Paul Walder, El Clarín
Desde inicios de diciembre está prohibida la difusión de encuestas sobre el plebiscito de este domingo 17. Al corte, todos los sondeos, de las más variadas metodologías, han marcado una tendencia al voto en contra en proporciones muy altas sobre el voto a favor.
Pese a la aparente certeza de estos registros, todavía hay un espacio opaco: más de la mitad de los encuestados no tiene todavía claridad sobre qué votar como tampoco qué se vota. Aunque la propuesta, un documento de 182 páginas descargable en PDF desde las páginas oficiales y regalado como libro en algunos centros cívicos y plazas, nadie, o casi nadie fuera de las elites, ha dedicado unos minutos para leerlo o echarle un vistazo.
Como sucede en estos casos, la circulación de la información toma otras vías. La propaganda oficial vía televisión abierta para ambas opciones es una, los medios de comunicación tradicionales empujan y, de manera masiva, las redes sociales sellan.
Desde el inicio de la difusión y la propaganda las encuestan han registrado una tendencia al alza del A Favor, proceso que desde comienzos de mes circula en silencio. El domingo 17 habrá, como ha sido desde el inicio del proceso constituyente, una fuerte dosis de incertidumbre.
Al parecer las elites y oligarquías ya tienen ganado este proceso. En caso de un triunfo del #AFavordeChile, veremos una cristalización del modelo neoliberal junto con un mayor sesgo conservador que se expresa en derechos de las mujeres más acotados.
El derecho al aborto en las tres causales probablemente, como advierte en la campaña #EnContra la expresidenta Michelle Bachelet, tendría posibilidades de ser derogado en la eventualidad, no muy lejana, de un gobierno liderado por conservadores. En el caso de un rechazo a la propuesta constitucional, seguiría en vigencia la actual constitución que ya cumple 43 años.
La incertidumbre en torno a los resultados del domingo tienen al menos dos fuentes. Las elecciones de los constituyentes en mayo pasado le dieron un triunfo sorpresivo, que ni ellos lo soñaron, a la derecha tradicional y la ultraderecha de José Antonio Kast. Si hubiera alguna racionalidad en la política del siglo XXI ese electorado debería votar a favor de la propuesta que redactaron sus constituyentes.
El problema, que tiene con la cabeza a dos manos a los analistas y politólogos, es otro: no hay coherencia política porque no hay pertenencias ideológicas o de clase sino, en clave más sociológica y compleja, clivajes temáticos.
En el plebiscito a la anterior propuesta constitucional realizado el 4 de septiembre de 2022 el mismo electorado que había votado por una convención constituyente de corte progresista, feminista con fuertes rasgos identitarios, rechazó de forma clara el texto que había redactado. Una repetición de este fenómeno no se puede descartar.
La otra fuente de incertidumbre es el voto de castigo al gobierno del presidente Boric. Eso es lo que sucedió, dicen no pocos politólogos, en septiembre del 2022, entre otros aspectos.
Uno se pregunta qué relación tiene la propuesta de una nueva constitución con una evaluación del gobierno. Poco o nada, diríamos. Pero cuando presenciamos que existe una mayoría de electores desinteresados, molestos y políticamente ignorantes que solo votan por la amenaza de una multa, las salidas de esta escena pueden ser muy inciertas.
Existe un amplio segmento que no sabe de qué se trata el evento del domingo que aprovechará la oportunidad para castigar al gobierno. Esta es una de las explicaciones de porqué las encuestas han registrado una mayoría que votaría #EnContra.
La campaña #AFavordeChile ha basado su estrategia comunicacional en la inversión de este sentido: votar en contra de la delincuencia, de la corrupción y la inmigración desatada, y contra el gobierno a fin de cuentas, es votar a favor de esta constitución.
Toda la campaña, con indignados y frustrados, apunta de forma tangencial pero al final de manera directa contra los clivajes de mayor sensibilidad. Seguridad, corrupción, freno a la inmigración, todas debilidades y problemas asociados al gobierno, pueden resolverse con la propuesta constitucional. Una estrategia para desviar la ira, la indignación y el miedo desde el rechazo hacia el voto a favor.
¿Qué es lo que está en juego este domingo? Para quienes impugnan la propuesta, es la aprobación de una constitución no solo neoliberal y conservadora sino peor que la actual porque recorta derechos logrados por organizaciones tras largos años de esfuerzo y lucha.
Chile aprobaría una nueva constitución a la medida de la oligarquía y las elites cuyos alcances temporales podrían ser unas cuantas décadas a partir del 17. Un modelo regresivo y desigual cristalizado y lanzado hacia un futuro cada vez más impreciso y crepuscular.
Y está también la batalla política que apunta al 2025 con las elecciones presidenciales y legislativas. De ganar la opción#AFavordeChile sería el tercer triunfo electoral de la derecha en poco más de un año y la preparación de la plataforma de lanzamiento de la campaña de José Antonio Kast.
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