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martes, 19 de noviembre de 2024

EEUU omnipresente en todos los grandes proyectos de la UE

Como a cualquier mafioso, si no le pagamos por las buenas, alguien nos lo hará pagar por las malas. Y von der Leyen está aquí para asegurarse de ello.

Hugo Dionísio, Strategic Cultura

Y he aquí que, de repente, los grandes medios de comunicación parecen haber despertado a la vida y, finalmente, se han dado cuenta de que la Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, cuando se refiere a los llamados «valores» de su Europa, está, después de todo, hablando de los valores que atribuye con benevolencia a las familias europeas multimillonarias. The Guardian afirma que su «investigación» reveló que 17 multimillonarios, enumerados por Forbes, figuran como beneficiarios finales de proyectos por valor de 3.300 millones de euros.

Vaya uno a saber por qué se tarda tanto en confirmar una realidad que se repite ininterrumpidamente desde hace décadas. Una realidad que se desarrolla al mismo ritmo que aumentan las personas sin hogar, las crisis de vivienda, de salud y educación, las guerras y la inestabilidad social. Pero aún más inexplicable es el constreñimiento de esta «investigación» al sector agrícola y a proyectos vinculados a la política agrícola común. Después de todo, siendo algo negativo, puesto que los pequeños agricultores atraviesan una crisis sin precedentes, después de todo estamos hablando de dinero para producir alimentos. No obstante, hay casos mucho más dañinos y obvios, ante los cuales, como veremos, The Guardian y los medios de comunicación mainstream hacen la vista gorda.

De hecho, las grandes corporaciones dueñas de los grandes medios de comunicación, de las redes sociales y de los recursos financieros, financiando las campañas electorales, que se desarrollan en el marco de un proceso democrático absolutamente falaz, del que las últimas elecciones en EEUU son el último paradigma, no sólo logran que los gobiernos, siempre domesticados, les reduzcan sus impuestos, sino que además obtienen más condonaciones, exenciones fiscales e, incluso, el acceso a fondos públicos para inversiones. Una especie de «socialismo para los ricos», donde el Estado socializa los costos y riesgos, y privatiza las ganancias.

El Banco Europeo de Inversiones, en su última «Encuesta de Inversiones 2024», demuestra cómo se produce una parte importante de esta transferencia. Entre el 1er. trimestre de 2020 y el 1er. de 2024, la inversión corporativa solo creció positivamente durante un trimestre (el 3er. trimestre de 2023); en todos los demás, el crecimiento positivo sólo se produjo en los trimestres en los que hubo un refuerzo de la inversión realizada por el Estado y las familias. A pesar de los cientos de miles de millones de euros que la UE destina a proyectos de empresas privadas, en el primer trimestre de 2024 la inversión empresarial evolucionó negativamente. En otras palabras, el dinero que «invertimos» en estos seres privilegiados no es un estímulo para la inversión, sino un impulso para la acumulación.

Y si nos enfocamos en la acumulación, hallaremos muchas de respuestas, concretamente sobre cómo un país extranjero absorbe gran parte de los recursos que producimos. La guerra en Ucrania juega aquí un papel absolutamente fundamental, como catalizador del crecimiento de la inversión pública y de la transferencia de ingresos a las grandes corporaciones y, a través de ellas, a las familias más ricas. De ahí que las élites oligárquicas occidentales sientan una desesperación brutal ante la necesidad de mantener el conflicto en Ucrania. Incluso EEUU, como veremos, obtiene su parte, a pesar de que la inversión sigue siendo apoyada casi exclusivamente por la UE.

Veamos, por ejemplo, el caso del Fondo Europeo de Defensa, que constituye una fuente inestimable de dinero para las mayores corporaciones y multimillonarios occidentales. O el caso de la alemana RHEINMETALL WAFFE MUNITION GMBH, que durante la Segunda Guerra Mundial creció y ganó peso a costa de la destrucción de Europa y del mundo, hoy, en pleno siglo XXI, pretende repetir su receta. Pero esta vez comparte la tarta con sus compinches de siempre.

