Hedelberto López Blanch, Rebelión
Los verdaderos motivos y el culpable principal de la voladura de los gasoductos Nord Stream han salido a flote tras las investigaciones y los irrefutables hechos que señalan directamente a Estados Unidos como el ideólogo y ejecutor de la acción terrorista.
Desde mucho antes del inicio de la operación militar especial de Rusia contra Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Pentágono apostaron por debilitar económicamente a Moscú, utilizar a Kiev como punta de lanza, controlar aún más a la Unión Europea y sacar grandes dividendos con las ventas de armas y del gas que produce en su territorio.
Además de impulsar el golpe de Estado en 2014 en Ucrania, conocido como el Maidán, Washington, la OTAN y los países de la Unión Europea, se han encargado de suministrar a las fuerzas neonazi que dominan Kiev, todo tipo de ayuda en dinero y armamentos cuyo fin es tratar de colapsar al gobierno de Vladimir Putin, lo cual no han logrado.
En el afán de controlar y amordazar a la Unión Europea y sobre todo a Alemania, Biden autorizó la voladura de los gasoductos Nord Stream 1 (en funcionamientos desde 2010) y el Nord Stream 2 (concluido en 2021) según una investigación realizada por el destacado periodista Seymour Hersh quien publicó un reportaje al respecto el pasado 8 de febrero.
Las tuberías del Nord Stream 2 de 1 230 kilómetros de extensión van por el fondo del mar Báltico divididas en dos ramales, y tenía como objetivo transportar hasta 55 000 millones de metros cúbicos de gas natural por año desde Rusia a Alemania, pasando por las aguas territoriales o las zonas económicas exclusivas de Dinamarca, Finlandia, Alemania, Rusia y Suecia.
Pero antes de referir la pormenorizada investigación de Hersh, recordemos que en sus esfuerzos por mantener la hegemonía mundial, (ya muy debilitada) la anterior administración de Donald Trump impuso numerosas “sanciones” a varias empresas y entidades financieras de la Unión Europea (pese a que esos países siempre han sido su fiel aliado) con el afán de detener esa obra ingeniera.
Ya desde entonces, las extorsiones que Estados Unidos tomó contra el proyecto de gasoducto son violaciones al derecho internacional y un ejemplo de la competencia desleal que contradicen todos los dictámenes de la Organización Mundial del Comercio y de otras instituciones económicas, financieras y comerciales del orbe.
La intención manifiesta del gigante del norte era que Europa Occidental le comprara el gas que produce en sus yacimientos con la técnica de fracking, mucho más costosa, lo que además aumentarían los precios por tenerlo que transportar en barcos en vez de gasoductos.
Hersh es un famoso periodista estadounidense ganador del Premio Pulitzer en 1970 por su cobertura de la Guerra de Vietnam. Con apenas 30 años, habló sobre la masacre de My Lai en Vietnam y fue el primero en informar de los bombardeos norteamericanos sobre Camboya.
Destapó el espionaje de la CIA en el territorio de Estados Unidos contra los activistas que se oponían a la guerra y la participación directa de Washington en el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile. Sus artículos también ayudaron a que Washington restringiera su programa de armas químicas. Asimismo, alertó sobre la falacia de las armas nucleares en Irak y dio a conocer las infrahumanas torturas realizadas por soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Graib. Todos estos hechos han quedado completamente demostrados.
Hersh atestiguó en su artículo que fueron buzos de la Marina estadounidense quienes colocaron los explosivos bajo los gasoductos Nord Stream en junio de 2022 para hacerlos estallar en septiembre de 2022.
Describe el investigador que Biden decidió sabotear el Nord Stream después de más de nueve meses de discusiones secretas con el equipo de seguridad nacional de Washington, con el fin de no dejar pruebas evidentes de quién era el responsable.
Además de evitar que Rusia pudiera controlar políticamente a Berlín y Europa Occidental con el suministro de combustible barato, Washington temía que países como Alemania fueran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armasnecesarias para tratar de derrotar a Moscú.
Explicó Hersh que Biden autorizó a Jake Sullivan (asesor de Seguridad Nacional) a reunir a un grupo interinstitucional para idear un plan, mientras la CIA insistió en que cualquier método tendría que ser encubierto, pues si el ataque era rastreable hasta Estados Unidos, sería interpretado como «un acto de guerra«.
Afirma el periodista que Washington solicitó ayuda a Noruega pues además de la experiencia de sus marineros y buzos en la exploración de petróleo y gas en aguas profundas, Oslo sabría mantener el secreto y se beneficiaría con mayores ventas de combustible a Europa. Moscú tras el atentado adujo también que la Marina Británica había participado en los hechos.
En su investigación, Hersh informó que la Armada Noruega, durante un vuelo lanzó al agua una sonoboya que emitiría secuencias de sonido tonales únicos de baja frecuencia, los cuales serían reconocidos por un temporizador con el fin de activar y detonar las cargas explosivas de alta potencia.
Muchas han sido las declaraciones sobre ese atentado, entre estas se cuentan la de la exministra de Asuntos Exteriores de Austria, Karin Kneissl que aseveró que todo lo que escuchó de sus colegas estadounidenses desde 2018 “era garantizar que el Nord Stream 2 nunca llegara a ser operativo. Washington, indicó, ha ganado más que nadie con la explosión de los gasoductos”.
Estados Unidos ha obligado a guardar el más absoluto silencio sobre las investigaciones realizadas a las naciones implicadas en la construcción de los gasoductos como Alemania, Suecia, Bélgica, Dinamarca y Francia.
No hay dudas de que, además de Rusia, los grandes perdedores por esa deplorable acción han sido Alemania y varias naciones europeas, que además del vasallaje a que han sido sometidas por Estados Unidos, tienen que comprarle a Washington el combustible a casi el doble del que provenía del gigante euroasiático.
En conclusión, una operación de terrorismo económico cuyas consecuencias políticas son impredecibles.
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Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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