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jueves, 29 de febrero de 2024

10 años de estrecha cooperación secreta entre la CIA y Ucrania


El mensaje de la Casa Blanca sobre la guerra de Ucrania se basa en dos adjetivos simples pero poderosos: “Estamos unidos en nuestra condena”, dijo el presidente Joe Biden hace casi dos años en una declaración conjunta con la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, “de la guerra de agresión injustificada y no provocada de Rusia contra Ucrania”.

La línea “injustificada y no provocada” ha sido utilizada en numerosas ocasiones por un coro de altos funcionarios y aliados de Estados Unidos, convirtiéndose rápidamente en un pilar retórico de la campaña de máxima presión de Biden contra el Kremlin.

Este mensaje combina dos cuestiones importantes, aunque fundamentalmente diferentes. No hay duda de que la actual confrontación ha causado un terrible costo humano en Ucrania y ha trastornado la seguridad europea en formas que pocos anticipaban antes de febrero de 2022. Pero tampoco está exenta de contexto, que incluye una letanía de agravios que, por injustificados que sean desde el punto de vista desde la perspectiva de Occidente, constituyeron lo que el Kremlin consideró una provocación suficiente para iniciar la guerra.

La explosiva exposición del New York Times realizada por Adam Entous y Michael Schwirtz arroja luz sobre los principales acontecimientos que precedieron a la operación especial de Moscú a gran escala de Ucrania. Según el informe, el gobierno ucraniano firmó una amplia asociación con la CIA contra Rusia. Esta cooperación, que implicó el establecimiento de hasta 12 “bases de operaciones avanzadas” secretas de la CIA a lo largo de la frontera de Ucrania con Rusia, no comenzó con la guerra de 2022, sino hace más de 10 años.

A los pocos días de la Revolución Euromaidán de febrero de 2014, que culminó con el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich y dio paso a un gobierno firmemente pro occidental, el recién nombrado jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), Valentyn Nalyvaichenko, supuestamente propuso una asociación con la CIA y el MI6, el servicio de inteligencia exterior del Reino Unido. Los funcionarios de seguridad ucranianos demostraron gradualmente su valor para Estados Unidos al proporcionar información de inteligencia de la CIA sobre Rusia, incluidos “documentos secretos sobre la Armada rusa”, lo que condujo al establecimiento de bases de la CIA en Ucrania para coordinar actividades contra Rusia y varios programas de entrenamiento para comandos, oficiales ucranianos y otras unidades de élite.

Graduado de uno de esos programas de capacitación de la CIA, el entonces teniente, y hoy coronel Kyrylo Budanov se convirtió en jefe de la inteligencia militar ucraniana.

Kiev habitualmente traspasó los límites de esta relación, violando las líneas rojas de la administración Obama en torno a operaciones letales al llevar a cabo asesinatos de combatientes rusos de alto perfil en territorio controlado por separatistas alineados con Rusia. La asociación entre Kiev y la CIA se profundizó bajo la administración Trump, desmintiendo una vez más la idea infundada de que el expresidente Trump fue de alguna manera receptivo a los intereses de Rusia mientras estuvo en el cargo.

Como habría dicho Budanov: “Sólo se fortaleció. Creció sistemáticamente. La cooperación se expandió a esferas adicionales y se hizo más amplia”. Esta cooperación, como minuciosamente esbozada por el Times, fue mucho más allá de ayudar a Ucrania a defenderse contra Rusia en un sentido técnico estricto; más bien, Ucrania fue arrastrada a una coalición occidental con el propósito de librar una guerra en la sombra de amplia base contra Rusia.

La exposición del New York Times no carece de implicaciones inquietantes. Ucrania es, huelga decirlo, un Estado soberano encargado de determinar sus propios acuerdos de seguridad. La cuestión subyacente no es si Ucrania tiene derecho a entablar este tipo de relación con la CIA, como obviamente lo es, ni si la Revolución de Maidan puso a Ucrania en un camino determinado hacia la cooperación política con entidades occidentales.

El problema, más bien, es de percepciones básicas de seguridad. Moscú advirtió repetidamente (durante muchos años antes de 2014) que estaba y sigue estando preparado para tomar medidas drásticas para evitar que Ucrania sea utilizada por Occidente como base de operaciones avanzada contra Rusia. Sin embargo, eso, como lo relata con escabrosos detalles el New York Times, es precisamente lo que ha sucedido en los últimos 10 años.

El hecho de que Ucrania no sólo se haya sometido voluntariamente sino con entusiasmo a este acuerdo es irrelevante para las preocupaciones fundamentales de Rusia. Esta cuestión tampoco puede reducirse enteramente a la membresía en la OTAN: Ucrania puede desempeñar el papel de puesto avanzado antirruso en el flanco oriental de la OTAN sin siquiera unirse formalmente a la alianza, y esto también es inaceptable para el Kremlin.

La justificación es por naturaleza un ejercicio subjetivo, pero no cabe duda de que las actividades descritas en esta exposición constituyen, desde la perspectiva del Kremlin, una terrible provocación y serían vistas como tal por Estados Una href="https://mamvas.blogspot.com/2024/02/revelaciones-sobre-bases-secretas-de-la.html">idos si la situación fuera al revés y una superpotencia rival estableció tales bases en México. Esta percepción es una parte inseparable del contexto militar y político que dio forma al estallido de esta guerra. Puede descartarse como paranoico, pero de ser así es una paranoia común a todos los establecimientos de seguridad.

No está claro a qué intereses concretos de Estados Unidos servían estas actividades conjuntas de inteligencia. Ciertamente no facilitaron la reducción de las tensiones entre Moscú y Kiev ni promovieron la estabilidad regional, objetivos aparentemente compartidos por las administraciones de Obama y Trump. Por otro lado, es bastante fácil ver cómo la relación cada vez más profunda de Kiev con la CIA alimentó innecesariamente los peores temores de seguridad de Moscú y precipitó su conclusión (justificada o no) de que debe actuar con decisión frente a un conflicto implacable con Occidente sobre Ucrania.
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* Reporte del New York Times desmiente el relato de una “guerra no provocada” en Ucrania
* Cómo la CIA ayudó a Ucrania a luchar contra Putin en los últimos 10 años
*Revelaciones sobre bases secretas de la CIA en Ucrania demuestran que Putin tenía razón


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