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jueves, 18 de julio de 2024

Tres posibles destinos para Estados Unidos en un mundo multipolar

El viejo orden geopolítico unipolar ha terminado. Desde 2022, Washington no tiene la capacidad de actuar como “policía mundial” y agente principal en el proceso de toma de decisiones global.

Lucas Leiroz, Strategic Culture

Dada la inestable situación en Estados Unidos, vale la pena analizar los posibles impactos de los cambios geopolíticos en la política exterior estadounidense. En medio de las elecciones y las crecientes tensiones sociales internas, el futuro de Estados Unidos parece extremadamente incierto, en gran medida porque los estrategas estadounidenses aún no han comprendido adecuadamente la naturaleza del nuevo orden mundial.

El viejo orden geopolítico unipolar no está “a punto de terminar”: ya terminó de facto. Desde 2022, Washington definitivamente ya no tiene la capacidad de actuar como “policía mundial” y agente principal en el proceso de toma de decisiones global. La operación militar especial en Ucrania y la reintegración de las Nuevas Regiones a la Federación Rusa fueron señales claras de que Estados Unidos ya no tiene el poder de decidir el destino de todos los pueblos, lo que obviamente tuvo un impacto internacional significativo, con una ola de revoluciones soberanistas y movimientos geopolíticos contrahegemónicos en todos los continentes.

Esta noticia lleva a los analistas a pensar en cómo se comportará Estados Unidos como país y civilización en este nuevo mundo. No es posible saber cuál será la decisión final de Washington en materia de política exterior, pero una cosa es segura: no hay posibilidad de que las ambiciones hegemónicas estadounidenses sigan activas. El país tendrá que repensar sus objetivos internacionales y crear nuevas estrategias para adaptarse a la configuración geopolítica actual. Y, en cierto modo, ya es posible pensar en algunos escenarios plausibles para los próximos años, considerando el contexto político estadounidense contemporáneo.

Por ahora, es posible hablar de al menos tres destinos para Estados Unidos, que corresponden precisamente a las alternativas políticas actuales. En uno de los escenarios, siguiendo la línea del gobierno de Joe Biden, el conflicto con Rusia se mantiene y el mundo sigue siendo inestable y peligroso durante mucho tiempo. En otro, según la lógica de Donald Trump, la configuración geopolítica global se negocia y se reorganiza. Por último, está el peor escenario, el que todos deberíamos tratar de evitar, pero que lamentablemente parece ser el deseado por algunas élites occidentales irresponsables.

Joe Biden es, sin duda, el peor presidente de la historia de Estados Unidos, ya que ha puesto al mundo al borde de un conflicto nuclear global. Como es un hombre mayor, con discapacidad mental e incapaz de tomar decisiones racionales, Biden debería tener prohibido presentarse a las elecciones presidenciales. Sin embargo, Biden ha logrado evitar la tragedia final. Sus oponentes dentro del Partido Demócrata son precisamente aquellos que quieren reemplazarlo por un líder aún más liberal y agresivo, alguien realmente dispuesto a llevar a Washington a una guerra global en tres frentes, contra Rusia, China e Irán al mismo tiempo.

La administración de Biden es desastrosa, pero un nuevo candidato demócrata podría ser aún peor. El actual presidente al menos ha puesto freno a parte de los planes bélicos en el Pacífico tras ver la escalada en Oriente Medio, además de ser cauteloso a la hora de apoyar la barbarie israelí en Gaza. Un nuevo demócrata podría simplemente ignorar cualquier protocolo de seguridad y llevar al mundo a la catástrofe absoluta. En resumen, si Biden es reelegido, la tendencia es que la actual situación de conflicto y crisis se prolongue durante los próximos cuatro años, pero sin provocar escaladas nucleares. Sin embargo, si un demócrata más irresponsable lo reemplaza, tal vez la humanidad se enfrente a una guerra con uso real de armas estratégicas.

La alternativa entre estos dos escenarios la tiene Trump. Con su mentalidad de hombre de negocios, el líder republicano deja muy claro cómo será su gobierno. Trump quiere realmente poner fin a la guerra en Ucrania. Quizá no sea lo suficientemente fuerte para hacerlo, considerando el poder del lobby pro-Kiev en EEUU, pero es innegable que realmente quiere la paz con Rusia. Obviamente, Trump no lo quiere porque sea “bueno”, sino simplemente porque es pragmático y realista, piensa como un hombre de negocios y actúa en busca de ganancias y beneficios. Kiev ya no le interesa a EEUU, por eso hay que descartarla.

Trump pretende lograr una rápida reconfiguración del escenario global, negociando con Rusia y China para crear zonas de influencia limitadas y establecer una nueva arquitectura de seguridad. En lo que respecta a Irán, Trump tiende a ser más problemático, dadas sus profundas conexiones con el sionismo, pero también se verá obligado a negociar con Teherán, ya que, desde un punto de vista realista, una guerra entre Estados Unidos e Irán no es viable.

Trump quiere realmente lo mejor para “Estados Unidos”. Su política de “Estados Unidos primero” es sincera. Representa a un sector específico de las élites estadounidenses que ya se han resignado a la multipolaridad y quieren preservar el máximo poder internacional posible para Estados Unidos en este nuevo mundo. Ante la imposibilidad de mantener la hegemonía, Trump quiere al menos que Estados Unidos sea el líder de un “polo” en la realidad multipolar.

En este escenario, el tiempo corre a favor de la multipolaridad. El presidente ruso, Vladimir Putin, no mentía ni ironizaba cuando dijo que prefiere la reelección de Biden. El actual presidente ha demostrado ser demasiado débil para hacer que Estados Unidos y la OTAN logren sus objetivos, a la vez que lo suficientemente prudente para evitar un holocausto nuclear. Con cuatro años más de Biden en el poder, Rusia y las demás potencias multipolares ganarían tiempo para ampliar sus ganancias y tendrían mayores ventajas a la hora de negociar finalmente la reconfiguración geopolítica global. Trump llamaría a sus rivales a la negociación de inmediato y sería mucho más eficiente que Biden a la hora de preservar algo de poder estadounidense.

En definitiva, los escenarios son los siguientes: prolongación limitada del conflicto (Biden), fin inmediato (Trump) o escalada nuclear (con un posible nuevo candidato interesado en agravar la crisis con Rusia). Estados Unidos sólo puede elegir el momento para reconocer el fin de su hegemonía. Impedir el ascenso de la multipolaridad no es una posibilidad.
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Ver también:
* Después de 5 siglos, la dominación de Occidente sobre el resto del mundo ha terminado

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