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miércoles, 26 de febrero de 2020

Trump, Modi y la demagogia nacionalista


Alejandro Nadal, La Jornada

La visita de Trump a India fue presentada como de negocios, para arreglar el desequilibrio en la balanza comercial, decidir sobre una posible venta de equipo militar y discutir asuntos de seguridad nacional. En realidad se trata de presentar a Trump como un estadista de talla mundial, de cara a la elección presidencial de noviembre. En estos días para Modi, con una economía que cada vez huele más a aguas estancadas, la visita es una oportunidad para desencadenar su maligna retórica nacionalista y disfrazar el fracaso de su política económica neoliberal.

La visita estaba programada desde hace tiempo y se decidió que estos días eran los convenientes, porque Trump podría opacar toda la atención que tienen los posibles candidatos a la nominación demócrata. Al público estadounidense no le interesa demasiado la política exterior. Por eso, cuando a Estados Unidos se le ocurre embarcarse en una nueva guerra imperial, los ciudadanos de ese país tienen que ir corriendo a un mapa para ver dónde rayos queda Irak o Afganistán. De cualquier modo, en este tema, en el que Trump ha sufrido el descalabro de Corea del Norte, hoy busca posicionarse como un presidente que puede velar por los intereses de sus bases y la seguridad nacional.

El déficit de Estados Unidos con India en la balanza comercial bilateral es de apenas unos 25 mil millones de dólares (nada que ver con el desequilibrio con China, que supera 419 mil millones de dólares en 2018). Sin embargo, Trump quiere hacer aparecer a India como otro ejemplo de cómo la globalización continúa manteniendo efectos negativos sobre la economía estadounidense. De este modo también pretende presionar a Modi para negociar y firmar un tratado de libre comercio que pueda presentar al electorado estadounidense como otra promesa cumplida en ese terreno. La probabilidad de llegar a un acuerdo comercial con India es muy baja.

Sin duda Trump ha sabido vincular estos viajes con el tema del déficit comercial, que tantas veces ha prometido corregir y que sí llega al público en general y a sus bases en particular. Aunque no ha sido capaz de arreglar nada sustantivo en los acuerdos que ha renegociado, de todos modos puede presentarse como estadista responsable, lo que le permitirá esquivar algunos de los ataques de sus contrincantes.

En el caso de Modi sucede algo similar. Su popularidad está amenazada por diversas razones. Primero, la economía de India se encuentra fuertemente afectada por el síndrome del estancamiento, al igual que casi todas las economías del planeta. Ya el ritmo de actividad y sus efectos sobre el desempleo han dejado una marca negativa muy profunda en las principales ramas de actividad. Su intento por desmonetizar la economía de India hace dos años fracasó y contribuyó a frenar el crecimiento.

Hoy, la aparición del nuevo coronavirus está afectando todas las cadenas globales de valor y ha golpeado directa o indirectamente a las principales economías del mundo. Su contribución al estancamiento no será despreciable.

Narendra Modi accedió al poder con una victoria electoral similar en muchos sentidos a la de Trump. Reconociendo el rencor y resentimiento de buena parte del electorado, Modi supo posicionar a su partido, Bharatiya Janata (que nunca había ganado una elección a escala nacional), como triunfador a partir de su demagogia nacionalista, basada en las premisas más básicas del hinduismo. Esa demagogia promueve la idea de que un día existirá el Rashtra hindú, Estado dominado por la cultura hindú, en el que las minorías (principalmente musulmanes, pero también budistas) estarían sometidas a severos controles y básicamente serían sometidas al estatus de ciudadanos de segunda clase.

En agosto del año pasado, Modi abolió una regla constitucional que otorgaba ciertos derechos y un grado de autonomía al estado de Cachemira. Esta medida fue vista como un primer paso para modificar la demografía del estado (de mayoría musulmana). Y a finales de ese mes Modi impuso el Registro Nacional de Ciudadanos en Assam, dejando a unos 2 millones de musulmanes sin su ciudadanía. Las protestas fueron reprimidas con lujo de violencia. La popularidad de Modi se ha resentido mucho. El resentimiento por estas medidas, percibidas (correctamente) como intento discriminatorio, se ha intensificado.

Hoy es evidente que Modi busca transformar para siempre el Estado indio. Esa república estuvo fundada a la sombra de un conflicto religioso, pero siempre con la promesa de que habría un Estado laico. El sistema de castas que Gandhi buscaba abolir ha regresado con la demagogia de Modi y su partido Bharatiya Janata. Un día le preguntaron a Modi si pensaba suprimir el sistema de castas, que tanto gusta a la derecha hindú. En India hay solamente dos castas: la que quiere salir de la pobreza y la que está ayudando para que eso suceda. El discurso vacío de la demagogia de Narendra Modi se acerca a la de Trump y otros líderes populistas.

1 comentario:

  1. Un festín de demagogia nacionalista plus el enfrentamiento contra el mundo musulman combinado con tres billones de dólares mas en las mas terribles armas, desde luego todo eso todo eso en un gran esfuerzo por la paz mundial.
    Y quizás tenemos a la vista dos nuevos Nobel de la Paz.

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