará mucho. Basan sus argumentos en el famoso teorema de Modigliani-Miller, que indica que una empresa no puede alterar su costo de capital al cambiar el equilibrio entre patrimonio y deuda en su balance contable. Si hay más patrimonio, entonces lógicamente la deuda debe ser más barata, ya que la empresa (o la institución bancaria) está mejor protegida frente a la mora.

Los banqueros aceptan que, en el largo plazo, el teorema podría sostenerse como cierto, pero argumentan que se tardará un periodo de tiempo, especialmente teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, para convencer a los inversos que los bancos son realmente seguros, y que sus acciones deben ser conceptualizadas como similares a las acciones de las empresas de servicios básicos, las cuales ofrecen un rendimiento inferior. De hecho, Franco Modigliani también argumentó que los inversores tienen un "hábitat preferido", y que el persuadirlos a salir del mismo acarrea algún costo. Esto no augura nada bueno para los bancos, ya que ellos se han desempeñado como una inversión muy deficiente durante los últimos años. Por otra parte, los bancos asumen que tendrán que tener más capital del que aparentemente requieren los reguladores a fin de mantener un margen de seguridad.

Estas evaluaciones analíticas son inusualmente divergentes. No obstante que los economistas son notablemente controversiales, sus estimados no difieren a menudo en un factor de diez. Sería recomendable, antes de grabar estas normativas en piedra, referir el asunto al “Instituto Mundial para la Resolución de Conflictos Económicos” en Baltimore, también conocido como “The Wire”.

Lamentablemente, no existe tal instituto, ni en Baltimore, ni en ningún otro lugar. No existe ninguna persona que pueda ofrecer una oportuna y, sobre todo, autorizada opinión sobre cuál de los pronósticos muestra el escenario más convincente. No obstante, el precio de no saber es realmente muy alto.

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