RHEINMETALL WAFFE MUNITION GMBH es coordinadora y beneficiaria de seis grandes programas de «inversión» en capacidad militar instalada (pólvora, propulsores, munición de 155 mm, camuflaje, transporte blindado, protección de infraestructuras). Sólo en el proyecto de aumento de la producción de cartuchos de 155 mm, esta empresa se asegura € 20.560.755,45. En otras palabras, los europeos pagamos la maquinaria y ellos se quedan con los beneficios de la venta de municiones. Como colofón, mueren más rusos y ucranianos, todos nos volvemos más pobres, y nos acecha la amenaza de una guerra mundial.

Una simple mirada a la estructura de capital de Rheinmetall nos aclara el asunto: BlackRock, UBS, Fidelity o Goldman Sachs, se reparten la tarta, asegurando que las condiciones políticas y financieras estén alineadas para impulsar sus ganancias y la concentración de la riqueza. Sólo puede haber una conclusión: son omnipresentes y, como un gran sifón, toda la economía fluye hacia los bolsillos de un puñado de privilegiados, por quienes todos debemos sufrir.

Otro de los grandes comensales de este inmenso banquete que son los fondos comunitarios, para empresas, es la también alemana OHB SYSTEM AG, que recibió € 90.000.000,00 para la construcción de un sistema de alerta de defensa antimisiles, desde el espacio. Si entendemos aquí por qué se activó la alarma, nunca confirmada, de que Rusia estaba desarrollando sistemas de misiles en el espacio, lo cierto es que el mensaje fue recibido por quien se beneficiaría con ello y, poco después, la Comisión Europea de Ursula von der Leyen estaba cumpliendo lo que se esperaba de ella: aprobando lo que se necesitaba que aprobara.

Si echamos un vistazo a la estructura accionarial de OHB, una empresa multimillonaria del sector aeroespacial, comprenderemos por qué es tan fácil que se lleven nuestro dinero. Se entiende que a un The Guardian, tan preocupado por la financiación de la agricultura, se le haya pasado por alto este punto: el 65,4% de OHB pertenece a la familia Fuchs, una de las más ricas de Alemania y del mundo. Una vez más, como en una organización mafiosa, los amigos de siempre obtienen su parte del botín, a través de un fondo con sede en Luxemburgo (Orchid Lux HoldCo S.a.r.l.), que a todas luces es una fachada de intereses estadounidenses, pero con una dirección de contacto en Nueva York.

En cuanto a Italia, la comisión de von der Leyen financió un proyecto vinculado a «sistemas de propulsión para el dominio aéreo», que le destinó € 56.202.596,26 a GE AVIO SRL, una empresa privada, conocida como AVIO AERO, vinculada al sector aeroespacial, pero que integra la división aeroespacial del grupo General Electric Company.

Incluso la empresa pública mayoritaria AIRBUS DEFENSE AND SPACE SAS no es una excepción a la regla. Es otra receptora de fondos comunitarios vinculados a la guerra y a la investigación, que desarrolla 134 proyectos que hablan por sí solos, financiados con miles de millones de euros en inversiones. Desde la investigación hasta lo digital, pasando por la defensa, la energía atómica y el espacio, los impuestos de los trabajadores europeos son quienes alimentan a este gigante corporativo. Un vistazo al portal EU Funding & Tenders es suficiente para decepcionar a muchos crédulos que se fían de la capacidad innovadora de las grandes corporaciones occidentales. Nos vale que esto sea público y que sus ganancias sean menos impuestos que pagamos. aunque siempre habrá un «pero».

AIRBUS, cuya participación pública sigue siendo considerable, tiene, sin embargo, entre los inversores privados, nombres como: Vanguard, Goldman Sachs, Fidelity, UBS y una diversidad de fideicomisos propiedad de empresas estadounidenses y de otros países. En otras palabras, AIRBUS sigue siendo pública, y eso le permite a la oligarquía, principalmente a la estadounidense, embolsarse los beneficios.

Sé que se trata de inversiones que deben realizarse en Europa, creando puestos de trabajo y capacidades para los trabajadores europeos. Sin embargo, no puedo evitar identificar un conjunto de circunstancias que hacen que todo esto sea inmensamente sospechoso.

