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lunes, 5 de mayo de 2008

El Hambre que viene



La crisis alimentaria que vive el planeta es uno de los costos silenciosos desatados por el modelo neoliberal y su irracionalidad especulativa. La FAO y la ONU han advertido situaciones críticas en 33 países donde los altos costos de los alimentos básicos pueden significar revueltas sociales y la muerte de varios millones de personas.

En este ambiente las culpas van y vienen. La ONU culpa a la FAO de no haber previsto antes la crisis, mientras la FAO a la ONU por no haber escuchado a tiempo. Lo cierto es que el mundo comienza a pagar 30 años de errores en lo que a planificación básica se refiere y por cierto que los culpables sobran: desde el FMI al Banco Mundial por haber privilegiado la creación de burbujas financieras, así como a los propios países que se involucraron en las macroproducciones y dejaron al abandono a los pequeños productores en aras de la fiabilidad al mercado. Ahora, todos pagan. Y muchos a costa de hambre y sufrimientos extremos.

Se dice que parte del alza de los precios es con fines especulativos; que hay intereses financieros acaparando productos para venderlos al doble o triple de su valor. Esto recuerda la crisis chilena del 72-73 donde sí había fines especulativos para el acaparamiento y el mercado negro. No obstante, todos los organismos dan cuenta ahora que los niveles de stock mundiales son los más bajos en 30 años.

La culpa no la tiene China que debe alimentar a su gente. Durante años se dijo que los productos chinos eran baratos porque ahí al trabajador “se le paga con un plato de arroz”. Si ahora el gobierno ha aumentado su demanda de trigo y leche es porque llegó la hora de alimentar mejor a ese pueblo. Y si a esto se suma que cada vez las hectáreas que se destinan al cultivo disminuyen producto de la avalancha de cemento y construcciones; y si además le agregamos que un quinto de los cereales se destinan a los biocombustibles, ¿en qué quedamos?

La fiabilidad al laisez-faire del mercado y su espuria mano invisible está llevando al mundo entero al colapso. Treinta años de capitalismo depredador y salvaje amparado en enemigos fantasmas para legitimar su sobrevivencia han llevado al mundo a un desastre global.

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