Aun sin que realizara una búsqueda exhaustiva, en todos los grandes proyectos que consulté pude hallar, de alguna manera involucrado, capital estadounidense. Por lo que aquí cabe la pregunta: ¿por qué las grandes inversiones públicas europeas siempre involucran, de alguna manera, directa o indirectamente, capital estadounidense?

Y, a raíz de esto, cabe plantearse hasta qué punto las amenazas identificadas por EEUU (riesgo de «invasión rusa»; riesgo de «ataque en el espacio ultraterrestre por parte de Rusia»; riesgo relacionado con las relaciones comerciales con los República Popular China) no condicionan, en primer lugar, la creación de necesidades de inversión pública y la creación de estructuras empresariales hechas a su medida; y, en segundo lugar, no predisponen a que la Comisión Europea apruebe tales proyectos.

Por último, si la respuesta a la presencia de capital estadounidense en toda la industria de defensa —y en la industria estratégica— de la Unión Europea se debe a que el mercado es libre y, como tal, el capital de Wall Street tiene derecho a implantarse en las estructuras de capital de las corporaciones europeas, entonces, ¿dónde está la independencia y la autonomía de la UE que Mario Draghi y Ursula von der Leyen han preconizado?

No podemos dejar de pensar que le será muy difícil a la Comunidad Europea —y a sus Estados miembros— lograr dicha independencia y autonomía estratégicas, con su complejo militar-industrial y su complejo industrial estratégico tan apuntalados o influenciados por el capital extranjero.

Además, en una mera lógica de «de Risking», tan a menudo utilizada como pretexto para el desacoplamiento de la economía china, la UE de von der Leyen no ve ningún riesgo en las características corporativas del complejo industrial europeo, especialmente en lo que tiene que ver con estrategias de defensa, vigilancia y capacidad de respuesta.

Además del tufillo mafioso que tal influencia trae consigo, señalando la existencia de una lógica que apunta al desarrollo de ciertos emprendimientos, en el espacio europeo, sólo porque EEUU se lleva una parte; y al apuntar que la benevolencia política de la financiación europea está, en gran medida, vinculada a esta doble característica —la presencia de capital estadounidense y de proyectos que responden a riesgos identificados por la Casa Blanca— esta realidad demuestra, especialmente, la falta de cualquier atisbo de seriedad por parte de la actual estructura de poder en la UE.

Entonces, en medio de tanto riesgo, ¿la UE no ve ningún riesgo para las empresas europeas en el uso por parte de EEUU de leyes como la «Ley de Comercio con el enemigo»? ¿No basta el caso de que la ASML, fabricante de impresoras de semiconductores EUV y DUV, se viera impedida de venderle una parte importante de su producción a China, única y exclusivamente, por orden de EEUU, causándole serios problemas a la economía holandesa? ¿Y todo porque tienen relaciones de capital y propiedad industrial con ASML, una empresa que hoy es lo que es, gracias a que se sustenta con fondos eurocomunitarios?

Y así es como se detectan las mentiras y falacias. Entonces, ¿en tal caso ya no existe el riesgo de dependencia y sumisión estratégica a intereses foráneos? En tal sentido, ¿Ursula von der Leyen considera entonces que la dependencia no es perjudicial? ¿Será este el caso, o se debe a que las respuestas de la señora von Der Leyen, en lo que concierne al espacio eurocomunitario, no responden a las necesidades de los pueblos europeos, sino a las de EEUU, en una total dependencia, sumisión y criminal alineamiento estratégico con las políticas de la Casa Blanca?

Hoy, von der Leyen no sólo garantiza la continuidad de los riesgos que alimenta con su extremismo. También asegura que estos riesgos constituyan el pretexto ideal para negarle el futuro a las próximas generaciones europeas. ¿Por qué a la prensa mainstream todo esto le ha pasado desapercibido?

Observad su estructura de capital y ya me diréis. Como a cualquier mafioso, si no le pagamos por las buenas, alguien nos lo hará pagar por las malas. Y von der Leyen está aquí para asegurarse de ello.


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